OPINANDO. Por un nacionalismo popular y republicano.
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jueves, 26 de noviembre de 2020
miércoles, 21 de marzo de 2018
Internet, espionaje, Facebook y otras sorpresas
Facebook es un sitio web de redes
sociales creado por Mark Zuckerberg y fundado junto a Eduardo Saverin, Chris
Hughes y Dustin Moskovitz. Al comienzo era una forma de comunicación entre
estudiantes de la Universidad de Harvard. Tenía entonces como finalidad que los
estudiantes compartieran contenidos por Internet en forma fluida.
El proyecto inicial resultó exitoso y a
partir de 2007 se extiende lanzando versiones en francés, alemán y español. Hoy
tiene más de 2.000 millones de miembros y traducciones a 70 idiomas. Con 50.000
servidores en Linux la empresa es una de las más importantes de Internet.
Las principales críticas que se le hacen
están centradas en el tema de la privacidad. Aquí, como decía Vance Packard en
la Sociedad Desnuda, hay que tener en cuenta que falta legislar sobre el
derecho a la privacidad. El único delito que cometió Facebook es no haber
puesto en la letra chica de la suscripción a ese servicio, que el usuario
permite que se monitoree los contenidos que pone.
Todos, desde Twiter hasta Google al
inscribirse, ponen en la letra chica, que se les permite acceder a los
contenidos que se van a publicar. Como
el interesado acepta, el espionaje no es delito en este caso. Lo mismo hace Microsoft en Windows 10, que por
un lado pone por GPS el mapa del lugar en que se encuentra la máquina, y por el
otro exige que se pongan los datos exactos de la dirección. Parece una tomadura
de pelo, pero es así. ¡Para qué quieren los datos del domicilio, si ya lo saben
por GPS!
El tema del espionaje es de esas tantas
cosas, en donde la sociedad opera con lo que se llama vulgarmente, cinismo de
comisario. Se enteran hoy, de lo que sabían de toda la vida.
Todos, absolutamente todos, hacen
espionaje y burlan la privacidad. Esa información tiene un valor puesto que es
a todos los efectos, mercadería.
Pongamos por caso: Si una empresa quiere
vender championes Adidas en el Chaco, necesita un estudio de mercado, que le
permita acceder a los posibles perfiles de comprador que para ese producto,
existe en ese lugar. A tal fin, contrata a Google, a Facebook o a cualquier
otro y recibe como información, que por ejemplo, el 85% de los potenciales
compradores allí, son las madres de niños de entre 12 y 18 años. La empresa,
por tanto, dirige su publicidad a las madres y a más nadie.
Esa información es valiosísima, y se
cobra. Evita, a quien la obtiene, predicar en el desierto.
Lo mismo es válido para las campañas
electorales, que están encaradas como la venta de un candidato. Como dicen los
americanos: Cada compra un voto, cada voto una compra.
La gente compra un discurso y un
candidato, como cualquier otra mercadería.
Esto de ahora es algo parecido al caso
Watergate.
Cuando salió a luz que los demócratas
hacían espionaje sobre todos los presidentes del mundo, Obama dijo que eso lo
hacen todos los gobiernos. En cambio, no razonaban así cuando el caso
Watergate, en donde el espionaje era contra ellos.
El único delito en este caso es no haber
pedido permiso.
Resulta infantil creer que la gente votó por Donald Trump, por lo que pudo haber hecho Facebook con sus datos personales.
Resulta infantil creer que la gente votó por Donald Trump, por lo que pudo haber hecho Facebook con sus datos personales.
En las suscripciones a ciertas páginas
Web las preguntas que se hacen son llamativas. Para qué precisan saber si soy
casado, soltero, divorciado o viudo. Para qué necesitan enterarse si me gusta
la tecnología, el arte, las noticias políticas o el deporte. Quien analiza el
tipo de preguntas que se hacen para entrar en cualquier red, comprende que es
abusivo lo que preguntan. Facebook aquí ofrecía una solución alternativa. Al
ingresar a una prestación de Internet que exige registrarse, basta cliquear Ingresá con Facebook, para obviar todo
ese proceso de registración, en donde muchas veces, poniendo las claves y
demostrando no ser un robot, aun así, de pronto, no es posible registrarse.
Éste
beneficio que ofrece Facebook no es gratuito, como no lo es tampoco lo que
Google “regala”, porque hoy la información tiene un valor estratégico que es
clave. Por ejemplo, cuando abro una cuenta en Facebook pongo mi correo
electrónico con otra contraseña diferente. Cierta vez me sucedió que saltó un
cartelito diciendo: “Ponga la contraseña correcta, por favor”, puse la
verdadera, que no era con la que me había registrado y me permitió entrar. Lo
que está indicando que con contraseña o sin ella, el sistema de entrada a
Facebook birla cualquier correo electrónico.
Cierta vez puse en mi Mozilla Firefox
una extensión de Ad Block llamada a avisarme cuando una página o empresa está
haciendo espionaje y a bloquearles la entrada al navegador. Así entrara a la
página más insignificante y aparentemente inocua, como puede ser un diario, la
lista de bloqueo no bajaba de 20 vínculos diferentes de empresas de todos los
lugares del mundo. Lo que está indicando que en el negocio de la venta de
información, están los grandes como Google y Facebook, y también los medianos y
los chicos.
Hay que ser demasiado tonto como Hillary
Clinton, para escribir 33 mil correos electrónicos con información que
representa secretos de estado. Mi correo es trucho, lo tengo porque lo preciso
para suscribirme, pero si quiero enviar un mensaje, voy a un ciber, abró otro y
lo envío.
Lo que ahora ocurre con Facebook es más
por razones políticas contra la derecha republicana, que por otra causa. Porque
entonces cabe preguntar. ¿Recién ahora es noticia el espionaje por Internet?
Lo que estas empresas arman es un perfil
psicográfico del usuario. Pueden saber si una persona es abierta a la
experiencia, meticulosa, extrovertida, amable u obsesiva. Qué tipo de
consumidor es, sus compras, hábitos, viajes, preferencias. Incluso, según
dicen, están en condiciones de predecir a qué candidato va a votar.
