El precandidato presidencial oficial del Frente Amplio, José Mujica Cordano, pretendió hace algunos días justificar los robos que él, como tantísimos otros tupamaros, realizaron en los años sesenta y setenta.
"Yo expropié recursos para la lucha en la que soñaba con cambiar la realidad. ¿Ta? Robar es cuando usted se la guarda para usted y se la gasta usted", explicó Mujica.
Quizás habría que empezar por preguntarle a Mujica en cuáles de los muchísimos robos perpetrados por los tupamaros en democracia él participó. Sólo así podría determinarse, en primer lugar, si los años de cárcel que mereció fueron o no suficientes para saldar esas y otras muchas fechorías con la sociedad. Y de paso podríamos enterarnos de cuánto dinero robó y de qué destino tuvo ese dinero.
¿Estuvo Mujica en el asalto al Banco de Cobranzas del 14 de octubre de 1964, donde los tupamaros se robaron 5.800 dólares? ¿Y en el robo de 20 mil dólares al Banco de Londres, de 10 de setiembre de 1968? ¿Se llevó él, los 12.860 dólares robados al Banco Comercial el 3 de octubre de 1968?
¿Estuvo este hombre implicado en el robo, el 18 y 24 de octubre de 1968, de 23.560 dólares a la Sociedad de Bancos y de 13.700 dólares al Banco Comercial? ¿Estaba en la banda que el 1º de noviembre de ese año se llevó 13.316 dólares de UBUR? ¿Le correspondió parte de los 25 mil dólares que en la madrugada del 29 de noviembre de 1968 le robaron al casino del Hotel Carrasco?
¿Fue él, quien el 10 de diciembre de 1968 robó 1.880 dólares del Banco Mercantil? ¿Y el que al día siguiente robó 13.668 dólares del Banco Popular? ¿Y el que el 30 de diciembre de ese año perpetró dos asaltos y se hizo de un botín de 48 mil dólares?
¿Integraba la célula que el 7 de enero de 1969 robó 32 mil dólares a una empresa? ¿Tuvo relación con el robo de 2.400 dólares de la Financiera Monty, el 14 de febrero de 1969, entregado por una funcionaria infiel de esa firma, que luego pasó a la clandestinidad y hoy ocupa una banca en nuestro Parlamento?
¿Asaltó él, la sucursal bancaria de Fray Bentos, el 13 de marzo de 1969, de la que se llevaron 60 mil dólares? ¿Se llevó él, los 54 mil dólares que una célula tupamara robó el 5 de junio de ese año tras atracar dos bancos y un blindado.
Podría seguir, porque hay más y no alcanzaría el espacio. Los que tenemos memoria no hemipléjica, sabemos que por aquellos días era raro que los tupamaros no perpetraran al menos uno o dos robos importantes por semana.
Se acuerda Mujica de todo esto, porque al menos yo, me acordaría. Si hubiera robado a mano armada me estaría ahora acordando de algo. Si hubiera secuestrado a otra persona me acordaría. Si hubiera matado, lo tendría en la memoria bien fresco. ¿Será que Mujica no se acuerda, porque de tanto hacer cosas, ya no prestaba siquiera demasiada atención a los delitos que cometía? ¿O será que se acuerda y prefiere fingir demencia senil, para pasarla bien, mientras su hinchada lo único que sabe hacer es pedirle cuentas al otro bando?
Mujica debería decir exactamente qué hizo durante los años de plomo. Qué robó él y que mandó robar a otros. A quién secuestro, si secuestró y a quién mató, si es que mató. ¿No será que si canta la justa, le queda debiendo a la Justicia y a este país y a los uruguayos todos?
Es fácil hacerse hoy el "guerrillero heroico", mañana el "chancho rengo" y pasado la "víctima de las circunstancias", fingiendo que uno robaba para financiar un sueño. Lo embromado, a esta altura de la vida de este veterano guerrillero, es mirar para el costado, hacerse el distraído y no hablar de frente de los delitos que en democracia se cometieron y su hinchada perpetró. Porque todas las cosas que para él fueron un sueño, para los demás configuran una espantosa pesadilla.
