Este Manual del Perfectito Marxista Montevideano no tiene nada que ver con otros manuales que circulan por la red. En primer lugar porque cuando se sale de los tutoriales pedagógicos lo que se suele realizar al confeccionar un manual, como el Manual del Socialista Sectario o el Manual del Perfecto Machista es burlarse de la persona que se quiere caracterizar.
Evidentemente, muchas cosas suelen ser graciosas, ahí está lo interesante de su lectura, pero eso no significa que haya que ser agresivo, porque como todos sabemos el marxismo es todopoderoso, porque está en lo incierto.
El Perfectito Marxista Montevideano no es cualquier especie política, sabido es que para pertenecer a un partido hay que adherir a su programa, colaborar con algo en las campañas y participar en el momento de las elecciones, pero para ser marxista se exige mucho más por parte de una persona sacrificada "a la causa de la humanidad". Puede pertenecer a cualquier partidito, estar contra las elecciones y no participar en ninguna contienda electoral, puede vivir metido en el parlamento retocando puntos y comas de la legislación vigente, puede pasarse años "haciendo calceta en el zaguán". Puede ser Ministro y hablar con mucha moderación o tomar de pronto la forma de una "justa cólera divina" como decían los griegos cuando veían un poseído por alguna verdad superior.
El Perfectito Marxista Montevideano es aquel que siempre obra concientemente.
El idioma castellano suele hoy considerar como idénticas las palabras consciente y conciente, no obstante lo cual se hacen algunas consideraciones al respecto. "Consciente" quiere decir responsable, en cambio "conciente", quiere decir estar en el estado de conciencia que permite percibir con claridad una cosa. Más allá de eso, la Academia dice que pueden ser usados indistintamente porque el sentido se desprende del contexto de la oración. En el caso del Perfectito Marxista Montevideano, hay que hacer esta aclaración, puesto que cuando uno dice que son hombres que obran "concientemente", eso no significa que tengan o asuman responsabilidad alguna por lo que hacen, lo que se busca significar es que obran a conciencia y generan disturbios y malestares sociales ex profeso. Obrar a conciencia cuesta mucho, pero suele ser una de las claves más importantes para entender al Perfectito Marxista Montevideano.
El Perfectito Marxista Montevideano puede seguir existiendo incluso en el 2.845, puesto que es una criatura que si bien politiza absolutamente todas las cosas: tiene una moral, una teoría, una estética, una literatura, una música, un teatro, una ironía, incluso una manera revolucionaria de sonreír en los actos en que participa, pese a eso ninguna concomitancia política le altera su condición de marxista, así tenga que salir de Chile disparando con lo puesto, o de Uruguay saltando por las rejas de una embajada. No importa lo que ocurra, él siempre será indefectiblemente hasta el final, Perfectito Marxista Montevideano.
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Para entender al Perfectito Marxista Montevideano hay que comprender al padre. Este no suele ser Carlos Marx, como a primera vista puede parecer. El padre del Perfectito Marxista Montevideano, es el padre no más.
Mientras otros niños tienen una infancia leyendo cuentos infantiles, jugando a la pelota y demás, él tuvo un padre sindicalista o que estuvo en un partido "de la burguesía" y se posicionó allí adentro como un "liberal de izquierda" hasta que desengañado fue ganado a cualquier lugar "ultrista" de la izquierda. El padre llegaba a la casa siempre con una preocupación política diferente, furioso, malo, preocupado. Mientras otras personas se enojan cuando su realidad personal le conduce a soportar presiones y dificultades, el padre del marxista es alguien que vive enojado por cosas que tienen "un horizonte abierto, que siempre está más allá", de la canción de Yupanqui.
Mientras otros niños dicen: "Quiero estar con mamá", él dice: "Quiero estar con papa", porque a la mujer la tiene, como se dice vulgarmente, "podrida" y en cambio la única persona en el hogar que lo escucha y lo atiende es la criatura.
El cativo desde muy pollo mama, un conjunto de tensiones que están más allá de su comprensión. No entiende bien lo que ocurre -esa va a ser una constante en su vida- pero palpa la atmósfera tensionada de cada época.
Cuando el padre le habla, el niño no entiende bien de que le está hablando. Una criatura es incapaz de entender cosas como que "La burguesía maquilla ahora el Producto Bruto Interno para encubrir sus intereses de clase y están pensando en un mazazo tenebroso contra los trabajadores". El niño piensa, alguien muy malo se disfraza y quiere ahora comérselo a papa. No es nada improbable que piense que el almacenero de la esquina sea esa cosa fea, "la burguesía" y vaya y lo insulte o le tire algo, o que crea que la Directora de la Escuela está aliada a ese malo y cualquier asociación infantil de ideas, dada la laxitud lingüística de una palabra que denota algo, como el término burguesía, pero que es tan extensa, que en definitiva no connota nada. Esa es una de las causas por las cuales en el futuro cuando alguien diga: "Pueblo adelante, pueblo a vencer, que a la burguesía, hay que aniquilar", eso le conmueva hasta lo más profundo de su ser. Después de esa marcha, se siente bien, se siente como perteneciendo al género humano. Por ende, para él, con el tiempo, todos los que no se someten a periódicas abluciones de activismo, no son buenas personas, están con ese malo que el padre le decía.
Al padre lo admira mucho, pero en el fondo no lo entiende. "Un hombre así", piensa el niño para sí, "si está tan contra, porqué no agarra un fierro y le parte el cráneo a la burguesía. Porque acepta tanto eso malo".
Esta es la causa por la cual, los primeros pininos de un Perfectito Marxista Montevideano se hacen desde cualquier grupito de ultra izquierda.
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El niño captó allí algo que luego reprime. Ve con claridad el mal manejo de la agresión que hace el padre. En psicoanálisis se llama así a la furia contra algo que está más allá del individuo. La agresividad, que es parte del instinto animal, en vez de ser usada para lograr objetivos personales es utilizada para querer alcanzar metas fuera de la realidad de esa persona. Se ha dicho, que el marxista está en la realidad, pero ignora su realidad. Es un materialista de irrealidades.
Esa represión que la criatura ejerce sobre su sano sentido común de lo que le ocurre al padre, lo conduce de cabeza a la ultra izquierda, porque le ofrece un drenaje concreto a tanta indignación contenida y refrenada.
Cuando se hace ultra izquierdista no quiere teoría, busca la acción y desea tomar cualquier cosa y entrar a luchar. El tema es que no sabe contra quien debe emprenderla. ¿Qué es en definitiva "la burguesía"? ¿Es aquel que se compró un auto cero quilómetro? y el que compró uno más barato: ¿Qué es? ¿Un pequeño burgués? ¿Qué es un pequeño burgués? ¿Un burgués en chiquito, pequeño o un pequeño que se hace el burgués? Y el que tiene una moto ¿Qué es? ¿Es un desviado consumista vendido a la burguesía? y el que anda en bicicleta, como él ¿Qué es?
