jueves, 17 de julio de 2014

El Uruguay no se detiene y marcha barranca abajo.

        Policlínicas que no tienen pediatras, cañadas desbordadas de aguas servidas, basurales, falta  de saneamiento, casas inundables con la lluvia, muy pobres y precarias rodeadas de animales por todos lados, salones comunales sin merenderos.
        Si a esto se le agrega la ausencia de códigos en la gente, la pasta base y el uso de armas de fuego, estamos en presencia de un mundo de antivalores en donde cuando Dios se olvida de pasar, el Diablo mete la cola.
        Con homicidios que pueden ser por ajustes de cuenta, altercados espontáneos, hurtos y rapiñas, violencia intrafamiliar,  rivalidad y competencia, justicia por mano propia o cualquier cosa. Con un aumento creciente de menores armados de entre 16 y 17 años, que participan en delitos graves, y que roban en su mayoría porque ese es su medio de subsistencia, su trabajo, es evidente que estamos en las puertas de un colapso moral, como antesala del colapso social y económico.
        No cabe duda, vivimos en el Montevideo que nos dejó el Frente Amplio tras 25 años ininterrumpidos de demolición sistemática.
        Si es verdad lo que dicen las encuestas acerca de que dicha fuerza política tiene el 43% de los votos, gane o pierda, es preocupante lo que está sucediendo, no ya en la realidad social, sino en la cabeza de los uruguayos. Porque son los mismos que si pierden las elecciones, al otro día van a salir a nicolinizar fassanezcamente a todo el mundo, por cualquier cosa y peor que eso, como ya sucedió, a sabotear los planes sociales de los partidos fundacionales.
        Camino al precipicio, el Uruguay de Vázquez no se detiene y vamos bien rápido a un nuevo círculo del Infierno.
        Fuimos del “Viva el Pepe”, al “Viva la Pepa”, recorrimos la gran avenida del vale todo y ahora estamos en el sálvese quien pueda.  
        Avanzan como los gusanos de los cadáveres, no se detienen y van por más.
        Son los grandes fabricantes de miseria. Reproducen y perpetúan la situación de la pobre gente, porque no les sirve un pueblo educado y pensante que opina, cuestiona, exige y participa cuando vota. Necesitan eso para poder en las instancias comiciales decirles cualquier cosa. Manija pa’ la colada.
         Los pobres se enamoraron de Tabaré Vázquez y fue allí que muy enojado, el de allá arriba se olvidó de ellos.
        Parece que ahora, hay arrepentidos de haberlos votado, porque son los que sufren las consecuencias directas del barranca abajo moral en el que estamos.
        Esperemos que esta vez, podamos decir con propiedad, que de los arrepentidos se sirve el de allá arriba.
        Esperemos que podamos dejar atrás, el país del ustedes y nosotros que generaron, y empecemos a vivir en el país de todos.
        Esperemos que entre todos, podamos sacar del pantano, los sueños embarrados.
        Esperemos que los problemas de los uruguayos se resuelvan entre uruguayos, y no desde Casa Rosada o Itamaraty.
          Esperemos que sea un mal sueño la sociedad enferma que hoy tenemos y pasemos a vivir en un Uruguay más sano.
        Ahora es la hora señalada para conquistar un futuro mejor.