domingo, 23 de junio de 2013

Las redes sociales no son la causa, sino un epifenómeno

       Cuando se habla de redes sociales se suele perder de vista acerca de qué cosa concretamente se está queriendo significar.
       Google, Facebook, Twitter son redes sociales y las hay de toda índole. Cuando chateamos estamos en una red social.
       Todos los que hemos querido a través de una red social entablar contacto personal con alguien –lo que se llama cita a ciegas- sabemos lo difícil que es eso, por la desconfianza que subyace. Se puede ligar, pero no es una tarea sencilla y exige un esfuerzo de búsqueda sistemático y perseverante. Son más quienes buscan comunicación sin compromiso, que ir al encuentro concreto con la otra persona.
       Cuando una red social logró movilizar un conjunto significativo de gente con un perfil cultural y social muy similar es porque otra cosa está sucediendo, no porque la red social en sí haga el milagro de la manifestación.
       Para entender lo que quiero significar voy a dar el siguiente ejemplo. El gobierno kirchnerista tenía armado a través de un plan de manejo de las redes sociales todo un sistema de funcionarios rentados para intervenir allí en una campaña al estilo Obama. Daban hasta pautas de manejo de carácter totalitario y sin embargo, al poco tiempo, estalla una oposición espontánea que desborda los planes que el gobierno argentino tenía de manipular la opinión de la gente con las redes sociales. Los periodistas, adjudicaron la oposición al gobierno de Cristina como el producto de un buen manejo de las redes sociales, sin embargo no dijeron nada, del intento que desde las redes sociales hacía el gobierno argentino para promover su gestión. Lo que está indicando que lo de las redes sociales cuaja, si está en el estado de ánimo de cierta gente.
       Nadie se organiza “espontáneamente” por las redes sociales. Es al revés, primero está ligado a los grupos secundarios, centros de estudio, laborales, corporativos, institucionales y luego corriendo de boca a oreja se ensambla a una red social en donde da con sus iguales.
       Ninguna red social inventa la realidad, sino que antes bien, son las organizaciones sociales las que encuentran allí el modo de vincularse. El así llamado Movimiento Sin Tierra en Brasil, tiene hasta antenas parabólicas en sus casas ambulantes, que yo sepa, nadie cree que sean esas antenas la causa del movimiento.
       Se dice que sin red social sería imposible que lograran operar. Pero aquí cabe una pequeña reflexión histórica. De la Revolución Cultural China de 1966, en donde Mao Tze Tung dijo: “Dejad que crezcan las mil flores de la revolución” y cuando crecieron salió a cortarlas una por una, al mayo del 68’ en Francia, pasando por Woodstock en el 69’ en Estados Unidos, hasta llegar al Cordobazo en mayo del 69’ en Argentina, sin olvidar las movilizaciones estudiantiles de esos años en el Uruguay, en donde el “estudiantado” era una suerte de agente histórico fundamental, es evidente que hay un hilo conductor de carácter universal. En aquel entonces no existían redes sociales, pero si hubieran existido, no es nada improbable que los comentaristas políticos se la hubieran agarrado con Internet.
       Como Internet no existía, nadie da con la causa de aquello. Con la comprensión  del carácter global de lo que ocurría a fines de los 60’.
       Lo de ahora es parecido, solo que Internet está llamada a convertirse en el pato de la boda, sólo porque permite un nivel de comunicación “mágica”, “telepático”, digamos así.
       Los hombres, desde que el mundo es mundo, no se organizan a conciencia, sino por necesidad. Diga lo que diga McLuhan el trasfondo siempre es económico, lo cual no significa que tenga que ser economicista en su proyección publicitaria, porque suele tomar la forma de la ideología en el sentido clásico, esto es, falsa conciencia de lo que ocurre.
       Además, el hecho de que la red social sea un factor más, asociado a este nivel de desasosiego colectivo en que ciertos sectores se encuentran, es un indicador de cualquier cosa, menos de lo que se pretende hacer creer que es. El único pobre allí es el policía que mal remunerado defiende la ley dando su vida, porque los desmelenados de pobre no tienen ni la apariencia.
       Siempre hay un trasfondo económico que no se lo puede ver en términos economicistas.
       La emergencia de sectores que vienen de hogares pobres pero que gracias al desenvolvimiento económico acceden a niveles de educación que les permite acceder a las nuevas tecnologías, pero no al rol en la producción que esa determinación implica, es un factor de conflictividad latente, que si bien no aflora en el momento del crecimiento económico, comienza a mostrar sus fisuras y malestares no bien hay un decrecimiento o estancamiento. Que apelen a Internet es un indicador que no está en la pobreza, el que obra de esa forma.
       En estos procesos están implicados los maestros, los educadores, los profesores que desde su malestar y resentimiento social generan un estado de ánimo en los educandos que conduce a eso. Les hacen creer que van a ser “pobres” porque a ellos no se les da recursos para que tengan una mejor formación, cuando en realidad, darles lo que piden es como tirar agua al mar. No preparan gente para intervenir en la producción, porque están mentalmente fuera del aparato productivo actual y de sus exigencias laborales mínimas. Es más, son enemigos de este modelo de post industrialización.
       En el Uruguay se lo vio clarísimo con el tema de las pasteras. Finlandia se los dijo con todas las letras. Si UTU no prepara obreros calificados para las exigencias profesionales que ellos tienen, los van a traer del exterior. Se precisan sopleteros industriales y gente apta para intervenir en un entramado cibernético. Es como hablarles a la pared, porque sus intereses corporativos son de tal entidad, que les importa muy poco unir la educación con el desarrollo económico.
        El Uruguay tiene expertos en Micro Pics, gente que sabe programar en lenguaje máquina y está desbordada de trabajo. Al parecer no se les da la importancia que este nuevo entramado tecnológico exige, por suerte para ellos, porque no se crean competidores, pero no es ese el tema.
       No se entiende la razón por la cual el individuo tiene que ser ingeniero o peón, sin término medio, sin niveles que escalonan el saber dándole un lugar a cada uno en el aparato productivo y laboral del país.
       Cuando le preguntaron al ingeniero químico Broveto –decano en ese momento- porque el Uruguay no tenía niveles más prácticos de inserción del profesional, contesta, “Tenemos el mismo nivel de enseñanza que en Estados Unidos” y cuando le preguntan por qué no gradualiza los niveles, contesta “porque ellos así encarado, nunca tendrán fundamentos”. En el Uruguay no existe un solo bioquímico. Eso al parecer al buen señor no le preocupa.
       Creo que es importante, hoy, aquí y ahora, en este Uruguay y en este presente incierto decir las cosas como son, porque si mañana los jóvenes que se sienten desplazados y reemplazados quieren emprenderla contra alguien concreto y no abstracto, deberían encarar a estos profesores obsoletos que son el gran palo en la rueda del crecimiento de la economía.