Es innegable a esta altura de los acontecimientos a nivel
mundial que se está procesando un cambio importante de paradigma. Este proceso
que parece que va a continuar en forma cada vez más creciente, está indicando
que algo no funciona bien en la Unión Europea.
Primero la salida de Inglaterra (Brexit), y ahora el referéndum
separatista en Cataluña, están indicando una tendencia. Si a esto se le suma también el avance de la derecha anti europeísta
en Alemania, podemos afirmar que indudablemente estamos delante de una nueva
época.
Rajoy llegó al gobierno usando lo que se llama catalanofobia
contra Zapatero que había impulsado un nuevo estatuto en el relacionamiento con
Cataluña. Este fue reafirmado en un referéndum en 2006.
Ante esto Rajoy reclama modificaciones al Tribunal
Constitucional y éste lo recortó, quitando varios artículos y el preámbulo entero
que daba a Cataluña categoría de nación. Fue un triunfo que encendió la mecha
del independentismo catalán. El nacionalismo pasó de moderado a pasional y el
separatismo dejo de tener 10 diputados para pasar a ser mayoría absoluta.
Rajoy creyó que el tradicionalismo catalán, los republicanos socialdemócratas
y el anarquismo anti capitalista se iban a pelear entre ellos antes de intentar
la separación y la crisis del referéndum demuestra que se equivocó. Las tendencias
opuestas al independentismo también le están reprochando a Rajoy su absoluta
incapacidad en el manejo de la crisis catalana y las cuestiones no resueltas de
la organización territorial de España. Se lo acusa de pasivo, inhábil y de
delegar responsabilidades.
La represión brutal contra los que querían votar, además de
ser una salvajada es de una torpeza política raras veces vista. Porque sea inconstitucional
el referéndum o un derecho de los pueblos a la autodeterminación, la forma de
manejar la situación lo único que hizo fue agrandar aún más la grieta entre
Cataluña y el Reino de España. Para que sea legal ambos tienen que negociar el
acuerdo y llamar a referéndum a toda España. Fue lo que sucedió con Quebec en Canadá
y con Escocia en Gran Bretaña. En ambos
casos ganó el no. El sentido común dice que si votaran los 46 millones de
españoles y no exclusivamente los catalanes que son 7 millones y medio, lo más
probable es que gane el no a la separación.
El uso desproporcionado de la fuerza dejando 900 personas
heridas lo único que logra es apagar el incendio con gasolina. Gente que fue a
votar no a la separación, también está indignada. Fuerzas anti disturbio golpeando
a personas desarmadas y requisando urnas y papeletas es la foto de una jornada
comicial que recorrió el mundo. Y que hizo que los independentistas ganaran la
batalla por el relato visual. Si bien es cierto que la policía catalana (Mossos
d'Esquadra) hizo la vista gorda, fue la que envió Madrid quien se encargó de
prohibir los comicios y si finalmente se lograron realizar fue porque no
tuvieron el número suficiente para impedirlo. El fracaso del gobierno español
en este intento es lo que agranda el desafío catalán que ahora tiene. Solo cerraron por completo 92 colegios.
Cualquiera entiende que es una cuestión que va más allá del
Reino de España y afecta a toda la Unión Europea. Si ésta no se notifica que
algo está fallando en la globalización, el separatismo va a seguir creciendo
por todos lados.
Es muy fácil decir que "más allá de los aspectos
puramente jurídicos de este asunto, la Comisión considera que son tiempos para
la unidad y la estabilidad, no para la división y la fragmentación", como
difícil manejar una situación dada en donde la mayoría (el 90,09%) quiere
independizarse porque se considera injustamente discriminado por el gobierno
central.
Las declaraciones de Bruselas dejan mucho que desear, porque sostener
que hay que pasar “muy rápidamente de la confrontación al diálogo”, como si la
agresión hubiera venido de la gente y no de la policía, aclarar que “la violencia
nunca puede ser un instrumento en política”, para concluir que confían en el
liderazgo de Rajoy es algo que no cierra. Sostener por un lado que es un
problema interno de España, y aclarar por el otro que en caso de separación, la
Unión Europea no los reconocerá, huele a amenaza y por ende los inhabilita para
jugar un rol mediador. En ningún momento llegó a decir que las cargas
policiales fueron desproporcionadas. Por ahora nadie en la Unión Europea quiere
dar consejos, porque todos están ante un mismo fenómeno político y lo que digan
puede ser usado en su contra por las mismas tendencias separatistas en cada
lugar.
Con este panorama no se ve que sean nítidos y sólidos los
valores esenciales que puedan darle un sustento a la idea de lo común. Lo que
sí se puede ver desde ahora es el hecho de que el independentismo catalán se
convertirá en un imán muy fuerte para las diecisiete autonomías que hay en
España.
Por ahora Cataluña desploma la bolsa de valores de España,
pero no las de Europa. Los bancos españoles abrieron con bajas de 3,2% y el
euro pasa a estar en su nivel más bajo en seis semanas, por la preocupación
generada en el riesgo político que empieza a tener la zona euro, dado que todo
indica que si la oposición a Rajoy quiere valerse de este hecho por razones de
rédito político, el gobierno cae.
Hoy España vive la crisis política más grande en lo que va de
los últimos 40 años de democracia. Pero esa crisis no es exclusivamente
catalana, sino que antes bien, el mismo fantasma recorre a toda Europa.