Una campaña electoral se gana, no
discutiendo con quienes piensan diferente, sino dirigiéndose a los que piensan
parecido. Ese es el éxito de Cambridge Analytica; allanarle el camino al
candidato a dirigirse a su electorado potencial, sin importarle lo que digan
los demás. Pero de ahí a creer que con eso solo se gana una elección es
subestimar el juicio del común de la gente.
Todo esto parece más una jugada política
al estilo Watergate, en donde el malo es el otro porque me espia a mi, cuando
en realidad todos están con los dos pies en el plató.
miércoles, 10 de enero de 2018
Tasas de interés e inflación en Argentina
Decir, como se sostiene hoy en Argentina que si la tasa de
interés baja, el dólar aumenta y como sube la divisa, crecerá entonces la
inflación, significa sostener que solamente una tasa de interés alta hará que
baje la inflación. Implica creer que al poner el dinero en las Lebac los
operadores económicos quitan circulante y a su vez no compran dólar, lo
planchan y eso hace que baje la inflación.
Una tasa de interés pasiva alta es atractiva para el
especulador que cuando puede se pasa a dólar, pero vuelve intomable el crédito
que responde a la tasa de interés activa.
En una empresa, cuando comienza el año y le preguntan al
contador a cuánto va a estar la inflación, éste contesta, la tasa de interés de
acá, menos la tasa de interés norteamericana.
Si la tasa de interés está en un 24% anual, y el crédito es
intomable, porque tomar un préstamo como barato está al 50%., la inflación no
es ni de un 10, ni de un 15%. Se dirá que es la inflación deseada, no la real,
pero más allá de que sea la esperada por el gobierno, no es la que esperan los
operadores económicos.
Todo invita a endeudarse en dólares, a renunciar al curso
forzoso de la moneda y vivir como en Ecuador, que hizo de la divisa
norteamericana su moneda nacional y se quedó sin margen de maniobra para
controlar el circulante. El gobierno puede emitir moneda nacional, si y solo
sí, el nivel de emisionismo responde hasta un 20% del crecimiento de las
exportaciones.
Hoy los grandes bancos cuando prestan, emiten.
En realidad las cosas son al revés de lo que se está
sosteniendo en el vecino país. Los agentes económicos prefieren sustituir
dinero por títulos financieros cuando la inflación es alta, porque cuando hay
un mayor riesgo, hay una mayor ganancia, pero hay que correrlo ese peligro y no
todos están dispuestos a hacerlo y esto es determinante para que la inflación
esté ligada a la tasa de interés nominal. Al bajar la tasa de interés tiene
también que bajar la inflación.
La tasa de interés es la consecuencia entre lo que los bancos
le prestan al Central y lo que éste le presta a los bancos.
A diferencia de lo que piensa Fisher la relación entre la
tasa de interés real y la inflación no es a largo plazo, sino a corto término.
Exceptuando los casos de México y Estados Unidos en donde la inflación es
estacionaria, ni en Argentina, ni en Uruguay la inflación es temporal a un
período, sino estructural y constante.
Si la tasa de interés norteamericana es de un 1,5% y la
inflación es estacionaria, entonces la tasa de interés también es estacionaria
y eso explica que durante un largo período de tiempo haya sido bajísima.
En cambio en Argentina en gran medida y en Uruguay en otra
escala menor, ni la tasa de interés, ni la inflación son estacionarias sino
constantes en la historia económica.
La tasa de interés nominal es una señal de la inflación
esperada y a su vez la inflación esperada determina la tasa de interés nominal.
El efecto que estudió matemáticamente Fisher es para países
en donde la tasa de interés y la inflación crecen en determinados períodos y no
en el proceso económico general.
En economía se sabe que cuando la inflación es de un digito
como en Uruguay es perfectamente controlable, cuando es de dos dígitos la señal
debe alarmar, pero cuando comienza a ser de tres dígitos es incontrolable y
nadie la puede manejar.
A su vez se pasa de una inflación de un digito a dos, en
determinado periodo de tiempo y de des manejo de la economía, pero cuando se
entra en dos dígitos, pasar a tres es mucho más rápido y cuando se llegó a
tres, casi inmediatamente se entra en la hiper inflación como en Venezuela.
En el caso argentino los gobiernos históricamente no han podido
manejar la inflación, en gran parte porque Argentina funciona en un pacto
corporativo en donde los que determinan la inflación son las empresas
formadoras de precio.
Lo que se suele hacer para bajar la inflación sin tocar el
dólar, porque es un engaño circunstancial –en una economía endeudada en esa
divisa, si sube el dólar, sube todo‑, es hacer una política monetaria anti
expansiva, reduciendo el encaje bancario y retirando circulante de plaza.
La tasa de inflación es el costo de las cosas, la tasa de
interés es el costo del dinero. Cualquiera entiende en el caso argentino que si
el costo del dinero es de un 50%, la inflación no puede ser de un 10, ni de un
15%
La inflación se la puede mirar de varias maneras y en cada
país tiene orígenes y causales diferentes. En una economía cerrada e industrial
como Brasil, por ejemplo, la inflación no es de costo, puesto que el país del
norte fabrica absolutamente todo, hasta un tornillo es made in Brasil. En
cambio en un país tan chico como Uruguay, no puede haber inflación de demanda,
porque el mercado interno es muy chico, por ende depende de los precios que
fijan los importadores y la inflación es de costo.
En Argentina desgraciadamente es de las dos cosas y esa es
una causa por la cual el gobierno no la puede controlar. A su vez se da un
efecto perverso, que ya lo estudió Faroppa, en la época de la sustitución de
las importaciones en el Uruguay que es el siguiente: Cuanto más se cierra la
economía y se sustituyen importaciones, al abrirse es cuando de golpe más
crecen las importaciones, porque los operadores tienen que reconvertirse y
adquirir más modernos bienes de capital y a su vez, más bienes de consumo, porque
lo importado es más barato y de mejor calidad.
Eso que ocurrió en el Uruguay a mediados de los años ’70 es
lo que está ocurriendo en Argentina luego de la larga autarquía kirchnerista.
