Este es un año que finaliza dejando un collar
de perlas, como rara vez se ha visto en gestión de gobierno alguna, porque
todos sabemos que si los partidos tradicionales hubieran tenido tan solo un 10%
de las desprolijidades y barbaridades de estos dos gobiernos del Frente,
sencillamente no hubieran podido gobernar.
Atrás
queda la banalización de la marihuana como puerta de entrada al narcotráfico
internacional, la ley de medios como mordaza para que no se pueda saber nada,
las pruebas PISA demostrando la caída del sistema educativo uruguayo y entre
las tantas perlas del collar, el Plunagate.
Un
gobierno soberbio que se mofa con frivolidad de la opinión pública, convencido
de que el solo hecho de ser del Frente les da impunidad para estar por encima
de las leyes. Como a la gente la llevan de la nariz con cánticos a “la unidad”
y como cualquier desautorización así venga de la Suprema Corte de Justicia es
según dicen el producto de una conspiración “de la derecha”, creen tener el
campo libre para hacer lo que realmente se les da la gana.
Es
un hecho que estamos entrando en una sociedad de carácter fascista que a medida
que siga avanzando en este sentido, se nos ha de volver irreconocible. Un país en
donde la educación está en manos de un haz de corporaciones (un facio), los
ministros opinan de política partidaria interna, insultan hacia adentro de su
fuerza política y hacia afuera, el gobierno reconoce que no puede con las
barras bravas, pero dice que sí puede con el narcotráfico, el delincuente es el
único que tiene derecho humano, se legisla a golpe de balde con nombre y
apellido, se cometen inconstitucionalidades a sabiendas y se presiona con
asonadas a la Suprema Corte de Justicia y, el sindicalismo funciona para
grandes negociados, amparado por el Estado al mejor estilo peronista.
Estamos
ante un gobierno ensoberbecido sentado arriba de una retórica triunfalista, que
gestiona los recursos públicos con la más absoluta inoperancia en la salud y la
seguridad, la más crasa ineficacia para defender el puerto uruguayo y el
relacionamiento con los vecinos, y además una gran irresponsabilidad como lo es
salir a aplaudir a un ministro procesado sin prisión, que tuvo que renunciar de
prepo porque el Presidente se lo pidió.
Un gobierno y una fuerza política oficialista
que niega la realidad con el autobombo internista de que el simple hecho de ser
frentistas los exime de corrupción.
Un
gobierno que quiere hacer creer que es un mero error que comete cualquiera el
dar un aval a carpeta cerrada, sin cumplir con los requerimientos que están
reglamentados para otorgarlo, que son los que el BROU le pide al Banco Central
y que la pérdida de 301 millones de dólares es un dato menor, irrelevante.
El
año además finaliza, como ya era de prever, según se puede apreciar en
anteriores post de este bloger, con encuestas que vienen a relativizar la
abrumadora mayoría según la cual Tabaré Ramón Vázquez Rosas era el seguro
presidente de los uruguayos. Ahora resulta que es una ley del proceso político
uruguayo que cuando un partido gana dos veces, la tercera declina, porque el
gobierno los desgastó: No saben bien si gana en octubre y pierde en noviembre o
viceversa, pero que mayoría parlamentaria no va a tener parece ser un hecho, cuando
hasta hace unos meses, refutaban la crítica que aquí se hacía demostrando por
un raro índice matemático que aunque no fuera la mitad más uno, igual tenía
mayoría parlamentaria. Mayoría que al parecer era producto de cualquier índice
que se aplicara en el escrutinio.
Ahora
venimos a enterarnos según Oscar Botinelli, que “el fenómeno Tabaré está
rindiendo menos de lo esperado”.
Pienso
que el 2014 ha de ser un año mucho mejor. El doctor Tabaré Ramón Vázquez Rosas
tiene muchas ganas de perder la elección y sus deseos se cumplirán.
El comienzo del fin del ciclo frentista