Todos sabemos que en este momento, hay una lucha feroz entre el sector de Astori y el de Mujica. Se da acá una situación muy similar a lo que ocurrió con Lorenzo Carnelli dentro del Partido Nacional. Carnelli era blanco independiente, lo que se llamaba “blanco batllista”. Al Viejo Herrera no lo querían los saravistas y solamente, lo respetaban, pero mirándolo de reojo, los riveristas.
Los blancos independientes en la década del 20’, no lo podían ni ver a Luis Alberto de Herrera. Carnelli –el creador de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de los Servicios Públicos- se pelea con él un poco antes de las elecciones. Al irse de su partido, ganan los colorados. Carnelli sacó mil votos y poco y Herrera perdió por esos mil votos y poco. Fue tanta la amargura que le vino a Herrera que se fue de viaje a París.
El Partido Nacional siempre tuvo una mayoría aplastante herrerista de gente que lo quería como caudillo rural y no había vuelta, lo quería incondicionalmente. De ahí su lema de campaña, después de la dictadura de Terra –“Con Herrera no hay quien pueda”-. Ser blanco para ese sector era una cuestión de honor, que está más allá del debate de ideas.
El blanco independiente, el hombre que como Eduardo Acevedo vio en José Batlle y Órdoñez una persona de bien apta para ese momento histórico: terminar con la balota, el fraude, el caballo del comisario, el látigo de cinco colas, insertar al Uruguay en el mundo, civilizarlo de tanta guerra civil, traer transparencia administrativa, garantizar la Soberanía Nacional, la Libertad Política y la Independencia Económica –todas banderas del Partido Nacional- tuvo, como Eduardo Acevedo que refugiarse en la Argentina, porque los saravistas lo consideraban un “traidor” y lo querían matar o bien se fueron del nacionalismo más adelante, como Quijano o Carnelli. Más allá de eso, siempre existió en el Partido Nacional una tendencia no herrerista de blanco independiente que se quedó y que logró ocupar posiciones importantes en política.
Dentro del Partido Colorado ocurría lo mismo en el 900’, por un lado el batllismo y por el otro el vierismo, el sosismo y el riverismo. Se daba la situación de que los herreristas votaban junto a los riveristas, contra el batllismo.
José Batlle y Órdoñez tuvo que crear el Partido Colorado Independiente. Al final el peso político del Viejo, tras el triunfo en Masoller, era tan grande que sus planteos terminan siendo determinantes en la composición moral y cultural de todo su partido e incluso en la conciencia interna del uruguayo medio. Fue incluso típico la manera de marcar perfil cuando llegaban las elecciones: se decían Partido Colorado-Batllista, como forma de aclarar que no son cualquier tipo de colorado. La Ley de Lemas fue creada por algo, no fue porque sí eso.
Volviendo al presente, hasta ahora, desde 1971 a la fecha, el Frente Amplio que yo sepa, no tenía problemas internos, lo único que sí tenía eran malestares intestinos. Pero lo que se llama dificultades internas, como las que tuvieron José Batlle y Órdoñez y Luis Alberto de Herrera, eran cosa desconocida en la izquierda. Se jactaban del espíritu unitario y se burlaban de los otros. Eran partidos “de ideas”, tenían lo que los tradicionales “nunca tendrán: Ideología” y cuando llegaba la campaña electoral, te decían: “Vos sos inteligente, leete esto” y te tupían a librito de Lenín, de Marx, de Engels. Tenían incluso, pormenorizadamente analizada minuto a minuto la Revolución Rusa. Eran ríos de tinta. La librería Anteo regalaba libros de marxismo a manos llenas. Estaban en contra de la Ley de Lemas, porque decían que “suma votos, pero no suma voluntades” y sin embargo, fueron en todo esto, los grandes beneficiarios de dicha ley.
A toda esta gente la agarro “sereni”, el seregno y la volvió “fente ampita”, porque el frentismo le molestaba al General y a Baraibar, su secretario personal. Aprendieron a hacerse los bobitos abriendo el paraguas protector del “fente ampismo” tempranamente a lo que iba a ser la caída del comunismo. Ese es el secreto de que todavía existan.
Ahora están al borde de un cisma, pero de una ruptura “de aquellas”.
Como se decía en el 900’: “Que la tierra te sea leve”.