La inflación es una transferencia en la cadena de la
producción, la comercialización y el consumo.
Para entender la relación entre inflación y tasas de interés
el siguiente ejemplo es ilustrativo. Por ejemplo, si usted quiere comprar una
casa por un préstamo de US$ 100.000 al 5% de interés, su pago mensual
sería de US$ 536,82. Pero si el tipo de interés fuera del 10% en el mismo
hogar, su pago mensual sería de US$ 877,77. Lo que demuestra que cuanto
más baja es la tasa de interés, más poder adquisitivo existe en manos de los
consumidores.
A nivel macroeconómico si hay inflación de demanda, cuando
los consumidores en toda la economía gastan más dinero, la economía crece y la
inflación se produce. Pero estamos en este caso en lo que se llama inflación
productiva. Más vivienda, más autos, más alimentos, significan más dinero
circulando.
Aquí es donde se ve el nivel de rotación del dinero para
entender la inflación. Supongamos que el Banco Central tiene dos ventanillas.
En una paga los sueldos de todos los empleados públicos y en la otra ventanilla
recibe el dinero de los que quieren comprar dólares. Pongamos que el
funcionario imaginario que está en la ventanilla pagadora, le hace una marquita
al dinero con que paga y el que está en la ventanilla que recibe, cuenta las
marcas. Si el dinero que va en muy poco tiempo, le vuelve pidiendo la divisa,
es evidente que el nivel de rotación es altísimo y por ende, tiene que seguir
imprimiendo y perdiendo divisa. Si en cambio demora mucho en venir, el nivel de
rotación es bajo y por ende baja la inflación. Esa es la causa por la cual se
cree que con tasas de interés altas la inflación baja, puesto que va como
depósito en moneda nacional y no le vuelve a la otra ventanilla del Banco Central. Si bien es parcialmente cierto, esto ocurre cuando los operadores
económicos, no confían en la moneda nacional y detiene un poco la inflación,
pero al precio de tasas de interés positivas que a la larga generan un
des financiamiento muy grande en divisas internacionales netas.
Argentina va iniciar un proceso que por un largo tiempo va a
tener su veranillo, pero que a la larga es insostenible, porque para emitir sin
generar inflación, hay que crecer exportando y recibiendo divisas genuinas y no
pretender sostener la situación con endeudamiento.
La inflación en Argentina es la consecuencia de querer crecer hacia adentro, no crecer en capacidad exportadora y paliar la situación pidiendo más préstamos.
miércoles, 27 de diciembre de 2017
Uruguay: crecimiento con poco empleo
En economías dependientes como la nuestra, en donde las
empresas formadoras de precio son las importadoras, somos tomadores de precios
y por la pequeñez del mercado interno, no hay inflación de demanda, sino de
costos, el dilema es de hierro: o se baja la inflación usando el salario real
como la variable de ajuste o se defiende el salario por un ratito, hasta que la
inflación lo vuelve a bajar.
El populista dice defender el salario, genera desempleo y al
final la inflación hace que los precios suban por el ascensor, pero los sueldos
por la escalera.
El economicista sacrifica el salario para seguir generando
empleo y bajar la inflación.
Otra forma de bajar la inflación es reducir los gastos del
Estado, pero eso es lo que justamente ni populistas, ni economicistas quieren
hacer. Es el Estado uruguayo el que tiene que ajustarse para que baje el
déficit fiscal en el rango meta que va del 3,6% al 2,9% deseado y no el sector
privado, que es quien genera empleo genuino.
Hoy en día vivimos un proceso novedoso, aunque es
perfectamente entendible. La economía uruguaya puede crecer un 2,5% y sin
embargo no se genera empleo. Una de las tantas causas que explican este
fenómeno es el hecho de que ahora ya no se busca el trabajo capital extensivo,
sino el capital intensivo. Esto explica que existan áreas de desempleo cero,
como las nuevas tecnologías, la informática, las tecnologías de la información
y en cambio otros sectores concentren el máximo de desempleo. Así mientras que
el comercio, la logística y el turismo se expanden, el agro, la industria y la
construcción se retraen.
De esta forma, si se toma el Producto Bruto Interno del
primer semestre de 2017, se puede apreciar que el crecimiento fue de un 57%
superior al de 2016, mientras que los puestos de trabajo crecieron apenas un
15%.
Si se observa en el tiempo este desfasaje entre la generación
de empleo y el crecimiento de la economía uruguaya, lo preocupante es que no es
un factor coyuntural, sino una tendencia llamada a profundizarse en el futuro.
Desde el 2014 a la fecha se viene desacelerando el
crecimiento económico, que cayó de un 4.5 a un 2%, pero en su deferencia el
desempleo subió de un 6% a un casi 8%.
De acuerdo a un informe de Deloitte los trabajadores
“desalentados” de buscar empleo y no encontrarlo y aquellos que están subempleados,
se concluye que más de un 17 % de la Población Económicamente Activa tiene
problemas de insuficiencia de empleo. Para entender esta cifra hay que
considerar que luego de la devaluación de 2002, el nivel de desempleo llegó a
ser de un 20%.
Según una encuesta de la Cámara Nacional de Comercio y
Servicios del Uruguay, los empresarios de comercio y servicios consideran que
la recuperación económica no se ha visto reflejada en una mejoría de los
niveles de venta de su empresa en particular. Son los que hablan claro: les
preocupa la inflación de costos, la rigidez del mercado laboral y los salarios
que están por encima de la productividad.
En este sentido se observa que el sector manufacturero
sustituye mano de obra por maquinaria, en un entorno mundial en donde la mano
de obra barata, se volvió cara. Influye en este hecho que el salario, por el
retraso cambiario, es caro en dólares y le quita competitividad a las
exportaciones creciendo por encima del crecimiento económico general. Además,
la situación laboral en nuestro país es de una permanente conflictividad. Hubo
105 conflictos en 2017 y ocupaciones en 27 de ellos. Emplear gente,
lamentablemente, es comprar varios problemas –dólar retrasado, pérdida de
competitividad, conflictividad laboral permanente‑, y en este sentido, el
acceder a nueva maquinaria, si bien el mercado interno uruguayo por su pequeñez
no lo justifica, en términos de rentabilidad, no es una opción a descartar.
