sábado, 16 de agosto de 2014

La hora de un plebiscito y nuestra dificultad de saber organizarnos para vencer.

       El plebiscito por la baja de la edad de la imputabilidad tiene 350 mil firmas, la mía entre ellas. Por lo tanto, es falso que no exista gente que sepa organizarse.
       Un plebiscito que hace a un tema de conciencia, lo sabemos todos, está más allá de los partidos, los colores políticos y las divisas. Es naturalmente, un tema que divide a todas las corrientes, tendencias, agrupaciones y listas.
       Lo que Pedro quiere es correcto, pero comete un error cuando pretende apoyos meramente políticos, allí donde la prioridad para enfrentar la inseguridad ciudadana es de carácter social.
       Si se llegó a 350 mil firmas es porque abajo del sistema político vigente, hay un hervidero que no aguanta más este estado de delincuencia infanto juvenil.
       El Uruguay es un país muy individualista, en donde es difícil organizar gente para cosas básicas. Cuando este extremo se da, es porque hay mucho más de 350 mil votos.
       No son 350 mil los votos que hay aquí, antes bien son 350 mil voluntades.
       El sistema político debe estar alerta a esa señal ciudadana, en donde el 10% de la población firma y toma un compromiso activo en pos de ese objetivo. Pero el sistema político no puede sustituir a la sociedad civil, sino a lo sumo representarla en su pluralidad esencial.
       Aquí es la sociedad civil la que pide que se baje la edad de imputabilidad y no importa lo que digan las encuestas, interesa lo que dicen las urnas y las firmas.
       Un plebiscito con estas características es esencialmente pluripartidista, esto quiere decir, que está más allá de los partidos.
       No me cansaré de repetirlo, una cosa es hacer política y otra bien distinta, partidismo.
      Política viene de polis que en griego quiere decir ciudad. Hace a los temas y cuestiones propios de la sociedad civil. Todos hacemos política, tengamos o no un partido que nos represente, en cambio el partidismo, es otra cosa bien diferente y consiste en buen romance, en ponerle una camiseta a las ideas que se defienden. Lo cual es entendible en los períodos de campaña electoral, pero solamente en esas instancias comiciales.
       La sociedad civil espera cosas del sistema político, que por el entramado de los tires y aflojes y las negociaciones que hay que hacer para que los Proyectos de Ley se vuelvan realidad, no siempre es posible. No todo Proyecto de Ley prospera, si carece de mayorías parlamentarias y para eso se precisan acuerdos extra partidarios, en donde cuando hay realmente voluntad política, lo que deviene es el producto de una ardua negociación, que no expresa siempre necesariamente, en puridad, las intenciones iniciales.
       El Frente Amplio tuvo la enorme ventaja durante 10 años de gobernar como se le dio la real gana, porque tenía mayorías parlamentarias para tal fin y todos hemos visto, el desastre de autoritarismo, ignorancia y mala fe en la que hoy estamos subsumidos.
       Ahora, hay un hecho auspicioso, en donde no se ve revuelo movilizador al viejo estilo, pero sí la firme determinación cívica de 350 mil voluntades por cerrar este período bochornoso de nuestra breve historia nacional y abrir la página para un futuro más digno.
       Aquí el tema no es ganar por el gustito de vencer sobre otro. La cuestión, como decía el compañero Gervasio, es sólo entre la libertad y el despotismo.
       Estamos, lo vengo diciendo desde hace mucho, en las puertas de una tragedia colectiva, sin punto de retorno.
      Esperemos que sepamos entre todos, revertir esa amarga condicionante actual.


Así te quieren