jueves, 7 de agosto de 2014

Apuntes para el Titanic

       Hay un hombre fantástico que es como Julio César.
        El emperador romano describió su victoria reciente, breve y rápida sobre Farnaces II, rey del Ponto, en la Batalla de la ciudad de Zela, en Turquía (actualmente conocida como Zile), dirigiéndose al Senado romano.
       Estos términos, veni, vidi y vici, provienen de los verbos en latín, venire, videre y vincere, siendo la primera persona del pretérito perfecto simple, traducido por vine, vi y vencí.
       Al mismo tiempo que esta frase proclamaba la totalidad de la victoria de César, también sirvió para recordar al Senado su destreza militar, ya que se encontraba en una guerra civil contra Pompeyo. Algunos piensan que el comentario de César fue una expresión de menosprecio y desdén hacia el Senado patricio, que tradicionalmente representaba el grupo más poderoso de la república romana.
       Actualmente, se utiliza habitualmente para significar la rapidez con la que se ha hecho algo con éxito.
       Vine, vi y vencí, es progresista porque estaba en el Club Atlético Progreso. No lo conocía nadie y un día a impulsos de Reynaldo Gargano, irrumple y tuvo un crecimiento imparable a la fecha. Es así, no más. Vine, vi y vencí.
        Hoy viene, no ve bien y nadie augura que vencerá.
       Tabaré Ramón Vázquez Rosas se encuentra que estos ya son otros tiempos, hoy no son tiempos de Rosas.
       Ahora leen prensa argentina desesperados. Se acuerdan de Santa Bárbara bendita, cuando truena y de Martínez cuando necesitan dinero. De los mineros, para qué.
       Los diarios les queman en las manos, por eso pusieron de Vicepresidente un Boudou prematuro.
       Quieren cambiar de caballo en la correntada y descubren que están viejos y no pueden hacer la bandera. Quieren un fraude y desde el cielo Lavandeira no los deja.
       Todos los que vimos la primer película sobre el Titanic recordamos la escena final, en el preciso momento que la suerte estaba echada y el barco empezaba a hundirse, cuando unos disparaban en botes, en plena estampida la orquesta musical comenzaba a tocar, desafiando la muerte, como si ella fuera, otro escenario de la música celestial.
       No es que quieran ser capitanes de un barco que se hunde, son la orquesta que no tiene más remedio que seguir tocando.
       No sé, en el fondo, si no es mejor que ganen ellos, porque todo lo que están haciendo es para perder y como es bien sabido, a enemigo que huye, puente de plata.
       Debes ser temible aún allí en donde no te queda más remedio que huir, reza un viejo proverbio latino.
       Después de un golpeteo y desgaste hay que ser como Suárez, muerde y huye.
       El tema es que no están ni ahí. Si hay interés en proceder, el congelamiento de las cuentas bancarias, no es algo tan difícil. Solamente una mayoría parlamentaria puede comprar la impunidad.

       Es duro llegar a eso.




Canción del Titanic