Todos recordamos aquella película de Fernando
Ayala y Juan José Jusid, protagonizada por Federico Luppi, Julio de Grazia y
Gianni Lunadei que recibió el Cóndor de Plata a la mejor película en 1983,
llamada “Plata Dulce”.
La
película es un manual práctico de la realidad económica y financiera de
Argentina en aquellos años de dictadura. Más allá del régimen político, sigue
teniendo vigencia porque lo que plantea lo hemos vivido en democracia.
El
argumento es simple: Dos muebleros quieren mantener su fábrica frente a los
embates de una crisis que conduce al cierre de empresas. Uno de ellos, Carlos
Bonifatti, decide entonces dejar de producir muebles, y dedicarse a los
negocios financieros, los cuales parecen estar en auge, asumiendo como gerente
de un banco. Mientras tanto Rubén Molinuevo, el otro socio, se empeña en
continuar con la fábrica. En un comienzo todo parece darle la razón a Bonifatti
que mejora considerablemente su nivel de vida -auto nuevo, casa nueva y amante-,
sin embargo en determinado momento descubren que el dinero era enviado al
exterior en un proceso de vaciamiento financiero que los conduce a los dos a la
cárcel. Ellos eran simples testaferros de un proceso de fuga de divisas.
Plata
dulce se le dice a la realidad dada por la cual el crédito abunda y los bancos
salen a buscar desesperadamente tomadores a como sea, aun sabiendo que no
tienen solvencia.
Las
tasas de interés son positivas, esto es, poner el dinero en pesos a plazo fijo
rinde mucho más que ponerlo en dólar en Estados Unidos y con una divisa
planchada todo lo importado es baratísimo y es irrentable producir y trabajar.
A muchos más les valía vender todo y poner ese dinero en moneda nacional a
plazo fijo, que trabajar. Los argentinos, en tiempos de Martínez de Hoz,
gastaron 800 millones de dólares comprando cosas en Brasil. Les decían “Dame
dos”, porque era la manera de comprar donde todo les resultaba regalado. La más
insignificante empleada de tienda, ganaba 1.000 mil dólares, cuando en Norteamérica
los sueldos eran de 700 dólares para arriba y en moneda argentina, sin embargo,
no le alcanzaba para vivir.
En
aquella época los argentinos venían al Uruguay a comprar propiedades y
terminaron quintuplicando la escala de precios tras el boom de la construcción
que se desató en los años 80’. Se alteró de tal forma el mercado inmobiliario
que los inmuebles nunca más volvieron a valer el precio de antes de la época de
plata dulce argentina.
Hoy
la realidad argentina es bien distinta, pero cualquiera entiende que esta
situación que muestra la película Plata Dulce, cualquier parentesco que pueda tener con la realidad uruguaya actual,
es pura casualidad.
Hoy
los uruguayos vamos a la Argentina y todo nos resulta regalado; hoy es más
rentable poner el dinero a plazo fijo en pesos que en dólares, hoy el Uruguay
es el 17 país más caro del mundo, hoy cualquier empleado medianamente
remunerado en lo que Carlos Marx llama “salario de sobrevivencia”, gana 1.000
dólares (veinte mil pesos) y no le alcanza para nada en el Uruguay, pero saliendo
de nuestro país es Gardel.
El
monetarismo a lo Martínez de Hoz no agobiaba a impuestos a la gente y por ende,
pese a eso, dejaba vivir, lo del Uruguay actual es peor, porque aumentar la
carga impositiva es apagar el incendio
con gasolina, es volver más irrentable el trabajo por la presión general
que eso genera sobre los bienes no
transables, agua industrial, luz industrial y demás. La transferencia de los costos hace que al final la inflación
esté por encima de la “tablita” o banda de flotación o dólar a futuro, como se
le dijo luego. El hecho de fondo es que se dolariza la inflación. Por eso a
Bonifatti y Molinuevo más les valía especular que trabajar.
A
su vez el crédito, sin el cual no se puede trabajar, no es tomable en plena
depresión del mercado interno, en dónde para seguir viviendo hay que producir
sobre girado. Hubo gente que puso todo lo suyo en moneda nacional a plazo fijo
y vivía a cuerpo de rey, creyendo ilusamente que conservaba el capital, hasta
el día que descubrieron el sabio juicio de John Smith, que los bancos te dan el interés, pero se te quedan con el capital. Dan
hasta el encaje, pasado éste, es un feriado bancario y punto.
De
todo lo que he leído en aquellos años el único que habla claro es John Smith en
el Capital bajo acecho: atacar el
capital es atentar contra la libertad, porque el capital es el precio de la
libertad.
Aquello
parecía hecho a la medida para facilitar el acceso a una sociedad comunista,- a
Valentín Arismendi, le decían el otro
Arismendi- esto de ahora, -una vuelta a aquello con otra retórica- es la
línea del progresismo, atacar el capital depreciando el trabajo productivo.