Si seguimos analizando, caben más interrogantes. ¿Qué es el "imperialismo"? ¿Dónde está que no se ve? Y la "oligarquía" ¿en que se diferencia de "la burguesía"?
Se dice en lógica que cuando un concepto es tan extenso, pierde su carácter comprensivo. Si yo digo "Centauro" todos pueden imaginar en su entendimiento un hombre que es hombre y caballo todo junto a la vez, pero todos sabemos que eso no existe en ninguna parte. Centauro, burguesía, oligarquía, imperialismo, pequeño burguesía, Águila Imperial, denotan algo, evidentemente, pero no connotan nada. Esa es la causa por la cual cada rama del saber tiene especificado claramente lo que significan sus términos. Si yo digo "miocardiopatía hipertrófica", "epatitis", "piorrea", estoy tipificando algo muy concreto que denota y connota una cosa específica, pero si digo: "El enemigo de clase", en ese caso ¿A quién me refiero? ¿A los que piensan distinto a mi o a los que viven mejor que yo? El que saca la lotería ¿Qué es? ¿Un vendido al enemigo de clase porque tuvo suerte? ¿Tiene que regalar ese dinero, cuando a él en la vida nadie le regaló nada, más allá de haber tenido suerte y embocar con un número?
Esta inconsistencia conceptual lo conduce a basarse pura y exclusivamente en algo que también es instintivo: La envidia, como una constante que al final lo destruye en cualquier situación bajo la que se encuentre. Esa es una de las causas por la cual, después de un robo importante, empiecen los problemas internos en la ultra izquierda. Lo que muestra "El Tesoro de la Sierra Madre" de John Huston, basada en la novela de Bruno Traven, es perfectamente aplicable a lo que le sucedió al "ala chilena", de los tupamaros.
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El Perfectito Marxista Montevideano es aquel que hizo de la política una razón única de vivir. El mal manejo que hace de la agresión lo conduce a una parálisis interior, que puede llegar a ser desgarrante, entre el voluntarismo y el determinismo, entre la necesidad de hacer algo urgente y "las condiciones materiales objetivas que la correlación de fuerzas imperante plantea".
Existe por ejemplo gente, que cuando todo le fracasa y se ve envuelta en medio de una tragedia muy similar a las tragedias griegas, en dónde querer evitar lo inevitable agrava más lo que se quiere esquivar, deja todo y se pone a estudiar minuciosamente la diferencia entre plus valor y plus producto en las crisis de sobre producción de la mercancía, siguiendo el Tomo I del Capital de Carlos Marx. Por supuesto, de economía ricardiana, no entiende nada, ni siquiera para saber a que se refería Marx. El "economicismo" allí, juega el mismo papel que coleccionar mariposas, para un neurótico obsesivo.
Lo vimos claramente cuando vino el golpe de Estado en el Uruguay en el 73'. Sesudos estudios desde "Carta", la publicación clandestina del partido comunista en el Uruguay, sobre "la rosca oligárquica"; siempre el uso de palabras compuestas, ya que "oligarquía" y "rosca", denotan algo, pero no connotan nada. Era como para tomarse a los puños con los puesteros y los feriantes, mientras una tragedia colectiva estaba en marcha.
El Perfectito Marxista Montevideano necesita que "le den la línea", para saber lo que tiene que hacer porque sigue siendo ese niño chico que "discrepaba profundamente" con el padre y al final hacía lo que él le decía. Eso hace que al llegar a mayor necesite un buen amigo que lo asesore, duerma en la casa, converse con su mujer. Cuando uno se entera que existieron problemas y la palabrita "traidor" se pone a la orden del día es por ese intimismo internista que la lógica cerrada amigo-enemigo le impone. La organización en la que participa para él es como una familia y, en efecto, son familias las que están detrás de ese "obrar conciente" que los caracteriza.
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Se podría decir que hay dos clases de Perfectito Marxista Montevideano: el que tuvo un padre modelo para su actual concepción de las cosas. El obrerista sin fábrica, el proletarista sin chimenea; el hombre que lleva una fijación infantil y por ende, un condicionamiento emotivo. Las barbaridades que dijo en su adolescencia de asambleísta en los liceos, le pesa sobre la conciencia. Hoy no dice esas barbaridades, pero lleva la necesidad de un ajuste de cuentas político con una tendencia estudiantil de fines de los años 60' y comienzos de los 70'. Hablaba con frases hechas, tenía discursos estudiados de memoria, vivía de barricada en barricada; lo llevaban preso y al otro día estaba nuevamente "en la línea de fuego". Era un hombre "de vanguardia", con el orgullo ‑ese orgullo típico de los paranoides‑ de ser marxista‑leninista. Como remate del cuadro de personalidad alterada, tenía un delirio querulante, es decir, el delirio de hacer algo grande, importante, que pase a la historia y le permita entrar por la puerta grande "a tomar el poder". Hoy, como doctor Zhivago es un empleadito asustadizo de algún Consejo Directivo de Facultad o un jerarca que mira con desconfianza a todo el mundo en algún Centro Comunal o trabajó para "los servicios" y lo emplearon en algún supermercado de alguna ciudad del interior de la República.
La diferencia entre él y otros es muy simple: Los años 60' fueron años de ruptura generacional para la mayoría, pero no para él, porque si bien le generaba problemas al padre, ambos se admiraban mutuamente.
Eso hace que el resto de su generación no "tenga referente" y se sienta traicionada "por los viejos". Él no, por el contrario, la entiende a la Guardia Vieja. No hay que olvidar que durante su juventud parecía un joven revolucionario de los años 20', cuando a Lenín se lo veía como una liberación y no como se lo terminó viendo después.
También está el marxista actual; el hijo de padre divorciado que se quedó viviendo con la madre. Es una especie más simple, porque no tiene aquel condicionamiento ideológico y si bien vive en un clima moralmente similar, no tiene aquello de los 60', es decir, se encuentra en una sociedad en donde no existe "el agente histórico" para eso, ni la voluntad, la determinación de creer que esa es "la salida". Hoy, a la vuelta de la esquina, lo espera cualquier cosa, menos "La Revolución". Como marxista, no es perfecto, pero no es nada improbable que el padre sea un Perfectito Marxista Montevideano, que viene de otra época y fue sosegado de tanto vivir como un cero a la izquierda en la izquierda. El hecho cierto es que cuando va a visitar al padre, se convence cada vez más, que el gran error que cometió la madre, fue haber conocido ese hombre.
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Para entender al Perfectito Marxista Montevideano en este aspecto hay que comprender el rol que juega la sexualidad en él y en el común de la gente. Para la mayoría de las personas, sexualidad y política son dos cosas distintas. Eso explica en gran parte los matrimonios clásicos en el Uruguay en dónde él era un libre pensador de fuerte acento ácrata y ella una católica práctica ultramontana. Durante un gran período de nuestra historia, pensar distinto no tenía importancia desde el punto de vista afectivo. No es el caso del Perfectito Marxista Montevideano.
