Más
allá de las ponderables que impone la agenda política cotidiana, hay temas de
carácter ideológico y filosófico que merecen ser discutidos. Uno de ellos,
entre los tantos, es el tema del marxismo y el leninismo.
El
marxismo puro, tal como sale de las manos de Marx y Engels, sufre una
contradicción irresoluble. Por un lado es determinista, está convencido que sólo cuando se den las bases materiales
para una sociedad más justa, será posible el socialismo.
Éste
determinismo fue lo que hizo que Plejanov, el introductor del marxismo en
Rusia, cuando la revolución bolchevique, estuviera en contra. Querían matarlo y
Lenín, que había tomado clases de marxismo con Plejanov, le salvó la vida.
Dijo: “A éste no, cumplió con una etapa”.
Plejanov
pensaba así, porque en una reunión hablando con Engels, éste le dijo: “En un
país atrasado y semi feudal como Rusia, no tiene sentido el socialismo, sería
un retroceso. Socialismo tiene que ser en Alemania, que es industrial y
avanzada. Ahí sí, es posible construir las bases materiales de una sociedad más
justa”.
Lenín,
ese hombre caucásico humillado, no podía pensar así y estaba convencido que las
bases materiales podía crearlas el Estado revolucionario. Cuando toma el poder
llama a un ingeniero norteamericano para crear la electrificación rural y se
desentiende de las reuniones con sus camaradas. Un día lo llaman y le dicen:
“Lenín qué es para usted el comunismo que no viene nunca a las reuniones”. Y
éste les contesta: “El comunismo es el comunismo, más la electrificación
rural”. Lo que quería decir estaba claro, sin bases materiales, sin
electrificación rural, no es posible plantearse nada.
Lenín
todo a lo largo de su producción intelectual trata de demostrar que él es el
marxista verdadero y que los demás son “reformistas”, “liquidacionistas”,
hombres que vienen de la clase media, la pequeño burguesía.
Aquí
vemos una clara contradicción en el marxismo, entre ese determinismo, en donde
inexorablemente y más allá de la voluntad humana ha de desaparecer el
capitalismo, y el voluntarismo todo el día haciendo huelga y llamando a la
lucha.
Si
las circunstancias objetivas sobre determinan el fin de un sistema, qué sentido
tiene ese voluntarismo tratando de derribarlo. Mejor quedarse en la casa y
esperar a que las cosas se den solas.
Está
contradicción que tiene el marxismo entre determinismo y voluntarismo, lo
convierte en pesimista hacia atrás y optimista a futuro.
Se
ha dicho, no sin razón, que donde el creyente católico pone el espíritu que
sopla donde quiere, el marxista pone la materia. Ser así es como rezarle a la
santa materia para que acelere las condicionantes objetivas. Son como los
macumberos; materialistas porque tocan madera.
Peor
que eso, se les antojó que la dialéctica existe en la naturaleza y en realidad
las contradicciones existen en la mente cuando piensa. El día no es lo
contrario de la noche, el día es día y la noche, noche. El Sol no es lo
contrario de la Luna, ni la mariposa lo contrario del gusano, ni el vapor lo contrario
del agua. Son objetivamente cosas
distintas, aunque vengan de un proceso circular.
Lenín
va a tratar de emparchar esta contradicción, esta aporía irresoluble y va a
hablar de la generación del factor subjetivo, que significa cinco cosas:
Dirección, organización, conciencia, programa y voluntad, que se daría en un
sector de la clase obrera conciente, capaz de liderar, de acaudillar un proceso
pre revolucionario.
Lenín
entiende por factor objetivo, “el estado de ánimo de las masas”. Es evidente,
que el dictador soviético, era un gran voluntarista, que queda paralizado
después del año 20’ cuando se encuentra que “las masas ya no buscan una
salida”.
Cualquiera
entiende que la visión marxista y leninista es una óptica completamente
equivocada de ver el mundo. Porque si la clase trabajadora industrial es el
demiurgo, el factor creador de la historia ¡Qué lugar ocupan entonces los
robots! En todo caso los ingenieros son los únicos que pueden crear las bases materiales de una sociedad mejor.
Cómo
se puede apreciar tanto el marxismo como el leninismo son falsos.
Ni
los obreros empuñaron las armas contra los patrones después de la Primera
Guerra Mundial, ni el capitalismo cayó después de la crisis del 29’. Lo cual
demuestra que la interpretación marxista, además de falsa, confunde deseo con
realidad. La crisis económica genera sumisión y no rebeldía y vuelve a la gente
pasible de cambiar principios por lentejas. En una hambruna colectiva, para
sobrevivir tuvieron que negar las razones del vivir y fueron a parar al
totalitarismo y la dictadura, tanto socialista como nacional socialista, da
igual.
Todos
nos hemos preguntado ante esto, durante muchos años, cómo puede ser que una
cosa tan equivocada como el marxismo y el leninismo hayan convocado a tanta
gente a nivel mundial.
Hay
varias razones; porque funciona como una epiteoría más allá de cualquier teoría
y todo lo que toca lo reinterpreta como quiere y fundamentalmente, porque le
dio al obrero fordista un sentido de pertenencia del rol que juega en la sociedad
y la producción.
El socialismo terminó siendo la utopía de los
infelices.
Caído
el Muro de Berlín en América Latina hay gente que quiere reinventar el
socialismo y comenzó a hablar de un supuesto Socialismo del Siglo XXI, para no
asumir responsabilidad de las barbaridades del Siglo XX.
Conceptualmente
no aportan nada al debate histórico y lo único que sí efectivamente fueron, fue
ser el socialismo de los señores feudales y narcotraficantes venezolanos.
Hoy
es éste el tinglado que se cae a pedazos y están nerviosos, porque lo único que
supieron hacer fue robar desaforadamente, disfrazados de falso pobre en la
retórica de un curita laico, que hace pobrismo lumpen, porque ya no puede
reivindicar a una supuesta y mítica clase obrera.
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