sábado, 15 de junio de 2013

La época de la “Plata Dulce” culmina


          Todos recordamos aquella película de Fernando Ayala y Juan José Jusid, protagonizada por Federico Luppi, Julio de Grazia y Gianni Lunadei que recibió el Cóndor de Plata a la mejor película en 1983, llamada “Plata Dulce”.
        La película es un manual práctico de la realidad económica y financiera de Argentina en aquellos años de dictadura. Más allá del régimen político, sigue teniendo vigencia porque lo que plantea lo hemos vivido en democracia.
        El argumento es simple: Dos muebleros quieren mantener su fábrica frente a los embates de una crisis que conduce al cierre de empresas. Uno de ellos, Carlos Bonifatti, decide entonces dejar de producir muebles, y dedicarse a los negocios financieros, los cuales parecen estar en auge, asumiendo como gerente de un banco. Mientras tanto Rubén Molinuevo, el otro socio, se empeña en continuar con la fábrica. En un comienzo todo parece darle la razón a Bonifatti que mejora considerablemente su nivel de vida -auto nuevo, casa nueva y amante-, sin embargo en determinado momento descubren que el dinero era enviado al exterior en un proceso de vaciamiento financiero que los conduce a los dos a la cárcel. Ellos eran simples testaferros de un proceso de fuga de divisas.
        Plata dulce se le dice a la realidad dada por la cual el crédito abunda y los bancos salen a buscar desesperadamente tomadores a como sea, aun sabiendo que no tienen solvencia.
        Las tasas de interés son positivas, esto es, poner el dinero en pesos a plazo fijo rinde mucho más que ponerlo en dólar en Estados Unidos y con una divisa planchada todo lo importado es baratísimo y es irrentable producir y trabajar. A muchos más les valía vender todo y poner ese dinero en moneda nacional a plazo fijo, que trabajar. Los argentinos, en tiempos de Martínez de Hoz, gastaron 800 millones de dólares comprando cosas en Brasil. Les decían “Dame dos”, porque era la manera de comprar donde todo les resultaba regalado. La más insignificante empleada de tienda, ganaba 1.000 mil dólares, cuando en Norteamérica los sueldos eran de 700 dólares para arriba y en moneda argentina, sin embargo, no le alcanzaba para vivir.
        En aquella época los argentinos venían al Uruguay a comprar propiedades y terminaron quintuplicando la escala de precios tras el boom de la construcción que se desató en los años 80’. Se alteró de tal forma el mercado inmobiliario que los inmuebles nunca más volvieron a valer el precio de antes de la época de plata dulce argentina.
        Hoy la realidad argentina es bien distinta, pero cualquiera entiende que esta situación que muestra la película Plata Dulce, cualquier parentesco que pueda tener con la realidad uruguaya actual, es pura casualidad.
        Hoy los uruguayos vamos a la Argentina y todo nos resulta regalado; hoy es más rentable poner el dinero a plazo fijo en pesos que en dólares, hoy el Uruguay es el 17 país más caro del mundo, hoy cualquier empleado medianamente remunerado en lo que Carlos Marx llama “salario de sobrevivencia”, gana 1.000 dólares (veinte mil pesos) y no le alcanza para nada en el Uruguay, pero saliendo de nuestro país es Gardel.
        El monetarismo a lo Martínez de Hoz no agobiaba a impuestos a la gente y por ende, pese a eso, dejaba vivir, lo del Uruguay actual es peor, porque aumentar la carga impositiva es apagar el incendio con gasolina, es volver más irrentable el trabajo por la presión general que eso genera sobre los bienes no transables, agua industrial, luz industrial y demás. La transferencia de los costos hace que al final la inflación esté por encima de la “tablita” o banda de flotación o dólar a futuro, como se le dijo luego. El hecho de fondo es que se dolariza la inflación. Por eso a Bonifatti y Molinuevo más les valía especular que trabajar.
        A su vez el crédito, sin el cual no se puede trabajar, no es tomable en plena depresión del mercado interno, en dónde para seguir viviendo hay que producir sobre girado. Hubo gente que puso todo lo suyo en moneda nacional a plazo fijo y vivía a cuerpo de rey, creyendo ilusamente que conservaba el capital, hasta el día que descubrieron el sabio juicio de John Smith, que los bancos te dan el interés, pero se te quedan con el capital. Dan hasta el encaje, pasado éste, es un feriado bancario y punto.
        De todo lo que he leído en aquellos años el único que habla claro es John Smith en el Capital bajo acecho: atacar el capital es atentar contra la libertad, porque el capital es el precio de la libertad.
        Aquello parecía hecho a la medida para facilitar el acceso a una sociedad comunista,- a Valentín Arismendi, le decían el otro Arismendi- esto de ahora, -una vuelta a aquello con otra retórica- es la línea del progresismo, atacar el capital depreciando el trabajo productivo.
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        En los años 90’ deviene a nivel mundial un traspaso de poder de la economía basada en el automóvil a la economía sostenida en la informática y la cibernética.
        Atrás quedaba, sepultada por ese ataque al capital, la economía fordista y keynesiana. Las empresas que lideran la ola de fusiones a nivel mundial y vertebran la producción son las que estaban directamente ligadas a la cibernética y la informática. Eran las pocas que al recibir crédito podían darle una rotación adecuada al dinero, pagando puntualmente sus intereses y generando riqueza a nivel mundial. No inventan un mercado nuevo: optimizan lo que existía en términos mecanicistas, en un proceso diabólico, en donde todo aquel que se mecanizaba iba a parar, sin quererlo a la cibernética.
        Había un salto cualitativo diferencial entre las tecnologías analógicas con 6 mil años de historia y la nueva tecnología digital.
        Como en ese momento nada era seguro, la compra de tierras se volvió el más firme reaseguro a los nuevos niveles de acumulación. También la compra de propiedades, pero en menor nivel.
        El proceso de forestación que el Uruguay inicia en esos años, está ligado a esta nueva realidad internacional dada en ese momento.
        Según Toffler fue algo más que una simple transferencia de recursos neta, como se lo suele caracterizar en economía, fue un traspaso de poder.
        Por primera vez, el poder económico se disocia del poder político y esto ocurre a nivel mundial.
        Argentina, para entrar en ese esquema, tuvo que vender las empresas del estado –las joyas de la abuela como se le dijo- y sostener por esa vía el financiamiento que esta nueva situación  le generaba.
        Si las cosas se hubieran hecho bien, si las empresas privatizadas no hubieran sacado al exterior en un proceso de esquilmación sus ganancias, Argentina hoy sería un Estado Moderno. Pero las cosas no fueron así. Esa es la causa por la cual estoy contra la privatización y a favor del contrato de obra, arrendamiento y licitación, -como por otra parte ordena nuestra Constitución de la República-, tema que he abordado suficientemente en otros foros. Que las empresas sean del estado no significa que no las puedan explotar particulares, siempre y cuando respeten el marco normativo que el bien público exige.
        La crisis del noviembre de 2001 en Argentina, le pone fin al modelo de la convertibilidad –el uno a uno- y abre este proceso que Argentina ha vivido hasta la fecha, en donde se vio favorecida por la venta fácil de los commodities,  a partir de agosto de 2003, creciendo a un 7 por ciento anual. No porque el kirnerischmo tenga facultades mágicas, sino precisamente, a pesar de los K.
          Lo mismo ocurrió en Uruguay, solo que entre nosotros, ante el desbarajuste de la economía Argentina, Brasil se hizo cargo de las exportaciones tradicionales y por errores de los K, nace la agricultura.
        Así como a fines del 2001 estábamos ante el fin de un modelo económico nacido en los años 90’ –tiempo de reflexión, sobre la crisis del socialismo real, como lo hemos vivido muchos-,  hoy estamos en las puertas del fin de este seudo progresismo basado en la Plata Dulce que viene de la soja.
        En este proceso que hemos vivido, Paraguay desarrolló la ganadería, Chile, Perú, Colombia, México y Costa Rica orientaron su producción al Pacífico, a los tigres asiáticos. Brasil creció hacia afuera económicamente y hacia adentro urbanísticamente, Uruguay tiró manteca al techo oleskianamente, sin pensar en nada más que el clientelismo político que le permita al Frente Amplio perpetuarse. Argentina  vivió el vaciamiento más grande de todos los tiempos.
        Por eso ahora, que se viene la época del balance, es hora de pensar seriamente en la economía política, como lo que es, una ciencia económica que responde a orientaciones políticas.
       