Esto hace que a nivel afectivo se le prenda a una mujer de sentimientos progresistas, muy influida por el boom de la literatura latinoamericana y poetas como Antonio Machado, Miguel Machado y Pablo Neruda, fundamentalmente, "Los 20 poemas de amor y una canción desesperada". La mujer lo quería porque lo veía fuerte, decidido, con eso inquebrantable que tenía Lenín en los momentos difíciles en dónde nunca vacilaba y siempre "sabía qué hacer". La representación psicológica de Lenín que tiene nuestro Perfectito Marxista Montevideano es la que se puede tener de los brazos de acero de un Sharsheneger o del trícep francés. Para él Lenín es algo así como un Popeye fundamental. Gran parte de lo que se entiende por narcisismo‑leninismo, está basado en esa visión primitiva de las cosas. Con el tiempo la mujer comenzó a sacar las mismas conclusiones que la directora de cine y guionista italiana Lina Wertmüller, la de comprender que son los hombres más infelices que hay sobre la tierra.
A diferencia de otros matrimonios en donde el hombre es infiel por naturaleza y al final la deja a ella por "frígida", aquí es al revés, es ella la que lo abandona a él, no por una cuestión sexual o emocional, sino porque no aguanta más una cosa así, todo el día hablando de política.
Cualquier otro tema es "burgués", es "alienación", es "consumismo", es "una jugada habilidosa del enemigo de clase" para desviarlo de lo importante. Como "la burguesía hizo de su ideología, la ideología de todos los miembros de la sociedad", con esa lógica puede rechazar todo lo que no le guste y justificar todo lo que viene bien.
En el plano afectivo el Perfectito Marxista Montevideano, piensa como Lenín que "no hay nada más revolucionario que amar a una sola mujer". Si alguien intenta hacerle ver, por alguna vía a esa cabeza que Lenín le metía cuernos a Krupskaia con Nadya, grita enfurecido: "Cuidado con el trotsko". Cómo doña Juana, doña María y don José no entienden de esto, puede siempre decir y fabricar la realidad en cualquier tema.
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Para entender la razón por la cual es así, hay que recordar que cuando era joven, todas las noches antes de acostarse tomaba un libro de Marx y se estudiaba de memoria unos párrafos, al otro día al levantarse los recitaba y esa noche aprendía unos nuevos hasta saberse de memoria todo el libro de Marx. No debe existir pueblo alguno en el mundo que estudie a Marx con ese amor medieval, aplicando las mismas técnicas que los monjes y los escribas. Eso hace que siendo infantil en casi todos los temas, se transfigure cuando opina de política, porque con los años, si bien dejó las técnicas memorísticas más propias del Medioevo y de los monjes budistas, comenzó a leer a gente como Mariategui, Abelardo Ramos o Gramnsci. De memoria propiamente dicho se sabe algunos libros de Marx, los concernientes al Colonialismo Británico, los de Lenín, fundamentalmente, La lucha de los Pueblos Oprimidos contra el Imperialismo, los de Stalín, fundamentalmente, La Cuestión Nacional y Cuestiones de Leninismo. Bajo lectura atenta, pero crítica ‑él no quiere "burgueses metidos en esto"‑, mucho marxismo latinoamericano, como las publicaciones que existieron en Perú durante tiempo. Todo él transpira anti norteamericanismo y anti imperialismo de cualquier época que le pidan, en un país, como el Uruguay, donde la presencia norteamericana es la más baja de toda América Latina.
Esa determinación anti norteamericana es la que le da un motivo para ser Perfectito Marxista Montevideano: Se derrumba a nivel mundial en todos lados el comunismo, pero para él, sustantivamente considerado, no cambia nada, porque desde su óptica, cayó por "una miserable conspiración a gente muy moderada, demasiado moderada, como los soviéticos". Como los ex soviéticos siempre estaban "tratando de ganar tiempo", el error de él, no fue haber apoyado el comunismo, sino "la flojera ideológica". Cuando se le pide una reflexión contesta: "No es este el ámbito para tratar ese tema". Él es un duro y no le da ni la uña al "enemigo de clase", por lo tanto, a él no le va a suceder eso horrible que allí sucedió.
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El liberalismo político es más una construcción anglosajona que otra cosa, pero dejando de lado ese tema del origen -si se lo rastrea fueron los griegos los que esculpieron en estatuas la libertad, igualdad y fraternidad- hay una cosa que rompe los ojos: para ser liberal hay que intentarlo, no es algo inmutable y estático. No es una figuración eleática a lo Parménides, un arquetipo inmutable y esencial sostenido más allá del espacio tiempo, sino algo que exige un difícil manejo, época tras época, fundamentalmente, porque como sostiene acertadamente Daniel Goleman, en "Psicología del Autoengaño", el "yo es totalitario". Es un hecho que el hombre se vuelve liberal porque en una comunidad organizada y compleja en donde hay tensiones que compartir, no le queda más remedio que vivir bajo un estado de derecho, normado y regulado sobre determinadas bases, pero si fuera por él, el individuo tiranizaría a cuanta persona pudiera. El liberal clásico cree que el liberalismo es algo establecido, pero luego la vida le demuestra que tiene que conquistar a cada paso, eso que daba por supuesto. El verdadero liberal, en realidad, es un pesimista práctico que trabaja para un idealismo trascendente: Cree en el hombre, pero desconfía del individuo.
Lo que trajeron esos pesadillescos, para unos y hermosísimos para otros, años 60' y 70', todavía parecería que no está adecuadamente procesado y para muchos es como un nudo muy difícil de desatar. En esa época intervinieron tres cosas en forma sucesiva y simultánea, como cachetada de loco generando una enorme confusión en las capas medias. Hoy operan en planos diferentes, por eso es más fácil evitar aquella confusión.
1º) Por un lado están los antiliberales, que aunque a muchos no les guste reconocer, no están en la ultra derecha, porque ella es más bien una reacción y el anti liberalismo es acción política permanente con un solo fin: derrumbar las instituciones. Los anti liberales se formaron leyendo "El Estado y la Revolución" de Lenin, que tiene todos los argumentos habidos y por haber contra "la democracia burguesa" y "las libertades formales", pero que carece de una teoría del Estado que fundamente eso que quiere defender. Nada menos que un abogado como era Lenin, carecía de un sostén teórico sólido para fundar su concepto engeliano del Estado, basado en un borrador inconcluso como era "El Anti Dühring". No se dieron cuenta que sin teoría del Estado, al final todo derecho de Estado, termina siendo un estado de Derecho.
