Pablo
Mieres del Partido Independiente, tiene cosas muy positivas en política qué hay
que saber valorarle. Es un estudioso de los temas, no dice una cosa por otra,
es un hombre abierto al diálogo, no hace política para quedar bien, sino que
dice lo que piensa en cada tema y, fundamentalmente, tiene el valor que no
todos tienen, de plantarse ante un auditorio y navegar solo contra la corriente.
No le tiene miedo al linchamiento político,
porque se siente sólido en su argumentación.
Como
dice Mafalda, “Te quiero quilos Guille, pero te falta metros”.
No
se dio cuenta que una cosa es la minería y otra bien distinta, la minería a cielo abierto.
Es
una lástima que no lea prensa chilena, por Internet, porque las limitaciones teóricas,
después se pagan en la práctica concreta y al final las pagamos todos,
hipotecando el destino de nuestros hijos.
Aratirí
fue exonerada no solo de impuestos, sino de toda obligación hacia la sociedad
uruguaya, porque es un punto de
blanqueo de los dólares negros que se triangulan desde la India.
Quien
está detrás de todo esto es el partido
de Eduardo Galeano. Como se arrepintió de haber escrito tanta pavada junta,
ahora está escribiendo Los socavones y
los caporales nativos en la inyección de sangre nueva.
Vázquez no fue al Paraninfo de la
Universidad, no porque tenga la voz tomada de tanto hablar con la gente, pelos
en la lengua o se ponga tartamudo cuando le faltan argumentos,
No
fue porque hay una cosa que se llama Daniel Martínez, que es el hombre oficial
de Aratiri y el que les va a financiar la campaña.
El
gobierno tiene un apuro imponente en este momento, porque donde pierdan esta
mayoría parlamentaria, Aratiri tendrá que respetar las normas elementales del
derecho tributario y la seguridad industrial de los mineros.
¡Capisce! ¡Capisca!
El
problema de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, cada vez se lo ve con mayor nitidez, es
que quiere armar un show mediático para tiquis mitis de barriada
frenteamplista.
No
puede debatir con nadie en ningún tema, porque lo que natura non da Salamanca
non presta.
Siempre se tomó la política en chiste y ahora,
en la hora previa al juicio final de los uruguayos, se está dando cuenta que
dió no e’ chiste.
Pero
si por un momento de flojera, Vázquez quisiera discutir y debatir con altura
sus ideas, necesitaría un traductor que a cada cosa que dijo, interprete lo que en verdad quiso decir.
¡Son
tantas las limitaciones del doctor! ¡Qué le hace una mancha más al tigre!
¿Verdad? Puede que ahora una mancha más, le haga.
En
aquel Uruguay que tanta furia desata en Tabarecito,
un tal Vázquez pudo recibirse de médico y el hermano, de profesor de
cachiporra.
La
silla de Vázquez en el Paraninfo quedó vacía. ¡Qué pena, penita del alma mía! ¡Qué liderazgo más grande tiene un hombre así!
Debe
ser porque se están abriendo las grandes alamedas.