Cuando
uno analiza los recientes acontecimientos buscando una correlación o parentesco,
encuentra ciertas similitudes, salvadas las diferencias culturales.
En
el Uruguay hubo recientemente una asonada contra la Suprema Corte de Justicia
con gente disfrazada de falso peñarolense. En Brasil movilizaciones de gente
enemiga de los gastos futbolísticos. En ambos casos llama notoriamente la
atención el hecho de que existan niveles de organización para operar.
En
Brasil un rechazo de carácter anti político a las fuerzas partidarias
existentes, en el Uruguay ADEMU-Montevideo desafilió a los jerarcas, Óscar
Gómez, subsecretario del MEC; Luis Garibaldi, director de Educación de la
secretaría de Estado, así como a los consejeros de Primaria Héctor Florit,
Irupe Buzzetti y Mirtha Frendoy. Paralelamente, ADEMU solicitó a la FUM que le
pida a Pereira que abandone la coordinación del Pit-Cnt.
Lo
que está indicando que tanto en Brasil como Uruguay está surgiendo una
oposición, que allá es anti sistémica y anti política y que aquí empieza no
perdonando la participación en cargos gubernamentales.
El
espíritu de una moción de desafiliación, que por lo visto fue presentada varias
veces, pero no tuvo andamiento, según Raquel Bruschera, secretaria general de
ADEMU-Montevideo, es porque ahora, cuando están del otro lado, ya no pelean por
lo que antes defendían cuando estaban del mismo lado. Fue ocupar cargos en la
Administración y los dirigentes dejaron de defenderlos.
En
Brasil quieren arreglar las cosas con un plebiscito para que una Asamblea
Constituyente específica, haga la reforma política, además de convocar a
gobernadores a un pacto sobre salud, educación, transporte público y
responsabilidad fiscal, en el Uruguay prontamente, corren tiempos políticos y las
medidas sindicales de lucha pierden fuerza, porque un paro político
desnaturaliza el reclamo sindical. Lo que significa que de parecerse la
realidad uruguaya a la brasilera, tanto el sistema político como el sindical,
serían igualmente, motivos de rechazo. Habría una debacle de representatividad
de la dirección político-sindical, que ni siquiera supo ser cogobierno, sino
que ha estado gobernando lisa y llanamente.
A
su vez tanto la economía brasilera como la uruguaya tienen rasgos en común: En
ambos casos “tiraron manteca el techo” con políticas pro cíclicas en tiempos de
bonanza, descaeciendo servicios e infraestructuras necesarias, hoy viven una
desaceleración y los capitales gradualmente se están retirando. Brasil y
Uruguay crecieron económicamente, pero no resolvieron estructuralmente nada y
lo que uno ve con preocupación es el hecho de que si este nivel de violencia
social está dado en plena burbuja, es impensable lo que puede ocurrir cuando se
desinfle.
En
este presente incierto, en donde una sola chispa puede encender la pradera, la Confederación
de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE), pone las barbas en remojo al ver las de la CUT
y el PT brasilero, arder. Según el secretario general de los estatales, José
Lorenzo López, "el gobierno debe atender los reclamos de los trabajadores,
porque así como hace un año estas cosas en Brasil no pasaban, es probable que
puedan pasar aquí". Ante una situación de desborde a la árabe, a la turca
o a la brasilera es mejor tener credenciales políticas ante la gente,
habiéndose puesto de su lado en tiempo y forma, de modo de poder ponerle
dirección a un movimiento incontrolable, llamado a patear en falso cobrando al
grito.
En
eso COFE no olvida a Lenin y le pone cabeza a un posible movimiento espontaneo que
le permita capitalizar un estado de ánimo general que de emerger sin dirección
viene contra todos, pero fundamentalmente, contra ellos, que estuvieron todos
estos años aceptándole al gobierno del Frente, lo que ni por equivocación le
aceptaban a otros. Más que eso, fueron hasta donde los partidos tradicionales
no iban.
Mientras
aquí COFE decreta Huelga para los públicos con un 85% de acatamiento, en Brasil
los dirigentes de las principales
centrales sindicales, incluyendo la CUT, Força Sindical, Unión General de los
Trabajadores (UGT), Coordinación Nacional de Luchas (Conlutas) y Central
General de los Trabajadores Brasileños (CGTB), convocan a una jornada nacional
de protestas y paralizaciones para el próximo 11 de julio, con el fin de
reforzar sus reivindicaciones ante el Gobierno y –de paso cañazo- subirse al
carro de las actuales manifestaciones que sacuden al país.
Frotándose
las manos el presidente de la Conferencia Nacional de la Clase Trabajadora,
Pascoal Carneiro dice: "Nuestro papel será levantar las banderas de la
clase trabajadora e incorporar las reclamaciones de las calles. Vemos con
buenos ojos lo que está ocurriendo en el país".
COFE no quiere desayunarse tardíamente y
como quien tiene la bola de cristal desde ya procede por si las moscas.
Estamos
en las puertas de nuevos agentes histórico sociales protestando y
movilizándose. La primavera árabe, lo de Turquía, los indignados de Wall Street,
los de Brasil anuncian como por hilos invisibles un proceso mundial de carácter
global. Aquí ya hubo una asonada contra la Suprema Corte de Justicia y en
Argentina multitudinarias protestas convocadas por las redes sociales.
El
motivo puede ser cualquier cosa.