2º) Por el otro lado, están los libertinos, gente que confunde autoritarismo con autoridad, libertad con libertinaje y no se dan cuenta que una cosa es ser liberal y otra libertino. Ser liberal implica entender que si una cosa por determinada razón allí no se puede hacer, no se hace y punto. El libertino transgrede sin importarle si eso que quiere hacer allí, está permitido y aceptado. Rompe con lo que Lipton en "La Personalidad Básica" llama "institutos" sociales que hacen a la convivencia y que los demás desde un derecho consuetudinario dan por establecidos y sobrentendidos.
3º) Por el otro lado, están los iliberales, que son más difíciles de caracterizar, porque se valen de las herramientas que pone a su disposición la democracia liberal para boicotearla. Iliberal es el Juez que libera al delincuente cuando la policía lo lleva al juzgado, son las leyes que velan más por el derecho humano del victimario que de la víctima. Iliberal es el ejercicio de una victimología en criminología, en donde al parecer no existe violencia alguna, sino acción y reacción. Venimos a enterarnos de esta forma, que "la violencia de arriba" genera "la violencia de abajo" y como el "hambre es violencia", está bien cualquier cosa que tenga el carácter de lo popular.
El Perfectito Marxista Montevideano no es un libertino como en el resto del mundo. Ignora a Wilheim Reich, a Lawrence Lipton o a Albert Ellis, dado que sexualmente, no funciona. La sexualidad a lo sumo es una herramienta al servicio de finalidades de carácter logístico en el reclutamiento político. El Perfectito Marxista Montevideano, antes bien, es esencialmente iliberal: Cuando se pone fuera del estado de derecho nunca se sabe bien si es por ignorancia o mala fe. Por ejemplo, cuando tiene un problema político interno en la interpretación de un reglamento, llama a tres abogados distintos y al final hace, lo que "la correlación de fuerzas" le permite hacer. Como quedan flotando dos opiniones opuestas, pese a que solo una es la recomendada, entonces declara en libertad de acción a los partidarios, pero aclarando que el aparato está en sus manos y lo que él dice, es lo que hay que hacer. Como el estado de Derecho le queda grande, vive el proceso institucional liberal con resignación iliberal, nunca con convicción.
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Lenín tenía sus gustos literarios. Al preguntarle qué escritor prefería, contestó: "Balzac", y a partir de ese momento en toda biblioteca de un Perfectito Marxista del año 20' figuran las "Obras Completas de Balzac". Hay gente que si se le va a vender un libro, dice: "No, no, gracias, tengo las Obras Completas de Balzac". Lo más probable es que no haya ni siquiera hojeado por arriba nada, porque si así fuera, le gustarían también, las comedias femeninas. Bien sabemos que para ser guionista de comedias femeninas, hay que haber no sólo leído, sino estudiado a Balzac. El Perfectito Marxista Montevideano valora a Balzac -un hombre que decía que escribía a "la luz de dos verdades, la Monarquía y la Religión"-, sin haberlo leído, nada más que porque Vladimir Illich, mejor conocido como alías Lenín, dijo que era su autor preferido.
Mientras la mujer marxista es una criatura muy influida por el boom de la literatura latinoamericana, el Perfectito Marxista Montevideano lee sólo ensayo. Es como Lenín, es un ser en guerra contra un orden de cosas que tiene tantas "tareas", que nunca tiene tiempo, aunque a él le sobre "ocio griego" para vivir de reunión en reunión internista.
Lenín dijo que no existen verdades absolutas, que todo hay que verlo en concreto desde la situación concreta. Esa es la clave del Perfectito Marxista Montevideano cuando llega el año electoral, inopinadamente se convierte en un hombre "en concreto", que sale a buscar cualquier candidato de izquierda, "que diga las cosas en concreto".
Lenín dijo que no se lucha por objetivos últimos como el socialismo y el comunismo, sino por cosas básicas, mínimas. "El programa mínimo" -decía- "ya es el programa máximo. Porque desde lo mínimo, se va a lo otro". Eso hace que cuando el Perfectito Marxista Montevideano, se sienta a redactar un programa de Gobierno, figuren las cosas más baladíes e insustanciales, porque eso es "el mínimo" y de ahí se parte para más. Solo "los ultras" no entienden el gusto a poco que tiene ese prometedor programa "para avanzar".
Lenín dijo que "El izquierdismo es la enfermedad infantil del comunismo" y eso hace que cuando hay que armar las listas para edil, diputado o senador, inopinadamente de pronto aparezcan "infantilistas" por todos lados. Allí nos enteramos que casi todos son "inmaduros", "ultras" y que ser "izquierdista" deja de ser meritorio y se convierte en un insulto.
Lo que Lenín dijo después del año 20', cuando la Nueva Política Económica (NEP), al Perfectito Marxista Montevideano, no le interesa en absoluto, mucho menos los últimos textos de Lenín; lo que da la pauta que viene del liberalismo de izquierda, existe como un jacobinismo, por razones tácticas se girondiniza y llega mentalmente hasta "Las Tesis de Abril" y no puede ir más lejos, porque todo lo que viene después, deja de caerle simpático. Esta parece ser una constante del Perfectito Marxista Montevideano, siempre y ante cualquier tema: Principio de Placer es más importante que Principio de Realidad.
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El Perfectito Marxista Montevideano, sabe tanto de economía, como un cardiólogo puede saber de lenguaje máquina. El padre ‑el liberal de izquierda‑ sabía algo de economía. Leía a Luis Faroppa, a Carlos Quijano y a Samuel Lichtenstein como un primer cristiano leyendo "la buena nueva". Luego iba al Club de Bochas y empezaba a opinar: si lo acusaban de "comunista" se agraviaba. Decía: "Ahí está, ¡A dónde fueron a parar ustedes, para terminar calificando de comunista, lo que no les conviene!". Eso hizo que el padre, si bien no era comunista, lo mirara con respeto a ese partido: Había cosas de ahí que no le gustaban a él, pero como se los ataca así de mal, "algo bueno debía tener ese partido", pensaba para sí. Cualquiera puede imaginar la relación padre‑hijo en este contexto tensional de carácter social, que estamos evocando. Tal vez, no sea el liberalismo de izquierda del tipo Madrid del año 20' ‑liberales en política, dirigistas en economía‑, el responsable del surgimiento de este Perfectito Marxista Montevideano en la Atenas del Plata, pero es evidente que si algo lo caracteriza a esta rara especie política es la enorme habilidad que tiene, para maniobrar entre liberales de izquierda.
El partido comunista en el Uruguay en otra época, tenía necesidad de decir algo importante en economía política para ser respetado entre liberales de izquierda, gente como Paco Espínola, Luis Pedro Bonavita y pocos más y entonces a través de Rodney Arismendi elaboró toda una teoría sobre la "debilidad de la burguesía nacional" y el rol del Estado, como Estado benefactor, paternalista y capitalista. Descubre allí que el batllismo hizo crisis "cuando dejó de gobernar con la pequeña burguesía".