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        Lo de ahora en el Uruguay es muy simple.
        El Frente Amplio es tan idiota que no se da cuenta que un tratado de libre comercio con el que sea, ya es la ruptura de la Unión Aduanera asfixiante y opresiva que el Mercosur implica.
        Está más preocupado en mantener su perfil anti yanqui, -que es un perfil de pacotilla, como sabemos todos-, que en encarar las cosas como realmente, son.
        Un tratado de libre comercio con el que sea, va contra el Mercosur, porque éste es una Unión Aduanera llamada a negarle la soberanía a las decisiones de cada país, menos la de los grandes, que por atrás hacen lo que se les antoja.
        Almagro, es una criatura que da lástima, como daba náuseas Gargano.
        Realmente lo digo con dolor, a mí siempre me resultó más digno, ser cornudo consentido y prestarle mi mujer a otro, que hacerme comunista. Porque más bajo no se puede caer. Un “pata de bolsa”, puede ser un mal necesario, pero terminar en la vida en lo de Gargano y Almagro es negarse al uso de la inteligencia recta.
        ¡Cómo un canciller le va a inventar a Paraguay lo que el parlamento de ese país, autónomamente ha de votar! ¡ Cómo una persona que conoce la normativa del Mercosur puede creer que el único malo de la película es Estados Unidos y hacer tratados de libre comercio con los demás no lo va a poner en situación incómoda ante la prepotencia brasilera! ¡Cómo una persona con dos dedos de frente, puede decirle a los productores arroceros que si Rio Grande do Sul los sabotea y les niega la “guía” para exportar, no importa, Irán –nada menos que Irán- les compra igual y esa gente sale luego a decir, muy suelta de cuerpo, “Más y mejor Mercosur”, cuando la realidad, rompiendo los ojos, les dice que el Mercosur, no da ni para empezar! Me supera, realmente lo digo. Es mejor ser swinger.
        ¡Como un Canciller va a decir en las Naciones Unidas una cosa, acá lo contrario y cuando le preguntan “qué piensa de Cuba”, contesta: “Este no es el ámbito para tratar esos temas”! Eso sí, cuando ponen en el índex a Uruguay como nación terrorista, el buen señor se da por ofendido.
        Es muy fuerte un país sin diplomacia, en una coordenada internacional en donde el Mercosur, es el teatro de operaciones de la vieja rivalidad entre Argentina y Brasil, poniendo de rehén a los demás.
       
