Con los primeros resfríos, Mujica Cordano perdió la hoja de ruta. Estuvo, incluso, cerca de remedar el viejo y duro enfrentamiento con los seguidores de Astori, aunque esta vez le cuesta mucho más ponerse de víctima. ¿Qué pasó? En primer lugar, cada persona tiene el carácter que tiene, en gran medida incambiable. Jugar a Viejo Vizcacha puede ser un arma de doble filo, cuando se finge un personaje estudiado.
Es evidente que existe en este momento una fuerte preocupación de Mujica por la resistencia que genera su figura y que mienten los resultados de las encuestas, donde él juega su persona, su liderazgo y el mismo proyecto "legal" de los tupamaros. La encuesta particular que mandó a realizar le da a todo el Frente Amplio, un 30 por ciento del electorado global y a él la mayoría, lo que significa en buen romance, que ganar la interna es la vía regia para liquidarlo definitivamente, al Frente Amplio.
Otras cosas se confirman, además. Eduardo Lorier, que quiere ser entre nosotros una especie de "Caballero de la Esperanza" como lo fue Prestes en Brasil, sale a defenderse y cubrirse. Venimos a enterarnos ahora, que el apoyo a este producto folclórico que se llama Mujica, responde a "que era el único que alcanzaba los dos tercios de los votos exigidos", cuando todos sabemos el lío brutal que armaron en el Parlamento con Pedro Balbi y la inefable Irma Leites. Es gente desesperada que está entre un Tribunal de Conducta Política y la sobrevivencia parlamentaria.
En efecto, Mujica no está bien entre los que están bien. Pero, ¿qué significa no estar bien? Es cierto que la sociedad y las encuestas pueden cambiar en la recta final de los días que faltan para las internas. También lo es que no hay encuestas que puedan garantizarle esa tranquilidad para quien muy suelto de cuerpo dice que a él lo votan los que no piensan, ni compran el diario. Es evidente incluso que, siempre suceden cambios, a veces bruscos, a veces imperceptibles, en el tramo final de toda campaña. Pero el hecho cierto es que Mujica necesita 20 puntos de diferencia porque la interna del Frente fue abandonada por el grupo de Astori, que al parecer -enfermedad mediante o no tanto- ya largó la esponja y le regaló la fuerza política a su rival.
"El Pepe", como le dice la barra podrá fabricarse el papel de hombre bueno y pacífico, pero no es creíble para nadie, ni para la barra chica, la barra grande o el resto del Frente. Mucho menos para quienes no son frentistas.
Debe aceptarse, con todo, que las desventuras actuales tienen el peso suficiente como para estremecer la seguridad de cualquier político. El 30 por ciento del padrón electoral es gente que nació antes de 1971, de modo que el discurso historicista sesgado que hace el Frente, solo le llega a un sector de veteranos. Basta ver los actos de Astori para entender que el más jovencito tiene aproximadamente, 58 años. El único que gana juventud es el Partido Nacional y la juventud de Mujica es gente de un paupérrimo nivel, en su mayoría planchas. Lo mismo con la disidencia frentista. Basta ir a un acto de Asamblea Popular para darse cuenta que el parque jurásico de los nostálgicos es una especie macondiana, condenada a 100 años más de soledad, o a 50, como en Cuba.
En resumen, Mujica no podría explicar fácilmente un fracaso personal en una elección tan fácil, en dónde los canales de televisión le viven haciendo reportajes permanentemente.
El Frente Amplio no perdona la derrota y menos los tupamaros, que se largaron a la lucha armada en el año 1963, porque Vivían Trías no había podido ser diputado. Aunque parezca mentira es así.
Con ese regusto amargo Mujica está ahora muy preocupado. Debe suponer que todo el Uruguay está obligado a simpatizar con una figura folclórica a lo Viejo Vizcacha.
Todos hemos visto recientemente en qué cosa quedó convertido el Partido Socialista después que Gargano fue sacado del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la renuncia de Tabaré Vázquez al partido y de´la dimisión de la Ministra del Interior Daisy Tourné, que ni siquiera se animó a ocupar su banca en diputados y por ahora, está de licencia.
Estamos hablando de un partido que crecía sin parar desde que entró al Frente Amplio en el 71' y hoy, más que sumar gente para Astori, parecería restar.
Todos estamos viendo que Mujica, al igual que Astori y las demás figuras del Frente Amplio son como un tren que avanza por una vía y que, por lo tanto, les es imposible girar antes de chocar.
El choque definitivo sería la Asamblea Constituyente a lo Chávez que tienen pensado para perpetuarse. ¿Se puede ser Hugo Chávez en la Cuenca del Plata? No. La única pregunta que resta hacer es si el montonero Patiño Mayer reconocerá mansamente esos límites o si, por el contrario, se dejará acorralar por la última utopía de su vida.