Nos enteramos de esta suerte, que la "burguesía nacional" se hizo batllista a su pesar, porque es débil, y a través de otros como Carlos Real de Azúa -hombre de indisimulado rechazo a todo lo colorado‑ que el Patriciado uruguayo un día de golpe y porrazo, lo entendió a José Batlle y Ordóñez. Ninguno dice que cuando "El Viejo" muere, todo el partido colorado suspiraba de alivio y que fue "un gigante incomprendido" hasta el final. Solo su equipo batllista y los anarquistas, lo entendieron.
El Perfectito Marxista Montevideano se formó en una atmosfera moral que es difícil de entender para muchos. El desaparecido diario "El Día" le decía a través de un suelto incisivo: "¿Porque le hiciste todo eso al bueno de Kerensky ‑jefe del Gobierno Provisional de la República rusa‑, si ahora le estás dando la razón? y él dice, preguntándose a sí mismo: "¿Debían los bolcheviques tomar el poder?" y se contesta: "¡Claro que debían!". Como el diario "El Día" no se dirigía a él, sino a un sector del partido colorado que se fue al partido socialista, él no se daba por aludido en esa "tenida".
Se podría en defensa de Lenín decir otras cosas: Que terminó con la guerra del 14', que le declaró la paz al mundo, que las tareas que Kerensky quería llevar a cabo no se hacían satelizado por una Inglaterra que pagaba un chelín por cada soldado ruso en la guerra, pero el Perfectito Marxista Montevideano, no razona así. Podría haberle dicho a esos sueltos que "El Día" le largaba: "Las tareas democrático-burguesas son mis tareas, no la de ustedes", pero para contestar eso se necesita tomar mucha "lechita", y el Perfectito Marxista Montevideano, tiene una mentalidad como la de Pilan, aquel hombre muy escuchado por los niños. Como no sabe nada de economía política, cualquier NEPALINO, con "mucha maduré", lo lleva de la nariz.
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Así como Federico Engels, en "El Anti Dühring", ‑recopilación de artículos que llevaban como título general: "La subversión de la filosofía por el señor Dühring "‑, en el momento en que Dühring queda ciego y comienza a dictar clases de filosofía en la Universidad de Berlín, le dice: "Va muy bien usted, Dühring , diga cada tanto: 'Hegel, ayúdame'" como manera de burlarse del sistema en dónde Karl Eugen Dühring quería conciliar el positivismo con el ateísmo, igualmente decirle a un Perfectito Marxista Montevideano: "Sensacional lo tuyo, Engels, ayúdame", es agraviarlo en su razón de ser, porque si no hay bases materiales, a santo de qué tanta tontería.
El Perfectito Marxista Montevideano, fundamentalmente si es bancario, puede sentirse muy mal si le dicen: "¡Engels, ayúdame!", dado que no es nada improbable que se defina a sí mismo como engeliano, y no como marxista. No le hablen de Karl Kautsky, porque eso le genera "malestares internos". Para entender lo que le ocurre a nuestro bancario, Perfectito Marxista Montevideano, hay que tener en cuenta que la gente lo mira como parte de la "aristocracia obrera", por eso está convencido que es mejor Engels que Marx, porque supo pelear en la Comuna de París y ponerse la carabina remington al hombro. Se pretende hacer creer que Engels era un hombre de la "resistencia pasiva" y en realidad supo ponerse en zafarrancho de combate "cuando se dieron las condiciones objetivas". Por eso, para un hombre de la "aristocracia obrera" es mejor Engels.
Mostrarle una foto en dónde están Engels y Kautsky, con sus respectivas mujeres en un almuerzo de alta sociedad alternando con la copetuda aristocracia de la época, no lo agravia para nada, antes bien, lo confirma, porque como todos sabemos, son etapas.
Esta contextura mental del Perfectito Marxista Montevideano es completamente funcional al "centralismo" que Montevideo ejerce sobre el resto del país. Cuando opina un blanco, es un tonto quien habla, alguien q ue "no tiene fundamentos", cuando da su opinión la Federación Rural, "son cosas del mujic atrasado", esto es, del campesino ruso ignorante, cuando se pronuncia la industria, "es la burguesía nacional, que es capaz de cualquier cosa por el pueblo, menos bajarse de sus espaldas", cuando opina la Cámara de Comercio, son trotskistas, rusos blancos, nepalinos, gente que quiere menos socialismo. El Perfectito Marxista Montevideano, solo discute con la "ultra izquierda" y no polemiza absolutamente, con más nadie.
Es una criatura que parece el sobreviviente histórico de una gran purga: Mientras otros entraron en mutación, él opera como una especie en extinción, que logró sobrevivirse más allá del límite natural que las especies tienen sobre el planeta.
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Un hombre así, acostumbrado a leer volantes y a dar la vida por un mimeógrafo, si algo entendió en este mundo con el tiempo es la importancia de escribir bien. Aquellas barbaridades mal escritas que estampaba en pasquines, volantes y panfletos, pasaron hoy a la historia. Ni la revista Estudios, ni las publicaciones de Pueblos Unidos o Editorial Progreso Moscú le daban antes eso que el precisaba y por ende, cuando escribía se descolgaba con cualquier exabrupto. En cambio hoy Bitácora, Brecha y Le Monde diplomatique, le suministran la visión que necesita y la "crítica" que está dispuesto a aceptar. No se dio cuenta que son publicaciones que confunden opinión personal con información y que hacen de la información un motivo de opinión. En vez de registrar los hechos y dejar librado al lector su interpretación, van sacando conclusiones políticas a medida que brindan la información. Como esa conclusión, "corte por la izquierda" o "corte por la derecha", siempre es "izquierdista", entonces le sirve para ser geométrico en la vida.
Los "profesores" que el Perfectito Marxista Montevideano tiene, le dan la visión de un mundo en donde un demonio inmundo gobierna el universo y solamente el izquierdista representa un islote de bondad en el océano infinito de las cosas más horribles. Ser izquierdista es algo que está más allá del bien y del mal. Esa mentalidad lo conduce a ocupar cargos de responsabilidad política, como quien se sienta en un satélite espacial y viaja al hiperespacio.
Se ubique en el lugar que sea, siempre opina y ve el mundo como si fuera un habitante aéreo, convencido de que "El triunfo de la revolución socialista podrá aplazarse, pero siempre es lo inevitable".
Montevideo puede ser la ciudad más sucia de todo el país, puede haber crecido la delincuencia hasta límites inconcebibles, se puede vivir bajo el más absoluto desprecio por los derechos humanos que eso, al parecer, no es responsabilidad de jerarca alguno, sino que es así porque "es algo que viene de atrás", cuando todos sabemos que la ineptitud, la ineficacia, la ineficiencia y la incapacidad campean del modo más insolente en las gestiones que suele intervenir. Eso sí, para defender gestiones insostenibles, tiene una muy pulcra capacidad de justificar cualquier cosa a vuela pluma.