Fueron ellos, los tupamaros. No estaban combatiendo a una dictadura. Estaban derrumbando una democracia, una forma de gobierno que -por lo visto- sólo les sirve cuando ellos son mayoría.
Fueron ellos, los que hoy hablan de educación, los que el 16 de setiembre de 1968 atacaron con bombas de alquitrán la sede de la Alianza Cultural Uruguay‑Estados Unidos. Fueron ellos, los que hablan de secreto bancario, los que en los últimos cuatro meses de aquel año asaltaron a mano armada las sucursales de UBUR, el Banco de Londres y América del Sur, la Sociedad de Bancos, el Banco de Crédito, el Banco Mercantil, el Banco Popular y el Banco Comercial. Fueron ellos, que hoy tienen el descaro de hablar de seguridad, los que el 23 de noviembre de ese año robaron 225 kilogramos de gelinita del polvorín de una empresa. Los mismos.
Fueron ellos. Los mismos que hoy gobiernan Montevideo y hablan de recuperar el Hotel Casino Carrasco, fueron los que en la madrugada del 29 de noviembre de 1968 asaltaron la tesorería de ese casino, llevándose 25 mil dólares. Los mismos que hoy hablan de producción, los que el 13 de enero de 1969 pusieron una bomba en la Asociación Rural del Uruguay que sólo por error no llegó a detonar. Los mismos que hoy hablan de contener los precios, los que el 30 de abril de 1969 colocaron dos bombas incendiarias en la sede de la COPRIN.
Los que hoy se peinan para visitar el Hotel Conrad, fueron los que el 18 de febrero de 1969 robaron 220 mil dólares del Casino San Rafael, de Punta del Este.
Fueron ellos, que hoy manejan la política laboral, los que el 2 de octubre de 1969 se robaron 36 mil dólares con los que la Intendencia Municipal de San José se disponía a pagar el sueldo de sus funcionarios. También ellos, los que ahora hablan de un Frigorífico Nacional, los que el 7 de abril de 1970 asaltaron fuertemente armados, el Frigorífico Castro. Ellos, cuándo no, los que en aquel año asaltaron el Banco Palestino, la Sucesión Mailhos, el Banco Mercantil, el Centro de Instrucción de la Armada, la National Cash Register, la Casa Soler, la administración de Ottonello Hnos., la textil Cupar, la tienda El Mago, el Banco del Plata, los depósitos de Sudamtex, la Esso, la Fleishmann y tantísimas empresas más.
Ellos, siempre ellos. Los que hoy dicen que la elección se define entre La Teja y Carrasco, fueron los mismos que el 29 de setiembre de 1970 en plena democracia, dinamitaron el Bowling de Carrasco. Ellos, que dicen estar siempre del lado de los más desvalidos, los mismos que el 12 de noviembre de 1970 asaltaron la Caja Nacional de Ahorros y Descuentos, y se llevaron alhajas prendadas por quienes menos tenían, en un robo estimado en unos 7 millones de dólares.
Fueron ellos. Hoy golpean a la puerta, otra vez, cubriéndose pudorosos con una piel de cordero que más de un desprevenido no advertirá. Pero nada podrá borrar el horror que provocaron. ¿O acaso es posible pensar en un colapso de la democracia como el de 1973 sin grupos sediciosos que, en tiempos de plena institucionalidad, mataban, secuestraban, ponían bombas, robaban a manos llenas y causaban daño sin miramientos?
Cuando comenzaron a delinquir, a comienzos de los sesenta, la gente los asociaba con Robín Hood. Ellos decían que habían llegado para sacar a los ricos, para repartir entre los pobres.
¿Otra vez los uruguayos, taitantos años después, se van a creer el mismo cuento?