Aécio
Neves, el senador socialdemócrata, líder del mayor partido de la oposición
brasileña, precandidato para las elecciones presidenciales del próximo año, es
el que en el actual contexto regional habla claro. Sabe que arrebatarle el
poder a Dilma Rousseff, con un 79% de popularidad no es tarea fácil, pero no
tiene miedo a decir las cosas tal cual son.
Cuando
le preguntan -¿Qué lugar ocupará el Mercosur en ese esquema?, contesta: “Estamos muy preocupados por lo que hoy
sucede en el Mercosur, que está muy anquilosado. Dudamos si la unión aduanera
es aún el mejor camino. No debemos perder las alianzas comerciales de Brasil
con la Argentina, pero tenemos que transformar el Mercosur en un área de libre
comercio que permita a cada Estado-miembro firmar acuerdos comerciales con
otros países. De la forma en que está ahora, en los últimos años, el Mercosur
no ha beneficiado en todo lo que debería haber beneficiado ni a Brasil ni a la
Argentina. Tenemos que tener el coraje de repensar y revisar el Mercosur. En
este sentido, la Alianza del Pacífico, constituida por México, Colombia, Perú y
Chile, es un ejemplo ya de movilidad y dinamismo.”
Habría
que agregarle a este acertado juicio que el Mercosur no sólo no ha beneficiado
ni a Brasil, ni a Argentina, sino que expulsó gratuita y anti
reglamentariamente a Paraguay, sin respetar la decisión soberana del Parlamento
paraguayo y no supo hacer otra cosa que pretender imponerle a Uruguay, lo que
ni Brasil y Argentina estaban dispuestos a cumplir. Hizo entrar a Venezuela por
la ventana y no dijo esta boca es mía ante el fraude electoral que posibilitó
el triunfo de Maduro y en cambio puso el grito en el cielo ante el juicio
político constitucional que el Parlamento paraguayo le hizo a Lugo. Una
verdadera vergüenza.
Estamos
hablando de un Brasil que pidió que la Alianza del Pacífico rechace la membresía
como observador del Paraguay, y que se está moviendo para que Uruguay no pueda
concretar nada. No todos piensan así y además Paraguay le va a hacer un juicio
por daños y perjuicios a Brasil y Argentina, tema que ha de complicar la
situación internacional brasilera a nivel mundial. El canciller de México, José
Antonio Meade, expresa que los países de la Alianza “están muy contentos y
agradecidos de que Paraguay forme parte” como observador del bloque económico. Lo
que está indicando que ingresar a un
bloque que representa el 50% del comercio de la región, con exportaciones por
US$ 556.000 millones e importaciones por 551.000 millones en el 2012, es un
atractivo para cualquiera. Si América Latina en su conjunto representa el 6%
del comercio mundial, la Alianza del Pacífico significa el 3%. Para hacerse una
idea de lo que esto es los cuatro países que conforman la Alianza del Pacífico
reúnen 210 millones de habitantes, representan más de la tercera parte del
producto interno bruto de América Latina y juntos se constituyen en la octava
economía del mundo.
Como
dice Sebastián Piñera es el respeto al estado de derecho, la democracia y la
libertad económica lo que signa la Alianza del Pacífico. Se lo ve con claridad
en esa monstruosidad en que se ha convertido el Mercosur: No hay democracia sin
libertad económica.
Por
primera vez en mucho tiempo volvemos a analizar los verdaderos temas que hay
que poner sobre la mesa: la cuestión del arancel 0 para el 90 por ciento de los
productos con el objetivo de aumentar el libre comercio entre ellos y
conquistar conjuntamente los mercados del Pacífico, aumentando las
exportaciones y atrayendo más inversión extranjera. Es un golpe muy fuerte para
los que creen que la integración regional es convertir en Provincia al otro y “cortarle
los víveres de arriba” si no se alinea políticamente a la peronista, o un Distrito
Federal cualquiera que tiene que esperar las órdenes dadas por los
planificadores centrales de Brasilia. En cualquiera de los dos casos son
patrones de estancia o de fazenda, los que dirigieron la economía regional a
impulsos de una petrochequera indiscreta, en donde la valija de Antonini
Wilson, es la parte visible del iceberg.