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Deben existir muy pocos lugares en el mundo como Montevideo, en donde el punteo de la discusión política tiene un carácter inocultablemente marxista. La noticia que importa es aquella que se puede interpretar en términos marxistas. Por ejemplo, de la crisis mundial lo que importa es que hoy "el capitalismo no tiene teoría, como la tuvo en el pasado", cuando todos sabemos que el capitalismo es el peor sistema de todos, después de los demás; de la discusión en el Parlamento cuando la Rendición de Cuentas y el Balance de Ejecución Presupuestal, lo que importa es "la transferencia neta de recursos que un sector quiere ejercer sobre otro", aunque todos sabemos que el Presupuesto no está actualizado desde 1948 a la fecha y que con los excedentes hay siempre que hacer algo, aplicando el perverso principio de que "lo que no se gasta, se pierde". De la política monetaria lo que importa es la discusión que ella genera en torno a los temas que hacen al comercio exterior, como si el Uruguay fuera Japón o un tigre asiático. Todos sabemos que un Perfectito Marxista es capaz de transar en casi todo, menos en el control del comercio exterior, así termine pagando en especies y empobreciendo a todo el mundo. De la noticia partidaria de la izquierda, lo único preocupante es cuando aparece un "político blando". Todos sabemos que Lenín vivió en discusiones muy fuertes contra Bruno Bauer, Kautsky, Martov y "el liquidacionismo en nuestras filas", por eso gente como Hugo Batalla, Danilo Astori y Líber Seregni, son cosas horribles, no porque fueran perfectas nulidades políticas.
El político blando de izquierda sin importancia es completamente funcional y necesario, porque como todos se la agarran con él, el Perfectito Marxista Montevideano queda eximido de asumir responsabilidad por lo que vota en el Parlamento.
Lo increíble es que la prensa de "derecha", digamos así, porque no es de derecha, sino de centro, lo surte a información como para él. Si decide ignorarla es porque le falta nivel teórico marxista actual.
Deben existir pocos lugares en el mundo en donde el individuo primero estudia marxismo y después ve a que se dedica. Ha de ser por eso, la razón mediante la cual, a un perfecto mediocre, se le dé tanta importancia y trascendencia.
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Montevideo es una ciudad portuaria que invita a la lectura. Hay quienes creen que es un lugar oscuro y raro en donde solo el zumbido del pampero y las hojas de los árboles revoloteando por los parques, tienen algo que decir. Se suele perder de vista que es un punto de inflexión, un vórtice por donde también pasó el fuego cruzado de las ideologías.
Para bailar un tango, bien lo sabemos, se necesitan dos y si existe un Perfectito Marxista Montevideano es porque en la otra punta, alguien "le da vida" para ser así. Desde posiciones opuestas hay quienes lo confirman.
En el Uruguay no existe "la derecha", existe gente que se dio cuenta que el marxismo no sirve, pero no supo "sacárselo con peine fino", porque le costó mucho ponérselo. Son socialdemócratas que se sienten avergonzados de que a partir del día que dejaron toda esa pavada, comenzara a irles bien en la vida. Decirles "derecha" es agraviarlos y el Perfectito Marxista Montevideano tiene ese calificativo para cualquier cosa que no le convenga. Todos creen que en algún momento va a cambiar, pero se encuentran con una persona enquistada que no se entiende bien qué razones puede tener para ser así. Leer el Tomo I del Capital de Carlos Marx es una cosa, pero saberse de memoria "Cuestiones de Leninismo" de Stalin, como nuestro Perfectito Marxista Montevideano, es otra bien distinta.
En el Uruguay se podría decir que hay dos posiciones básicas que enfrentan al Perfectito Marxista Montevideano: por un lado, la de aquellos que como Russell Davenport creen que están delante de alguien que sometido a su influjo, aunque después cambie "algo le quedó" y ya no vuelve a ser la misma persona que fue y por el otro lado, la de los que piensan que es algo así como un acné juvenil, una cosa completamente superficial y universitaria. Las dos posiciones tienen algo de razón en su percepción de esta rara especie política, pero ninguna aborda lo esencial. Pierden de vista que el Perfectito Marxista Montevideano se retroalimenta de lo que se llama la "burguesía boba", que es la que le da vida. También están los histéricos, quienes tienen la sensación de estar delante del demonio y son como Caperucita Roja y el lobito feroz. Las dos cosas lo reafirman; la primera porque le permite "neutralizar al enemigo fundamental" y la segunda, porque es una confirmación de la "ineptitud de la burguesía para organizar toda la fuerza laboral imperante".
Los partidos, así llamados de "derecha", no funcionan como partidos y ese es el vacío político que viene a llenar él, porque en el plano conceptual es muy poco su aporte al debate político.
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En el Uruguay sucede una cosa que es difícil de entender para quien observa de afuera lo que ocurre políticamente. Mientras en el resto del mundo la inoperancia, la ineficiencia, la desidia, la torpeza, la incapacidad, la falta de conocimientos aplicados a la función y la negligencia son castigados por el electorado, en el Uruguay la opinión pública solo castiga las actitudes despóticas de carácter despreciativo. El individuo puede ser el ingeniero más brillante de todos, pero donde tenga una actitud despectiva en algo, murió como profesional, así sea medalla de oro en ingeniería. Ese hombre tiene que armarse de mucha paciencia, aprender algo de yoga, respirar profundo y estar dispuesto a escuchar cualquier cosa, siempre con cara sonriente.
El gran error de los políticos tradicionales ha sido. aunque parezca mentira , su alto profesionalismo. Es verdad que hubo, como dice C. Wright Mills en las "Élites de poder", un avejentamiento de ese elenco, pero también es cierto que no fueron continuados por su ausencia de profesionalismo político o vejez, sino porque tenían actitudes de desdén a las tonterías que se le recriminaban.
Este Perfectito Marxista Montevideano, captó allí un punto débil en el "enemigo de clase" y aprendió a ponerse siempre de víctima, así sea el responsable de un equipo gubernamental. Haga lo que sea, si le sale bien es un "mérito", un "logro", una "conquista" progresista y si le sale mal es "la herencia maldita que viene de atrás". Al parecer es un individuo elegido por el Altísimo, desde allá arriba del firmamento para todo lo bueno y por ende nunca es responsable de absolutamente nada.
La gente al verlo torpe, inepto, incapaz, víctima de las circunstancias, le confiere el beneficio de la duda y cuando todos sospechan que es "peor de lo mismo", el tiene un argumento al parecer decisivo: "somos distintos a los demás". Son al parecer una suerte de humanidad distinta a los otros. Para cultivar ese discurso predica, lo que en política se llama "el falso pobre" y se dirige a gente que como él, tiene un balde en la cabeza y un sectarismo que nada tiene que envidiar a lo más rancio y anacrónico de la vieja burocracia estaliniana.
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Se podría decir mucho más como introducción al Manual, pero mi intención no es solamente caracterizar minuciosamente al Perfectito Marxista Montevideano, sino de alguna manera estimular, incitar a vivir.
