martes, 21 de abril de 2009

LAS VENAS ABIERTAS EN EL FRENTE AMPLIO










Desde la venida de Bush al Uruguay "hemos guardado un silencio, bastante parecido a la estupidez". Sería por lo tanto muy bueno, que Obama no se entere.

La división internacional del trabajo se caracteriza en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. El Frente Amplio entre nosotros, fue precoz, se especializó en perder en prácticamente todos los temas.

Uruguay ya no es la Reina del Plata, la Atenas del Sur, la Tacita de Plata o la Suiza de América, y con el gobierno del Frente eligieron trabajar de sirvientes. Con el visto bueno de Bush, recibieron el "Okey" para liquidar a la clase media y por ende son muchos más altos los impuestos que pagan los trabajadores que las multinacionales en Zona Franca y Puerto Libre. El que en el Uruguay se llama Sánchez, Gutiérrez o Fernández está liquidado, para no pagar impuestos hay que llamarse Smith, Johnson, Klapps o algo parecido.

Cuánto más libertad se le otorga a la Ministra del Interior, más cárceles hay que construir para encerrar a los que padecen esa libertad que hay en el Ministerio.

Se ha oído hablar de concesiones hechas por el Uruguay a los argentinos en el Mercosur, pero no de las concesiones hechas por Kirchner al Uruguay: es que Argentina, no da concesiones y por ende ahora le impide un Tratado de Libre Comercio con Costa Rica. Por el camino, hemos perdido hasta el derecho de elegir a nuestros gobernantes.

Ahora Uruguay es para el mundo, nada más que Provincia Argentina: un sub país, un país de segunda clase, de nebulosa clasificación.

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Es el Frente Amplio la región política de las venas abiertas. Desde su nacimiento hasta la fecha todo lo ha ido transmutando hasta vivir en un miasma. Esa rara alquimia entendida al revés tiene una fórmula muy sencilla: decirle a todo el mundo que tiene que cambiar, para terminar cambiando precisamente, él.

Todo: la política tributaria, entendida como el modo de que pague más, quien más trabaja, los temas obsesivos como los derechos humanos, pensados exclusivamente, en función de la situación de 116 desparecidos, bajo la más pavorosa indiferencia ante la situación carcelera que él controla sobre 8158 presos y la inseguridad ciudadana a quien deja hacer lo que quiere, porque son "la vanguardia en la lucha contra la propiedad privada".

A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la burocracia estaliniana de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más que eslabones digitados por el delegado del delegado del delegado en cada Coordinadora, y que por cierto también comprende, dentro del Uruguay, la opresión de la clase media uruguaya por sus vecinos mayores argentinos y, fronteras adentro del Frente Amplio, la humillación permanente que los dirigentes y sus delfines ejercen sobre los planes de Obra Pública y la mano de obra que contratan.

Para quienes conciben la historia como la consecuencia de la "lotta di classe" a la italiana, el atraso y la miseria mental frenteamplista, no son otra cosa que el resultado del éxito ajeno. Perdieron, otros ganaron. Luego ganaron y también perdieron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron porque son más serios y cuando ellos ganaron fue porque el otro perdió coherencia: la historia del subdesarrollo mental frentista integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del comunismo mundial. Esa derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; ya que son los grandes organizadores de derrota, esa pobreza mental los condena al seguidismo de lo mismo que dicen combatir: la clase media alta y un nivel cultural mayor En la alquimia frenteamplista y estaliniana, el conocimiento se transfigura en consigna y los alimentos se convirtieron en especies y tickets.

Cuba, Albania, Corea del Norte e Irán cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de los vendedores y comerciantes, al profundo agujero de los socavones vacíos, los misiles sin tabla logarítmica y el uranio enriquecido y la ruina fue el destino del Cáucaso, de los brigadistas y de la selva tucumana en los tiempos del ERP; las riquísimas provincias argentinas, los bosques argentinos del quebracho o ciertos pueblos petroleros gobernados por un Jeque "progresista" tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el comunismo populista usurpa.

