Cuando
en el futuro se cuente la historia económica que deviene de estos dos gobiernos
del Frente, probablemente los historiadores limen todos aquellos aspectos que
han mostrado facetas increíbles, inenarrables, acerca de lo que es una
conducción política y económica.
Gente
que no tiene el más mínimo contacto con el mundo industrial, agropecuario y
empresarial, se permite decirle a ellos lo que tienen que hacer y lo que no,
mientras los agobian impositivamente y gobiernan con un dólar planchado que
vuelve irrentable la producción uruguaya.
La
Cámara de Industrias del Uruguay que es la entidad empresarial representativa
del sector industrial del país, que nuclea desde las industrias más importantes hasta el
más modesto de los talleres que desarrollan actividad industrial, y la Unión de
Exportadores del Uruguay, estaban de acuerdo con un TLC con Estados Unidos. Por
lo visto, la opinión del sector involucrado, no importó absolutamente nada, ni
siquiera como un juicio de contrapeso a ser tenido en cuenta.
No
voy al tema de si Tratado sí o Tratado no, que sería cuestión de una ardua
negociación rubro por rubro, sino al hecho político con impacto económico. Para
los gobiernos del Frente, es más importante la opinión del más insignificante
sindicato que el juicio y la visión que puedan tener los operadores económicos
involucrados en un tratado de comercio exterior.
La
Alianza del Pacífico, como veremos a continuación es una necesidad, por más que
Iván Ramalho crea que el Uruguay es un Distrito Federal brasileño, en un
Mercosur en donde lo dispuesto no se cumple y el sistema de solución de
controversias no es eficaz.
Estamos hablando de gente que en la próxima
campaña electoral va a querer reeducar a los uruguayos explicándoles por qué no
hay que ser tan consumista. Si el partido socialista que está formando cuadros
con ese discurso anti consumista piensa así, es un problema de ellos. ¡Le van a
decir a los demás que vivan austeramente mientras asfixian a quien más trabaja!
Menos consumo es menos trabajo para la gente, lo que está indicando el despiste
del discurso frentista que se nos viene en el marco de un desarrollismo impositivo y profundizador.
Lo
que el partido socialista tiene que decir es otra cosa bien distinta. Tiene que
explicarle a la gente que de acuerdo a las estimaciones realizadas por el
Departamento de Integración y Comercio Internacional de la CIU, en el año móvil
cerrado a abril de 2013, la balanza comercial de bienes presentó un saldo
negativo de US$ 3.170 millones y que eso es así porque se exportó U$S 10.086,
pero se importó U$S 13.256. Ese déficit en balanza comercial no se resuelve
criticando a la gente por consumista, sino al gobierno por no saber ganar
mercados fuera de una región que lo maniata y limita. Debe decirle a la gente
que la prioridad debe ser moderar la demanda interna para bajar las presiones
de inflación y que eso implica que ya no hay espacio para seguir aumentando el
gasto público y tonterías al estilo Olesker. Tiene que explicarle que eso es
así porque el Mercosur no funciona y la economía argentina se encuentra al
borde de una muerte anunciada. Para salir de esto, se precisan mercados
solventes y no tarimas presidenciales para declamar sobre bolivarismo. Antes de
hablar con tanta liviandad sobre integración debieran decirle a su gente que en
los últimos 12 años la gravitación de Uruguay en las importaciones industriales
argentinas bajó a la mitad y pasó de 1,6% a 0,8%. No es diciéndole a los
industriales, “Olvídense de Argentina, busquen otros mercados”, porque eso no
es fácil de hacer de un día para el otro. Tampoco diciéndole a la hinchada “Más
y mejor Mercosur”, porque una cosa no cierra con la otra y los operadores
económicos no están para definir sus estrategias con incongruencias
declamatorias. Tiene que decirle a su gente que es la suba del gasto público lo
que juega a la baja de la moneda, porque el Estado abarata sus costos a expensas
de un dólar planchado.
A
su vez debe decirle a esos muchachos ingenuos y Eduardo galeanizados que les
creen todo, que si en abril de 2013, las importaciones de bienes registradas
por la DNA aumentaron 225% en comparación con igual mes de 2012, es porque el
Uruguay está en el décimo séptimo (17º) país con mayor atraso cambiario. El
sueldo mínimo ( $ 7.920) (siete mil novecientos veinte pesos uruguayos) ha sido durante
este periodo el equivalente a 419 dólares, tomando 19 como referente. Hay que
tener en cuenta que el sueldo mínimo es meramente un referente, porque las
escalas salariales son aproximadamente de 1 a 10. ¡Qué empresa, en un país de
pequeños talleres aguanta un sueldo de 4.000 dólares! Quieren llevarlo a $
10.000 (diez mil pesos). Esa situación no le sirve ni al empleado ni al
empleador. Es una realidad en donde quienes perciben los sueldos más altos,
gastan en el exterior y a nadie le alcanza el dinero. Tiene que decirle que los
costos de las empresas son altos, los costos de producción domésticos que
tenemos en Uruguay son descomunales y los salarios son por excelencia uno de
los principales costos de las empresas, porque aun siendo bajos para quienes lo
perciben, con un dólar contenido, vuelve irrentable producir un alfiler, como
ya fue explicitado en un post antes de que asumiera este gobierno. El único que
puede pagar salarios al ritmo de fijación que se le da es el sector público y
más nadie. Alentar el crecimiento de la demanda interna a través del gasto
público y de mayores salarios es cortoplacista: es pan para hoy, hambre para
mañana, porque la inflación es la encargada de poner las cosas en su lugar.