Tradicionalmente, la reconversión se dio cuando el país se
abrió al exterior y el dólar siendo barato permitió acceder a los bienes de
capital y los insumos importados. El error clásico del empresario ha sido
endeudarse en dólares a largo plazo, para acceder a una tecnología que exige
algún mercado exterior para ser rentable en el alto nivel de productividad que
tiene. Lo típico ha sido tecnificarse para obtener mayor rentabilidad y
trabajar a media máquina, por la pequeñez del mercado interno uruguayo.
Además de esto el gran error que todos cometen –empresarios,
comerciantes, industriales, estancieros, productores rurales, sindicalistas‑,
es priorizar los problemas a corto plazo, perdiendo de vista el cambio
tecnológico y los niveles de reconversión
industrial que exige.
Si al gasto del Estado, se le suma el aumento de los bienes
no transables como las tarifas públicas y la carga impositiva, es por tanto, perfectamente
entendible un crecimiento del 3%, sin generación de empleo.
Uruguay no se encuentra en las puertas del desarrollo, no
logra insertarse del todo a nivel internacional, no prioriza las obras
imprescindibles a nivel de la infraestructura, no apuesta a la innovación y en
la educación es donde se registra el mayor nivel de desigualdad, porque no
prepara a la gente para el nuevo período tecnológico que se avecina.
Según el economista Ernesto Talvi: “Hace 10 años el 80% de lo
que Uruguay exportaba eran materias primas, sin valor agregado. Hoy es lo mismo”.
De acuerdo a este economista, el crecimiento sin empleo consiste en el hecho de
que: “Los jóvenes que están entrando al mercado de trabajo en la actualidad
siguen teniendo aproximadamente nueve años de educación formal, a una distancia
sideral de los 14 años que tienen los países desarrollados. Más de 60% de la
población joven de entre 18 y 25 años no tiene secundaria completa y casi 50%
de los estudiantes de 15 años no logra niveles de suficiencia para insertarse
productivamente en la vida laboral”.
Hoy en día se sabe, por estudios que se han hecho al respecto,
que la generación de empleos está en manos de los emprendedores y de los
innovadores, pero en nuestro país hay una muy baja cantidad de patentes por
habitante, un casi nulo ingreso por royalties y licencias y muy pocos investigadores.
Por ahora lo único auspicioso es la muy buena temporada
turística en 2018.
viernes, 22 de diciembre de 2017
Cataluña: Otra vez a fojas cero
Cataluña lleva ya dos meses intervenida por el artículo 155.
Los dirigentes independentistas están en la cárcel o en el exterior. La campaña
electoral que buscaba que los catalanes dejaran atrás al separatismo, lo único
que logró fue una participación record del 80%, en unas elecciones que fueron
en un día laborable.
Todo volvió a fojas cero.
Si se observa el hecho de que si bien Ciudadanos gana con 37
diputados como el tercio mayor, no logra evitar que entre los independentistas
sumen 70 diputados. Esta situación hace que Cataluña sin un acuerdo será
ingobernable.
El nuevo Legislativo regional quedará con 37 diputados de
C's, seguido por Junts per Catalunya (JxCat) con 34 bancas, la lista electoral
del ahora destituido president Carles Puigdemont, y la Esquerra Republicana de
Catalunya (ERC), con 32. El mal rendimiento del Partido Popular (3 escaños) y
el desempeño regular del Partido Socialista Catalán (17) -las otras fuerzas que
favorecen la unidad de España- no alcanza para lograr una alianza sólida que
pueda encabezar un gobierno, a diferencia de los separatistas (eso, si superan
sus diferencias). Fuera de todos los cálculos quedó el partido antisistema,
Candidatura d'Unitat Popular (CUP), que perdió más de la mitad de su
representación y quedó con 4 bancas. Y CatComú-Podem, la alianza entre el
populista Podemos y el partido de la alcaldesa de Barcelona, que queda con 8
diputados y que no ha declarado si será independentista o unionista.
Lo llamativo aquí es que tanto constitucionalistas como
independentistas festejan los resultados como si fuera su propia victoria.
"Por primera vez en Cataluña ha ganado las elecciones un
partido constitucionalista y ha sido Ciudadanos", dijo Inés Arrimadas,
líder del partido en la región, mostrándose como la gran triunfadora de los
comicios.
En tanto desde Bruselas, Puigdemont dijo: "Mariano
Rajoy y sus aliados han perdido. Han perdido el plebiscito que buscaban para
legitimar el 155" y sostuvo "La república catalana ha ganado a la
monarquía del 155. El Estado español ha sido derrotado”.
El que no hizo declaraciones fue Rajoy, con un Partido
Popular catalán que pasó de 11 diputados a 3.
Por el otro lado el PSOE apenas creció un diputado y pasó de
16 a 17.
"No hemos conseguido una mayoría alternativa al bloque
independentista", lamentó Miquel Iceta, candidato de la rama regional del
PSOE, el PSC.
La primer interpretación de estos resultados es el hecho de
que tanto el anarquismo anti sistema de
la CUT, que perdió más de la mitad de su representación y quedó con 4 diputados,
como el Partido Popular, fueron los grandes perdedores de la jornada.
Por el otro lado, si se suman las fuerzas independentistas resultan ser mayoría, pero separadas posibilitan el triunfo de Cambiemos, como el tercio
mayor.
"Sigue la incertidumbre que las elecciones no han
logrado resolver. Una incógnita es qué pacto lograrán en una situación tan
tensa entre los diferentes partidos independentistas. Otra es si Puigdemont
vendría a ocupar su escaño. Si no, lo perdería y ahí acabaría su aventura
política", sostuvo Leticia Ruiz Rodríguez, académica de la Universidad
Complutense de Madrid..
Si se lo mira desde el “triunfo” separatista, se puede
apreciar que Junqueras y Puigdemont se han enfrentado a través de los medios.
El primero le reprocha al otro haberse ido del país en lugar de enfrentar la
justicia como lo hizo él. Un eventual gobierno autonomista carece de unidad
necesaria entre las dos formaciones que lo componen y podría resultar poco
fácil de llevar.
