Estamos viviendo un momento político raras veces visto en la historia nacional. Recuerda la época en donde José Batlle y Ordóñez se horrorizaba por el hecho de que en cada elección nacional se jugara el destino nacional, ante la posibilidad de una mala opción por parte del electorado.
Estamos en las puertas de una enorme regresión colectiva, mucho más profunda de la que hemos vivido bajo este Gobierno. De ganar las elecciones el inefable gauchi político, el Uruguay le deberá tantos favores al matrimonio Kirchner’s, a Chávez y a
Los inversores internacionales, Estados Unidos y la comunidad mundial tratan de dar tranquilidad para no generar nuevos factores de distorsión política y sostienen que no importa quien gane las elecciones. Todos sabemos que sí importa y mucho.
El Gobierno está desesperado y es capaz de cualquier cosa, como esas ballenas que cuando están definitivamente heridas de muerte, dan el coletazo final.
Tabaré Ramón Vázquez Rosas, por ahora en libertad por razones de inmunidad, sabe perfectamente que gane quien sea, él es el gran perdedor y lo es por dos razones; porque su candidato, Danilo Astori no es el presidenciable y porque fracasó su reelección. Para una logia que vive en función de sí misma y más nadie es todo un fracaso.
No hay que perder de vista que el Frente Amplio vino como para no irse más. No conciben esas cabezas la rotación en el Gobierno. Se sienten llamadas por el Altísimo a realizar todo lo bueno que el Uruguay necesita y como quien quiere darle una ayuda al de allá arriba, cobrarse también los favores que creen hacerle a
Tampoco hay que perder de vista que el Frente Amplio desde el año 1984, cuando tuvo el crecimiento vegetativo, viene creciendo en forma imparable, no tanto por mérito propio, sino más bien por demérito ajeno. Hoy, ser el peor Gobierno de nuestra historia, los pone a los demás, en una situación benigna, porque si bien es cierto que hubieron graves errores tanto en Sangüinetti, Lacalle y Jorge Batlle, lo de este Gobierno es imperdonable: Haber realizado la peor administración de todas en pleno crecimiento mundial de la economía.
Desandar el camino le ha de llevar algún tiempo al próximo Gobierno, que probablemente ha de ser del partido nacional. Tiene que abolir como 3 mil leyes y entrar a recortar todo el tendal de favoritismo político que este Gobierno generó. No es tarea fácil para cualquiera.
No se le puede pedir milagros al próximo Gobierno blanco y exigirle como hacen muchos un cambio en la psicología social y la socio cultura pobrista que el Frente Amplio generó es mucho pedir, cuando el próximo Gobierno tiene ante sí desafíos fundamentales:
• 1º) Ubicar al Uruguay como un país digno en el Mercosur y no como ahora en la miserable situación de Provincia Argentina o Cisplatina, “asigún”, como diría el paisano, cuando te dice esto y también, lo otro.
• 2º) Abolir como tres mil leyes que obstruyen el desarrollo económico y paralizan la economía.
• 3º) Ponerle fin al Impuesto a
• 4º) Combatir el delito que ha venido creciendo en forma imparable durante estos cinco años de populismo irresponsable con los dineros públicos.
Creo que sobre esta base está dado el éxito o el fracaso de la próxima gestión. Si estas cuatro cosas –que ha de llevar su tiempo se cristalizan, recién entonces podremos hablar de una moral basada en el esfuerzo, el trabajo y la iniciativa privada como motor del desarrollo de la sociedad uruguaya.