lunes, 11 de marzo de 2013

Vox Populi Vox Dei




          Analicemos los hechos recientes.

        En el preciso instante en que la presidenta argentina, Cristina Fernández, se permite pronunciarse sobre la decisión de la Suprema Corte de declarar inconstitucional la ley interpretativa de la Ley de Caducidad y sobre la polémica generada por el traslado de la jueza Mariana Mota, en su mensaje al Parlamento al inaugurarse el período parlamentario –claro acto de injerencia en los asuntos internos de otro Estado democrático y sus poderes independientes- asistimos al gran tema del referéndum acerca de si las islas Malvinas mantienen su estatus político actual como territorio del Reino Unido de ultramar. Estamos hablando de la soberanía que 1.650 residentes tienen luego de vivir allí desde 1833, esto es, desde hace 180 años atrás.

        En este tema si hay alguien que demuestra un día sí y otro también que carece de absoluta autoridad moral para hablar de la soberanía de otro país, es precisamente Argentina. La misma Argentina que no aceptó la decisión parlamentaria y soberana de Paraguay y sin darle derecho a la debida defensa lo expulsó del Mercosur. La misma Argentina que se va de los elementales códigos de convivencia internacional que imponen a todos los Estados el recíproco respeto a su vida interna. Estamos hablando de Estados democráticos como Uruguay y Paraguay.

        Dejando de lado la falta de autoridad moral de un país como Argentina para hablar de soberanía, tenemos por delante un tema que me suscita un par de reflexiones. Inglaterra convoca a los residentes de las Malvinas a un referéndum bajo la pregunta: "¿Quiere que las islas Falklands mantengan su estatus político actual como territorio del Reino Unido de ultramar?" y llama de observadores a todo el sistema político uruguayo.

        Una medida, a mi entender correcta, luego de 180 años de vivir allí y a 31 años de la guerra con Argentina.

        Si yo me hiciera el exquisito historiador fuera de época, contexto y realidad, tendría que decir en honor a la verdad histórica que desde el Uruguay  fueron gobernadas entre 1777 y 1814, con total independencia del virreinato del Río de la Plata, las costas patagónicas, la Tierra del Fuego, el Estrecho de Magallanes y el archipiélago de las Malvinas. Desde 1858 España y Argentina llegaron a un acuerdo que reconocía a Buenos Aires la posesión de territorios del virreinato "sin que se modificara en absoluto lo referente a las posesiones uruguayas".  Lo más increíble de todo es que en la década del 70’ del siglo XIX, el Senado argentino aprueba una resolución de apoyo a las reclamaciones uruguayas sobre la Antártida y lo hizo basándose en el acuerdo uruguayo-español que cedía a los primeros las Malvinas. La ausencia de un reclamo formal uruguayo por la situación en las islas es lógica si se lo mira en su perspectiva histórica, ya que desde 1814 hasta 1830, lo que hoy es Uruguay fue ocupado por argentinos y brasileños en varias ocasiones. Hay que tener en cuenta que cuando se declara la independencia, los acuerdos establecidos entre Argentina, Brasil y el Reino Unido impedían la creación de un Ejército y una Marina, lo que hacía imposible mantener por parte de Uruguay las Malvinas.

        Más allá de esto no tendría sentido, creo yo, defender hoy la posición uruguaya de que las Malvinas nos pertenece, porque hay una situación dada y la soberanía en última síntesis es la opinión de los que allí viven y son residentes naturales.

        Uruguay también podría reclamar a Brasil, concretamente al Estado de Rio Grande do Sul, el territorio que pertenecía a las Misiones Orientales. Paraguay también podría reclamarle a Argentina y Brasil el chaco que les pertenecía, pero hoy no tiene sentido eso, porque lo que importa es lo que desean quienes allí viven y de ellos no sale ese reclamo.

        Un país como Argentina que se le quedo a Paraguay con parte del Chaco y que encima en los tiempos de Perón quiso invadirlo, que se nos quedó a nosotros con la isla Martín García y Timoteo Domínguez, que tiene problemas con Chile por el canal de Beagle, es básicamente, por decir lo menos, un país peligroso en un lugar del mundo, en donde lo sabemos todos, no es área de guerra. En esta región del mundo guerra chica, ya es guerra grande, como lo demuestra la historia uruguaya y más recientemente la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. Si algo enseña hasta la evidencia la historia es una cosa muy simple: la soberanía no es una entelequia que viene del derecho virreinal, la soberanía es lo que piensa la gente que reside allí.

        Decirle colono a un habitante de las Malvinas que tiene 180 años de descendencia allí, y que ya no es ni tataranieto sino coruño de coruño, es agraviar gratuitamente a la gente. La autodeterminación de los pueblos es un tema que nadie que esté en su sano juicio puede poner en cuestión.

        Creo que ésta ha sido una decisión sumamente sabia por parte de Inglaterra, que se atiene a lo elemental: Vox Populi Vox Dei.



Manifestación con banderas