“El enemigo enseña”
Franz Fanon, “Los
condenados de la tierra”
“Hagámosle lo mismo
que ellos nos hacen a nosotros,
dobleguémosles la voluntad de resistir”
Lenin “¿Qué hacer?”
El Frente Amplio y toda la prensa adicta,
desprecia tanto al glorioso y heroico Partido Nacional, que no sabe en verdad
delante de quienes está.
De Oribe a Lavalleja, pasando por
Timoteo Aparicio, Francisco Lavandeira, Aparicio Saravia, Washington Beltrán,
Luis Alberto de Herrera, Fernández Crespo, Wilson Ferreira Aldunate, Luis Lacalle
Herrera, Jorge Larrañaga y Luis Lacalle Pou, si algo ha demostrado a lo largo
de sus jóvenes 178 años de historia, es que ha sido imposible doblegarle la
voluntad de resistir.
El Partido Nacional es el partido de la
admirable alarma artigüista, porque sabe que nada podemos esperar, sino de
nosotros mismos.
Es el partido que nace como nacionalista
bajo la divisa “Defensores de las Leyes”.
Es el partido que ha sufrido dos siglos
de injusticias políticas y se apresta juvenil mirando al futuro, de cara al
siglo XXI que ya comienza.
Es el partido de la resistencia civil, como
quedó suficientemente demostrado cuando la dictadura militar fascista que azotó
el país.
Es el partido de la oposición
constructiva, con planteos serios que son de recibo al tema que se está
tratando.
Es un partido esencialmente
parlamentario, forjado al calor de la lucha ardorosa de las ideas, que ha
sabido conjugar la ética de la responsabilidad, con la ética de la convicción.
Es un partido republicano que inspirado
en el pensamiento vareliano no conoce república sin republicano y que ha sido,
como lo demuestran sus mejores hombres –Eduardo Acevedo, Carlos Roxlo, Lorenzo Carnelli,
Carlos Quijano-, verdadera escuela de formación política a lo largo de 178 años
de historia nacional. Como decía Eduardo Víctor Haedo: “El Partido Nacional es
la patria”.
Creer, como creen en el Frente Amplio
que van a doblegar la voluntad de luchar y resistir de los blancos, como lo están
haciendo con el Partido Colorado, es un profundo error que cometen. Porque
nadie es nacionalista para jugar a las madres, esconderse debajo de la cama o
jugar a las escondidas.
Este es el primer yingle que se hizo en el Uruguay