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La lluvia que irriga a las órdenes que bajan de Central, ahoga los vastos suburbios del Frente Amplio. Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar de esos dirigentes dominantes –dominantes hacia dentro del Frente, dominados desde fuera del mismo- es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga que como te dicen esto, te dicen lo otro.

La brecha se extiende. Hacia mediados del siglo XIX, el socialismo de los países ricos del mundo excedía en un cincuenta por ciento el nivel mental de los gauchos y aborígenes de los países pobres. El desarrollo socialista desarrolla la desigualdad: Nikita Kruschev que parecía blando, pero era duro anunció, en 1955, la coexistencia pacífica, basada en una competencia económica y una colaboración política, decía "Esto es una ciencia y vamos a ganar", sin entender que ese proceso de descolonización en marcha, lo único que hizo fue condenarlo al repudio. Le gritaban "Nikita, mariquita, lo que se da, no se quita". La fuerza del conjunto del sistema socialista mundial, que como se ha dicho: es el COMECON, porque le gustaba Comer Con, descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas, cuando Venezuela se apunta en liderar para levantar las banderas que otros perdieron en esa lucha científica. Los países sub imperialistas como Argentina y Brasil se hacen cada vez más prepotentes en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente entre el Palacio de Planalto y la Cancillería uruguaya destruida por progresismo. El sistema Central puede darse el lujo de crear y creer sus propios mitos de progresismo, pero los mitos no tienen aranceles, y bien lo saben los países pobres que constituyen el basto progresismo periférico. El ingreso promedio de un ciudadano brasilero es veinte veces mayor que el de un uruguayo y aumenta a un ritmo diez veces más intenso. Y los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del Río Negro, entre los pocos habitantes y los muchos compradores de tierra. En la cúspide, en efecto, los progresistas blanquean fortunas bajo el mandato imperativo que conduce a sus subordinados a acatar como un perro a la voz del amo. Hay Provincias enteras en la Argentina y Distritos Federales en Brasil, en dónde ahora sí es legal, malandro aspirante a Gobernador o Prefecto; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de vestirse de falso pobre, insultar, agredir y echarle siempre la culpa a la clase media contribuyente. Eso los conduce a derrochar en la impunidad verbal y agravio gratuito de carácter confrontativo ‑ofensa y desafío‑ y en esa inversión de valores, los capitales que captan se colocan en Zonas Francas y Puertos Libres donde la carga impositiva es nula y el blanqueo de divisas total.



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Incorporadas desde siempre a la constelación del poder masónico, nuestras izquierdas dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política regional e internacional. Se hipoteca la soberanía porque “no hay otro camino”; las coartadas de la izquierda confunden interesadamente la impotencia de una capa larvaria y dependiente de clase media baja de heterodoxos niveles de instrucción, con el presunto vacío de destino en la ausencia de planes políticos.

Josué de Castro declara: “Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina”, pero lo que no dice es a lo que infelizmente condujo eso y que en términos psiquiátricos se llama Síndrome de Estocolmo, porque como decía Frank Fanón: "El enemigo enseña".

Los niños se agitan en el centro de esta tormenta, robando, asaltando y matando. La población del Uruguay prácticamente, no crece; y sin embargo se fue derrumbando progresivamente, hasta llegar al progresismo absoluto. Cada día hay 66 rapiñas, pero se nos promete el paraíso socialista, mientras nos llueven robos como granizo: una bomba de tiempo.

El progresista nunca vive apiñado en viviendas insalubres, sino en los lugares más lujosos de la ciudad, sin embargo, cuando sale a hacer política, se viste peor que el hombre y la mujer indigentes. El progresismo es muy racional desde el punto de vista de sus dueños argentinos y de nuestra izquierda de comentaristas del comentario, que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto, a Seregni y al mismo Sendic. Pero la izquierda es tan irracional para todos los demás que cuanto más se desarrolla más agudiza sus desequilibrios y sus tensiones, sus contradicciones ardientes, sus patadas internas, sus insultos al barrer, sus inquinas personales y sus odios sin trastienda, como diría el paisano. Hasta ese periodismo ideologizado, que cómodamente coexiste con revistas especializadas, contribuye a sembrar un malestar muy grande en vez de permitirle la acumulación de fuerzas que busca.



