Policlínicas
que no tienen pediatras, cañadas desbordadas de aguas servidas, basurales,
falta de saneamiento, casas inundables
con la lluvia, muy pobres y precarias rodeadas de animales por todos lados,
salones comunales sin merenderos.
Si
a esto se le agrega la ausencia de códigos en la gente, la pasta base y el uso
de armas de fuego, estamos en presencia de un mundo de antivalores en donde cuando Dios se olvida de pasar, el Diablo
mete la cola.
Con homicidios que pueden ser por ajustes de
cuenta, altercados espontáneos, hurtos y rapiñas, violencia intrafamiliar, rivalidad y competencia, justicia por mano
propia o cualquier cosa. Con un aumento creciente de menores armados de entre
16 y 17 años, que participan en delitos graves, y que roban en su mayoría porque ese es su medio de subsistencia, su
trabajo, es evidente que estamos en las puertas de un colapso moral, como
antesala del colapso social y económico.
No
cabe duda, vivimos en el Montevideo que nos dejó el Frente Amplio tras 25 años
ininterrumpidos de demolición sistemática.
Si
es verdad lo que dicen las encuestas acerca de que dicha fuerza política tiene el 43% de
los votos, gane o pierda, es preocupante lo que está sucediendo, no ya en la
realidad social, sino en la cabeza de los uruguayos. Porque son los mismos que
si pierden las elecciones, al otro día van a salir a nicolinizar fassanezcamente
a todo el mundo, por cualquier cosa y peor que eso, como ya sucedió, a sabotear
los planes sociales de los partidos fundacionales.
Camino al precipicio, el Uruguay de Vázquez
no se detiene y vamos bien rápido a un nuevo círculo del Infierno.
Fuimos
del “Viva el Pepe”, al “Viva la Pepa”, recorrimos la gran
avenida del vale todo y ahora
estamos en el sálvese quien pueda.
Avanzan
como los gusanos de los cadáveres, no se
detienen y van por más.
Son los
grandes fabricantes de miseria. Reproducen y perpetúan la situación de la pobre
gente, porque no les sirve un pueblo educado y pensante que opina, cuestiona,
exige y participa cuando vota. Necesitan eso para poder en las instancias
comiciales decirles cualquier cosa. Manija
pa’ la colada.
Los pobres se enamoraron de Tabaré Vázquez y
fue allí que muy enojado, el de allá
arriba se olvidó de ellos.
Parece
que ahora, hay arrepentidos de haberlos votado, porque son los que sufren las
consecuencias directas del barranca abajo moral en el que estamos.
Esperemos
que esta vez, podamos decir con propiedad, que de los arrepentidos se sirve el de allá arriba.
Esperemos
que podamos dejar atrás, el país del ustedes
y nosotros que generaron, y empecemos a vivir en el país de todos.
Esperemos
que entre todos, podamos sacar del
pantano, los sueños embarrados.
Esperemos
que los problemas de los uruguayos se resuelvan entre uruguayos, y no desde Casa
Rosada o Itamaraty.
Esperemos que sea un mal sueño la sociedad enferma
que hoy tenemos y pasemos a vivir en un Uruguay más sano.
Ahora es la hora señalada para conquistar un futuro mejor.