Desde
la caída del socialismo real a la fecha, hace tiempo que no leía cosas como las
de Alejandro Antonelli y las etapas.
Al
que no estudió la mecánica estaliniana de funcionamiento de los planes
quinquenales soviéticos y de Europa del Este le cuesta entender qué es lo que
en verdad están queriendo decir cuando entran a definir las cosas en función de
una supuesta “etapa” en los acontecimientos políticos.
Esto
recuerda aquella novela en donde el personaje dice: “Mamá, me voy a la guerra de
los 100 años”. La así llamada por los historiadores Guerra de los 100 años,
entre Inglaterra y Francia, duró en realidad 116 años y fue del 1337 al 1453.
¿Cómo sabía en el momento en que se desata el litigio bélico, en el año 1337,
el personaje de la novela, que la guerra iba a durar 100 años, si recién
comenzaba?
Una
guerra se sabe cuándo empieza, pero no cuando termina. ¡Tenía que tener la bola
de cristal para poder decirle a la madre que se iba a la guerra de los 100
años!
Con
el tema de las etapas ocurre algo similar. Cuando uno leía los planes
quinquenales de los países de Europa del Este contaban la historia del partido
comunista local en etapas. La etapa de la madurez de la clase obrera, la etapa
de la resistencia pasiva, la etapa de la reconstrucción nacional, la etapa de
la consolidación de la reconstrucción y todo así. La pregunta que uno se hacía
es: ¿Cómo sabe en qué etapa está, si la está viviendo y todavía no concluyó?
El
hecho de que los historiadores después vengan y digan que lo que ocurrió hace 50
años atrás responde a una etapa con tales y cuales características es un tema,
pero aquel que está viviendo ese proceso ¿Cómo determina en qué etapa está?
¿Cómo
se yo hoy en qué etapa estamos ahora?
Veamos
los siguientes ejemplos. En la época de Allende en Chile se hablaba de que
estaban en la etapa de la vía chilena al socialismo y existíamos quienes
sosteníamos que en realidad estaban en la etapa de la vía socialista al
genocidio.
¿En
qué etapa estaba Allende?
Cuando
lo de Cámpora y Perón en la Argentina ¿en qué etapa estaban? ¿En la salida de
una dictadura o en el interregno hacia otra?
Cuando
lo de Velazco Alvarado en Perú ¿en qué etapa estaban? ¿En la etapa de la
dignidad del indio o en la etapa del fin del nacionalismo provinciano?
La
historia se cuenta, por lo general, con 50 años de distancia entre aquello y lo
de ahora, cuando las pasiones del momento ya no existen más, los agentes
intervinientes no están vivos o dejaron de ser gravitantes, la realidad del
presente es otra y entonces sí, se puede tomar distancia y determinar en qué
etapa realmente estaban.
Pero
en el momento en que las cosas ocurren, solamente con la bola de cristal se
puede saber en qué etapa se está.
Alejandro
Antonelli es un hombre de aquella camada. Sabe en qué etapa está hoy, no le
pregunten qué metodología utiliza para determinar algo tan complejo como
escribir la historia desde el presente.
Recuerdo
que cuando salió Topolansky de la cárcel le preguntaron si pensaban tomar las
armas de nuevo y contesta: “En esta etapa no se dan las condiciones para eso”.
Pregunto: ¿En qué etapa está ahora? ¿En la etapa de la “sana envidia” a La
Cámpora kirchnerista?
Es
matemático. Cada vez que esta gente sale a definir muy suelta de cuerpo la
etapa en que estamos ahora, es porque están tratando de calmar a un sector
interno y asustar a la oposición dando a entender que están para más.
Nadie
les da importancia, porque desde nuestra concepción de las cosas nos resulta
absurdo razonar así en política. Es como si yo digo que Marte en conjunción con
Venus, bajo el regente de Júpiter, de acuerdo a mi signo zodiacal determina que
por esta semana tenga que quedarme muy tranquilo y no ir a ningún lugar.
Para
decir en qué etapa estamos hay que tener condiciones similares y en la
cuadrícula de los astros hacer un complejo cálculo, como sostenía P.V Piobb en
Tratado de Alta Magia. Saber la etapa exige algo más que la bola de cristal,
pone en juego una rara magia, que no es ni blanca ni negra, sino Alta Magia.
Nunca entendí la razón por la cual a ese socialismo le dicen “científico”,
cuando no especifica qué método usa para determinar en qué etapa estamos.
Lo
de la etapa es el taparrabo de otra cosa que está queriendo decir en clave internista hacia sus partidarios.
Veamos
este ejemplo muy sencillo. Cuando las elecciones del 84’, el partido socialista
saca un programa de gobierno que se llamaba “Socialismo sobre nuevas bases”.
Todos creímos que íbamos a leer criterios similares a los que manejaba en ese
momento la social democracia europea. Para nuestra sorpresa vinimos a descubrir
que las “Nuevas Bases” era más de lo mismo.