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«Combata la clase media, ¡insulte a un hombre de corbata!», es la consigna progresista de los proxenetas de una crisis generada por ellos mismos. ¿Qué se proponen los herederos de Perón y Castro's bis, sino degradar a todos los próximos nuevos ricos antes de que puedan salir a flote en la vida? Mario Benedetti, el escritor más leído a nivel mundial que había sido profesor del Instituto Profesores Artigas en la época que era un hervidero, afirma en uno de sus discursos políticos que: "vinimos a darla y a liquidarla". La sociedad uruguaya en esa época comprueba con lástima como los cerebros de los Gramnsci bis, piensan un setenta y cinco por ciento menos, y los ideólogos del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), hoy Movimiento de Liberación Nacional y Social (que ya la daban y la liquidaban) hacen zumbar las metralletas y generan complicadísimos trabalenguas sobre las ventajas de terminar con la "cáscara democracia uruguaya": «Es así que un ciclo de acciones terroristas y reacciones represivas tienden a polarizar y perturbar la situación política creando campo más fértil para las soluciones radicales dentro de grandes sectores de la población», dicen las Actas Tupamaras. «Quien espere la repetición de las fases más conocidas de guerra revolucionaria, puede volver a equivocarse, la lucha en nuestro país responderá a leyes específicas». Como si fueran físicos de un proceso de alquimia social desconocida y "sui generis", les preocupaba "la correlación de fuerzas en el plano estratégico", en una época en dónde eran una minoría absoluta, distorsionando con atentados el escenario político.

Los progresistas tiran la piedra y esconden la mano, les importa muy poco el bienestar de la población, pero se preocupan como nadie por difundir e imponer, en los cuatro puntos cardinales, la planificación central. No sólo el gobierno; también las organizaciones de ultra izquierda padecen pesadillas cuando tienen que imponer el concepto central para que los demás acaten sus resoluciones. Como langostas, avanzan desde los horizontes de un suburbio político. Ho Chi Min o el General Giap se habían ocupado del tema antes que los tupamaros y sus alrededores; sin embargo, en nuestro país, toda esta ofensiva universal cumple una función bien definida: se propone justificar la muy desigual distribución de la renta entre la clase media que los costea y los parásitos sociales en que se apoyan. Tienen que convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado de los hombres de corbata que mandan a sus hijos a estudiar para ser hombres de provecho y poder intervenir en la producción, como forma de poner un dique a la educación de la gente y hacerle creer que en la ignorancia, no se vive en ignominia.



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Los dispositivos internistas para manipular gente compiten con las bombas informativas y la metralla ideológica cuando les viene bien, en el Parlamento o a nivel político interno, en el esfuerzo por detener el crecimiento mental de la población y en la necesidad de degradar el lenguaje político en chabacanería prepotente. En el Uruguay resulta más eficaz intoxicar a la población diciendo incongruencias desde los informativos de televisión que trabajar por la elevación de los niveles de cultura cívica. Diversas misiones castristas han esterilizado mentalmente a muchísimo brigadista a la uruguaya, pese a que ésta es la zona menos habitable y más empobrecida del Caribe, otrora la mayor de las Antillas. En la mayor parte de los grupos de izquierda, la gente no sobra: falta. El Partido Comunista en el Uruguay tiene 38 veces menos militante por kilómetro cuadrado que Rusia; 49 veces menos que Cuba, hormigueros humanos de gente sectorizada, tienen, sin embargo una densidad militante menor que la de Italia, en dónde el comunismo no conoce crisis, ni decadencia. Los pretextos invocados ofenden la inteligencia; las intenciones reales encienden la indignación. Al fin y al cabo, no menos de la mitad de los comunistas de Bolivia, Ecuador, y Venezuela, Cuba y Nicaragua están dirigidos por alguien. Ninguna población mundial carece de estructura clasista como la del Uruguay, país de capas medias, y sin embargo, ninguna otra nación ha sido tan castigada, en los años recientes, por un odio de clases que parece arrastrarla al último círculo de los infiernos. Uruguay está vacío y sus praderas fértiles podrían dar de comer a una población infinitamente mayor que la que hoy padece, sobre su suelo, tanta envidia galaica.

