Hoy vivimos una realidad internacional y latinoamericana que se debe tener en cuenta a la hora de interpretar lo que está ocurriendo en el Uruguay.
Como si existieran hilos invisibles, los procesos de diversos países toman un perfil similar, aunque bajo realidades diferentes.
En Venezuela, que parece ser el gatillo que dispara estas nuevas realidades que hoy tenemos, gobierna un ex golpista, prominente dictador y payasesco personaje, cuyo único protagonismo internacional es insultar un día sí y otro también, a los Estados Unidos de América, mientras destruye la economía. Chávez sabe por diablo, pero más sabe por Castro, que multiplicar los pobres es la vía regia para perpetuarse en el poder, ofreciendo el plato de lentejas, a cambio de toda la suma de poder político.
En Bolivia gobierna un indio que cuando el Parlamento no le vota una ley, no se le ocurre nada mejor que hacer huelga de hambre. Un Presidente que hace eso es, sin ningún lugar a dudas, un oprimido fisiológico, un pobre mental.
En Brasil gobierna un obrero metalúrgico que no sabe inglés y que parece ser esa la condición que le abre unas puertas hacia Estados Unidos, que otros con mayor preparación no lograron. Un hombre cuyo único mérito es haber insultado desde los años 80’ a toda la política que se hizo en Brasil para, al llegar al Gobierno, ser su mejor continuador.
En Paraguay gobierna un sacerdote cuya mayor especialidad es dejar preñada a cuanta mujer se le cruza por el camino. Un hombre llamado a tener el mismo destino que San Agustín, el día que escriba sus confesiones.
En la Argentina gobierna una mujer, que vive para su ropa, los perfumes y la alta cosmética. Una bellísima criatura que cuando tiene una cita con otros mandatarios se viste de formas totalmente exóticas. Es de lo único que entiende, porque el resto, lo lleva a cabo su marido, el ex Presidente Kirchner.
En Estados Unidos gobierna un negro, cuya mayor especialidad es ir por el mundo declarando que él y su país tienen buenos sentimientos para con los demás.
En Italia gobierna un magnate que le gusta las orgías y las fiestas sexuales y a nadie le parece mal que así sea, más allá de los escándalos que arma la prensa.
Como se puede apreciar en cada lado gobierna, la sombra de ese país.
Cuando le preguntaron a Mujica que pensaba de Chávez dijo: “Para Venezuela está bien”. Cuando le pregunten a nivel internacional a otros mandatarios que piensan de Mujica, dirán: “Para el Uruguay está bien”, es decir, para un país de cuarta, se entiende, con ferviente vocación a ser de quinta.
Lo que hay que entender es que en Venezuela gobierna un payaso prepotente, porque el venezolano es eso. En Bolivia gobierna un ignorante con mentalidad oprimida, porque el boliviano es así. En Brasil gobierna un obrero calificado cuyo mérito es hacer bien los deberes, porque el brasilero es como ese hombre. En Paraguay gobierna un cura fornicador, porque el paraguayo es eso. En la Argentina gobierna una criatura más digna de la farándula que de otra cosa, porque la Argentina es así. En Italia gobierna una cosa como Berlusconi, porque el italiano es como él. En Estados Unidos gobierna un negro, porque el americano es eso: impulso, instinto y reflejo.
Pregunto yo: ¿A alguien puede sorprenderle que en el Uruguay gobierne un viejo cascarrabia, ordinario, boca sucia, prepotente y con un historial de robos a bancos y asesinatos que erizan hasta al más curado de espanto? El uruguayo es eso.
Mujica, para el Uruguay está bien.