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En
los años 90’ deviene a nivel mundial un traspaso de poder de la economía basada
en el automóvil a la economía sostenida en la informática y la cibernética.
Atrás
quedaba, sepultada por ese ataque al capital, la economía fordista y
keynesiana. Las empresas que lideran la ola de fusiones a nivel mundial y
vertebran la producción son las que estaban directamente ligadas a la
cibernética y la informática. Eran las pocas que al recibir crédito podían
darle una rotación adecuada al dinero, pagando puntualmente sus intereses y
generando riqueza a nivel mundial. No inventan un mercado nuevo: optimizan lo
que existía en términos mecanicistas, en un proceso diabólico, en donde todo
aquel que se mecanizaba iba a parar, sin quererlo a la cibernética.
Había
un salto cualitativo diferencial entre las tecnologías analógicas con 6 mil
años de historia y la nueva tecnología digital.
Como
en ese momento nada era seguro, la
compra de tierras se volvió el más firme reaseguro a los nuevos niveles de
acumulación. También la compra de propiedades, pero en menor nivel.
El
proceso de forestación que el Uruguay inicia en esos años, está ligado a esta
nueva realidad internacional dada en ese momento.
Según
Toffler fue algo más que una simple transferencia de recursos neta, como se lo
suele caracterizar en economía, fue un
traspaso de poder.
Por
primera vez, el poder económico se
disocia del poder político y esto ocurre a nivel mundial.
Argentina,
para entrar en ese esquema, tuvo que vender las empresas del estado –las joyas
de la abuela como se le dijo- y sostener por esa vía el financiamiento que esta
nueva situación le generaba.
Si
las cosas se hubieran hecho bien, si las empresas privatizadas no hubieran
sacado al exterior en un proceso de esquilmación sus ganancias, Argentina hoy
sería un Estado Moderno. Pero las cosas no fueron así. Esa es la causa por la
cual estoy contra la privatización y a favor del contrato de obra, arrendamiento y licitación, -como por otra parte
ordena nuestra Constitución de la República-, tema que he abordado
suficientemente en otros foros. Que las empresas sean del estado no significa
que no las puedan explotar particulares,
siempre y cuando respeten el marco normativo que el bien público exige.
La
crisis del noviembre de 2001 en Argentina, le pone fin al modelo de la
convertibilidad –el uno a uno- y abre este proceso que Argentina ha vivido
hasta la fecha, en donde se vio favorecida por la venta fácil de los commodities, a partir de agosto de 2003, creciendo a un 7
por ciento anual. No porque el kirnerischmo tenga facultades mágicas, sino
precisamente, a pesar de los K.
Lo mismo ocurrió en Uruguay, solo que entre
nosotros, ante el desbarajuste de la economía Argentina, Brasil se hizo cargo
de las exportaciones tradicionales y por errores de los K, nace la agricultura.
Así
como a fines del 2001 estábamos ante el fin de un modelo económico nacido en
los años 90’ –tiempo de reflexión, sobre la crisis del socialismo real, como lo
hemos vivido muchos-, hoy estamos en las
puertas del fin de este seudo progresismo basado en la Plata Dulce que viene de
la soja.
En
este proceso que hemos vivido, Paraguay desarrolló la ganadería, Chile, Perú,
Colombia, México y Costa Rica orientaron su producción al Pacífico, a los
tigres asiáticos. Brasil creció hacia afuera económicamente y hacia adentro
urbanísticamente, Uruguay tiró manteca al techo oleskianamente, sin pensar en
nada más que el clientelismo político que le permita al Frente Amplio
perpetuarse. Argentina vivió el
vaciamiento más grande de todos los tiempos.
Por
eso ahora, que se viene la época del balance, es hora de pensar seriamente en
la economía política, como lo que es, una ciencia económica que responde a
orientaciones políticas.
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Lo
de ahora en el Uruguay es muy simple.
El
Frente Amplio es tan idiota que no se da cuenta que un tratado de libre
comercio con el que sea, ya es la ruptura de la Unión Aduanera asfixiante y
opresiva que el Mercosur implica.
Está
más preocupado en mantener su perfil anti
yanqui, -que es un perfil de pacotilla, como sabemos todos-, que en encarar
las cosas como realmente, son.
Un
tratado de libre comercio con el que sea, va contra el Mercosur, porque éste es
una Unión Aduanera llamada a negarle la soberanía a las decisiones de cada
país, menos la de los grandes, que por atrás hacen lo que se les antoja.
Almagro,
es una criatura que da lástima, como daba náuseas Gargano.
