miércoles, 13 de agosto de 2014

¡Roberto Barry y una sonrisa por favor!

       Siempre admiré a Roberto Barry. Ese hombre que salía vestido de gaucho, a caballo en los carnavales de antaño.
     Me miraban como si fuera lo más bajo de la escala social, por el sólo hecho, de que me gustaban los chistes de Barry.
   Me decían: “Vos estas con Barry, vos sí que descendiste”.
       Cuando iba a la escuela, no podía evitarlo y tomaba la Bañadera, con Medio día con usted, sin verlo hasta el final. Es lo que más lamento. Porque me iba contento a estudiar.
       Cuando vino la dictadura, fui a verlo al Palacio Salvo y los chistes que hizo, fueron tan buenos, que lo clausuraron.

       Hoy me siento como Barry; “tirando de la frazada”.