Para "darle la línea" a un marxista hay que aplicar la misma metodología que cuando el niño no quiere comer jamón. Decirle: "¡Qué bobo sos, pero si el jamón es lo más rico que hay! No sirve, no funciona, no da resultado. Hay que decirle así: "Eso que está ahí es jamón, esto que está acá no es jamón, es paleta, mirá que rico" y ahí, sí come.
Para "llevarlo de la nariz" tiene que ser alguien con "credenciales en esto" que le diga: "Ese acuerdo es burgués, no sirve, viene del enemigo de clase, es malo, esto en cambio tiene otro carácter, es distinto, expresa una etapa socialmente necesaria del proceso histórico, verdaderamente es un logro" y allí entra cualquier cosa, puede venir Bush al Uruguay, incluso. Con esa argumentación vale todo.
El Perfectito Marxista Montevideano puede comer carne podrida hasta la indigestión y cuando el así llamado "enemigo de clase" se lo hace ver es en el momento en que va a las manos y quiere pelear. A él, nada menos que a él, que "lleva un siglo de contradicciones en la frente", a él, justo a él, le dicen eso, cuando como León Felipe, va "con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo". A él, nada menos que a él, "que era poeta y era su fautor y su profeta", le dicen eso: es inadmisible. Lo que está indicando que estamos delante, no de una ideología propiamente dicha, en el sentido de Karl Mannheim , que opera como "referente político" y configura un "pensamiento del pasado y el presente", sino de una vulgar y silvestre neurosis política.
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El Perfectito Marxista Montevideano es el hombre que cuando la dictadura militar uruguaya expulsó al embajador norteamericano Laine Laing del Uruguay, se le prendió a todas las actividades culturales norteamericanas y a cuanta gente tuviera contactos internacionales. Los ex soviéticos no lo querían ni regalado y la expulsión de los 8 tupamaros de la embajada checoeslovaca era un indicador clarísimo del concepto que tenían del marxista uruguayo en el socialismo real. Es gente que en cualquier lugar del mundo ex socialista estaba llamada a marchar a una purga de aquellas, como la del tango de Gardel. "Rumbo a Siberia mañana, parte la caravana".
Esto, que es algo que rompe los ojos para cualquiera, no es óbice para que siga, después de 50 años de dictadura oprobiosa defendiendo a Cuba en términos que están más allá de la racionalidad política. Si mañana cae la dictadura de los hermanos Castro's, verdadera dinastía ‑cosa improbable porque a EE.UU no le conviene esa gente metida allí adentro-, hace entonces lo que siempre supo hacer, se llama a un PPS, -profundo y prolongado silencio- y sale diciendo algo así como que: "No estamos en condiciones desde aquí para procesar lo que allí sucede", "No es este el ámbito para tratar ese tema", "Una miserable conspiración contra revolucionaria se aprovechó de la flojera ideológica de la gente" y cosas así, tratando, como se dice vulgarmente, "de quitarle el culo a la jeringa".
Este cinismo político, hijo del más bajo cretinismo útil, no lo inmuta para nada, porque Cuba para él, mientras no caiga el régimen: es "la dignidad", de "aquel que las tiene bien puestas", una especie de David luchando contra Goliat -como proyectivamente se siente él-, así la gente se degrade allí a niveles inconcebibles de indignidad personal.
Lo que a cualquiera puede llamarle la atención en esta forma de ser, es cómo un racionalismo político frío y calculador como el marxismo leninismo, cuando se expresa concretamente, opera desde estructuras mentales totalmente irracionales. Ningún marxista serio cree o piensa que puede existir socialismo en un solo país y menos lo de Cuba, capitalismo en un solo país. Como decía Jean Gabe en "Falsa Conciencia", la mente comunista es la cabeza de un esquizofrénico que expresa una forma de conciencia desdichada, alienada de sí, pero no en términos actuales, sino estrictamente hegelianos y es el indicador bien claro de lo que son: Para sobrevivirse políticamente, terminan negando las razones que esgrimieron.
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Suele existir gente en el Uruguay que acostumbrada al clásico jacobinismo batllista y al socialismo sin importancia que durante mucho tiempo existió, no visualiza la intrínseca condición perversa del Perfectito Marxista Montevideano. Lo ve como un colorado riverista podía ver a Grauert o a Domingo Arena, gente que hoy es así, pero que a la larga es enteramente funcional al orden de cosas existentes. Puede ser este el caso de los liberales y los católicos de izquierda, pero no es el caso del Perfectito Marxista Montevideano.
En el pasado, el Perfectito Marxista Montevideano, "sacaba camiseta", con la "Santa Madre Rusia", como lo recuerdan todos los que fueron al último 1º de mayo en democracia, en el año 1973, previo a la dictadura. "Tenemos" -decían- "el apoyo de la Santa Madre Rusia". Hoy todos largan la carcajada, pero se suele perder de vista que, para reír hoy, alguien tuvo "que hacer el trabajo sucio". Nadie está las 24 horas del día en un aparato político, para en un momento tan crucial, decirle una cosa por otra a su gente.
En gran parte la opinión pública general suele ser ingenua, porque al verlo defender posiciones insostenibles, lo ve como insospechable de influencia alguna. "La moral de un hombre" -decía Cicerón- "es tanto más peligrosa, cuanto más inteligente es" y por ende, concluía que "De un tonto, la moral no tiene la más mínima importancia". El tonto nunca será malo, a lo sumo un discapacitado para el bien. El tema es que el Perfectito Marxista Montevideano no es ningún opa, antes bien, se hace el bobito, para "acumular fuerzas". Aprender a descubrir en esa sopita boba en que se mueve, la verdadera cobertura logística que encontró en la sociedad, le es muy difícil al hombre y la mujer medios en el Uruguay.
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En cada familia existe lo que se llama "el hijo bobo". En este caso no me refiero a las situaciones generadas por alguna malformación de carácter genético, sino por cierto tipo de debilidad moral muy fácil de caracterizar. Es fácilmente constatable ver, por ejemplo, en la comunidad judía que siempre existe alguien desheredado, a quienes los padres niegan pertenencia y que vive como un judío pobre. También se puede apreciar en familias católicas ultramontanas, que existe cierto hijo o hija que agravia la pertenencia a ese grupo. Están en todos lados; en el Ejército son tolerados, pero no aceptados, en algunos casos los padres al morir en el testamento, tratan de desheredarlos y tras alguna argucia legal con un buen abogado, se les suele mezquinar gran parte de lo que les corresponde de herencia. En el caso del Perfectito Marxista Montevideano, sucede una cosa que casi nadie está en condiciones de caracterizar: Desde que la clase media montevideana se vino abajo, esta especie comenzó a prosperar por todos lados; la crisis persistente generó una neurosis de falsa salida y allí logró des proscribirse socialmente. El Perfectito Marxista Montevideano tiene todos los hábitos mentales de un clase media, pero en algunos casos desclasado y en otros reemplazado por el devenir tecnológico de los acontecimientos. Es una figura social muy fácil de registrar como profesor, enfermero o vendedor ambulante. Es tanta la necesidad que tiene de "ser alguien en la vida" y son tantas las humillaciones que sufre, que mentalmente, como decía C. Wright Mills, en "Las Élites de Poder", está colocado en la misma situación de vida que los primeros bolcheviques de 1905. Excepto en la Rusia leninista es muy raro encontrar en otro lado al pseudo intelectual humillado que sufre igual que el pobre más zarrapastroso.
