viernes, 30 de octubre de 2015

La herencia maldita que deja el peronismo

Para enfrentar la situación de vaciamiento del Banco Central que Argentina enfrenta hoy en día, lo más preocupante es la herencia maldita que 12 años de gobiernos K dejan como saldo. Entre otras cosas, por su ausencia de legitimidad de ejercicio deja una rémora que aterra. Tras años de crecimiento a "tasas chinas", hoy es pobre 1 de cada 4 argentinos; según la Organización Internacional del Trabajo es informal 1 de cada 2 trabajadores, y casi la mitad de los hogares no tiene cloacas. Este año el desequilibrio fiscal será del 7%. Las reservas reales del Banco Central son muy inferiores a las cifras que da el Gobierno y se estiman en 10.000 millones de dólares. La inflación en 2015, del 28%, es seis veces el promedio mundial. El país desapareció del planeta y los únicos vínculos responden a las urgencias financieras creadas por el fracaso de la propia política económica.
La conflictividad que esta herencia está llamada a generar, lo pone al próximo gobierno ante la necesidad de lograr alianzas sólidas a nivel parlamentario que le ofrezcan la gobernabilidad.
Restaurar este daño producido exige un nivel muy amplio de credibilidad social. En este contexto específico que vive el vecino país, un triunfo de Macri o de Scioli no es una cuestión menor.
Argentina tendrá que dar vuelta la página de estos 12 años nefastos reviendo hasta su política de relacionamiento internacional, signada hasta ahora por las simpatías extraviadas y los caprichos y antojos de la Presidenta.
Tendrá que restituir el equilibrio de poderes como pide Montesquieu entre el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial en una realidad signada por el más vergonzoso sometimiento de la justicia a los dicterios del Ejecutivo.
Deberá encarar  soluciones ante la caída sistemática en la producción de hidrocarburos, la escasez de energía, la creciente importación y la proliferación de los cortes de luz, en una sociedad que merced al kirchnerismo fue perdiendo masa crítica para pensar en estos temas y que vive a los codazos mediocres y las piñatas políticas por cargos.
Hoy las empresas eléctricas se encuentran sin fondos propios para funcionar y dependen de los recursos del Estado para pagar los sueldos, merced a la ley de emergencia del año 2002 que condujo a la pesificación y el congelamiento del precio de las tarifas, desfinanciando a las empresas eléctricas.
Todos los candidatos reconocen este hecho, pero Cambiemos fue el único que esgrimió una propuesta concreta. Semanas atrás, Aranguren sostuvo: "Pensamos que las familias carenciadas que los necesiten van a tener un block de consumo de 150 kilowatts por hora por mes que va a ser gratuito". En otros términos, que la electricidad no les costará nada, si consumen esa porción. Pero el resto debería pagar, por lo menos, lo que cuesta llevar la energía a las casas.
Argentina se encuentra en este aspecto ante la necesidad de fomentar el desarrollo de una matriz energética donde sus distintas versiones no compitan, sino que se complementen, de manera que le abriría la puerta al desarrollo de recursos como la hidroelectricidad y la energía nuclear, pero más aún a los renovables. Esta no es tarea fácil después de tantos años de ceguera, prepotencia y mezquindad mediocre desde el poder.

Todos sabemos que es más fácil destruir que construir y que el peronismo de Menem para acá, si en algo se especializó es en el boicoteo sistemático de todas las formas de progreso social, institucional y económico.



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Hasta el pelo de las manos, de cabrero se arrancó.
Se la dieron como un zonzo pegadito con saliva.