miércoles, 8 de marzo de 2017

Sobre comunismo, fascismo, Frente Amplio, peronismo y otras sorpresas

         Muchas veces nos hemos preguntado cuál es la diferencia entre el comunismo y el fascismo.
Si se los mira desde un ángulo histórico, exceptuando la época del pacto Ribbentrop-Mólotov, han estado enfrentados en forma mortal. Pero cuando se los analiza desde el punto de vista político institucional, queda claro que ambos extremos en apariencia son totalmente anti democráticos y totalitarios. Esta forma de mirar, exclusivamente en términos institucionales, es la que afirma que en el fondo, fascismo y comunismo, como extremos políticos, en realidad están muy cerca el uno del otro.
         Sin desmentir las anteriores, que algo de razón expresan, cabe otra forma de encarar la relación entre fascismo y comunismo.
         Facio es una palabra italiana que significa literalmente “haz” y se refiere a un haz de varas, lo que si se lo extrapola significa en sentido figurado “liga” ,  y que constituía una traducción italiana de la palabra fasces, símbolo de la autoridad republicana en la antigua Roma. Mussolini la usó, poniéndole a su movimiento fascismo, en el sentido de un haz de corporaciones, de ligas.
         El fascismo es básicamente eso, un corporativismo. Este consiste en defender a toda costa los propios intereses profesionales, sin importar ni la justicia, ni las implicaciones o perjuicios que eso pueda ocasionarle a otros.
         El fascismo en tanto supra corporativismo o haz de corporaciones lo que buscaba era armonizar los intereses de las diversas corporaciones.
         En aquella época hubo fascismo, porque la clase media acomodada estaba a la derecha y se había vuelto, como sostenía el brillante historiador argentino, José Luis Romero, “muy señoritista” o incluso aquellos sectores de clase media que no estaban de acuerdo con ese señoritismo eran mal vistos por los trabajadores manuales. Como decía Mario Benedetti: “Él, quería el bien del pueblo, él, estaba con ellos, pero ellos siempre le reprochaban sus ropas de señorito”.
         Esa conciencia muy aseñoreada y elitista es la que hoy no existe en las capas medias que se pusieron a la “izquierda” y elogian de cualquier lado, lo que en su propio país no permitirían.
         Por eso y aunque estamos al borde de un golpe civil y están dadas todas las condicionantes corporativas para el fascismo, las cosas no se dan de ese modo. Les falta el apoyo de las capas medias, sin el cual la alta burguesía, no puede gobernar.
         Lo que le está ocurriendo a Donald Trump, que ojalá culmine su mandato, es bien claro de esto, es la clase media norteamericana quien lo rechaza, como se puede apreciar en las manifestaciones que suscita en su contra.
         El comunismo es otro corporativismo, pero a diferencia del fascismo que lo es desde arriba, ellos lo son desde el llano. Por eso fracasan, porque apuntan hacia abajo, hacia el sindicalismo y la parte más ignorante y bestial de la masa trabajadora atrasada.
         Cuando uno analiza el funcionamiento del Frente Amplio puede apreciar que es netamente un corporativismo de clase media baja y sin operadores económicos, sin “la burguesía nacional”, que el fascismo sí pudo unificar. En cambio el peronismo argentino es claramente un fascismo con todas las de ley, porque pudo unificar a los operadores económicos y convertir el sindicalismo en una corporación más, con independencia de los intereses de la gente y a su pesar.
         Se puede desde éste ángulo sostener que comunismo y fascismo son lo mismo en tanto corporativismo, pero también aquí hay que dualizar las cosas con más detenimiento. El comunismo cuando se impuso en Europa del Este lo hizo sostenido por los tanques rusos y para imponerse en Cuba o Venezuela tuvo que disfrazarse de democrático. Hoy si se sostiene es por el Ejército.
         La diferencia aquí también es clara: Mientras el fascismo hace capitalismo de Estado, los comunistas hacen capitalismo en un solo país y con una burguesía de amigos, plutocráticamente desde el Estado liquidan al sector privado. Es una tecno burocracia que gobierna con comisarios políticos. Error que no comete el fascismo clásico. Esa es la causa por la cual del fascismo se vuelve a la democracia y en cambio del comunismo el camino es de no retorno. De España, Portugal y Grecia fascistas se volvió sin trauma al estado de Derecho, pero de Cuba y Venezuela ¿De qué modo se vuelve? Como se ha dicho no sin razón, son sociedades cárceles. Los que quieren entrar no pueden y a los quieren salir no los dejan.
         Más allá de esta diferenciación, desde el punto de vista del estado de Derecho, son dos monstruosidades, dos formas mesiánicas de sentirse iluminados en la resolución de las cuestiones políticas, económicas y sociales. Dos maneras dirigistas de aislarse del libre comercio y del mundo, para vivir un delirio autárquico a lo franquista o castrista. Pero como se vio, el diablo se esconde en los detalles, por eso en el Uruguay prefirieron saltar el cerco y en vez de capitalismo en un solo país, al estilo comunista, suscribirse al corporativismo fascista para una burguesía de amigos.
La palabra socialismo no significa nada, es honorífica, también Mussolini era socialista y el padre le puso Benito, por Benito Juárez.

