Es evidente que los tupas y su paraguas protector, el MPP están preocupados en este momento, porque temen que en una elección interna, en donde el que gana se queda con todo, hasta las Intendencias y el que pierde tiene que negociar su situación allí adentro de un modo mínimamente decoroso para que el electorado que no vota en una instancia comicial que no es obligatoria, sin embargo los vote en octubre en dónde si lo es –temen, repito- que Mujica gane por goleada doble la interna, como ganó la intestina en diciembre del año pasado, pero pierda las parlamentarias de octubre, por goleada triple, la de los de afuera y también los de adentro.
Le puede pasar –es una posibilidad simplemente- lo que siempre le ocurrió a la izquierda en el Uruguay, cuando era minoría en los años previos al lío gordo. Ganan con jugadores de campito –a los anarquistas, trotskistas, disidentes de los más variados pelajes, épocas e ideologías- pero pierden en la cancha grande. No nos olvidemos que es gente que discute pura y exclusivamente, con su ultra izquierda y que solo saben insultar cuando se dirigen al resto de la ciudadanía.
Los vimos –en el caso del PCU- en otro tiempo cantando mientras manifestaban: “los vamo’ a reventar, los vamo’ a reventar”, mientras los dirigentes lo único que sabían decir era “mucha maduré, he”. Lo que no quedaba claro era a quien querían reventar cuando se prosternaban de rodillas ante Seregni y la misma logia los miraba preocupada.
No nos olvidemos que el General fue “comunista reservado” ‑¿fue?- o recibió el Premio Lenín por su linda cara, hasta que al final no lo dejaban entrar en los comités de base, como él denuncio, ni en Central, como vimos todos por televisión.
Estamos hablando de gente que aún hoy, después de 50 años de oprobio sigue defendiendo a Castro’s y le parece bárbaro y no barbárico, Chávez.
Ganar la interna y perder la nacional los coloca en una situación parecida a la del partido colorado con Jorge Batlle. Es un trago muy amargo que pone a todo ese partido ante una crisis política muy profunda, la de determinar –el día después- quién acertó y quién erró el camino, a la hora del balance, cuando hay que ir a una absolución de posiciones y determinar la cuestión de las responsabilidades en política.
No es nada improbable que si Mujica gana la interna, los tupamaros –que entraron en el frente como elefante en bazar- empiecen a hacer cualquier enjuague y pongan incluso a Valenti como asesor de campaña.
Me los estoy imaginando, porque son criaturas sin dignidad, gente que cuando se les dice que le hicieron el juego a la dictadura que se venía, contestan “¡y qué! ¡y qué! ¡y qué!
Fueron capaces de cualquier felonía moral cuando eran algo así como la “montonera saravista”, a lo Osiris Rodríguez Castillo. Parecían sacados del túnel del tiempo, jugados, “comprometidos”, con un odio fisiológico al espíritu ariélico del Uruguay batllista que nos vio nacer y que gracias a ellos vimos agonizar en el 73’ y, ahora vemos morir definitivamente.
Gente que le declaró la guerra a la civilidad y el monopolio de la fuerza y que se siente ahora con autoridad moral para acusar a los otros, cuando todos sabemos que cualquier víctima real puede tener “credenciales en esto”, menos precisamente, ellos.
Es así de simple: o Mujica es Presidente de la República o se les va todo al carajo, cuando los uruguayos, mal que les pese nuestra nacionalidad, estamos viendo que votar a Mujica es como estar con Minguito en su “Polémica en el bar” o votar un capanga de Provincia Argentina.
Si fueron capaces de todo eso, cuando no existían en política, ni daban la cara por sus posiciones más que a través de comunicados y algún legislador, qué no serán capaces de hacer ahora, cuando se les llueve el rancho por todos los costados y además, de regalo, están inflados, como gorrión de basurero.
En el país de José Enrique Rodo y “Ariel”, debe ser este, el castigo que nos merecemos.
Le puede pasar –es una posibilidad simplemente- lo que siempre le ocurrió a la izquierda en el Uruguay, cuando era minoría en los años previos al lío gordo. Ganan con jugadores de campito –a los anarquistas, trotskistas, disidentes de los más variados pelajes, épocas e ideologías- pero pierden en la cancha grande. No nos olvidemos que es gente que discute pura y exclusivamente, con su ultra izquierda y que solo saben insultar cuando se dirigen al resto de la ciudadanía.
Los vimos –en el caso del PCU- en otro tiempo cantando mientras manifestaban: “los vamo’ a reventar, los vamo’ a reventar”, mientras los dirigentes lo único que sabían decir era “mucha maduré, he”. Lo que no quedaba claro era a quien querían reventar cuando se prosternaban de rodillas ante Seregni y la misma logia los miraba preocupada.
No nos olvidemos que el General fue “comunista reservado” ‑¿fue?- o recibió el Premio Lenín por su linda cara, hasta que al final no lo dejaban entrar en los comités de base, como él denuncio, ni en Central, como vimos todos por televisión.
Estamos hablando de gente que aún hoy, después de 50 años de oprobio sigue defendiendo a Castro’s y le parece bárbaro y no barbárico, Chávez.
Ganar la interna y perder la nacional los coloca en una situación parecida a la del partido colorado con Jorge Batlle. Es un trago muy amargo que pone a todo ese partido ante una crisis política muy profunda, la de determinar –el día después- quién acertó y quién erró el camino, a la hora del balance, cuando hay que ir a una absolución de posiciones y determinar la cuestión de las responsabilidades en política.
No es nada improbable que si Mujica gana la interna, los tupamaros –que entraron en el frente como elefante en bazar- empiecen a hacer cualquier enjuague y pongan incluso a Valenti como asesor de campaña.
Me los estoy imaginando, porque son criaturas sin dignidad, gente que cuando se les dice que le hicieron el juego a la dictadura que se venía, contestan “¡y qué! ¡y qué! ¡y qué!
Fueron capaces de cualquier felonía moral cuando eran algo así como la “montonera saravista”, a lo Osiris Rodríguez Castillo. Parecían sacados del túnel del tiempo, jugados, “comprometidos”, con un odio fisiológico al espíritu ariélico del Uruguay batllista que nos vio nacer y que gracias a ellos vimos agonizar en el 73’ y, ahora vemos morir definitivamente.
Gente que le declaró la guerra a la civilidad y el monopolio de la fuerza y que se siente ahora con autoridad moral para acusar a los otros, cuando todos sabemos que cualquier víctima real puede tener “credenciales en esto”, menos precisamente, ellos.
Es así de simple: o Mujica es Presidente de la República o se les va todo al carajo, cuando los uruguayos, mal que les pese nuestra nacionalidad, estamos viendo que votar a Mujica es como estar con Minguito en su “Polémica en el bar” o votar un capanga de Provincia Argentina.
Si fueron capaces de todo eso, cuando no existían en política, ni daban la cara por sus posiciones más que a través de comunicados y algún legislador, qué no serán capaces de hacer ahora, cuando se les llueve el rancho por todos los costados y además, de regalo, están inflados, como gorrión de basurero.
En el país de José Enrique Rodo y “Ariel”, debe ser este, el castigo que nos merecemos.