¡A buen puerto van por agua!
Un par de horas después de la sorpresiva propuesta de Daniel
Scioli de ir a un debate electoral, Mauricio Macri redobla la apuesta y le dice
que no hay ningún problema, aquí los iluminados no saben dónde ponerse en
política internacional, empezando por el hecho cierto y fácilmente constatable,
que no tienen ninguna, como lo demuestra la interpretación del pobre Nin Novoa.
En Argentina el 15 de noviembre van a confrontar ideas como
corresponde en una democracia, en cambio en el Uruguay un iluminado no aceptó
discutir con nadie y prefirió burlarse en público de sus contrincantes.
Cuando se está convencido que las propias ideas son mejores,
no se tiene ningún inconveniente en debatir y comprometer la palabra; en cambio
cuando se vive a teléfono directo, recibiendo “línea de Central”, bajo grupos
que se odian irreconciliablemente y viven de internismo, comprometer una opinión discutiendo con un adversario se
vuelve muy difícil. Estamos hablando de gente que no conoce al ciudadano, sino
el súbdito maduro y el rebelde “inmaturo”, que para los únicos que hablan es
para “calmar” a los ultras y otras especies del parque jurásico en extinción.
Como no pueden discutir con el adversario, lo tratan de
enemigo, fracturando la sociedad y enardeciendo patotas de mal vivientes que
tienen el pensamiento político en la patada asnal, la descalificación moral y
la trompada.
Argentina el 15 de noviembre nos dará un debate que pondrá
todas las cartas sobre la mesa y que compromete ante la opinión pública y la
ciudadanía, mucho más que un abstracto “programa de gobierno”.
"Siempre es bueno recibir apoyos. Necesitamos acordar
políticas de Estado", repitió Macri, y dijo que su prioridad es
"continuar este clima de alegría", luego de la histórica elección que
realizó su partido, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos
Aires, donde María Eugenia Vidal se impuso sobre Aníbal Fernández. Eso es un
republicano, un demócrata, un hombre que desde la alegría de discrepar y
departir con altura, quiere el progreso social de su país.
Por el otro lado, la tesitura de entrometerse en la política
interna del vecino país, apoyando a Scioli en actos políticos como Mujica o
recibiendo exclusivamente al candidato kirchnerista como Vázquez es algo
insólito en nuestro país. Porque si bien es cierto que cada sector político
puede tener sus simpatías por uno o por otro, no es una buena política
priorizar los acuerdos ideológicos y políticos y no tratar de ir a acuerdos
entre Estados.
Le gustaría al iluminado que nos gobierna que un candidato de
otro país se abrace con alguien de la oposición: ¡Qué estarían diciendo!
De acuerdo a lo que acaba de ocurrir con los resultados
actuales a la vista y en vísperas de un ballotage, además de un acto impropio
de injerencia en los asuntos internos de otro país, no deja de ser una torpeza,
un desconocimiento de la realidad de dicha nación.
Los “progres” de acá están enojados y despotrican desde las
redes sociales. Tan seguros estaban que había kirchnerismo para rato, que se
preparaban para convertir al Uruguay en Provincia Argentina. Es así que están
profundizando no se sabe bien qué cambios, cuando en realidad en la vecina
orilla, el único cambio creíble es el que representa Macri; es así que seguirán
gobernando el país, no se sabe bien para que mayoría, con Dilma y Scioli nada
menos. Pobrecitos.
Argentina está dando un ejemplo de civilidad en su gente, de
madurez, de conferirle a otro el beneficio de la duda, de no opinar con
teléfono directo a chiflidos de dirigente verticalista, de no depender de los
informes de las Unidades de Base –haya se le dice Unidad de Base a lo que aquí
los Sarratea contemporáneos llaman Comité de Base-, de decir ,si esto en lo que
tanto creímos no funciona y nos está comiendo una inflación de dos dígitos,
intentemos ésta otra solución, con un candidato que tiene los mejores equipos y
las mejores ideas y que no vive de la monserga fácil de aquel que con los ojos
en la nuca –o en la naca-, lo único que sabe hacer es discutir para atrás, sin
asumir responsabilidad por una década infame y perdida de desgobierno.
La única herencia maldita que va a recibir Macri es la que le
deja Cristina, tanto a él como a Scioli y cualquiera de los dos tendrá que ir a
un gobierno de coparticipación y de acuerdos, muy lejos de esa prepotencia
avasallante de La Cámpora y $endic.
Se avecina, gane quien gane, una Argentina en crisis muy
profunda, que solamente podrá salir del pantano al que la llevaron los
peronistas, mediante el ejercicio parlamentario de los acuerdos y la capacidad
de construir consensos que sean en verdad políticas de Estado y no caprichos y tuforadas
ováricas para muchachos infantiles.
Una derrota del peronismo como la que acaba de darse ahora,
no existía desde 1983. En 1999, Fernando de la Rúa ganó las elecciones en
alianza con sectores del peronismo que lideraba Carlos "Chacho"
Álvarez. Lo de Cristina lo vuelve a poner al peronismo no ya entre la espada y
la pared, sino entre la espalda y la pared. Estamos hablando de esa rara fuerza
política, que prefirió suicidarse al lado de la Presidenta, antes que asumir el
ejercicio de la inteligencia recta.
Argentina está dando una lección que demuestra que los que
iban por todo, hoy van por su impunidad y más nada. Uruguay tendrá que dar otro
ejemplo que demuestre, que los que no se detienen en PLUNA y ANCAP, lo único
que tendrán que profundizar es el expediente judicial.
Esta sensación de cansancio de vastos sectores sociales
después de 12 años de gobierno kirchnerista, que se tradujo en un cambio de
humor social y terminó pagando Scioli es algo parecido a lo que está
ocurriendo en el Uruguay, en todo este clima de conflictividad social, cuando
se está a las puertas de una profunda y al parecer muy prolongada
desaceleración de la economía.
Evidentemente, cuando se cierre el telón de esta época izquierdista,
muy poca cosa va a pasar para el otro lado.
No es para ponerse así compañerito...
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