jueves, 4 de junio de 2009

Estamos parados en la cruz de los caminos



A menos de un mes de las elecciones internas, hoy vemos cual es la situación en la que está el Frente Amplio. Por un lado, la soberbia de una barra que lo único que sabe hacer es insultar tirando piedras desde su fingida marginalidad, contra el tejado de las instituciones. Por el otro, el grueso de la población frentista no paria social, no plancha, que mira desconcertada la falta de referentes clásicos. Ni siquiera aquella subcultura sociológica mitificadora del Frente, les queda como argumento hoy en día. El hecho de que Astori esté internado en el CTI con neumopatía corre a su favor –no tiene gracia criticar un hombre internado‑, pero es una contra a la hora de dirigirse a la gente, por quien si algo ha demostrado es el más absoluto desprecio al diálogo y los acuerdos. De la soberbia a la postración en el CTI hay una misma condicionante: el no diálogo, la no comunicación.
Decía Castilla del Pino, en aquel libro llamado “
La Incomunicación”, que la violencia es la respuesta que da el individuo incomunicado: es una forma de romper su aislamiento. Si trasladamos esta valoración a lo que muestra el Frente, vemos que por un lado, está el aislamiento astorista y por el otro, la somatorosis incontinente de la violencia verbal de Mujica, como dos caras de una misma incomunicación con la gente.
Cualquiera entiende, que disfrazarse martín fierrescamente de Viejo Vizcacha es jugar a un personaje, es inventar una identidad, no una forma auténtica de comunicarse. También, cualquiera se da cuenta, que la soberbia prepotente de Mujica, no tiene nada que envidiarle a la tecnocrática de Astori. Es lo que el Frente hoy ofrece después de haber llevado al Gobierno a un tentepié como Tabaré Ramón Vázquez Rosas, no procesado por ahora ante
la Justicia, por razones de inmunidad.
Frente a esto, a la oposición le preocupa quién es el más potable para enfrentar al candidato único que elija el partido de gobierno y en lo que me es personal pienso que cualquiera. No hay mejor, ni peor, por la sencilla razón de que para la lógica marxista de la barra mujiquista y pit cenetista, son partidos del enemigo de clase. Gane quien sea dentro de los partidos de la oposición, algo horrible tendrán que decir, puesto que ellos sienten nostalgias de un mundo que creímos perimido: el que pagaba en especies, el que le daba a su moneda un estricto valor de uso, pero al negarle el valor de cambio, estaba fuera de cualquier arbitraje, el que mantenía regiones enteras en pleno siglo XX comerciando a lo Persa, en ferias miserables y mercados en donde el narcotráfico y el tráfico de armas eran los elementos que vertebraban la economía. Eso, que es impensable como propuesta política, es lo que añoran y por ende, sea quien sea el que gane en los partidos de la oposición, tendrá que enfrentar esta hidra de 1000 cabezas, que por cada una que le cortan parece nacerle dos nuevas.