Dijo el doctor
Vázquez en el acto de cierre de campaña, con los resultados a la vista que “las
mayorías no son para imponerse, sino para buscar el diálogo con más fuerza” y
“construir políticas nacionales. No queremos un país de unanimidades, no sería
bueno, ni posible”, sostuvo el galeno.
A su vez el ex
Presidente llama a frentistas, batllistas, wilsonistas, independientes a que “puedan trabajar juntos”.
Estamos hablando
de la misma persona que cuando competía con Constanza Moreira en las internas
de esa fuerza política, empezó a burlarse de Jorge Larrañaga que representa el
wilsonismo y haciéndose el chistoso acusó a la oposición de “gilada”.
Si efectivamente
es como el doctor dice, si las mayorías no son para imponerse: ¿Porqué, a santo
de qué, tanta desesperación por ganar en primera vuelta? ¿Cuál es la mayor
fuerza que necesita esa rara mayoría, cuando se gobierna con
inconstitucionalidades a sabiendas, sin técnica legislativa y a golpe de balde?
La
inconsistencia, el desprecio a la razón y el cinismo aquí cae por su propio
peso y si una cosa así logra el 46% de los votos, con una oposición
fragmentada, quiere decir que ese hombre, tiene absoluta impunidad verbal para
afirmar y sostener cualquier cosa. Podría hablar en jeringozo y lo aplauden
igual.
Ante esto, el
análisis que hay que hacerse, ya no es de carácter político; si Pedro debió
haber puesto a Amorín o si no debió criticar a Luis y le faltó batllismo para
ganar al colorado que se hizo frentista o si el eslogan por la positiva tiene
limitaciones y hay que ganar las elecciones sabiendo golpear donde más duele.
Podría en
términos de hombres racionales pasar por allí el análisis que hay que hacer.
Pero ante tanta inconsistencia y aplauso fácil, evidentemente, es otra la mirada que
hay que tener.
Hay que entrar
en un terreno psicoanalítico e interpretar lo que dice en función de una
enfermedad colectiva, hija de la degradación social, madre de la infamia en
política, padre del exterminio de las capas medias y el ahorro interno.
El diablo está
furioso desde que fue expulsado de Orión, ahora parece que Dios le dio permiso
para irse y volver y el demonio no se va nada, se queda gustoso en esta
prisión.
Dicen que la
gente quiere esclavitud como en los bellos tiempos del Imperio Romano cuando
Satanás gobernaba a sus anchas, pero el Diablo ya dijo que no, que no va a
haber esclavitud, va a haber degradación. Las tres cosas que siempre hizo: Degradación, mea culpa y entrega.
Primero te
degrada, después te exige un mea culpa y finalmente te mata, por débil, por
blando.
¡Salud Satanas!
¡Anarquía y salud!