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Para ser un Perfectito Marxista Montevideano, después de mucho andar por la vida, me he puesto a juntar consejos útiles, habida cuenta que como decía Salomón en el Eclesiastés: "Todo es un eterno retorno de lo mismo" y lo que uno viene constatando hoy es muy simple: Son otras caras, para la misma historia.
Hoy por hoy, todos estos conceptos vertidos aquí pueden servir en Venezuela, Ecuador, Bolivia, en las Provincias Argentinas e incluso en la izquierda de la izquierda de la izquierda en Chile. Donde no van a dar ningún resultado es en Cuba, Corea del Norte, Bielorrusia y Albania; allí no se aplica el Manual del Perfectito Marxista Montevideano.
Si todos estos consejos inducen al mal camino en la vida, no tiene la más mínima importancia, porque mañana, "en otra correlación de fuerzas" se puede argumentar así: "Hice una profunda autocrítica y estoy arrepentido de todo aquello" y allí entonces se abren todas aquellas puertas que a otra gente, no se le puede abrir nunca.
Lula, con un estrepitoso fracaso de la clase obrera desde los metalúrgicos de San Bernardo do Campo en adelante, gente diezmada por su radicalismo y repartida en diáspora por todo Brasil y Funes, con 100 mil muertos por el FMLN en el Salvador, son ejemplos pre claros del camino a aseguir, de modo que no importa si todos estos consejos útiles conducen al fracaso más estrepitoso, porque ocurra lo que sea en esta vida, será valioso intentarlo. Por ejemplo hay gente que participó con Fidel Castro y al final tuvo que irse de Cuba y cuando le preguntaron por qué estuvo con Castro, contesto: "porqué pude sentir emociones nuevas en mi vida". Como dicen los americanos "fue bueno, mientras duró".
CONSEJOS ÚTILES "EN LA CONCRETITA"
1º) Un Perfectito Marxista Montevideano nunca habla de Marx, porque si hace eso "queda pagando" y se neutraliza "frente al enemigo fundamental".
2º) Un Perfectito Marxista Montevideano no discute de religión, les critica solamente el rol social que juegan. No dice que "la religión es el opio de los pueblos", dice, en cambio así: "Faltan angelitos negros, ángeles de buena familia, no bastan para mi cielo", y si le preguntan. Pero ¿Cuál es tu cielo?, contesta así: "El firmamento", de modo de ponerse en una línea laica frente a ellos. Cuando pueda, les arranca la cabeza a los creyentes y legaliza el aborto, la eutanasia, el concubinato, pero solo mientras tanto, debe "neutralizar" y no permitir "ser neutralizado".
3º) Un Perfectito Marxista Montevideano no es un hombre muy informado, porque saber mucho es peligroso y genera dudas. Siempre tiene en cuenta que el pueblo sencillo, humilde y trabajador, nunca lee el diario, ni está informado, porque si así fuera, entonces no come todos los días.
4º) Un Perfectito Marxista Montevideano es un hombre que dice lo mismo que Marx, pero de un modo que Doña Juana, Doña María y Don José, lo entiendan. No va a ser tan tonto de decir: "El enemigo de clase tiene preparado un mazazo contra los trabajadores. La masa ignorante no lo ve, porque la burguesía hizo de su ideología, la ideología de todos los miembros de la sociedad". Así se opina a nivel interno, conciente, entre gente que sabe discutir, porque la tiene clara, hacia afuera, "hacia la masa", dice en cambio así: "La derecha no quiere nada, está mala, no ven que se me ataca sin que yo les haya hecho nada". Para ser creíble, hay que buscar siempre la provocación y ponerse automáticamente, en posición de víctima, de modo que quede claro para cualquiera, que hay una escalada represiva en marcha.
5º) Cuando se polemiza sobre la cuestión de la libertad, el Perfectito Marxista Montevideano no dice: "Lo mío no es la libertad burguesa: la libertad del zorro en el gallinero; esa libertad no es libre, lo mío es la verdadera libertad: La liberación del yugo del capital". Así se opinaba antes, así no opina un socialista del Siglo XXI. El Perfectito Marxista Montevideano dice así: "Hemos demostrado hasta el cansancio nuestra determinación de defender la libertad. ¡Dónde estaban ellos que ahora hacen gárgaras con la libertad!". Las cosas fueron un poco diferentes, quisieron subirse a una fracción del ejército y les salió mal, pero eso no importa, Doña Juana, Doña María y Don José, no saben tanto de esas cuestiones "internas".
6º) Con respecto al tema de la igualdad, un Perfectito Marxista Montevideano no va a defender a Mao Tze Tung con todos los chinos vestidos igual, no va a decir que quiere una "República de Iguales", porque ni la masonería le va a aceptar que el ideal de igualdad, opaque el ideal de libertad. Eso es la expresión de un deseo de mediocridad que está reñido con todo el devenir tecnológico y científico de nuestro tiempo. El Perfectito Marxista Montevideano dice así: "El hombre debe ser igual en las oportunidades, yo quiero una igualdad de partida, de arranque, de piso y no de techo, de llegada". Al decir eso, es aplaudido rabiosamente. Bien sabemos que para un Perfectito Marxista Montevideano lo que entiende por techo, es el piso de los demás, pero conviene ser cauto porque la lucha de clases así lo exige en cada correlación imperante de fuerzas.
7º) Con respecto al tema de la fraternidad, el Perfectito Marxista Montevideano lo resuelve fácil y dice: "unidad, unidad, unidad". Cual si fuera un nudo marinero, todo lo que se le acerca lo ata en forma indestructible. Hay que tener en cuenta que eso ya va siendo cosa del socialismo viejo, un socialista del siglo XXI dice así:" Aceptamos todo tipo de crítica y cuestionamiento porque somos seres humanos y también nos equivocamos, pero la crítica tiene que ser fraterna, de lo contrario es improcesable". Por fraternidad entiende el Perfectito Marxista Montevideano el partidito revolucionario en que está y ese tipo de exigencia fraterna va dirigida exclusivamente, a la ultra izquierda.
8º) Si después de participar a los gritos pelados en una trifulca se le incrimina la ausencia total de libertad, igualdad y fraternidad, el Perfectito Marxista Montevideano tiene siempre un recurso a mano, que es decir: "Exijo que se respeten mis derechos humanos", aunque sola, pura y exclusivamente a él le importen, los izquierdos humanos.