Hay
un hombre fantástico que es como Julio César.
El emperador romano describió su victoria
reciente, breve y rápida sobre Farnaces II, rey del Ponto, en la Batalla de la
ciudad de Zela, en Turquía (actualmente conocida como Zile), dirigiéndose al
Senado romano.
Estos
términos, veni, vidi y vici, provienen de los verbos en latín, venire, videre y vincere, siendo la
primera persona del pretérito perfecto simple, traducido por vine,
vi y vencí.
Al
mismo tiempo que esta frase proclamaba la totalidad de la victoria de César,
también sirvió para recordar al Senado su destreza militar, ya que se
encontraba en una guerra civil contra Pompeyo. Algunos piensan que el
comentario de César fue una expresión de menosprecio y desdén hacia el Senado
patricio, que tradicionalmente representaba el grupo más poderoso de la
república romana.
Actualmente,
se utiliza habitualmente para significar la
rapidez con la que se ha hecho algo con éxito.
Vine,
vi y vencí, es progresista porque estaba en el Club Atlético Progreso. No lo
conocía nadie y un día a impulsos de Reynaldo Gargano, irrumple y tuvo un
crecimiento imparable a la fecha. Es así, no más. Vine, vi y vencí.
Hoy
viene, no ve bien y nadie augura que vencerá.
Tabaré
Ramón Vázquez Rosas se encuentra que estos ya son otros tiempos, hoy no son
tiempos de Rosas.
Ahora
leen prensa argentina desesperados. Se acuerdan de Santa Bárbara bendita,
cuando truena y de Martínez cuando necesitan dinero. De los mineros, para qué.
Los
diarios les queman en las manos, por eso pusieron de Vicepresidente un Boudou
prematuro.
Quieren
cambiar de caballo en la correntada y descubren que están viejos y no pueden
hacer la bandera. Quieren un fraude y desde el cielo Lavandeira no los deja.
Todos
los que vimos la primer película sobre el Titanic recordamos la escena final, en
el preciso momento que la suerte estaba echada y el barco empezaba a hundirse,
cuando unos disparaban en botes, en plena estampida la orquesta musical comenzaba a tocar,
desafiando la muerte, como si ella fuera, otro escenario de la música
celestial.
No
es que quieran ser capitanes de un barco que se hunde, son la orquesta que no
tiene más remedio que seguir tocando.
No
sé, en el fondo, si no es mejor que ganen ellos, porque todo lo que están
haciendo es para perder y como es bien sabido, a enemigo que huye, puente de
plata.
Debes
ser temible aún allí en donde no te queda más remedio que huir, reza un
viejo proverbio latino.
Después
de un golpeteo y desgaste hay que
ser como Suárez, muerde y huye.
El
tema es que no están ni ahí. Si hay interés en proceder, el congelamiento de
las cuentas bancarias, no es algo tan difícil. Solamente una mayoría
parlamentaria puede comprar la impunidad.
Es
duro llegar a eso.
Canción del Titanic
