lunes, 9 de marzo de 2009

¿Victimas o victimarios?

          "También los árboles crujen,

          si el ventarrón los azota."

            Radio Clarín.

 

          En el Uruguay en este momento está pasando una cosa que llama la atención en varios aspectos. Hasta ahora -tradicionalmente considerado- existían dos posiciones básicas, que se pueden resumir en forma muy simplista, pero gráfica así: Las posiciones que están de víctima y las posiciones victimarias. Estas últimas son precisamente, las que pagan costo político, es decir, si yo desde una posición política cualquiera, Diputado, Senador, Edil, Ministro, Pro Secretario, Director de Ente Autónomo y Servicio Descentralizado, Intendente, Vicepresidente de la República o de Cámara de Representantes salgo y digo: "Este país es un país de tontos, vamos a aplicar tal medida y que se embromen", inmediatamente viene un revuelo de tal entidad que pago entonces, costo político, pero no a la larga, sino a la corta y a la muy corta. No es nada impensable que si después de decir eso tomo un taxi para mi casa, el taximetrista se retobe al llevarme y si voy a un bar y pido wiscola, me traigan pichi-cola. En cambio si digo: "me torturaron, me hicieron de todo y ahora me tocan la cola y me humillan", inmediatamente empieza a irme bien en la vida; el taxi me lleva sin bajar bandera, el mozo pide que no marquen ticket y la gente me sonríe y me saluda por todos lados.

       Esto indica que las únicas posiciones políticas que sobreviven en el proceso político uruguayo son las posiciones que están de víctima. Da rédito político poner cara de desgraciadito.

          El gran error político que cometió el Frente Amplio en el 71', fue "querer comerse los niños crudos" con actitudes intemperantes de gente que está más allá de la política y que, como decía Benedetti, "tan solo duda, si para mañana o dentro de un rato".

          Ese triunfalismo dirigentista del tipo "Seregni sabe como hacerlo" y meta música de los Olimareños, Viglietti, Numa Moraes y Zitarrosa, lo puso en esa posición victimaria, que luego le generó tantos problemas.

          Esa suerte de alegría dirigida, es la clave del fracaso para una fuerza política que tenía partidos surgidos en 1920, como el comunista, en 1905, como el socialista y sectores influyentes de los partidos tradicionales. En el año 84', para marcar la cancha contra Wilson -otro triunfalista que en el 71' cometió el error de ponerse la "Wilson Gana" y en el 84' la "Sin Wilson Nada"-, el Frente Amplio rompe el Frente Anti dictadura, pacta en el Club Naval y vuelve al triunfalismo: "No es para ponerse colorado, no es para quedar en blanco. Es para pasar al Frente. Vamos, vamos de Frente, la vida puede ser diferente."

          Se ve que asesorado, a partir del Gobierno de Sanguinetti (uno), dejo de ser triunfalista y empezó a ponerse de víctima. De aquel entonces a la fecha, posando de desgraciadito, como en la canción de Jaime Ross, "parece cosa de locos, le va cada vez peor".

          Ahora están como en el 71', exaltados, inflados y sacando pecho como gorrión de basurero. Festejan no se sabe bien lo que: si el nuevo derecho tributario, el lluvero de Daisy Tourne, los amotinamientos en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), la delincuencia juvenil en las calles o que los taximetristas además de soportar la inseguridad ciudadana, tengan que trabajar a pérdida por debajo del margen de ganancia. Festejan con encuestas a las que nadie les pide la razón crítica y el chi cuadrado para convertir una hipótesis verosímil, en una constante parametrizada. Festejan, esto es, hacen lo de siempre, cantar victoria antes de tiempo.

          Hoy están que "tiran manteca al techo", mientras todos los demás, estamos con un nudo en la garganta. Creo que este es un buen indicador  bien expresivo de los resultados que vamos a ver este año.