La opinión pública catalana está cansada de girar en el
vacío, en una competencia en donde cada bando dice verdades a medias y como es
sabido, dos verdades a medias, forman una gran mentira.
Así, para los independentistas la culpa de que los capitales
se hayan retirado es por la aplicación del Artículo 155 y el eventual “golpe de
estado”, como definen a un instituto constitucional. En cambio para los
constitucionalistas fue la declaración unilateral de independencia (DUI), la
que corrió a los capitales de Cataluña.
Porque hubo DUI, hubo Artículo 155 y los capitales ya se
estaban yendo antes de la instauración del instituto constitucional. Con su
aplicación, se aceleró la huida.
En Canadá, hubo un referéndum por la autonomía, que Quebec
perdió y sin embargo, los capitales que se fueron, no volvieron más.
Lo llamativo de estos resultados es que el partido que no
controla ninguna alcaldía y es la cuarta fuerza política en España, como es Ciudadanos,
se haya convertido en la fuerza más votada en Cataluña. Pero con 37 diputados,
contra 34 de Puigdemont, 32 de Junqueras y cuatro de la izquierda anti sistema,
también independentista, quedo virtualmente sin posibilidades de gobernar.
Los secesionistas consiguieron sumar 70 de los 135 escaños,
dos más de los requeridos para mayoría absoluta.
Si bien la dirigente de Cambiemos Inés Arrimadas, consideró
que quedó claro "que la mayoría social de los catalanes está a favor de la
unión", la calculadora en términos aritméticos indica que no es así.
Las cuentas no cierran porque no suman la mayoría necesaria
para llegar al Ejecutivo.
Si se mira el panorama político a la luz de estos resultados,
hay que reconocer que la estrategia de Puigdemont de huir a Bruselas, no tiene
nada de cobarde, porque Bélgica es la caja de resonancia para ser escuchado en
Europa. Logró incluso figurar en la noticia internacional y ser tapa en los
diarios de todo el mundo. Yendo para
Bruselas sabía para donde tenía que ir.
Por el otro lado, esa división de roles, en donde uno está
preso y el otro “exilado”, le dio enormes réditos políticos, porque estar de
víctima da resultados inmediatos.
Por las peculiaridades del sistema electoral catalán con
menos del 50% de los votos, los independentistas suman, sin embargo, más de la
mitad de los escaños; lo que indica que si Rajoy hubiera permitido el referéndum,
el separatismo hubiera perdido, por estrecho margen, pero perdido al fin.
Un dato interesante es el hecho de que los separatistas suman
70 diputados, cuando para tener mayoría absoluta se requiere 68. Pese a eso
hubo una caída en la intención de voto, porque en la legislatura anterior
sumaban 72 escaños.
Otro dato significativo por lo novedoso es que las 18
personas que están investigadas por el proceso independentista -los cinco
huidos en Bruselas, los tres encarcelados y el resto que están en libertad-
consiguieron un escaño en el Parlamento.
Si bien como consideró Arrimadas los independentistas
"nunca más podrán hablar en nombre de Cataluña", el
constitucionalismo no la tiene nada fácil y con este bloqueo político que
deviene de los resultados electorales del 21 de diciembre, no es nada
improbable que en la próxima tengan su revancha.
El hecho cierto en todo esto, es que por más fuerzas que
acumulen habilidosamente siguiendo una estrategia en donde presos, auto exilados
y salidos de la cárcel juegan un rol muy bien pensado hay una serie de
dificultades por las cuales Cataluña no puede ser independiente.
En primer lugar, porque no tiene reconocimiento
internacional. Es, si se quiere, una aparente paradoja. Para ser nacionalista
hay que tener apoyos en el exterior y Cataluña está sola.
“Sin apoyos internacionales, ninguna independencia es viable”,
sostiene el politólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) Pepe Fernández Albertos.
Estados Unidos reiteró que Cataluña es una parte integral de
España, Francia mostró su apoyo al presidente Mariano Rajoy, Reino Unido
manifestó su voluntad de que se respete la Constitución y la unidad de España,
y Alemania dijo no reconocer la declaración de independencia y respaldó las
medidas del gobierno central.
Según Pepe Fernández Albertos, lo que complica a Cataluña es
el status internacional de España y su pertenencia a la Unión Europea.
Si España fuese "un país hostil, con enemigos, que
creara problemas internacionalmente, que hubiera grandes poderes
internacionales deseosos de enfrentarse al Estado español, eso crearía una
ventana de oportunidad, pero en el contexto internacional, España es visto como
un país que no da problemas (...) Esto hace que sea inviable que alguien se
alíe con la causa catalana", sostiene.
Tampoco ayuda al independentismo la metodología que es
opuesta al constitucionalismo de la Unión Europea.
En segundo lugar, el tránsito hacia un país independiente es
oneroso y Cataluña depende del financiamiento del poder central.
El 90% del sistema tributario catalán corresponde al Estado
español. Cataluña dispone de una agencia tributaria pero los impuestos que
recauda son muy pocos, sostiene la
economista Elisenda Paluzie, de la Universidad de Barcelona (UB).
Todos consideran que tendría que crear un sistema tributario
propio y carece de tecnología y gente capacitada porque el que existe en un 90%
pertenece a España. De independizarse ¿A quién pagaran sus impuestos los
catalanes?
Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad
de Barcelona, pone este ejemplo básico y elemental. "A partir de noviembre,
los autónomos tienen que pagar el impuesto de valor añadido (...), ¿sabe el
gobierno catalán de quién tiene que cobrar si quiere actuar como un nuevo
Estado?, ¿sabe a quién tiene que pagar si quiere actuar como un Estado que lo
distribuye?".
"Las bases de datos hasta ahora las tiene el gobierno de
Madrid -explica-. El gobierno de Madrid, la agencia tributaria, sabe de quién
tiene que cobrar y cuánto. El gobierno de Madrid a través de la seguridad
social sabe a quién tiene que pagar las pensiones, a quién los subsidios de
paro. No digo que eso es algo que haya que esperar que sea efectivo en los
próximos meses, pero es una dificultad".
