Los
partidos fundacionales que hicieron desde su origen al Uruguay, cometieron, como
ya fue analizado en otro post, varios errores graves en lo que va de los
últimos 50 años.
Probablemente,
cierto tipo de dirigente clásico, se merezca el castigo de los tiempos que
corren. Por obsesivo, leguleyo, justifícalo todo, verborrágico y
fundamentalmente, por querer tener siempre razón y no entender o no querer
entender, los motivos que tienen los demás, para obrar políticamente, del modo
en que lo hacen.
Lo
he dicho en otros temas; no alcanza con tener razón, hay que saber organizar
esa razón, porque muchas veces lo que se tiene más que razón, es una razón y
más nada.
Era
Feliciano de Silva el que decía: "La razón de la sinrazón que a mi razón
se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la
vuestra fermosura.".
Tal
vez, algo de eso esté sucediendo en el Uruguay de hoy.