viernes, 6 de noviembre de 2015

Nace una nueva central sindical.

El nacimiento de una nueva central sindical, debe ser, sin duda alguna, uno de los hechos más auspiciosos del período que se avecina.
No falta al respecto quien diga que “Más vale malo conocido -el PIT-CNT-, que bueno por conocer” y no van a estar ausentes tampoco, quienes los acusen de ultras, infantilistas y toda esa catarata de disparates leninistas propia de la burocracia más cerril, la burro cracia staliniana actual.
Desde otras posiciones tampoco faltarán quienes piensen que si estos son malos, estos otros son peores. Por eso quiero dar ahora, que está fresco el molde de una nueva central sindical mi opinión, muy personal al respecto, que no pretende en absoluto comprometer a mi querido partido nacional, sino antes bien, fijar una serie de conceptos básicos que hacen a la democracia y la libertad republicana, en lo que atañe a lo que debe ser un sindicalismo no político, sino que defiende los intereses del trabajador.
Política viene del griego Polis, que quiere decir ciudad. Es lo que se resuelve y decide en torno a las cuestiones de la ciudad y en este sentido todos, absolutamente todos, hacemos política. Por lo tanto, no se le puede reprochar a un sindicato que esté preocupado en los asuntos de la Polis, de la ciudad. Una cosa es hacer política con mayúscula, otra muy diferente es lo que hace el PIT-CNT, que se llama partidismo fraccionalista y politiquería barata para consumo de lo más atorrante del Frente Amplio, chantajeando a quienes fueron electos por el voto ciudadano.
Flaco favor le ha hecho el PIT-CNT a los trabajadores, tanto del sector público, como del privado, tanto manuales como intelectuales. El PIT-CNT todo lo que toca lo destruye y como se dice vulgarmente: “Caga la fruta”. Son como los peronistas argentinos, hacen bien lo que está mal y hacen mal lo que está bien.
Once sindicatos se juntaron y luego de un año y medio de trabajo resolvieron crear una nueva central sindical, paralela al Pit-Cnt porque, afirman, “los trabajadores reclaman otra cosa, algo realmente independiente y que los defienda”. Esto es trascendente desde lo que fue el Congreso del Pueblo, verdadero golpe técnico, como reconoció Jaime Pérez en su momento y pone a la clase trabajadora uruguaya ante una nueva realidad que de 1965 a la fecha no se daba.
La función de un sindicato es defender los intereses del trabajador, así como el rol de la Cámara de Comercio, de Industria o la Federación Rural es plantear sus cuestiones e ir al acuerdo. El Estado juega aquí un rol bonapartista y debe intermediar en medio de los intereses difusos buscando la solución equilibrada y consensuada entre las partes. Cuando un sindicato es amarillista como el PÌT-CNT y cultiva un corporativismo al decir de Richard Read de carácter fascista, es dable conferirle el beneficio de la duda a una tendencia que emerge de su ceno planteando autonomía.
Integran esta tendencia los sindicatos Ferroviario del Uruguay, del Ministerio de Industria, de Trabajadores Postales, de Trabajadores de la Enseñanza, de Trabajadores del Transporte, de Empleados de la Cooperativa Magisterial, de Trabajadores de la Seguridad Privada, de la Industria Mecánica, el Transporte y Afines, y de Trabajadores de Secom. 
“Esta es una Confederación. Vamos a levantar las viejas banderas del sindicalismo. Los trabajadores están cansados de consejos de salarios desastrosos, el carrerismo político de los dirigentes, los desfalcos económicos. Nosotros vamos a tener personería jurídica para ser cristalinos y nos definimos como clasistas”, dijo el dirigente Edgardo Rissotto. 
Un sindicalismo clasista no es aquel que hace lucha de clases por el gustito de hacer lucha de clases, sino aquel que se limita pura y exclusivamente  la defensa de los trabajadores, sin decirle a quienes fueron electos por el voto ciudadano lo que deben hacer o dejar de hacer en términos políticos. 
Un sindicalismo clasista es aquel que no presiona a quien hay qué votar, sino que deja en libertad de acción a sus miembros, cuando llegan las elecciones nacionales, por más que ellos tengan cierta inclinación personal.
Estamos en las puertas de un cambio realmente removedor y es importante que no entren en ese juego miserable al cual el Pit-Cnt quiere llevarlos que consiste en hacer paros políticos para decir que movilizan tanto gente y en cambio ellos movilizan menos. Aquí no se trata de movilizar el músculo, sino la mente y negociando con inteligencia lograr objetivos básicos. Que ellos le muevan la osamenta a más gente, no quiere decir absolutamente nada, porque lo que hay que movilizar en términos sindicales es la neurona no el músculo.
Aquí no se trata de hablar para Doña Juana, Doña María y Don José, sino de lograr cosas y conquistas que sólo ellos saben porque están ahí.
Aquí no se trata de “ganar la batalla de la opinión pública” porque no son un partido político encubierto, sino de arribar a soluciones razonables y punto.
Como decía Carlos Quijano cuando estaba preso en el Cilindro Municipal: “No pongan nunca en manos de otros, lo que es su tarea”. Tarea no fácil, porque tendrán que darle voz a los que no la han tenido hasta ahora.
En esto más vale poco y bueno, que mucho y malo.



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Llevo el cuero curtido en derrotas y espero en este,
mi personal apoyo, no equivocarme.