En tercer lugar, la otra dificultad que tiene Cataluña para
ser independiente es que la sociedad está divida y la situación generada rompe
el contrato social. Por más mayoría
parlamentaria el separatismo no alcanza al 50%.
Una sociedad partida en dos es difícil de gestionar.
miércoles, 20 de diciembre de 2017
Argentina: otra vez la plata dulce
Mientras en el Uruguay el atraso cambiario es de un 15%,
según los especialistas y el dólar debiera estar aproximadamente a 33 pesos, en
Argentina el atraso es de un 38% y el dólar debiera estar a 24 pesos
argentinos.
Este mayor retraso genera que para los argentinos el Uruguay
les resulte barato y esa es la causa por la cual ésta será muy probablemente,
la mejor temporada turística en años que tendremos.
La diferencia económica entre Argentina y Uruguay radica en
que si bien tienen una estructura productiva que compite, dependen de factores
diferentes. En Argentina las empresas formadoras de precio son las exportadoras
que se ven obligadas a trabajar con el mercado interno, en cambio en el Uruguay
las empresas que forman los precios son las importadoras.
Este hecho genera que el más mínimo corrimiento del dólar en
una economía que depende de lo importado, genere inmediatamente un aumento. En
el Uruguay, por su pequeñez, no hay inflación de demanda, sino inflación de
costos.
En cambio en Argentina hay inflación de costos –depende del
insumo importado para trabajar‑ y además inflación de demanda.
Si a esto se agrega la presión corporativa que ejercen las
empresas formadoras de precio, reducir la inflación es virtualmente imposible,
porque lo que nadie dice es que el gobierno –ningún gobierno en Argentina‑,
controla la inflación.
Si tenemos en cuenta que el déficit fiscal en Argentina,
según la Asociación Argentina de Presupuesto ya suma $ 347.826 millones, 85% más que un año
atrás, vemos que se ha entrado en una espiral acelerada al endeudamiento imparable.
Además, los gastos corrientes crecieron un 30,7%, los gastos
de capital un 35,3% y los intereses de la deuda un 60,5% y en cambio, los ingresos
aumentaron solo un 22,3%, por lo tanto, se puede entender fácilmente que la situación es una
bomba de tiempo a futuro.
Plata dulce, como en la película de Fernando Ayala.
Mientras el déficit fiscal en Argentina está por encima del
7%, en el Uruguay ronda en el 3,6%. Esto hace que el Uruguay para los uruguayos
sea caro y a nivel regional tenga en cambio cierta competitividad en la paridad
de los poderes de compra.
Este fuerte desequilibrio en la paridad monetaria del país
vecino explica que Argentina tenga en este momento una fuerte suba de las
importaciones con las exportaciones creciendo por debajo.
El crecimiento importador, sin un correlato en las exportaciones
ahonda aún más el déficit fiscal, que según los entendidos podría alcanzar los
8 mil millones de dólares. Si a este déficit en la balanza comercial, se le
agrega el de la balanza de pagos, este año podría ascender a los 24 mil
millones de dólares. Lo que en buen romance significa que Argentina está
sobregirada, gastando por encima de sus ingresos.
Aquí se abren varias posibilidades. Una es pensar que no hay
peligro a corto plazo, porque todavía existe la posibilidad de colocar bonos en
el exterior. Otra la de quienes sostienen que si Estados Unidos comienza a
subir las tasas de interés la deuda se volverá impagable y estará nuevamente en
un escenario como el del quiebre del Plan Austral o el del fin de la convertibilidad.
Más allá de este hecho cortoplacista y circunstancial que se
estima que durará de aquí a dos años, financiar los gastos con endeudamiento le
quita toda viabilidad al modelo económico que defiende el gobierno. Porque esa
ventana abierta al financiamiento externo se encontrará en determinado momento
que Argentina es un barril sin fondo.
En este contexto, decir como sostiene Dujovne que va a bajar
la inflación y que los jubilados a la larga van a ganar más aunque ahora ganen
menos, es mentir cruelmente, porque a la larga el modelo de endeudamiento para
financiar el gasto público a lo único que conduce es a que el operador
económico dispare de la moneda argentina y se refugie en los dólares, como lo
ha venido haciendo hasta ahora.
Frente a esta situación, para bajar la inflación el gobierno
sube la tasa de las Lebac al 28,75% y genera un efecto colateral que agrava la
situación. Al existir menos pesos hay más oferta de dólares, acentuando un
efecto que los argentinos conocen como el generado por Martínez de Hoz, en este caso sin
tablita, bajo flotación sucia, es decir, con intervención del Banco Central.
Esta realidad, que lo favorece al Uruguay circunstancialmente,
abarca a todo el sector turístico y hace que las ventas de pasajes al exterior
en Argentina lleguen a niveles récord y la compra de dólares para viajes y
atesoramiento alcance a unos US$ 30.000 millones en el año.
Cuando se desmadre el escenario y llegue la hora de la verdad,
por más que el gobierno uruguayo diga que hoy la economía no está más anclada a
la Argentina, no es nada improbable que siete meses después de una devaluación
en el vecino país, como ocurrió en 1982, u ocho meses luego, como sucedió en el
2002, Uruguay se vea obligado a tomar medidas drásticas para frenar la fuga de
divisas.
El tema es muy simple, son los grandes capitales de las
multinacionales quienes repatrian la divisa y la envían a la casa matriz, y
seis, siete u ocho meses más tarde, también la retiran del Uruguay.
Es evidente y lo dio claramente a entender el ex ministro de Hacienda
y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay, que si las importaciones crecen en volumen
un 20% anual y las exportaciones no crecen, la situación económica es un
verdadero barril de polvora llamado a estallar a la larga y a la no tan larga.
Quantum sobre la rentabilidad de las Lebac sostiene
que "Con los últimos días, el rendimiento esperado en dólares y en pesos
ajustados por inflación trepa a más del 10% anualizado". El sentido común
en economía financiera indica que no existe en ningún lugar del mundo tasas de
interés positivas, siempre son negativas en comparación con las tasas de
interés norteamericanas. Si poner el dinero en las Lebac tiene esa rentabilidad,
el día que los ahorristas quieran pasarse a dólar, Argentina les estaría
pagando mucho más de los intereses que paga por deuda externa y ante la
inminente fuga de divisas, estaría nuevamente en un feriado bancario y en el
corralito y/o el corralón.
