viernes, 21 de abril de 2017

Otra Venezuela es posible

        

        Hoy la gente siente que el principal problema que tiene Venezuela tiene nombre y apellido y se llama: Nicolás Maduro.
        Hoy el Ejército venezolano comete el delito de guerra de emprenderla contra civiles desarmados.
        Hoy la tortura física y psicológica es el arma psico política que el gobierno utiliza contra la gente. Se le obliga al torturado a mentir y se le da orden a los Ministros a apresar a todo aquel que denuncie que en Venezuela hay torturas.
        Un gobierno que le dice a la población civil que va a ser armada con fusiles contra otros compatriotas.
        En Venezuela hubo un golpe al Estado, ahora estamos en presencia de un golpe de Estado continuado, por parte del gobierno. Hay otro golpe que para justificar la represión selectiva y masiva, el gobierno se sirve del Tribunal Supremo de Justicia, el Alto Mando Militar y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, ejerciendo un terrorismo masivo y otro selectivo, que se aplica contra determinadas personas en forma intimidatoria hacia los colaboradores y compañeros de partido de los Representantes opositores. La gente está doblada, pero no quebrada y espera que las lágrimas de hoy sean la sonrisa del mañana.
        Por hacer manifestaciones en las calles en ejercicio del derecho que les confiere la Constitución venezolana en el artículo 68, que a texto expreso sostiene: “Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público.”.
        La crisis venezolana trasciende y le da una transversalidad a la institución castrense, que los compromete en el delito de traición a la patria. Este es un gobierno militar que lleva 18 años de opresión y la Constitución ha sido violada descaradamente durante todo éste período. La gente tiene la obligación moral de restituir el hilo constitucional y ya no les tiene miedo.
        Este ataque sistemático y generalizado contra la población civil con 538 privaciones de libertad, lo único que indica es la profunda debilidad de un gobierno que con su legitimidad de origen basada en un gran fraude, carece ahora de total legitimidad de ejercicio.
        Cuando se robó el referéndum revocatorio el año pasado, y las elecciones regionales, no es descabellado pedir elecciones anticipadas generales para restablecer el orden constitucional.
        Como dice el artículo 25 de la Constitución venezolana: “Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo; y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.”. Para la Constitución venezolana no existen deberes inconstitucionales; la represión tiene un costo y como la fuerza armada regular no lo quiere asumir, frente a eso aparecen los colectivos y las milicias.
        Producto del hampa hoy se asesinan 28 mil venezolanos al año. La inseguridad ciudadana llega al punto de que se sabe cuándo se sale de la casa, pero no cuando se llega del trabajo.
        Aquí el único terrorismo que existe es el de Estado dirigido por Nicolás Maduro, cuando los cuerpos parapoliciales actúan a sus anchas disparando contra la población. La fuerza represiva del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBÍN) o la Guardia Nacional, es el único sostén que tiene Maduro.
        Hay una enorme determinación en la lucha clara del venezolano por recuperar la democracia y la libertad y terminar con la patraña de la Unión Cívica‑Militar que inventó Chávez.
        Venezuela no quiere ser un cuartel y la Comunidad Internacional tiene el deber de exigir la cláusula democrática. Los delitos de lesa humanidad no pueden quedar impunes bajo una indiferencia generalizada.
        Cuba vive del narcotráfico, la jineteras y las remesas que les envían los ex disidentes y ahora pierde el rol que jugó Venezuela tras la caída del comunismo. Esta narco dictadura que es el gobierno de Maduro, entregó en forma ilegal concesiones petroleras y mineras que no pasan por la Asamblea Nacional. Las empresas que están participando en estas operaciones ahora han recurrido a ceder bonos de la deuda pública con un compromiso de recompra a un tercio de su valor, generando un gran daño patrimonial al país. Se suma hoy una práctica consistente en la colocación del oro como colateral, para poder seguir robando y embolsando los recursos y los bienes de la República, mientras la gente muere en la desnutrición y la pobreza. Se le entrega a Maduro un dinero para sostener la corrupción con obtención de recursos ilegales, auspiciados incluso por la Banca internacional, que se compromete con los mismos delitos por los que está acusado Maduro.
        Todo esto se hace por detrás de la Asamblea Nacional violando el artículo 150 de la Constitución venezolana según la cual “La celebración de los contratos de interés público nacional requerirá la aprobación de la Asamblea Nacional en los casos que determine la ley. No podrá celebrarse contrato alguno de interés público municipal, estadal o nacional con Estados o entidades oficiales extranjeras o con sociedades no domiciliadas en Venezuela, ni traspasarse a ellos sin la aprobación de la Asamblea Nacional. La ley podrá exigir en los contratos de interés público determinadas condiciones de nacionalidad, domicilio o de otro orden, o requerir especiales garantías.”.
        El gobierno ignora la Asamblea Nacional y para seguir robando en plena debacle sale a masacrar en el marco de un golpe de estado integral económico, hasta llegar al límite de una crisis humanitaria.
        El costo de la corrupción es de 60 mil millones de dólares al año y el gobierno pretende que lo pague la población. Todas estas empresas que pasan por encima del orden constitucional, se enfrentan al hecho de que esos contratos van a ser ignorados cuando esta situación tremenda se termine.
        Invierten a sabiendas del riesgo que corren con contratos que serán rescindidos, porque son nulos de toda nulidad. El golpe es integral para poder seguir saqueando sin ningún tipo de control, con impunidad.
        En un estado de resistencia democrática permanente, hay un pueblo de pie por el restablecimiento de la Constitución y su vigencia.
        Esperanza y fe en el futuro hasta lograr estos objetivos es el sentimiento más profundo de la Unidad Democrática, porque otra Venezuela es posible.


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