viernes, 29 de agosto de 2014

Cuando cantan los poetas



       Los poetas por lo general no suelen cantar. A Antonio Machado, Miguel Hernández, o García Lorca, no se le hubiera pasado por la cabeza, que eso que estaban escribiendo, se pudiera también, cantar.
       Exceptuando hombres como José Hernández es raro encontrar poetas volcados al canto. Si bien Carlos Gardel demostró que se puede cantar cualquier cosa, son las excepciones que confirman la regla.
       Sin embargo, hay ocasiones en que cantan los poetas. Aparece de pronto un Homero Manzi, un Cátulo Castillo, un Homéro Expósito o un Discépolo.
       La música suele ser lo frívolo e inmanente, la poesía lo profundo y trascendente, y en raras personas se da lo que pedía el Dante Alighieri: la sabía conjunción entre la vulgar y la sublime elocuencia.
       El poeta cuando canta, lo hace por necesidad, no porque le haga gracia. Lo hace cuando la realidad histórica y social que está viviendo, lo condena a ser un peregrino, en donde ya de nada le vale rezar.
       Épocas en donde hay que salir disparando con lo puesto y lanzado al acaso, el absurdo, la arbitrariedad, el atropello, la sin razón, no le queda otra salida que estar “con el más prójimo”.
       Los poetas entre la vida y la muerte, no siempre, ni todos, pero algunos, de vez en cuando, cantan.






Milonga de Manuel Flores

Jorge Luis Borges