Michael Flynn, el ex consejero nacional de seguridad de
Donald Trump, propuso declarar como arrepentido, sobre la injerencia rusa en la
campaña electoral del republicano, a cambio de inmunidad.
Flynn, jefe de inteligencia militar durante el gobierno de
Barak Obama, fue el único miembro del servicio de inteligencia que estuvo
dispuesto a asesorar a Trump durante la campaña. Por ese motivo fue nombrado
titular del Consejo de Seguridad Nacional.
Rusia, en ese momento, era objeto de fuertes sanciones por
parte del gobierno de Obama y él bajo las órdenes de Trump mantuvo reiterados
contactos con el entonces embajador ruso en Estados Unidos, Sergey Kislyak.
En ese momento Obama expulsó a 35 diplomáticos rusos y las autoridades
estadunidenses allanaron dos complejos diplomáticos rusos en Estados Unidos.
A esto se agrega el hecho de que Flynn recibió un pago de 45
mil dólares por un discurso que ofreció cuando
asistió a la gala del canal ruso de televisión RT a finales de 2015 y allí se
sentó junto al presidente Vladimir Putin. Qué un militar reciba dinero de un
país extranjero es delito.
Trump reacciona ante esto en forma ambigua. Mientras por un
lado sostiene que Flynn no recibió órdenes suyas, por el otro afirma que este
tipo de acciones es parte del trabajo de un asesor.
Los representantes del Comité de Inteligencia del Senado, el
demócrata Mark Warner y el republicano Richard Burr, sostuvieron que han
recibido información de que Rusia contrató hasta mil trolls (alborotadores en
Internet), para difundir noticias falsas
sobre Hillary Clinton. Algo parecido a lo que ocurrió recientemente con la
campaña a favor del independentismo catalán.
Esta situación afecta al entorno más próximo a Trump, porque
se alcanzó un acuerdo, por su yerno y asesor Jared Kushner de testificar
voluntariamente en el senado por los contactos con el Kremlin.
En este sentido según la ex secretaria interina de justicia
Sally Yates seis días después de que fuera investido el nuevo gobierno, mantuvo
una reunión con asesores de la Casa Blanca, a quienes informó que Flynn estaba expuesto
a posibles chantajes por parte de Rusia. No obstante esta advertencia Flynn fue
despedido 18 días después que sus
contactos con el embajador ruso fueron revelados por la prensa.
"Esto era un problema porque no solamente creíamos que
Rusia sabía de esto, sino que además poseía pruebas. Y eso generaba una
situación de compromiso, en que el asesor de seguridad podría ser chantajeado
por los rusos", dijo Yates.
Esta gestión de advertencia que llevo a cabo la funcionaria
le costó el despido el 30 de enero.
Parece que también Obama le advirtió a Trump sobre Flynn, a
quien nombró en 2012 al frente de la Agencia de Inteligencia de la Defensa y lo
removió del cargo en 2014.
Ahora el fiscal especial del Departamento de Justicia, Robert
Mueller, acusa formalmente a Flynn, de hacer "declaraciones falsas,
ficticias y fraudulentas" al FBI y éste se declara culpable y dispuesto a
cooperar. Pesan sobre él 5 años de prisión como mínimo.
En una declaración, Flynn sostuvo que reconoció que sus
acciones "estaban equivocadas y, a través de mi fe en Dios, estoy
trabajando para enmendar las cosas".
"Mi declaración de culpabilidad y mi acuerdo para
cooperar con la Oficina del Asesor Especial reflejan una decisión que tomé en
el mejor interés de mi familia y de nuestro país. Acepto toda la
responsabilidad por mis acciones", dijo.
Flynn, no es el único imputado, porque si bien es el primer
funcionario del gobierno de Trump, también es el cuarto conectado a la campaña
en ser acusado como parte de la investigación del fiscal especial Robert Mueller,
sobre una posible colusión entre el gobierno ruso y miembros del equipo del
ahora presidente, así como posibles obstrucciones a la justicia y delitos
financieros.
Las cosas se le complican a Trump, porque si bien su
expresidente de la campaña política, Paul Manafort y su adjunto Rick Gates
fueron acusados y se declararon inocentes, en cambio el asesor de la política
exterior de la campaña, George Papadopoulos, se declaró culpable por hacer una
declaración falsa ante el FBI por contactos con funcionarios vinculados al
gobierno ruso.
Todos recordamos el famoso escándalo Watergate que tuvo lugar
en Estados Unidos en la década del ’70, a partir del robo de documentos en el
complejo de oficinas Watergate, en Washington D.C. sede del Comité Nacional del
Partido Demócrata.
Hubo un enorme esfuerzo de encubrimiento de los responsables,
por parte de la Administración Nixon. Las cosas se llegaron a saber gracias a
un “Garganta Profunda” que desde un garaje informaba a los periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob
Woodward.
La suma de evidencias y el efecto bola de nieve que
proporcionó “Garganta Profunda”, eran tales que Richard Nixón se vio obligado a
renunciar el 9 de agosto de 1974, para que no le hicieran un juicio político.
El Rusiagate indica que estamos en las puertas de un
desenlace similar.
Aquello fue un escándalo que salpicó a un total de 69
personas, de las cuales 48 fueron encontradas culpables y encarceladas; muchas de
las cuales habían sido altos funcionarios del gobierno de Nixon.
Esto de ahora no se sabe a cuántos puede salpicar.