         
        Brasil no le va a dejar a Uruguay hacer una Alianza del Pacífico y los 6 millones de dólares que les regalaron los chinos, los van a usar para financiar la campaña electoral. Vamos a no ser ilusos.
        Se terminó la petrochequera y se inicia la chino financiación. Lástima que los chinos no se den cuenta que los están usando miserablemente.
        Van a hacer todo lo contrario, menos darle a China lo que busca, que es la llave en la Cuenca del Plata.
        China está en un proceso de expansión y aplica el sabio consejo de Dale Carnegie: “La crisis es el momento de costo cero”.
        Por eso invierte, porque sabe que mañana, por más que baje lo invertido, nunca llegará al nivel de la época crítica.
        Se está equivocando con esta gente. Pero ese es otro tema. En España emboca, en el Uruguay erra, por ahora.
        España no va a invertir absolutamente nada en el Uruguay. Van a llenar de promesas vanas, la necesidad de las empresas españolas en el Uruguay de repatriar las divisas de Argentina a la “Madre Patria”, desde la “Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de San Felipe y Santiago”. Ese es el tema de fondo.
        El Uruguay debe orientarse a la Alianza del Pacífico, porque no tiene otra opción seria y fundada. No puede mudarse de lugar, no es Chile que por suerte tiene a los argentinos a sus espaldas, Uruguay los tiene enfrente, pero eso no significa que la orientación de pensamiento no deba estar ligada al Pacífico.
        Se sabe, que en el 2030 Estados Unidos ha de mantener su hegemonía, pero China será el punto de inflexión de todas las cosas y que en el 2050, tendremos que estudiar chino en los centros de estudio.
        China logró eso, porque es una economía complementaria de la norteamericana, como México y Canadá. No darse cuenta de eso es tener la mente muy, pero muy estrecha.
       

        La época de la Plata Dulce culmina y se inicia otra época, la era de la investigación y el desarrollo como estamos viendo en China.
        Para hacerse una idea de lo que son las cosas hoy en día: La mitad del comercio mundial es invertido en Investigación y Desarrollo y de esa mitad, el 30 por ciento, lo maneja Estados Unidos.
        Ya no es Estados Unidos el eje, el pulmotor, sin embargo juega un rol centralizador, porque el 70 por ciento de las monografías y los estudios académicos que la Investigación y el Desarrollo crean, están en inglés.
        América Latina quedó fuera de este proceso, lo está diciendo Openheimer, y lamentablemente, perdió el tren del progreso del siglo XXI.
        Es así de simple, con estos “pobres mentales” liquidamos la clase media necesaria a las exigencias de un tiempo tecnológico.
        Es imperdonable lo que ocurrió con los gobiernos frentistas, en plena expansión de la economía.
        El “espíritu sopla donde quiere”, dicen en teología, pero generalmente suele soplar donde se lo prepara y educa para soplar, no en cualquier lado.
        Lo único que le pido a esta altura al de Allá Arriba es no terminar otra vez en un pozo oscuro de ciudad sitiada en donde a los uruguayos, sólo nos es dado vagar como una sombra.