Tiene
que decirle, “La Escuelita” –la escuelita del crimen-, que esto es así, porque
cuando el país recupera el grado inversor recibe un aflujo muy grande de
capitales que plancha aún más la moneda de lo que ya estaba. En el 2013 los
títulos del Tesoro emitidos localmente que están en manos de no residentes,
ascendió al 50% (la mitad), por ende la rentabilidad que dan los títulos a los
fondos de capital especulativo exacerbó su ingreso. Estos capitales traen dólares,
compran pesos -y adquieren la deuda que ya fue emitida y principalmente está en
manos de AFAP-, lo que genera un fuerte impulso a la baja de la moneda estadounidense.
Ese dinero, que exige tomadores de crédito, termina siendo agregado monetario y por ende aumenta la rotación
del dinero entre el M1, dinero en poder del público más depósitos a la vista, y
el M2, dinero en poder de los bancos más los depósitos a plazo fijo. En buen
romance, si se le hace una marquita al dólar en la oficina que lo da, se puede
apreciar inmediatamente a qué velocidad regresa a la oficina que lo recibe. La
alta dolarización es uno de los principales problemas que tiene la economía uruguaya.
La rotación del dinero está indicando que la inflación no es de consumo, sino
de insumos importados. Esa es la causa por la cual mientras la Balanza Comercial
es deficitaria, la de Pagos es superavitaria. El Uruguay tiene un aflujo de depósitos que le
permite comprar más de lo que produce por la gran disponibilidad de financiamiento
externo que tuvo. Esto hizo que el flujo de capitales ingresados a la economía
en el año 2012 superara en casi 2.000 millones de dólares al total registrado
en el año anterior.
A su vez cuando se plancha el dólar durante
tanto tiempo, la inflación se dolariza y mover la moneda a la realidad se
vuelve cada vez más complejo, porque la dependencia de los insumos importados
es la que se come toda la poca rentabilidad de la producción nacional. Mientras
se ajusta la moneda a lo que debió de haber estado, el insumo importado sale
cada vez más caro, por ende, una sociedad ya sobregirada, como lo analizamos en
otro post, acompaña la suba del dólar y transfiere el precio al mercado. Solamente
el costo de transporte conduce a un aumento general de precios no bien se mueve
el dólar hacia arriba. El Uruguay tendría que ser un país petrolero para que no
ocurra eso. Lo mismo con los niveles de endeudamiento del sector privado que
son similares a los del público. Todo termina acompañado al dólar.
Esta
política de estricto cuño neoliberal que hicieron quienes se pasaron la vida
combatiendo esta situación, como no pueden ahora criticarla porque ha sido su
línea invariable en dos gobiernos del Frente, inventan un tema infantil para
pueriles y salen a criticar moral y psicológicamente el dislocamiento de la
personalidad que genera el consumismo alienante y eso sabiendo perfectamente
que en el Uruguay no hay inflación de demanda, sino de costos. Por ahora –los socialistas
puros- no han planteado pagar en especies y mandar a un psiquiátrico a los
disidentes, pero todos estamos viendo que Venezuela –el modelo que tienen como
referente- tiene divisas para solo dos semanas más de importaciones, aunque el
pajarito le diga a Maduro que es todo parte de una conjura internacional.
Este
es un momento de cruce de caminos en economía.
Las
medidas adoptadas le da un leve margen para aumentos salariales en un contexto
en donde están viendo que la inflación hay que contemplarla con una perspectiva
realista si se quiere ser creíble ante los operadores económicos que definen
sus estrategias en función del rango meta y por ende, lo amplían a una
expectativa inflacionaria de entre un 3 y un 7%, porque saben que ha de estar muy por encima
del 8,5% y ya están diciendo que corre el riesgo de trepar al 9%. Por ahora estas
medidas que está tomando el gobierno para frenar la entrada de capitales que
plancha el dólar, genera el hecho de que en vez de tener una inflación de 8%
con un dólar a $ 19 vamos a tener una inflación de 8% con un dólar a $ 21,
gracias precisamente al contexto deflacionario que estamos recibiendo de la
región.
Cualquiera
entiende que buscar nuevos mercados regionales y la Alianza del Pacífico es una
muy buena alternativa a la vista, resulta ser una prioridad nacional en este
momento.
Salta
a la vista que es otro modelo de integración el que estamos precisando. La
propuesta que hace Larrañaga es básica porque la Alianza para el Pacífico representa
alrededor del 40% del PIB de América Latina y más de la mitad de las
exportaciones, tiene en un arancel promedio que es la mitad del Mercosur (6%
contra 12%) y un coeficiente de apertura de más del doble (55% contra 24%).
El
Uruguay ha sido experto en lo que va de los últimos 100 años en tomar
decisiones equivocadas. Esperemos que se recapacite, precisamente ahora que
comienza a darse una situación preocupante. Desaceleración de la economía,
primera señal, una inflación que amenaza con alcanzar los dos dígitos, segunda
luz roja, deterioro de la competitividad respecto a los socios comerciales por
una apreciación de la moneda local, tercer indicador.
Si
bien es cierto que los países no se mudan quien dijo que tengan que estar
atados de pies y manos a los caprichos de los gobernantes vecinos.