viernes, 30 de enero de 2009

Es el voto que el alma pronuncia





Se repite en forma permanente, algo que a mi me tiene asombrado, porque nunca en mi vida sentí, leí o vi una cosa así.

Se dice a boca de jarro y muy suelto de cuerpo que desde “hace 150 años, los blancos y los colorados vienen fundiendo al país”.

Que me digan que la crisis en el Uruguay comenzó con el primer Gobierno blanco y que luego el deterioro se volvió constante habida cuenta del fin del modelo de Estado Proteccionista y Paternalista y la entrada en un nuevo Estado Juez y Gendarme, es algo que es dable analizar.

Que me digan que a la salida de la dictadura, en 1985, los blancos y los colorados no estuvieron del todo felices en muchos aspectos, es una cosa que se puede considerar. Pero que me digan que desde hace 150 años, esto es, desde 1859 a la fecha, todo lo que se hizo está mal, es insostenible e inadmisible, se lo mire por donde se lo quiera ver.

Quiere decir que para los tupamaros y su paraguas protector, el MPP, desde la oposición al nombramiento del presbítero don Jacinto Vera para el vicariato apostólico, cuando se expulsó a la misión franciscana del Uruguay y desde la negativa para el entierro católico al masón Jakobsen, todo lo que se hizo en el Uruguay, no sirve. Realmente, no lo entiendo. Porque ese tema lo he hablado y conversado profundamente con muchos católicos prácticos ultramontanos y todos están de acuerdo que es un capitulo superado de nuestra historia.

Pero decir que desde 1859, esto es, desde hace 150 años, el país fue gobernado irresponsablemente al garete, es insostenible y configura una verdadera traición a la patria, es algo de gente esencialmente antinacional.

Solamente un tonto de capirote, que pasó la infancia como monaguillo y cuando la Iglesia comenzó a cambiar enojado se hizo tupamaro, puede decir semejante enormidad.

Todos sabemos que El Viejo, José Batlle y Ordóñez nació en el año 1856 y que gracias a él, el Uruguay se convierte en un país laico y decente de clase media. Quiere decir que para esta gente, todo lo que fue escapando al primado de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana fue mal hecho en el Uruguay.

En 1856 asume Gabriel Antonio Pereira la Presidencia de la República. Fue un hombre excepcional. En 1811 se adhirió a las filas patriotas, desempeñando diversos cargos militares como, por ejemplo, Ayudante Mayor de Artigas en el segundo sitio de Montevideo, Capitán del cuerpo de Cívicos y Capitán del cuerpo de Libertos Orientales. Fue a Buenos Aires y no logró el apoyo que necesitaba. Fue uno de los firmantes la Declaratoria de la Independencia, el 25 de agosto de 1825. Integrante de la Asamblea General Constituyente y Legislativa del Estado entre 1828 y 1829. Con una carrera ejemplar como Senador desde 1830, fue elegido como Presidente de la República para el período 1856-1860, desde el 1º de marzo de 1856 hasta el 1 de marzo de 1860. Al año siguiente ocupó nuevamente una banca de senador, falleciendo poco después.



¿Qué problema tienen ustedes señores dirigentes del Frente Amplio con nuestra dignidad de orientales laicos, libres y soberanos?

Todos sabemos que el Uruguay es un gran corredor interoceánico en la Cuenca del Plata, si no les gusta la separación de la Iglesia con el Estado, ya saben a dónde tienen que ir.

No se puede permitir este despropósito permanente, por parte de gente tolerada, amparada y digitada por parte de una fuerza que se dice ecuménica, pero que por lo visto, ha olvidado sus deberes esenciales.

Si desde hace 150 años a la fecha está todo mal hecho en este pequeño país, ¿Qué están haciendo ustedes aquí?