Más allá de todo esto, no es serio en economía decir que se
quiere bajar la inflación y aumentar las tarifas públicas, cuando hay sobrados
estudios técnicos que demuestran que las tarifas, al ser un bien no transable,
son transferidas al cliente y representan la no deseada inflación de costos,
que termina afectando a todo el consumo en su conjunto.
Con una inflación estimada del 16% para el año que viene, con
un dólar que continúa atrasándose, con el hecho de que de cada 7 dólares que
entran en Argentina, uno va para inversión real y el resto para la especulación
financiera, con la dura realidad de que un dólar de cada cuatro va para la adquisición
de maquinarias y bienes de capitales y los restantes, para comprar
combustibles, autos, motos y bienes de consumo, por más que los banqueros mundiales sostengan
que el nivel de deuda pública argentina es bajo, comparativamente considerado y
por eso es merecedora de recibir créditos desde el exterior, esta realidad va a
estallar y de la peor forma, a la Griega, en donde la banca mundial los endeudó
a sabiendas que le estaban prestando, más allá de sus posibilidades de cobro.
El endeudamiento puede ser una inversión, cuando se lo dirige a la maquinaria, los bienes de capitales o en la tecnificación agropecuaria y aumenta,
por ende, el nivel de productividad para exportar y traer divisas, pero este
tipo de endeudamiento para la volatilidad financiera y el consumo suntuario es,
como se dice vulgarmente, pan para hoy y hambre para mañana.
Argentina vive un proceso que los economistas llaman de "stop
and go” ‑detente y sigue‑, mejor conocido entre nosotros como de plata dulce y
no hace falta ser muy entendido para saber a donde conduce.
martes, 19 de diciembre de 2017
El malestar en la civilización actual
Lo que la globalización ha venido generando en lo que va de
los últimos 20 años, ha sido un progreso único en la historia universal. Se ha
dicho, no sin razón, que la humanidad avanzó más en estos 20 años, que en 2000
años de historia.
Es un avance esencialmente científico y técnico, que se
enmarca, lamentablemente, en un enorme retroceso cultural y social. En este
sentido, si partimos de la base que la evolución humana no es lineal, en el
sentido comptiano del término, sino en espiral, de acuerdo al concepto
hegeliano de la dialéctica de los procesos, se puede considerar, entonces, que
las épocas de retroceso, son momentos de avance latente y encubierto. Lo que se
expresa como degradación de las matrices sociales, son instancias que encubren
un salto cualitativo en la próxima etapa.
El único hecho lineal hasta ahora ha sido el avance
tecnológico que ha venido a cambiar nuestra manera de estar posicionados en la
vida.
Hoy vivimos en una sociedad, como ya entreveía David Riesman
en “La Muchedumbre Solitaria”, en donde el individualismo de cada miembro es
parte de la gran masificación en que vivimos. Aunque parezca contradictorio,
hablar de masificación individualista, no es para nada descabellado.
El hombre masificado de nuestro tiempo, sostiene Riesman,
cuando lo observamos individualmente, se nos aparece como aquel que toda su
vida se mueve en torno a un giroscopio, girando a gran velocidad sobre su
propio eje.
La muchedumbre solitaria sería, entonces, para este autor, la
expresión del desarrollo económico y de la ruptura y des cuajamiento de las
matrices sociales tradicionales.
El concepto de modernidad en todos sus aspectos, desde la
formación de pareja, a la manera autística de divertirse “enchufándose” a algún
dispositivo, pasando por la forma tecno estructurada de trabajar, es lo que
conduce a la formación de una sociedad, en la que cuanto más junto se está, más
distanciado se vive.
Todo esto tiene un correlato político, visualizaba ya Riesman
en 1950 y divide a la sociedad en dos tipos de personas: Las dirigidas por sí
misma y las dirigidas por otros, en donde ese individualismo egocéntrico hace
que los que están manejados por los demás, crean que están dirigidos por sí
mismo, cuando en realidad, todo lo que hacen es mimetizarse para no sentirse
diferentes a los otros.
En los tiempos de Riesman se vivía todavía bajo los conceptos de la era industrial, la
enseñanza taylorista y el trabajo fordista, hoy la tecnología vino a generar un
nuevo clima o atmósfera, sociósfera le dice Alvín Toffler.
Sin embargo, como bien decía Arthur Schopenhauer, en “El
Mundo como Voluntad y Representación”, el hombre siempre va a estar incómodo en
el mundo. Si vive bien sufre de amores y de incomprensiones y si vive mal padece
en todos los aspectos de la vida. Nunca la humanidad se va a sentir feliz, sea
cual sea la situación en que se encuentre y solamente al mirar hacia atrás suele
creer, que allí sí era dichosa, cuando cualquiera sabe que las cosas no eran
como luego el recuerdo al desdibujarlas viene a traerlas a la memoria.
Si en los comienzos de la Revolución Industrial ‑1850‑, el
control era de carácter sexual y la era victoriana lo que hizo fue darle forma
y contenido a los mecanismos represivos e incluso intromisivos en la intimidad
de las personas, durante la segunda etapa expansiva que se abre a nivel
financiero en 1870, las formas de control pasan a ser de carácter político y la
prensa y los partidos políticos se convierten en los articuladores de la
opinión pública.
Hoy en día el control ya no es más ni sexual, ni político,
sino esencialmente técnico, desde las cámaras filmadoras en todas partes, hasta
el ciber espionaje. La libertad hoy en día, como ya lo preanunciara Hebert
Marcuse en 1968, es una libertad vigilada. Se puede decir, pero no se puede
hacer.
Más allá del hecho de que las formas propias de la era
industrial, -grandes manifestaciones, discursos públicos, conferencias,
publicaciones, propaganda en los diarios, acción política de carácter activista‑,
se han vuelto obsoletas por el cambio de mentalidad que la tecnología vino a
generar, aparecen nuevas formas de
malestar, que van desde el fundamentalismo religioso, el independentismo o las
actitudes anti sistema.