Realmente
lo digo con dolor, a mí siempre me resultó más digno, ser cornudo consentido y
prestarle mi mujer a otro, que hacerme comunista. Porque más bajo no se puede
caer. Un “pata de bolsa”, puede ser
un mal necesario, pero terminar en la vida en lo de Gargano y Almagro es
negarse al uso de la inteligencia recta.
¡Cómo
un canciller le va a inventar a Paraguay lo que el parlamento de ese país, autónomamente
ha de votar! ¡ Cómo una persona que conoce la normativa del Mercosur puede
creer que el único malo de la película es Estados Unidos y hacer tratados de
libre comercio con los demás no lo va a poner en situación incómoda ante la
prepotencia brasilera! ¡Cómo una persona con dos dedos de frente, puede decirle
a los productores arroceros que si Rio Grande do Sul los sabotea y les niega la
“guía” para exportar, no importa, Irán –nada menos que Irán- les compra igual y
esa gente sale luego a decir, muy suelta de cuerpo, “Más y mejor Mercosur”,
cuando la realidad, rompiendo los ojos, les dice que el Mercosur, no da ni para
empezar! Me supera, realmente lo digo. Es mejor ser swinger.
¡Como
un Canciller va a decir en las Naciones Unidas una cosa, acá lo contrario y
cuando le preguntan “qué piensa de Cuba”, contesta: “Este no es el ámbito para tratar esos temas”! Eso sí, cuando ponen
en el índex a Uruguay como nación terrorista, el buen señor se da por ofendido.
Es muy fuerte un país sin diplomacia,
en una coordenada internacional en donde el Mercosur, es el teatro de
operaciones de la vieja rivalidad entre Argentina y Brasil, poniendo de rehén a
los demás.
Brasil
no le va a dejar a Uruguay hacer una Alianza del Pacífico y los 6 millones de
dólares que les regalaron los chinos, los van a usar para financiar la campaña
electoral. Vamos a no ser ilusos.
Se
terminó la petrochequera y se inicia la chino financiación. Lástima que los
chinos no se den cuenta que los están usando miserablemente.
Van
a hacer todo lo contrario, menos darle a China lo que busca, que es la llave en
la Cuenca del Plata.
China
está en un proceso de expansión y aplica el sabio consejo de Dale Carnegie: “La
crisis es el momento de costo cero”.
Por
eso invierte, porque sabe que mañana, por más que baje lo invertido, nunca
llegará al nivel de la época crítica.
Se
está equivocando con esta gente. Pero ese es otro tema. En España emboca, en el
Uruguay erra, por ahora.
España
no va a invertir absolutamente nada en el Uruguay. Van a llenar de promesas
vanas, la necesidad de las empresas españolas en el Uruguay de repatriar las
divisas de Argentina a la “Madre Patria”, desde la “Muy Fiel y Reconquistadora
Ciudad de San Felipe y Santiago”. Ese es el tema de fondo.
El
Uruguay debe orientarse a la Alianza del Pacífico, porque no tiene otra opción
seria y fundada. No puede mudarse de lugar, no es Chile que por suerte tiene a
los argentinos a sus espaldas, Uruguay los tiene enfrente, pero eso no significa
que la orientación de pensamiento no deba estar ligada al Pacífico.
Se
sabe, que en el 2030 Estados Unidos ha de mantener su hegemonía, pero China
será el punto de inflexión de todas las cosas y que en el 2050, tendremos que
estudiar chino en los centros de estudio.
China
logró eso, porque es una economía complementaria de la norteamericana, como
México y Canadá. No darse cuenta de eso es tener la mente muy, pero muy
estrecha.
La
época de la Plata Dulce culmina y se inicia otra época, la era de la investigación y el desarrollo como estamos viendo en
China.
Para
hacerse una idea de lo que son las cosas hoy en día: La mitad del comercio
mundial es invertido en Investigación y Desarrollo y de esa mitad, el 30 por
ciento, lo maneja Estados Unidos.
Ya
no es Estados Unidos el eje, el pulmotor, sin embargo juega un rol
centralizador, porque el 70 por ciento de las monografías y los estudios académicos
que la Investigación y el Desarrollo crean, están en inglés.
América
Latina quedó fuera de este proceso, lo está diciendo Openheimer, y lamentablemente,
perdió el tren del progreso del siglo XXI.
Es
así de simple, con estos “pobres mentales” liquidamos la clase media necesaria
a las exigencias de un tiempo tecnológico.
Es
imperdonable lo que ocurrió con los gobiernos frentistas, en plena expansión de
la economía.
El
“espíritu sopla donde quiere”, dicen en teología, pero generalmente suele
soplar donde se lo prepara y educa para soplar, no en cualquier lado.
Lo
único que le pido a esta altura al de Allá Arriba es no terminar otra vez en un
pozo oscuro de ciudad sitiada en donde a los uruguayos, sólo nos es dado vagar
como una sombra.