No me
cansaré de repetir lo que pienso al respecto.
Hay
temas que exigen legislar, pero son penosos verlos desde un punto de vista
estrictamente político.
No
es porque carezcan de significación, puesto que todo lo político, también es
una cuestión de marco axiológico, sino porque son temas de conciencia personal.
No
son tantos como parece, pero son unos cuantos.
El
aborto, la eutanasia, la pena de muerte, la cadena perpetua, el matrimonio gay,
la reproducción artificial, son cuestiones de conciencia, no temas partidarios.
Tema
de conciencia fue en su momento la Ley de Divorcio. Hoy no lo es. Pero no nos
olvidemos de la historia. A Juan Domingo Perón en la Argentina, no lo
derrocaron por ladrón y corrupto, que hubiera sido lo correcto, sino por haber
auspiciado la Ley de Divorcio y me temo, que al pobre Alfonsín, le fue muy mal,
por haber impulsado esa ley, aunque se diga otra cosa.
Los
temas de conciencia, están fuera de la disciplina partidaria.
Entre
un Tabaré Vázquez “que no se la juega” y una Mónica Xavier que se siente
triunfadora, el abismo moral es tan grande, que ni el oportunismo político
puede taparlo.
Políticamente,
¿Se puede decir seriamente hoy que salió acrecentada la figura de Vázquez?
¿Sólo la oposición anti abortista perdió? No es así. El gran derrotado es
Vázquez que no logra conformar ni a tirios, ni a troyanos. Pero no es ese el
tema de fondo. Como bien dice Pablo Abdala los resultados "han
demostrado que la gente es muy independiente y toma sus decisiones, incluso
contrarias a sus referentes políticos".
Recuerdo
que una vez se decía que los colorados eran de Peñarol y los blancos de
Nacional y, en un momento es Luis Alberto Lacalle quien dice, “miren que mi
abuelo era de Peñarol”.
El
sistema político no es dueño de la forma de pensar y sentir de la gente, ni
tampoco ella le pide a los partidos una coherencia absoluta con su manera de
sentir y pensar en lo que vota.
La
gente quiere gobernantes que sepan hacer su tarea y punto. Lo otro es personal
y no hace a nada más que a lo íntimo de cada conciencia.
Esa
es la causa por la cual si bien ganó el Frente Amplio, no triunfó en esa
elección del 2009, ni el voto consular, ni la derogación de la ley de
caducidad. Que la gente haya votado al Frente Amplio, no significa que haya
estado de acuerdo con esas otras dos cosas, aunque el Frente interprete los
resultados como se le da la gana.
Aquí nadie debe sentirse derrotado o triunfador, porque los temas
de conciencia son cuestiones estrictamente personales que no hacen a la “Res
pública”, a la cosa pública.
Sólo
los partidos totalitarios le piden al hombre conformidad con el todo de sus
resoluciones. Se les dice totalitarios por eso, porque quieren abarcarlo todo,
en vez de limitarse concretamente a la gestión operativa ante la cual deben
rendir cuentas cada cinco años.
Ninguna determinación en temas de esta magnitud es permanente y el futuro dirá,
como se desarrollan al respecto los acontecimientos para tomar posición
definitiva.