Muerto y enterrado el comunismo a nivel mundial, el chavismo rioplantense propone ahora, con más pánico que generosidad, resolver los problemas del Uruguay eliminando de antemano a los uruguayos.

En Cuba tienen ya motivos para sospechar que los pueblos pobres, no prefieren ser pobres. Pero no se puede querer el fin sin querer los medios: quienes niegan la formación de riqueza, niegan también nuestro único renacimiento posible, y de paso absuelven a las estructuras "progresistas" en vigencia.



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Los jóvenes se levantan, escuchan y se van del país: ¿qué les ofrece la voz del izquierdista? El progresista habla un lenguaje surrealista: propone evitar la pobreza igualando para abajo en estas tierras vacías; opina que faltan capitales y opta por insultar a todo el que salio a flote en la vida; denomina ayuda solidaria a la ortopedia deformante del subsidio vergonzoso a la ineptitud y la desidia y al drenaje de riquezas que los impuestos provocan; convoca a los ciudadanos a realizar un sacrificio en el preciso instante en que saltan los casos más bochornosos de corrupción y a la oligarquía -gobierno de pocos- universitaria a poner en práctica su igualdad ante los no universitarios. Olvidando que los profesionales universitarios, son capaces de cualquier cosa por los demás, menos bajarse de su tan auto alabado título. El dominio de los intelectuales burocratizados no existe -se decreta- más que por culpa de los agentes ultras que lo dicen, pero en cambio existen las meritocracias, y a la opresión de unas por otras se la denomina el estilo diferente de vida que el progresismo trae consigo. Las monsergas estúpidas de los dirigentes y sus cánticos infantiles a la "madurez" tienen por objeto restablecer su estatus, su orden y su enriquecimiento, mientras prohíben las huelgas y aniquilan de seguidismo los sindicatos con la excusa de proteger los puestos de trabajo.

¿Tenemos todo prohibido, salvo cruzarnos de brazos? La pobreza mental del progresismo no está escrita en los astros; el subdesarrollo mental no es el fruto de un oscuro designio de Dios. Corren años de involución política y social, tiempos de indefinición. Los izquierdistas dominantes ponen las barbas en remojo, y a la vez anuncian el infierno para todos. En cierto modo, la izquierda tiene razón cuando se identifica a sí misma con el caos, y la entropía, con el maipralaya y el demiurgo constructor-reconstructor y el deorden, es el deorden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías, pero desorden al fin: la intranquilidad social de que la injusticia siga siendo injusta, el hambre hambrienta y el ladrón un avanzado en la lucha contra la propiedad privada. Si el futuro se transforma en una caja de sorpresas, el izquierdista grita, con toda razón: «Me han traicionado». Y los ideólogos de la impotencia, del no se puede, del no va la cosa, los esclavos estalinianos que se miran a sí mismos con los ojos del dirigente, no demoran en hacer escuchar sus clamores. El Artigas de agua, de los billetes, mira ahora abandonado, con la vista fija, bajo un puñado de dinero comprando favores. Desde Cuba en adelante, también otros países han iniciado por distintas vías y con distintos medios la experiencia de la degradación: la reproducción de ese orden de cosas es la perpetuación del crimen.



