Los
años electorales fueron siempre años de carnaval económico, pese al hecho de
que la Constitución prohíbe cambiar la estructura del Presupuesto Nacional. Es
un año en donde el Parlamento únicamente realiza la Rendición de Cuentas y el Balance de Ejecución Presupuestal. Lo que
se vota no es un nuevo Presupuesto, sino el balance del mismo.
Lo
del Ministro de Industrias, Roberto Kreimerman es una vergüenza, sólo
entendible en gente que ignora la Constitución de la República en términos
absolutos y, lo de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del
Estado (COFE), que se tragó la pastilla del acuerdo que establecía mejoras
salariales de $ 10.000 para los funcionarios profesionales del Ministerio de
Industria y de unos $ 5.000 para los que ocupan los cargos más bajos en el
escalafón, no deja de ser una ingenuidad, por la sencilla razón de que en los
años electorales es inconstitucional aprobar partidas presupuestales nuevas. ¿Lo
saben o no lo saben? ¿Son o se hacen?
El
Ministro de Trabajo y Seguridad Social, José Bayardi dice: “Los acuerdos están
para cumplirlos” y, pregunto yo: ¿Y la Constitución de la República para que
está?
Hay
que entender claramente este hecho: son una manga de incapaces del primero al
último, que para lo único que sirven es para enfurecer aún más. a un
gremialismo de funcionarios públicos igualmente inoperantes.
Hay
que saber con autoridad decírselo con todas las letras y leerles la
Constitución de la República, que es la Carta Magna por excelencia y está por
encima de cualquier ley.
Dice
la Constitución de la República en el artículo 229.- “El Poder Legislativo, las Juntas
Departamentales, los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados no podrán
aprobar presupuestos, crear cargos, determinar aumentos de sueldos y
pasividades, ni aprobar aumentos en las Partidas de Jornales y Contrataciones,
en los doce meses anteriores a la fecha de las elecciones ordinarias, con
excepción de las asignaciones a que se refieren los artículos 117, 154 y 295.”,
que se refieren a la dieta de los legisladores de la próxima legislatura, el
Presidente y Vicepresidente y las Juntas Departamentales. Es así de simple y si
no les gusta, que hagan todas las huelgas que quieran. Porque además es
significativo que en los años electorales vienen a acordarse de todos los
reclamos comprimidos que tienen. No se ve la razón por la cual el Ministerio de
Industria está por fuera de la Constitución y si la hubiera, el Uruguay
estallaría en reclamos de toda índole, justo en el momento que la Constitución prohíbe
asignar partidas presupuestales.
Es
muy fuerte que un Ministro se atreva a chantajear al Gobierno con su “renuncia”.
Haber
llegado a esto, creo yo, es haber descendido muy bajo. Es claramente una crisis
de la demagogia del populismo inoperante; no sabe decir no y luego se embreta
en un corral de ramas.
Mientras
esto ocurre a un nivel que colide con la Constitución, otras cosas suceden a
través de la cual siempre los años electorales fueron un carnaval económico,
que va de los avisos estatales, a la propaganda oficial, que como todos hemos
visto fue descomunal a favor de la fuerza de Gobierno.
Si
esto lo hubieran hecho los partidos fundacionales estarían interpelando a todo
el mundo en el Parlamento. Lo que está indicando que esta gente es lo más bajo,
a lo que hemos descendido.
Pasado
el carnaval electoral que llega hasta mayo del año que viene, empieza la hora de
la verdad y el Uruguay va a un ajuste.
Es
eso de lo que no quieren hablar, porque el único ajuste que tienen pensado es
contra los nabos de siempre, los contribuyentes, la pobre clase media en
extinción que paga para que vivan desvergonzadamente, en una fiesta politiquera.