martes, 4 de noviembre de 2014

Si te critican tu dirigente no te pongas así.

    Hay gente partidizada que cuando le critican al dirigente, es como si lo cuestionaran personalmente a él.
    En el Uruguay, se ha dicho, existe un desfasaje muy grande entre los dirigentes y la gente, la base y la cúpula -el casco-, como le dicen en el Frente Amplio.
    Lo que en verdad ocurre es otra cosa.
    La gente, el votante concreto, no piensa en todos los temas igual que el dirigente. Lo vimos en el tema del voto consular, y lo vemos ahora en la cuestión de la baja de la imputabilidad. El partido nacional lo sufrió en el tema aborto y el Frente Amplio en el segundo plebiscito por derogar la ley de caducidad.
    Que la gente vote un candidato, no quiere decir que tenga que estar en un 100% de acuerdo con ese individuo.
    En el voto intervienen factores de otra naturaleza, que no pasan necesariamente, por las coincidencias intelectuales: Carisma, capacidad de comunicación y articulación, liderazgo y fundamentalmente, lo que se llama el socio contexto; si en el trabajo de ese individuo todos votan una fuerza política determinada, bajo el microclima que eso genera, el hombre vota igual que sus compañeros.
    En este punto es donde la sociedad uruguaya se fractura en su conciencia colectiva.
    Están los que votan al candidato y los que no les importa eso y votan al partido.
    Los fundacionales, excepto los tradicionalistas, votamos al candidato, lo miramos con lupa en todos los detalles, no le perdonamos ni una y cuando no nos gusta por algo, sufrimos la crisis que está viviendo el partido colorado con un hombre que es de bien, pero el apellido no lo ayuda.
    Otro sector, al parecer la mitad del país, vota al partido sin importarle quién es el candidato. No es que vote heladera, el candidato allí cumple un papel secundario, es un militante más, jugando ese rol ante la gente.
    Lo que ahora el balotaje viene a medir, con precisión de manual de ciencia política, es el liderazgo para presidir la República, porque nadie deja de pertenecer a su partido, porque prefiera al otro candidato.
    Ha sido en nuestro país la partidocracia quien para perpetuarse generó una mentalidad corporativa, en donde el partidismo no la deja pensar a la ciudadanía.
    Así hemos visto gente en el pasado que era colorado o blanco y no defendía su pensamiento con ideas políticas, sino sacando camiseta. Eso hoy, ya sabemos quien es el heredero.
    El Poder Legislativo ya dirimió el pleito, ahora resta saber quien preside.