martes, 23 de febrero de 2016

Bolivia le dijo no al autoritarismo



         El reciente referéndum constitucional en Bolivia se inscribe en un contexto regional que a esta altura de lo que está ocurriendo en Argentina, Brasil y Venezuela –todos países del Mercosur-, se está volviendo una constante inequívoca del gran cambio político llamado a ponerle fin a más de una década de gobiernos mal llamados progresistas. 
         El rechazo a la reelección indefinida de Evo Morales responde a múltiples razones. Por un lado, la enorme corrupción, como la compra de 16 barcazas chinas y como en el famoso caso del Fondo Indígena que salpicó a dirigentes de organizaciones sociales que ahora promovían la reelección del Presidente. Estos caciques recibieron recursos públicos en sus cuentas personales para la ejecución de proyectos, pero no fueron ejecutados o están a media ejecución.
         La gente vio que detrás de esa máscara indigenista se violaron los derechos de los pueblos indígenas autorizando la explotación petrolera en áreas protegidas.
         Con respecto al tema hidrocarburos, más que una nacionalización, fue una expropiación lisa y llana, en donde tras 10 años no se tomaron siquiera la molesta de hacer la migración de los contratos petroleros.
         La total ausencia de política económica lo condujo a Evo Morales a endeudarse con China en 7,400 millones de dólares.
         Estamos hablando de un país en donde ha habido un alarmante crecimiento del narco tráfico y de la inseguridad ciudadana, en donde la justicia no tiene independencia y está sometida al Superior Gobierno y su partido, en donde no se crearon empleos y empresas productivas y en donde se persiguen a indígenas, ciudadanos y dirigentes políticos que están en desacuerdo con el gobierno.
         A todo esto se suma el escándalo por el noviazgo con Gabriela Zapata Montaño con quien tuvo un hijo en 2007. Lo sexual sería lo de menos en un Presidente como Evo, que como es bien sabido se acuesta con todas las Ministras del gabinete; el tema de fondo aquí es que tan esbelta criatura trabaja para la empresa China CAMC Engineering Co, que mantiene millonarios contratos con el Estado, que representan según Carlos Valverde uno de los negocios más grandes que se hacen en Bolivia. Los contratos según Valverde están estimados por un valor de 566 millones de dólares. De esta manera se adjudicó en los últimos años los contratos más jugosos en materia de infraestructura ferroviaria (Bulo Bulo-Montero) industrial (plantas de zinc y potasio, equipos para YPFB, ingenio San Buenaventura) y de ingeniería civil (Misicuni).
Operaciones como la ruptura unilateral de Bolivia con el contrato que hizo con la empresa y ejecutar una boleta de garantía por al menos 50 millones de dólares, ponen a Evo Morales no solamente, frente al delito de tráfico de influencias, sino también al de enriquecimiento ilícito.
Mientras Evo Morales y su hija dicen que el Presidente desde 2007 no tiene más vinculación con Zapata Montaño, aparecen fotografías que muestran al mandatario junto con ella en 2015.
Hasta el momento las denuncias más graves de corrupción afectaban a los allegados y colaboradores del Presidente, ahora salta un caso directamente vinculado al Primer Mandatario.
Ante esto Bolivia tuvo la madurez y la sensatez de decirle que no a ese sueño autocrático de eternizarse en el poder mediante el reeleccionismo indefinido. Tanto Menem y Cristina Kirchner en Argentina, como Chávez en Venezuela, Corrrea en Ecuador y Evo Morales creyeron que vinieron para no irse nunca más y en Bolivia reciben el No a la reelección, que tanto bien le hubiera hecho a Venezuela en su momento.


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