El triunfo de Cambiemos en las elecciones de medio término en
Argentina, marca un cambio cultural importante en el vecino país.
Esta no era una elección más, porque no hubo una en dónde
hubiera tantos factores externos al debate político: Santiago Maldonado, De
Vido, Gils Carbó. No fue solo la elección en sí lo que primó en la opinión
pública.
Después de Las Paso, para estas elecciones nadie preguntaba
por las propuestas de los candidatos. Se daba por descontado lo que piensa cada
uno y los factores exógenos marcaron la campaña electoral.
A su vez el caso de Santiago Maldonado no tuvo la repercusión
que el sistema político le daba, ni las desdichadas declaraciones de Carrió al
respecto, le quitaron la intención de voto que tenía. Al kirchnerismo le gusta
ignorar los hechos verdaderos y fabricar la realidad. Seguían culpando a Macri,
aún allí en donde la unanimidad de los médicos forenses concluía que el
artesano se ahogó. Cuando se ignoran los hechos por razones ideológicas, los
resultados son los que ahora están a la vista. Es a su vez una elección rara porque
se viene de horas muy dramáticas. Se conocía la identidad de Santiago Maldonado,
pero no se sabía cómo había muerto.
La gente en Argentina se cansó del discurso beligerante de
Cristina Kirchner y de La Cámpora. Una retórica de grieta polarizadora quedó
demostrado en estas elecciones que es una cuestión del pasado. Mauricio Macri,
más allá de su figura y peso político, expresa mejor que nadie el cansancio del
argentino con la situación que Cristina generó. La fatiga social es con el
sistema político que gobernó allí desde 1983 y Cristina es un exponente de esa
aristocracia de la vieja política; ineptitud, impotencia, incoherencia y
corrupción. En este contexto adverso a la política tradicional el peronismo
quedó decapitado. A su vez se queda sin sucesores y Cristina sigue obturando
sus posibilidades, convirtiéndose en ese activo tóxico que no le permite ni dar
vuelta la página, ni gestar un nuevo líder. Ahora, sin un liderazgo, se le hace
difícil reinventarse, a diferencia de lo que ocurría en el pasado. Se encuentra
hoy en el peor de los escenarios: Cristina muere simbólicamente, pero no
termina de morir políticamente y pierde la clase media. Cambiemos al conseguir
una base amplísima que concentra a los sectores más dinámicos de la sociedad se
encuentra con la mejor situación al confrontar con quienes están llamados a
terminar como un simple partidito de ultra izquierda. Mauricio Macri ahora es
una esperanza nacional en Argentina, mientras Cristina no pasa de ser un
problema para el peronismo. Como instrumento político creado en el siglo XXI,
la coalición ha demostrado ser eficaz para enfrentar los desafíos del tiempo que
se avecina. Expresa la voluntad de un país moderno, una sociedad con derechos,
deberes y obligaciones, en una economía fuertemente competitiva, con movilidad
social ascendente y descendente. Un país abierto al mundo y no un conjunto de
narco estados gobernado por 24 feudos.
Este shock de votos pone al gobierno en inmejorables
condiciones para negociar una reforma de responsabilidad fiscal con los
gobernadores de las Provincias. Es un respaldo formidable para continuar con el
programa.
También, el resultado electoral se expresó en la fuerte
reacción positiva de los mercados, con la baja del dólar y la suba de acciones
y de bonos.
Esta tendencia alcista le da cierto margen al vecino país para
reducir el riesgo soberano, pero el mayor atraso cambiario le quita
competitividad en las exportaciones. El tema radica en que el rezago del dólar
vino para quedarse mientras el déficit fiscal no se reduzca y la necesidad de
financiarlo con deuda genere un exceso de oferta permanente por los dólares.
El contundente triunfo
legislativo abre la posibilidad de un Pacto de la Moncloa en versión argentina,
en donde además del sistema político entren los sindicatos y los empresarios. Incluiría
a los gobernadores y el presupuesto, junto a muchas cuestiones tributarias. En
resumen sería básicamente un trípode signado por un acuerdo fiscal, una reforma
tributaria y una rebaja en los aportes patronales.
Ahora el gobierno encuentra que los sindicatos están más
dispuestos a acordar que a confrontar. El sindicalismo ante un fracaso tan
grande del peronismo no va a tener más remedio que negociar.
En 2015 Macri logra ciertos atributos del poder, recién ahora
se puede decir que alcanzó el poder real.
En este nuevo contexto los tiempos judiciales marchan de la
mano con los tiempos políticos. Dentro de pocos días Julio De Vido pierde sus
fueros y termina en prisión, primer señal de que Cristina Kirchner está más
cerca de la cárcel que del Senado.
La debacle política de la ex Presidenta recién comienza.
El hecho de que Elisa Carrió, que fue
quien más denunció la corrupción haya tenido una elección espectacular es otra
señal para el Poder Judicial. Nunca nadie para una elección legislativa sacó el
51 por ciento de los
votos.
El gradualismo continuará a diferencia de la prédica
maliciosa de Cristina. Por varias razones, porque no es una opción económica,
sino una fatalidad política y porque el voto a Macri no es un voto cantado, es
el típico voto volátil de los sectores medios. En la Argentina de hoy, tanto el
peronismo como el radicalismo están contemplando que ya no existe más el voto
cautivo. En tercer término el gradualismo continuara porque uno de cada tres
argentinos está por debajo de la línea de pobreza y una política de shock
agravaría la situación social, más de lo que ya es hoy.
Si cuando se habla de ajuste se piensa en la expulsión de un
millón de funcionarios públicos eso no va a existir, pero si se piensa en las
tarifas públicas y los sectores subsidiados si se hará.
Para finalizar se podría decir que esta victoria de Cambiemos
se debe a tres cosas básicas. La extensión territorial, la geografía que
muestra las regiones económicamente más importantes, y la crisis en la que
queda colocado el peronismo.
A partir de ahora comienza a definirse el verdadero perfil
Macri.