Todos
sabemos que siempre existió el socialismo de Kautsky, Berstein y Bruno Bauer y por el otro
lado el leninismo, posteriormente estaliniano. En eso no se confunde nadie.
¿Qué querían decir con “socialismo sobre nuevas bases”? Cualquiera entiende que
lo contrario a lo que le decían a la gente.
Con
lo de Alejandro Antonelli sucede algo similar. Nunca le van a decir a la gente
a dónde en verdad van, porque a donde en realidad lo conduce su política, es
trágico.
Van
a donde se les antoja en etapas que vienen de cualquier lado y transitan a
cualquier cosa que en ese momento le resulte eficaz para ser creíble en gente
que no entiende de política, sino del delegado del delegado del delegado del Secretario
General.
Todo
esto podría ser pintoresco, si no fuera porque el equipo económico, con la
mente puesta en temas más serios, lo desautoriza a Alejandro Antonelli, haciéndole
ver que una suba de impuestos ha de tener un costo político. Fue el IRPF quien
le puso fin a ese crecimiento sostenido y permanente del Frente y nada indica
que la tenga fácil ahora.
Como
ya lo dije en post anteriores, están desesperados y no saben a quién meterle la
mano en el bolsillo, como lo vino a confirmar las idas y venidas en torno al
FONASA.
El
“etapismo ciego”, como decía un trotsko, porque no son las etapas de un
vidente, sino de alguien que está en la oscuridad mental, aparece ahora
insistiendo más allá de la desautorización del equipo económico, lo que quiere
decir que está ligado al discurso de campaña que se avecina.
Dice
Alejandro Antonelli en Búsqueda: “Yo pertenezco a un partido que ya de por sí
tiene una visión política, tenemos una utopía para cumplir, que sentimos que son todas etapas.
Todas las miramos como pasos al socialismo.”. Interesante manera de ver el
mundo, solo que no cierra en ningún lado: ¿Cuáles son las etapas del triunfo de
Bachelet en Chile, luego el de Piñera y ahora probablemente el de Bachelet?
¿Cuáles son las etapas de los 54 años de la dictadura de los hermanos Castro’s
en Cuba? ¿Cómo se define las etapas en Corea del Norte? ¿Cómo la etapa actual
del misil negociador? ¿Cuál es la etapa actual del partido comunista chino? ¿La
etapa del post ping pong?
Alejandro
Antonelli parece que hablara para un viejo calandraca a lo Chiflett que se
quedó llorando hasta hoy la muerte del “Gran Jaurés”, y sigue indignado por la “traición”
de Georges Clemençeau olvidando que el mismo Mitterrand cuando le pone nombre a
una cañonera francesa la bautiza “la cañonera Clemençeau”, queriendo significar
que si en la Comuna de París hubieron razones para una cosa, a la hora de
defender el interés nacional, hay razones de otra índole.
Alejandro
Antonelli no me sorprende, pero llama la atención que hoy en el Uruguay existan
estas cabezas, pensando como si el advenimiento del socialismo a nivel mundial,
fuera un hecho que no se discute. Es cuestión de tiempo ¿Verdad? No hay 18 de
Brumario de Luis Bonaparte que pueda frenarlo ¿Verdad?
Me
decía una vez un taxi metrista, hablando de estos temas: “Diga que Estados
Unidos está muy, pero muy embromado, pero donde ganen los republicanos se
termina todo esto al instante”.
Alejandro
Antonelli quiere decir más impuestos, transferirle al sector ganadero más de lo
que ya le han transferido y hacer que pierdan de ganar lo poco que pueden,
abasteciendo un mercado interno a pérdida, como si ya no estuvieran acogotados.
Es
exactamente lo que no hay que hacer. Cualquier empresario que se
especializa en un producto sabe que “En
casa de herrero, cuchillo de palo”, porque del intercambio vive y no está
dispuesto a comerse la ganancia.
Un
país que exporta ganado para fajas selectivas de mercado, en donde el estado a
través de quitas, retenciones y detracciones sostiene su estructura, es un país
en donde la carne suele salir cara. No es porque el ganadero sea malo, sino
porque el país necesita esa divisa.
Lo
de Alejandro Antonelli es lo más bajo que se puede concebir, porque es el
socialismo de los que quieren comerse la torta y guardarla al mismo tiempo,
todo junto a la vez. Son los colosales fabricantes de pobreza, los grandes
organizadores de la derrota social de gente confundida, que termina quedándose sin
el pan y sin la torta.
Este
me hace acordar aquel loquito suelto que cuando las grandes huelgas de los
frigoríficos del año 59’, en el llamado paralelo 38, después de oír el tango de
Gardel “Que va cha, che”, fue y robó una vaca.
Si
vale Jesú,
lo mismo que el ladrón, bueno entonces, votemos por Alejandro Antonelli.