jueves, 26 de junio de 2014

Fútbol y política no tienen nada que ver

        Fútbol y política no tienen nada que ver en términos absolutos, aunque de pronto lo parezca.
        Gente que piensa distinto en política sin embargo, se pone de acuerdo cuando habla de fútbol y quienes piensan igual de pronto se terminan agarrando a las trompadas, por una diferencia futbolista.
        Hubo gente que creyó que ser hombre de fútbol y político, todo junto a la vez, le daba más fuerza a su partido.
        ¿Alguien cree que Damiani, Cataldi, Hugo Batalla o Magurno, por el hecho de estar ligados al fútbol le dieron más fuerza a su partido? En todo caso son hombres orquestas, figuras de consenso para acordar con los otros. Muchas veces el financista.
        Probablemente, los jefes de campaña política y los líderes deban bajar la pelota al piso cuando juega Uruguay, pero eso no significa que no se pueda seguir haciendo política en el buen sentido de la palabra.
        La identificación del político con un cuadro de fútbol, ni le pone, ni le quita nada. ¿Cuánta gente hay de Peñarol que no votó nunca a Sanguinetti? Se pensaba que el Viejo Herrera era de Nacional porque era muy, pero muy nacionalista, sin embargo los que conocemos un poco más, sabemos que Herrera era de Peñarol.
        Hubo en una época al salir de la dictadura como un tímido intento de identificar política con fútbol y entonces se decía que los colorados eran de Peñarol, los blancos de Nacional y los del frente hincha de cuadro chico. Sin embargo, la mayoría de los pachequistas que conocí eran de Nacional, como Astori.
        ¡No se dan cuenta que fútbol y política no tienen nada que ver!
      Hay gente que quiere futbolizar la política; son los que se equivocan, como se equivocó la dictadura militar en la Argentina cuando el Mundialito. Creyó que comprando los resultados iba a tener a la gente de su lado.
       Futbolizar la política es de los errores más grandes que está cometiendo este Gobierno, porque si bien son representantes, lo son de todos los uruguayos y no de un partido, como creen ellos. Que triunfe Uruguay y que así lo queramos todos, no quiere decir que eso implique un rédito político para el partido que ejerce el gobierno.
        Parece ser una ley de la decrepitud en política: cada vez que un régimen tiene que apelar al fútbol para lograr aceptación, es porque está en una crisis terminal.
        La diferencia entre fútbol y política es muy simple. Mientras el político rinde cuentas cada 5 años, el futbolista tiene que jugarse la vida en cada partido. En el fútbol no cabe el “yo soy el crack de aquella vez”, o cabezas del tipo "tengo experiencia, lo viví, lo viví, lo viví". Hay que ganarse el título en cada partido.
        Si bien tanto en la política como en el fútbol se debate y discute mucho: en el deporte no alcanza con tener razón, hay que ganar en la cancha. No se juega con la lengua, la máquina de escribir o la garganta del locutor, no es opinando que se hace deporte, se juega con los pies.
        Se ha dicho que el fútbol es el garante de la paz mundial, porque el hombre primitivo, de mente calenturienta canaliza su agresividad allí y no en temas de carácter político o de límites territoriales. Probablemente, algo de eso haya. El fútbol ayuda a canalizar la violencia social latente que una sociedad tiene, aunque esto puede ser también un arma de doble filo y al final, no se pueda entrar a ningún estadio con la familia.
        “Salve deporte eres la paz” decían los ex soviéticos. Lo decían para acumular fuerzas y seguir haciendo calceta en el zaguán. Al final la Unión Soviética cayó sin necesidad de una Tercera Guerra Mundial, como se pensaba.
        Los que futbolizan la política son precisamente los que no entienden nada. Hoy el voto que decide es precisamente, el femenino.
        Basta ver los resultados en Chile, Argentina y Brasil para entender que el voto femenino es crucial en una elección.
       Bachelet en Chile, Cristina en Argentina y Dilma en Brasil son indicadores clarísimos que hoy las mujeres tienen un rol protagónico en la política, como no lo tuvieron en otra época. Demás está decir que son mujeres que se ganaron ese lugar. No fue por cuota política que están allí.
        Lo que el fútbol representa para el hombre, no es lo que representa para la mujer. Es un hecho fácilmente constatable. 
        Así por ejemplo un poco antes del mundial, el Presidente de la FIFA, Joseph S. Blatter fue a visitar a Dilma Rousseff para decirle que apure los preparativos. Dilma le contesta: “No me rompa las p……, que tengo cosas más importantes que el fútbol en la cabeza”. No estoy diciendo que esa respuesta sea típica o representativa, pero si algo es evidente, es que el fútbol significa cosas distintas.
          Al deporte lo que es del deporte, a la actividad política lo que le es suyo.