Cuando
uno trata de entender cómo, cuándo y por qué se pudo haber llegado a esto que
hoy vivimos en el Uruguay, se complica bastante la interpretación de los
factores causativos que conducen a estar ahora, ante las puertas de una
tragedia colectiva.
La
politología, lamentablemente, no está en condiciones de determinar las causas
que llevan a la destrucción de la democracia. No se dieron cuenta que la
democracia es el único sistema que puede suicidarse a sí mismo.
La
sociedad uruguaya no es consciente del desafío que tiene por delante y se
comporta como si estuviera adormecida su conciencia y la política no tuviera la más mínima importancia.
Cuando
viene la gritería es precisamente el momento en que está todo el pescado vendido y hay que ir a llorar al cuartito.
Si
no somos capaces de obrar en el año electoral, después no hay derecho al
pataleo.
Aquí
se ha tratado de desprestigiar la figura del político. Hay periodistas que
miran con profunda envidia al dirigente de un sector, por la sencilla razón de
que para ser político hay que ganárselo
el cargo, en cambio para periodista son otras las ponderables que lo
conducen a estar allí.
Ese
descrédito que los malos periodistas
generaron, exige saber pararles el carro
y poner las cosas en su lugar.
El
político rinde cuentas ante la gente o tiene que retirarse al llano. No se le pide que sea un técnico o un especialista. Se le exige que sea un estudioso de
los temas y que cuando opine lo haga sin irse del asunto, expresando criterios
que son de recibo a lo que se está tratando. Esa es la causa por la cual, debe
dirigirse a Señor Presidente y no
hacer alusiones de ninguna índole.
Lo
que hemos visto con dolor desde que se instauró la democracia en el 85’ a la
fecha, es que a aquellos políticos que eran realmente estudiosos –no quiero dar
nombres, porque los había en los tres partidos-, en la otra elección nadie los
votó.
El
Parlamento fue cayendo legislatura tras legislatura, y el periodismo que
lamentablemente, siempre fue quien hizo
la agenda política, vino a llenar el vacío que le compete al Parlamento.
No
es que el Parlamento esté por debajo de la realidad histórica, sino que cuando
gobierna una fuerza que tiene adormecida a la gente, dicho partido no permite
aquellas comisiones investigadoras que no le conviene a los que mandan.
La
terrible ausencia de Comisiones Investigadoras en casos graves como los que hoy
tenemos en el tema de la tortura a menores, los manejos fiduciarios en PLUNA y
en ANCAP, pasan por la prensa como una noticia más y nadie ve allí, la gravedad
que tiene lo que está ocurriendo en este momento.
La
gente compra discusión, lío, pendencia y motivos personales en las cosas,
porque se proyecta en eso, pero los temas de fondo: la cesación de pagos en el país
vecino; la posible devaluación brasilera; la desaceleración de la economía
uruguaya en el marco de una situación internacional compleja; la delegación de
soberanía que la Cancillería ha hecho; el déficit fiscal verdadero agujero negro y herencia maldita de quien venga; la
lenindad moral de un Ministerio del Interior que no sabe, ni quiere controlar
las barras bravas en el fútbol, pero dicen que van a controlar al narcotraficante dándose ellos la papa, mientras prohíben
la publicidad de los cigarrillos; el fracaso de la educación que conduce a
que existan ex alumnos que salen a incendiar escuelas; un orden de cosas en dónde
ahora los médicos se niegan a ir a atender en ambulancia a la gente de los barrios
carenciados, porque es llegar y los agarran a tiros; las 7 violaciones a la
Constitución de la República que la Suprema Corte de Justicia observa y encima,
con total desparpajo, van para otra pasadas las elecciones; la inoperancia de un
Ministerio de Turismo en el país más caro del mundo, que encima cuando el
turista llega es la presa fácil de la delincuencia organizada y nadie hace
nada; todo eso, la misma prensa que ayer ponía
el grito en el cielo por cualquier cosa, ahora olímpicamente, quiere
hacernos creer que estamos en el mejor de los mundos, cuando todos vemos que en realidad, nos encontramos en un nuevo círculo del infierno del
Dante.
Creo
en la democracia profundamente, y pienso que ha esta gente hay que sacarla de ahí y esa es una responsabilidad muy grande que tienen ambos partidos fundacionales.
Al
desengañado es fácil de entender lo que le ocurre y por lo que uno ve, a este desengañado de ahora, no lo
engrupen más con el cuco
blanqui-colorado, porque se dio cuenta que si antes estaba en contra de
muchas cosas, lo de ahora es mil veces
peor. Hasta los ultras del 26 de marzo, reconocen
este hecho.
El
Uruguay sabrá o no salir de esto que es bastante difícil y complejo, pero una
sola cosa es cierta, de ganar esta
gente, va a haber que salir disparando con lo puesto, porque todo lo de ellos
es una venganza contra el ser nacional.