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Los fantasmas de todas las voces que callaron a lo largo de la torturada historia cubana, peronista y progresista en América Latina, se asoman en las nuevas experiencias, así como los tiempos presentes habían sido presentidos y engendrados por los Fulcanelli del pasado. La historia es un adivino con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.

Por eso aquí, donde se quiere ofrecer una historia del saqueo y a la vez contar cómo funcionan los mecanismos actuales del despojo, aparecen los Chavez en sus petroleras y, cerca, los Astori con sus calculadoras, los Kirchner's y los infantes de unidad de base, los corregidores de Vázquez y las misiones de los brigadistas uruguayos a Cuba, los dividendos de los Valenti de esclavos y las ganancias de la Intendencia de Bengoa. También los héroes derrotados y las infamias y las esperanzas muertas y resurrectas: los sacrificios fecundos. Cuando Charles Darwin vino al Uruguay, investigó las costumbres de los antiguos habitantes indígenas de nuestro país, supo que los nativos no se lavaban la cara y tenían la enorme curiosidad por saber dónde quedaba España. Darwin estudiaba botánica y toponimia como quien cambia de asignatura: ignoraba que existía una especie de homus urugayense en las plácidas costas del infierno oriental.


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PRIMERA PARTE

LA POBREZA DEL URUGUAYO COMO RESULTADO DE LA AMBICIÓN DE LA POLÍTICA.

FIEBRE DE CARGO

LA FIEBRE DE CARGO, FIEBRE DE SILLA:

El símbolo de la medalla que se lleva colgando al cuello y pendiente de una cinta, con una moneda, evoca el testimonio de una iniciación. Ser iniciado para muchos es como hacerse bisexual, es una forma de "sacarse las cosquillas" y adquirir una experiencia insólita hasta ese momento. Hay gente en el Uruguay que es capaz de cualquier práctica Templaria de iniciación, con tal de conseguir un cargo político. Cuando el uruguayo se lanza a atravesar los grandes espacios ocupados por el sistema político es porque ya ha aceptado el desafío de la Flauta Mágica.

Tempestades horribles jugarán con su cargo, como si fuera una cáscara de nuez, y lo arrojarán a la jaula de los leones; la gran fiera del Coliseo tenebroso, hambrienta de carne humana, estará al acecho. Solo falta el escarnio público, diciéndole "te acomodaste", para que toda su proyección a partir de ese momento consista en esconderse de los demás. Los experimentados políticos aseguran que el viento del sur traerá crisis mayores y que todo se viene muy embromado, pero nadie sospecha que el deseo de cargo político será, asombrosamente multiplicado.

Uruguay tiene una Constitución, pero al uruguayo nunca le sirve y se pasa la vida cambiando de Constitución como quien cambia de marca de ropa. Los políticos ascendentes no saben que la Constitución existe desde hace largo tiempo, y muchas veces mueren, después de sus ajetreos y devaneos, convencidos de que el progreso manuscrito, legal, hace al progreso de la sociedad. En 1971, cuando un generoso reparto militante de cargos que van de delegado a coordinador se clavó por primera vez en las arenas de las playas orientales, Seregni creyó que este país era el Partenón griego, un lugar en donde se existe como tal, cuando se adquiere la condición de ciudadano. Seregni llevaba consigo un ejemplar de libro de Georgi Dimitroff, "Problemas del Frente Único", cubierto de anotaciones en los márgenes de las páginas. Los miembros del Frente Único Antifascista, decía Georgi Dimitroff, «tenemos que saber convivir con los demás y nunca decirles o reprocharles nada, porque a la larga todos estaremos en la misma». Este General que en 1937 fue arrestado por concurrir a un acto de solidaridad con la España Republicana, había despertado en su pecho el deseo de un Frente Único: él había fracasado, ahora podía triunfar y demostrar quién era y quién no. De las fulgurantes páginas de Georgi Dimitroff se echaban al vuelo alianzas invencibles y tareas ineludibles, para un proceso indefectible, el advenimiento del socialismo.