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Esto nos transporta a otra arista de ésta cuestión, que bien se podría definir como la peronización del Frente Amplio. No es nueva, lo que en Argentina son las Unidades de Base, aquí le dicen Comité de Base y consignas del tipo “Sólo el pueblo salvará al pueblo”, “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, de neto corte populista, son consignas propias del Frente Amplio entre nosotros.
Alfredo Palacios lo definía al peronismo como un populismo de derecha y todos sabemos de la enorme admiración que Chávez le tenía a la figura de Perón. La izquierda clásica era anti peronista, fundamentalmente porque Juan Domingo los persiguió implacablemente, la actual encontró en el Patria Grandismo rosista del peronismo, lo que le faltaba ante la estrepitosa caída de la ex Unión Soviética. Sustituyó un internacionalismo Este-Oeste, por otro Norte-Sur.
Pero no quedó solamente en eso. El peronismo es obrerista y capitalista, dice querer el bien de los patrones, para favorecer a los trabajadores y quiere hacerle un gran favor a los operadores económicos dándoles la razón en todo a los obreros, el tema es que los industriales, ganaderos y comerciantes, no quieren esa mano de bleque que Perón quería darles.
El peronismo es un bonapartismo que funciona exactamente al revés del de Luis Bonaparte. Hace como que está con la patronal y les aumenta la carga social y tributaria hasta límites inconcebibles. Cree que tienen que agradecerle porque está comprando futuro para evitar un estallido anti sistémico.
El justicialismo argentino es básicamente un pacto corporativista que cuando se rompe conduce a una catástrofe social, porque la puja distributiva que generó ante un cimbronazo de la economía se vuelve insostenible.
El Frente Amplio lo imita, pero se encuentra que no tiene, por varias razones, piso sociológico para ir a lo mismo.
Porque aquel es un sindicalismo de obrero sumergido y éste es un gremialismo de funcionarios públicos.
Porque el único sector propiamente corporativista en el Uruguay son los médicos y más nadie.
Porque la clase media podrá estar confundida como en los años 70’, pero es cualquier cosa menos obrerista.
Porque el peronismo para ser creíble tuvo y tiene que desideologizarse. En cambio el Frente Amplio, para no asumir responsabilidad por su pésima e incompetente gestión, tiene que ideologizar todas las cosas.
El peronismo condujo a todas las Provincias argentinas a la degradación social, el Frente Amplio únicamente a Montevideo.
Saliendo del sector médico, el corporativismo en nuestro país, es exclusivamente sindical, con un detalle adicional, en Argentina la opinión sindical ocupa un lugar en el escenario político general, en Uruguay en cambio es algo a lo que nadie le da la más mínima importancia.
Hoy el peronismo está metido en un marasmo. Si le fija fecha al paro, la gente se lo va a llevar por delante y si no se la fija o la dilata seguirán creciendo en el desprestigio creciente en que están. Vuelve nuevamente, al igual que en los años 70’ la guerra a muerte entre la izquierda y la derecha peronista, solamente que ahora no es por el poder, sino por la sobrevivencia. Probablemente no sea Cambiemos quien gane las próximas elecciones, sino que el gran perdedor podría ser el cristinismo en puja contra el peronismo, aún allí en donde se enfrentan a Macri.
Pedirle a un gobierno que cambie la política económica, no es hacer oposición, porque les guste o no, la gente los votó para esa política y ningún gobierno que se precie la va a cambiar porque desde una tarima a los gritos y piñazos entre ellos mismos, le estén pidiendo que lo haga.
Protesta sin consecuencias prácticas, no es protesta, es un saludo en la opo…en la oportunidad.
El peronismo en tanto fascismo puro y duro necesita Il Duce o la Duquesa, el Frente Amplio en tanto aprendiz de fascismo sin operadores económicos, no tiene ese problema, la clase media baja y los parias votan lo mismo una heladera. Lo que está indicando que en el fondo, son más corporativistas que aquellos.

Esperemos que cuando todo este tinglado regresivo y mal llamado progresista caiga, no nos encontremos con las arcas del Estado vacías, una sociedad envilecida, y de regalo una oposición destituyente que a lo único que aspira es a ver al Presidente de la República disparando en un avión, porque según ellos son los únicos que saben cómo calmar a la gente.


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