domingo, 19 de marzo de 2017

Sobre marxismo y leninismo



        Más allá de las ponderables que impone la agenda política cotidiana, hay temas de carácter ideológico y filosófico que merecen ser discutidos. Uno de ellos, entre los tantos, es el tema del marxismo y el leninismo.
        El marxismo puro, tal como sale de las manos de Marx y Engels, sufre una contradicción irresoluble. Por un lado es determinista, está convencido que sólo cuando se den las bases materiales para una sociedad más justa, será posible el socialismo.
        Éste determinismo fue lo que hizo que Plejanov, el introductor del marxismo en Rusia, cuando la revolución bolchevique, estuviera en contra. Querían matarlo y Lenín, que había tomado clases de marxismo con Plejanov, le salvó la vida. Dijo: “A éste no, cumplió con una etapa”.
        Plejanov pensaba así, porque en una reunión hablando con Engels, éste le dijo: “En un país atrasado y semi feudal como Rusia, no tiene sentido el socialismo, sería un retroceso. Socialismo tiene que ser en Alemania, que es industrial y avanzada. Ahí sí, es posible construir las bases materiales de una sociedad más justa”.
        Lenín, ese hombre caucásico humillado, no podía pensar así y estaba convencido que las bases materiales podía crearlas el Estado revolucionario. Cuando toma el poder llama a un ingeniero norteamericano para crear la electrificación rural y se desentiende de las reuniones con sus camaradas. Un día lo llaman y le dicen: “Lenín qué es para usted el comunismo que no viene nunca a las reuniones”. Y éste les contesta: “El comunismo es el comunismo, más la electrificación rural”. Lo que quería decir estaba claro, sin bases materiales, sin electrificación rural, no es posible plantearse nada.
        Lenín todo a lo largo de su producción intelectual trata de demostrar que él es el marxista verdadero y que los demás son “reformistas”, “liquidacionistas”, hombres que vienen de la clase media, la pequeño burguesía.
        Aquí vemos una clara contradicción en el marxismo, entre ese determinismo, en donde inexorablemente y más allá de la voluntad humana ha de desaparecer el capitalismo, y el voluntarismo todo el día haciendo huelga y llamando a la lucha.
        Si las circunstancias objetivas sobre determinan el fin de un sistema, qué sentido tiene ese voluntarismo tratando de derribarlo. Mejor quedarse en la casa y esperar a que las cosas se den solas.
        Está contradicción que tiene el marxismo entre determinismo y voluntarismo, lo convierte en pesimista hacia atrás y optimista a futuro.
        Se ha dicho, no sin razón, que donde el creyente católico pone el espíritu que sopla donde quiere, el marxista pone la materia. Ser así es como rezarle a la santa materia para que acelere las condicionantes objetivas. Son como los macumberos; materialistas porque tocan madera.
        Peor que eso, se les antojó que la dialéctica existe en la naturaleza y en realidad las contradicciones existen en la mente cuando piensa. El día no es lo contrario de la noche, el día es día y la noche, noche. El Sol no es lo contrario de la Luna, ni la mariposa lo contrario del gusano, ni el vapor lo contrario del agua. Son objetivamente cosas distintas, aunque vengan de un proceso circular.
        Lenín va a tratar de emparchar esta contradicción, esta aporía irresoluble y va a hablar de la generación del factor subjetivo, que significa cinco cosas: Dirección, organización, conciencia, programa y voluntad, que se daría en un sector de la clase obrera conciente, capaz de liderar, de acaudillar un proceso pre revolucionario.
        Lenín entiende por factor objetivo, “el estado de ánimo de las masas”. Es evidente, que el dictador soviético, era un gran voluntarista, que queda paralizado después del año 20’ cuando se encuentra que “las masas ya no buscan una salida”.
        Cualquiera entiende que la visión marxista y leninista es una óptica completamente equivocada de ver el mundo. Porque si la clase trabajadora industrial es el demiurgo, el factor creador de la historia ¡Qué lugar ocupan entonces los robots! En todo caso los ingenieros son los únicos que pueden crear las bases materiales de una sociedad mejor.
        Cómo se puede apreciar tanto el marxismo como el leninismo son falsos.
        Ni los obreros empuñaron las armas contra los patrones después de la Primera Guerra Mundial, ni el capitalismo cayó después de la crisis del 29’. Lo cual demuestra que la interpretación marxista, además de falsa, confunde deseo con realidad. La crisis económica genera sumisión y no rebeldía y vuelve a la gente pasible de cambiar principios por lentejas. En una hambruna colectiva, para sobrevivir tuvieron que negar las razones del vivir y fueron a parar al totalitarismo y la dictadura, tanto socialista como nacional socialista, da igual.
        Todos nos hemos preguntado ante esto, durante muchos años, cómo puede ser que una cosa tan equivocada como el marxismo y el leninismo hayan convocado a tanta gente a nivel mundial.
        Hay varias razones; porque funciona como una epiteoría más allá de cualquier teoría y todo lo que toca lo reinterpreta como quiere y fundamentalmente, porque le dio al obrero fordista un sentido de pertenencia del rol que juega en la sociedad y la producción.
         El socialismo terminó siendo la utopía de los infelices.
        Caído el Muro de Berlín en América Latina hay gente que quiere reinventar el socialismo y comenzó a hablar de un supuesto Socialismo del Siglo XXI, para no asumir responsabilidad de las barbaridades del Siglo XX.
        Conceptualmente no aportan nada al debate histórico y lo único que sí efectivamente fueron, fue ser el socialismo de los señores feudales y narcotraficantes venezolanos.
        Hoy es éste el tinglado que se cae a pedazos y están nerviosos, porque lo único que supieron hacer fue robar desaforadamente, disfrazados de falso pobre en la retórica de un curita laico, que hace pobrismo lumpen, porque ya no puede reivindicar a una supuesta y mítica clase obrera.

 

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