El
1º de junio, cuando las elecciones internas de los partidos políticos, hubo una
prueba de tierra, en donde cada colectividad quedó posicionada de determinada
forma. El partido nacional con la fórmula Luis-Jorge supo sortear la prueba de
tierra, en cambio el partido colorado al ignorar a Amorin Batlle, no estuvo muy
feliz en su decisión y eso le costó caro a dicha colectividad. El Frente Amplio
se sacó de encima a Constanza Moreira y lo bien que hizo, porque no hay nada
peor que una mujer histérica que mete lio en donde va.
Las
otras fuerzas como el Partido Independiente y Unidad Popular, no tuvieron
internas, sino que cumplieron con un requisito para nombrar convencionales
propios.
El
26 de octubre, cuando las elecciones parlamentarias, hubo una prueba de aire,
en donde en una elección de final abierto, hasta las encuestas volaron con el
viento del temporal político que causaron los resultados, tras la aparente
calma chicha del estado de ánimo colectivo.
Todos
quedaron preocupados, fundamentalmente, el Frente Amplio, porque ahora es el
responsable directo de lo que le prometió a las grandes multinacionales: La paz
social del Uruguay para que sea gobernable.
El
30 de noviembre, cuando el balotaje vamos a asistir a una prueba de agua, en
donde el que pierde se hunde irremisiblemente, en la noche de los tiempos.
No
falta quien diga: “Agua que no has de beber, déjala correr”, pero no se trata
de eso, porque cuando el barco se hunde, nos hundimos todos. Nadie quiere terminar peronizado y peroni pizado como en Argentina.
Por
ahora, el único dato positivo de la realidad política actual, es que los
republicanos salvaron la prueba de tierra en Estados Unidos.