Los brigadistas, el COMECON, el desgaste de la política tradicional, el cansancio moral y la congelación de precios y salarios eran tan evidentes como el azúcar para edulcorar el café dándole el gusto normal que debe tener. Los demás grupos decidieron financiar la aventura del acceso directo al poder, para liberarse de la onerosa puja por ganar su espacio y la juventud ardiente de voluntarismo haría el resto puerta por puerta. El afán de cargos políticos, que dispendiosamente brindaba el partido comunista en el Uruguay, impulsó también la deserción de esas maquinarias tradicionales malditas. Uruguay entero necesitaba algo nuevo; estaba todo el mundo cansado de lo anterior, "el mundo sin alma que está por caer", en el decir de Los Olimareños.

Uruguay vivía un tiempo de cierre de época. 1971 fue el año en que el ex astronauta de la NASA Edgar Mitchell, que viajó a bordo de la nave Apollo 14, aseguró en una conferencia dedicada a los ovnis y extraterrestes, que los 'alien' existen y que el Gobierno de EEUU tiene ocultos OVNIS, según publica el 'Daily Telegraph', fue el año en que los tupamaros tres meses antes de las elecciones protagonizan la fuga más grande que se conoce a nivel mundial, -111 presos- del Penal de Punta Carretas, fue también el año en que Eduardo Galeano, publico el libro que nos sirve de referente, "Las Venas Abiertas de América Latina", también es el año en que el poeta chileno Pablo Neruda, recibe el premio Nobel de Literatura. El Frente Amplio era, pues en el Uruguay, el nuevo mundo nacido de aquella gigantesca transformación, de consecuencias grandiosas. Fue también el año en que Stephen Hawking teorizó sobre la densa turbulencia creada por el fenómeno conocido como Big Bang. Había costado mucho para la humanidad llegar al nivel de conciencia alcanzado y el mundo se preparaba para un salto cualitativo hacia adelante. Pero esta era una guerra santa, la guerra de lo nuevo contra lo viejo, y no es casual, además, que en ese mismo año, 1971, Francis Ford Coppola, filme la película de mayor impacto en su carrera, "El Padrino".


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Uruguay adquiría realidad como nación cuando un grupo alzaba sus armas bajo la consigna "la palabra me divide, la acción me une", en el preciso instante que las empresas de aviación argentina decían en la prensa: "Viaje a Brasil sin problemas, sin pisar el Uruguay". Pacheco Areco un mediocre Presidente con una historia parlamentaria de la que no se le recuerda opinión o proyecto de ley alguno, se hizo, sin quererlo un héroe cívico por el simple hecho de aplicar la Constitución de la República, hasta sufrir como Lanusse "la soledad del poder". La hazaña de la fuga de la cárcel de mujeres y del Penal de Punta Carretas, marcaban un antes y un después. El Ejército no podía confiar de la policía y debía unificar ambas cosas: surgen así Las Fuerzas Conjuntas. Nadie podía explicarse como un país atípico como Uruguay padeciera tal ensañamiento de un grupo terrorista armado.

Tres años después cae el régimen democrático. El Ejército y la policía, Traval y Otero unificados se prepararon para el ataque y terminaron con la subversión. La sociedad uruguaya contempló con absoluta indiferencia la caída de la democracia; cuando clausuraron el Parlamento nadie salió a defenderlo. La realidad, no fue prohibida sino bendita. La población civil era el vasto imperio del Diablo, de redención imposible o dudosa, pero la fanática misión contra los tupamaros se confundió con la fiebre que desataba, en la insubordinación de los mandos medios, la puja por el botín de guerra. El Presidente Bordaberry quedó deslumbrado, cuando a los pocos días del golpe, Pinochet visita el Uruguay, por la sincronización de los procesos, la eficacia de los procedimientos, el buen trabajo de inteligencia, el dominio logístico sobre la retaguardia enemiga y la aquiescencia general que la intervención militar generó. Regaló a Pinochet su retrato.

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