lunes, 12 de agosto de 2013

El cristinismo: con la guitarra en el ropero


             Hay un hecho de fondo en lo que el PASO o suerte de primarias a la argentina viene a demostrar. En Argentina no existen condiciones mínimas para un proceso a la venezolana. Ese es el dato más importante de estos comicios.
        Más que un gobierno de derecha hablando para la izquierda, es un gobierno que está buscando el punto de inflexión que le permita ir a lo de Chávez, pero las circunstancias políticas y económicas que vive se lo impiden. Lo que la opinión ciudadana vino a decir es muy simple: Si pensaban ir por todo hasta aquí llegaron.
        Si se lo mira desde el punto de vista social es el fin del caudillismo populista confrontador, que encuentra su espacio político inventando enemigos de paja y vive en una borrachera de poder.
        Si se lo mira desde el punto de vista político es un revés importante en las Provincias más pobladas de Argentina.
        Pero no bien se lo mira desde el punto de vista económico es cuando se siente justamente, el olor del azufre. Porque lo que se viene en Argentina de aquí a dos años y cuatro meses es la estanflación, esto es, el estancamiento con inflación, en donde el gobierno no puede hacerle nada, haga lo que haga; si emite genera inflación y si retira circulante, también hay inflación. Es trágico. En la estanflación el gobierno pierde el control de las variables macro económicas.
        Un país como Argentina que nunca entendió las reglas de juego en economía, se la termina agarrando con lo que a los periodistas interesados y a la psicología del hombre medio le parece, pero el trasfondo es este.
        Lo que demuestran estos comicios es que la gente no quiere descalificaciones al adversario político, sino soluciones por la positiva. Es el fin de aquella Argentina que emerge del corralito y el corralón de fines de 2001.
        Los temas que importan hoy son la inflación, la inseguridad ciudadana, el respeto del otro, el impuesto al trabajo. La sociedad argentina ya no quiere mirar hacia atrás, sino hacia adelante.
        Estamos en un mundo que está en plena revolución tecnológica, con un sistema educativo pensado para la época de la revolución industrial. Hoy, para un muchacho es más atractivo ir a un cibercafé, que ir a la escuela o el liceo. El mundo actual es un mundo de nativos digitales, eso hace que la opinión de las redes sociales sea tan o más importante que la opinión pública, en el sentido amplio de la palabra.
        Argentina tiene una capacidad industrial instalada que no se condice con su producción, por diversas causas, fundamentalmente, por caprichos de los gobernantes; se termina ahogando al pequeño y mediano empresario.
        No es un país formado por el impulso igualitarista, sino por el hombre que fue a hacerse la América y a encontrar el camino del enriquecimiento que en ese momento Europa no podía darle, es a todos sus efectos, una sociedad abierta, aunque haya gente que es enemiga de esa realidad.
        Hoy la realidad plantea cosas nuevas. Argentina es el primer consumidor de cocaína a nivel mundial. Hay una mafiosidad que se continúa de gobierno en gobierno. ¿El servicio de inteligencia argentino es inútil o incapaz?
        El ciudadano en Argentina está desamparado: la droga se la están vendiendo en la esquina y el que roba, lo hace con una violencia que espanta a todos.
        Otra Argentina se nos viene. La fiesta progre se termina, aunque recuperen posiciones el centro izquierdo no kirchnerista.
        No es nada improbable que sea una Argentina que quiera insertarse al mundo y el mundo le pase la factura por las desconfianzas que genera.