El
tema de Paraguay es una cuestión de dignidad. No tiene por qué ratificar el
ingreso, puesto que eso se hizo violando todas las normas establecidas. No hay
ingreso a ratificar. Partir de eso sería ratificar un acto nulo de nulidad
absoluta e insanable. Es una contradicción en sí misma dejar el precedente de
haber sido excluido ilegalmente y a la vez aprobar lo que en su momento –el ingreso
de Venezuela-, también fue ilegal.
Para
Dilma Rousseff, Horacio Cartes tiene que aceptar el ingreso de Venezuela para
poder volver al Mercosur, cuando en realidad es Dilma Rousseff quien debe
indemnizar a Paraguay por daños y perjuicios comerciales al haberlo excluido anti
reglamentariamente del Mercosur.
Estamos
hablando de una situación en donde ahora Venezuela asume la presidencia rotativa
del Mercosur, lo que significa que el país que propició todo este desbarajuste,
está ocupando un cargo que no le correspondería.
Tuvieron
que posponer la Cumbre del Mercosur, para el próximo 15 de agosto, cuando se dé
la asunción de Horacio Cartes, porque no aceptan a Franco.
El
cinismo de esta gente llega al extremo de que para lograr un reingreso pleno al
Mercosur sus socios deberán "avalar" que se restablecieron las
condiciones democráticas en Paraguay, -cuando en realidad nunca se rompieron-, y
si éste país se opone al ingreso de Venezuela al bloque –decisión que le es
soberana al Parlamento paraguayo y en la cual estos defensores inveterados de
la No Intervención no debieran entrometerse- alargarían la suspensión,
desatando otra crisis institucional.
Quieren
que Paraguay se coma el sapo de la indignidad de aceptar aquello que se resolvió
anti reglamentariamente a sus espaldas, para existir en un organismo que en
realidad no sirve para absolutamente más nada, que hacer daño contra los chicos
y no ir a ningún lado entre los grandes.
Paraguay
mira más lejos y busca una Alianza del Pacífico que le posibilite al Chaco
paraguayo acceder al mercado asiático, uno de los más apetecidos del mundo, que
demanda, justamente, el tipo de producción agro-ganadero forestal que Paraguay genera.
México,
Colombia, Chile y Perú son los que más comprensivos se han mostrado con la
situación de exclusión que Paraguay ha vivido durante este proceso de quiebre
del Mercosur.
Lo
de Paraguay es la parte más irritante de lo que ocurre como así, el rol
lamentable que jugó en todo esto nuestro país, parte de una vergüenza nacional
que nos retrotrae a los tiempos de la Triple Alianza.
Pero
el tema de fondo que hace a la gran crisis del Mercosur, es que si hubiera
avanzado como área de libre comercio hoy tendría firmado cada país por su
cuenta Tratados de Libre Comercio con quién quiera. Al constituirse como Unión
Aduanera imponiendo un arancel externo común y una política comercial externa
conjunta, lo que logró es generar un impedimento para que cada una de las
naciones llevaran a cabo negociaciones como las que produjeron tantos
beneficios a México, Chile, Perú y Colombia, los cuatro países que acaban de
conformar la ”Alianza del Pacífico”.
Este
es el mismo error que ahora van a cometer Rusia. Kazakhstan y Bielorusia al
formar una Unión Aduanera que solo puede beneficiar a Rusia y ha de condicionar
a los otros impidiéndoles que hagan comercio independiente con China o con
quien sea. Van a delegar soberanía comercial en un ámbito en dónde el más
fuerte, Rusia, va a imponer sus condicionantes. Cuando las relaciones
comerciales son asimétricas a esa escala lo mejor es un área de libre comercio
y que cada cual tenga la soberanía de comerciar con quien quiera.
Hoy
la situación del Mercosur hace agua porque el proteccionismo brasilero es muy
fuerte y las barreras que pone Argentina son infranqueables hasta para cosas
tan elementales como el libre tránsito de mercadería.
Porque
no nos engañemos, para una Unión Aduanera, como la que se pretendió formar, los
países chicos, -que significan muy poco económicamente- son los que tienen que
sentir que salieron ganando en la unión. Brasil y Argentina, preocupados pura y
exclusivamente por la petro chequera y festejando la destrucción de la
industria nacional venezolana para poder llenar ellos ese nicho de mercado, no
tuvieron ni siquiera la más elemental ponderación en los modales para manejar
las relaciones multilaterales al respecto.