Fútbol y política no tienen nada que ver
en términos absolutos, aunque de pronto lo parezca.
Gente que piensa distinto en política
sin embargo, se pone de acuerdo cuando habla de fútbol y quienes piensan igual
de pronto se terminan agarrando a las trompadas, por una diferencia futbolista.
Hubo gente que creyó que ser hombre de fútbol
y político, todo junto a la vez, le daba más fuerza a su partido.
¿Alguien cree que Damiani, Cataldi, Hugo
Batalla o Magurno, por el hecho de estar ligados al fútbol le dieron más fuerza
a su partido? En todo caso son hombres orquestas, figuras de
consenso para acordar con los otros. Muchas veces el financista.
Probablemente, los jefes de campaña política
y los líderes deban bajar la pelota al piso cuando juega Uruguay, pero eso no
significa que no se pueda seguir haciendo política en el buen sentido de la
palabra.
La identificación del político con un
cuadro de fútbol, ni le pone, ni le quita nada. ¿Cuánta gente hay de Peñarol
que no votó nunca a Sanguinetti? Se pensaba que el Viejo Herrera era de Nacional
porque era muy, pero muy nacionalista, sin embargo los que conocemos un poco más,
sabemos que Herrera era de Peñarol.
Hubo en una época al salir de la
dictadura como un tímido intento de identificar política con fútbol y entonces
se decía que los colorados eran de Peñarol, los blancos de Nacional y los del
frente hincha de cuadro chico. Sin embargo, la mayoría de los pachequistas que
conocí eran de Nacional, como Astori.
¡No se dan cuenta que fútbol y política
no tienen nada que ver!
Hay gente que quiere futbolizar la política;
son los que se equivocan, como se equivocó la dictadura militar en la Argentina
cuando el Mundialito. Creyó que comprando los resultados iba a tener a la gente
de su lado.
Futbolizar la política es de los errores
más grandes que está cometiendo este Gobierno, porque si bien son representantes,
lo son de todos los uruguayos y no de un partido, como creen ellos. Que triunfe
Uruguay y que así lo queramos todos, no quiere decir que eso implique un rédito
político para el partido que ejerce el gobierno.
Parece ser una ley de la decrepitud en
política: cada vez que un régimen tiene
que apelar al fútbol para lograr aceptación, es porque está en una crisis
terminal.
La diferencia entre fútbol y política es
muy simple. Mientras el político rinde cuentas cada 5 años, el futbolista tiene
que jugarse la vida en cada partido. En el fútbol no cabe el “yo soy el crack de aquella vez”, o cabezas del tipo "tengo experiencia, lo viví, lo viví, lo viví". Hay
que ganarse el título en cada partido.
Si bien tanto en la política como en el
fútbol se debate y discute mucho: en el deporte no alcanza con tener razón, hay
que ganar en la cancha. No se juega con la lengua, la máquina de escribir o la garganta del locutor, no es opinando que se hace deporte, se juega con los pies.
Se ha dicho que el fútbol es el garante
de la paz mundial, porque el hombre primitivo, de mente calenturienta canaliza
su agresividad allí y no en temas de carácter político o de límites
territoriales. Probablemente, algo de eso haya. El fútbol ayuda a canalizar la
violencia social latente que una sociedad tiene, aunque esto puede ser también
un arma de doble filo y al final, no se pueda entrar a ningún estadio con la
familia.
“Salve deporte eres la paz” decían los
ex soviéticos. Lo decían para acumular fuerzas y seguir haciendo calceta en el zaguán.
Al final la Unión Soviética cayó sin necesidad de una Tercera Guerra Mundial,
como se pensaba.
Los que futbolizan la política son
precisamente los que no entienden nada. Hoy el voto que decide es precisamente, el femenino.
Basta ver los resultados en Chile,
Argentina y Brasil para entender que el voto femenino es crucial en una elección.
Bachelet en Chile, Cristina en Argentina
y Dilma en Brasil son indicadores clarísimos que hoy las mujeres tienen un rol
protagónico en la política, como no lo tuvieron en otra época. Demás está decir
que son mujeres que se ganaron ese lugar. No fue por cuota política que están
allí.
Lo que el fútbol representa para el hombre, no es lo que representa para la mujer. Es un hecho fácilmente constatable.
Lo que el fútbol representa para el hombre, no es lo que representa para la mujer. Es un hecho fácilmente constatable.
Así por ejemplo un poco antes del mundial, el Presidente
de la FIFA, Joseph S. Blatter fue a visitar a Dilma Rousseff para decirle que
apure los preparativos. Dilma le contesta: “No me rompa las p……, que
tengo cosas más importantes que el fútbol en la cabeza”. No estoy diciendo que esa respuesta sea típica o representativa, pero si algo es evidente, es que el fútbol significa cosas distintas.
Al deporte lo que es del deporte, a la actividad política lo que le es suyo.