lunes, 27 de octubre de 2014

¡Vos sí que la tenés re clara, Satanás!



       Dijo el doctor Vázquez en el acto de cierre de campaña, con los resultados a la vista que “las mayorías no son para imponerse, sino para buscar el diálogo con más fuerza” y “construir políticas nacionales. No queremos un país de unanimidades, no sería bueno, ni posible”, sostuvo el galeno.

       A su vez el ex Presidente llama a frentistas, batllistas, wilsonistas, independientes a que  “puedan trabajar juntos”.

       Estamos hablando de la misma persona que cuando competía con Constanza Moreira en las internas de esa fuerza política, empezó a burlarse de Jorge Larrañaga que representa el wilsonismo y haciéndose el chistoso acusó a la oposición de “gilada”.

       Si efectivamente es como el doctor dice, si las mayorías no son para imponerse: ¿Porqué, a santo de qué, tanta desesperación por ganar en primera vuelta? ¿Cuál es la mayor fuerza que necesita esa rara mayoría, cuando se gobierna con inconstitucionalidades a sabiendas, sin técnica legislativa y a golpe de balde?

       La inconsistencia, el desprecio a la razón y el cinismo aquí cae por su propio peso y si una cosa así logra el 46% de los votos, con una oposición fragmentada, quiere decir que ese hombre, tiene absoluta impunidad verbal para afirmar y sostener cualquier cosa. Podría hablar en jeringozo y lo aplauden igual.

       Ante esto, el análisis que hay que hacerse, ya no es de carácter político; si Pedro debió haber puesto a Amorín o si no debió criticar a Luis y le faltó batllismo para ganar al colorado que se hizo frentista o si el eslogan por la positiva tiene limitaciones y hay que ganar las elecciones sabiendo golpear donde más duele.

       Podría en términos de hombres racionales pasar por allí el análisis que hay que hacer. Pero ante tanta inconsistencia y aplauso fácil, evidentemente, es otra la mirada que hay que tener.

       Hay que entrar en un terreno psicoanalítico e interpretar lo que dice en función de una enfermedad colectiva, hija de la degradación social, madre de la infamia en política, padre del exterminio de las capas medias y el ahorro interno.

       El diablo está furioso desde que fue expulsado de Orión, ahora parece que Dios le dio permiso para irse y volver y el demonio no se va nada, se queda gustoso en esta prisión.

       Dicen que la gente quiere esclavitud como en los bellos tiempos del Imperio Romano cuando Satanás gobernaba a sus anchas, pero el Diablo ya dijo que no, que no va a haber esclavitud, va a haber degradación. Las tres cosas que siempre hizo: Degradación, mea culpa y entrega.

       Primero te degrada, después te exige un mea culpa y finalmente te mata, por débil, por blando.



 

¡Salud Satanas!
¡Anarquía y salud!