Si partimos de la base que el hombre es un ser bio‑psico‑socio‑cultural
y lo miramos desde el punto de vista biológico, por ejemplo, vemos que las
modalidades de goce sobredimensionan al propio cuerpo como objeto de valor o el
placer hedonista se da bajo la necesidad de una satisfacción inmediata en
relación con un mundo de objetos a consumir, que termina mediatizando la
relación con los demás. Esa necesidad de satisfacción sin mediatización, ni
plazos, conduce en el plano orgánico a que la obesidad sea la enfermedad
prevalente de nuestro tiempo. El mundo se le aparece, al hombre y la mujer que
solo quieren gozar, como una gran bocanada que hay que llevarse a la boca para
ser feliz.
En el plano psicológico esto conduce a que el goce solamente
busque la descarga, y esto vuelve innecesario la necesidad de simbolizar las
cosas con la mediación de la palabra. Es un mundo que psicológicamente se ha
quedado sin palabras.
Al vivir cada cual por encima de sus posibilidades la
depresión se ha vuelto la enfermedad psicológica por naturaleza de nuestro
tiempo y tiene también, este vivir más allá del principio de realidad en un
perpetuo goce, su correlato en economía. Todo el mundo está sobregirado y
endeudado.
Si se lo mira desde el punto de vista social este autonomismo
de los que giran como en un giroscopio, siempre sobre sí mismos, se nos
presenta como seres que no tienen historia, ni tienen legado simbólico, ni
pueden ya remitirse a ninguna biografía, ni tampoco tienen atrás a alguna
tradición que los sostengan. No hay nada que lo garantice hacia atrás, y está su
vida entera entregada al acto de gozar.
Desde el punto de vista cultural, la política se ha vuelto un
bien de consumo como cualquier otro, en donde cada cual compra el relato que
quiere. La pos verdad –oír lo que uno quiere escuchar‑, es la consecuencia de
la actividad política vivida como si fuera una película, una canción, un libro
o una obra de teatro. Esa es la causa por la cual en Argentina Durán Barba
recomienda no discutir en televisión durante las campañas electorales, porque al
ciudadano, esto es, al consumidor de relatos, no le resulta placentero ver
gente que se pelea entre sí.
Hemos pasado de las grandes ensoñaciones políticas, utopías,
a la búsqueda de respuestas en el plano de lo personal. De los discursos
pensados para la gente en su conjunto, el pueblo, a la comunicación en redes.
El gran acierto de Durán Barba que posibilitó el triunfo de
Macri en Argentina, fue haberle dado contenido a aquello que decía Antonio
Machado: “Si te diriges al pueblo, te diriges a todo el mundo y entonces nadie
se dará por aludido, pero si te diriges al hombre, entonces sí, todo el mundo
se dará por aludido”.
Esta nueva fenomenología de la subjetividad, hace que por
ejemplo, en los locales políticos, cuando llega la campaña electoral hay que
aplicar un principio que hoy se recomienda para todos los comunicadores que
hacen política. 1) No digas nada. 2) No insultes a nadie. 3) Si te insultan, no
contestes.
Esta situación es novedosa en la historia, porque hasta ahora
la política exigía un planteo, una propuesta y una hoja de ruta que se daba a
conocer en las campañas electorales. Hoy conviene no decir nada importante,
porque cualquier cosa puede ser mal interpretada, como se ve con claridad en
las redes sociales en donde el odio circula a mayor velocidad que la
solidaridad.
Se perdió el hilo de Ariadna conductor entre la identidad social
de las personas y la identidad política. Lo que Real de Azúa llamaba clivaje.
En ausencia de un anclaje caracterológico, ya las opciones no
coinciden con lo que tradicionalmente se llamaba intereses de clase. Aquellos seres,
como decía Hebert Marcuse eran el hombre organización, en donde lo que
importaba era la posición corporativa, que se disfrazaba de ideología o de
principios.
Ya no hay partidos de clase, ni nadie está buscando cambiar
las estructuras, transformar la sociedad, hacer la revolución o dar vuelta la
tortilla. La gente está descreída de la política y cuando observa el escenario
que se le ofrece, se maneja por factores emocionales.
No estoy diciendo que el Uruguay haya entrado en esta fase de
las cosas, pero evidentemente Argentina y Chile son indicadores clarísimos de
los cambios que devienen del malestar en la civilización, que no significa un
malestar contra la civilización.
Hoy ya no existe más el hombre medio, que como decía Miguel
de Unamuno, tenía tanto sentido común, que se olvidaba de pensar. Y cuando se
veía obligado a cambiar la manera de pensar, como no podía, se emperraba en no
cambiar de tema. Hoy las identidades colectivas que convertían a la vida social
en algo simple, sencillo de entusiasmar y fácil de predecir, se han transformado
en identidades múltiples y lo difícil justamente es acostumbrarse a vivir en la
diversidad: un mundo en donde el comportamiento de los demás dejó de ser
predecible.
Hoy lo que unifica a la gente, no es el ámbito de trabajo.
Antes, la pregunta dónde trabajás, decía todo de la persona, hoy la
interrogante, qué cosas te gusta, es decisiva para entender a los demás.
El individuo ya no tiene una identidad en función de lo que realiza
en el ámbito laboral, sino en lo que hace al salir del trabajo.
La política en este sentido ya no es un camino de redención
hacia el paraíso terrenal de una sociedad más justa, sino la capacidad de
gestión que se tiene para satisfacer las necesidades que cada ciudadano se ha
forjado para sí.
Hoy lo que se precisa en política es identificar el tipo de
trayectoria vital que predomina en el electorado y tratar de captar los
temores que la gente tiene.
Como el cambio tecnológico –lo que los chilenos llaman, la
revolución callada de la ciencia‑, genera vértigo en las actualizaciones
permanentes que exige y también angustia ante lo indeterminado de un futuro
robotizado, a nadie le interesa las ideas radicales del revolucionarismo, que
entusiasmaba tanto en otro tiempo.
Así de fácil son las cosas ahora, así de difíciles también.
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