martes, 22 de diciembre de 2015

Hacia una economía basada en el comercio exterior

          Es llamativa la credibilidad que genera el gobierno de Mauricio Macri. Por ejemplo, se pensaba que con la apertura del cepo iba a venir una devaluación brutal y sin embargo, el dólar bajó de precio. Con solamente 10 millones de dólares, prestados por los bancos y distintas instituciones internacionales, la gente puso el dinero en los bancos y ahora tiene 26 mil millones, al punto que baja en vez de subir.
      Pienso que la anulación de las retenciones y el impuesto cero a los exportadores, es lo que realmente generó un shock de confianza. Porque ahora van a poder trabajar y las divisas podrán entrar, liberando lo que tenían en stock.
    Todos estamos azorados. Lo que generalmente demora un año y medio, se logró en una semana.
     Aquella Argentina neurotizada de noviembre de 2001, que atacaba a los cambistas, cuando no había más dólares, no tiene nada que ver con esta otra Argentina actual.
      Aquella Argentina de los tiempos de Alfonsín, con gente que quedó tarada de tanto mirar pizarras, no es la Argentina de hoy.
      Hoy los arbolitos temen por su trabajo y son los únicos que lamentan la situación.
     El colchón bank indica que Argentina tiene más activos que pasivos, allí dónde se tiene poca inversión internacional directa.
       Corregir el desequilibrio fiscal ahora es lo prioritario y eso hace a la contabilidad presupuestal, lo cual exige acuerdos políticos en el Congreso.
     Hoy el régimen monetario kirchnerista es parte del pasado.
      En el marco regional si Brasil es el industrial, Argentina  es el comerciante y el ajuste al contexto de ésta nueva realidad, pone el tipo de cambio como un ancla nominal, por la misma ley de la paridad de los poderes de compra.
   Brasil le vende los insumos básicos, Argentina comercializa a su mercado interno y nadie puede vender, cuando eso mismo comprado a precio de vitrina, sale más barato en Brasil.
     Argentina tendrá que darse cuenta que los países no crecen hacia adentro, vendiéndose a sí mismo, sino orientado su economía al exterior y recibiendo divisas para poder hacer sus políticas. En términos económicos, hoy Argentina es un satélite brasilero.

      Esa situación no se revierte sustituyendo importaciones, sino haciendo un neo desarrollismo moderado, basado en las ventajas comparativas que tiene frente a otro.


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lunes, 21 de diciembre de 2015

Principios quieren las cosas



 

        Hasta ahora, la mirada que ha prevalecido para enjuiciar lo de Cuba, ha sido la visión de carácter institucional, que se resume en una frase: “Allí no hay libertad” y es cierto, pero deja intactas un par de interrogantes básicas: ¿Cómo puede ser que un régimen, nacido de una insurrección, que carece de legitimidad de origen, tenga sin embargo, legitimidad de ejercicio ante las Naciones Unidas y la comunidad internacional?
        ¿Para ellos no corre la cláusula democrática, ni siquiera con respecto a los 16 mil desaparecidos de estos casi 57 años de dictadura?
        ¿Por qué se tolera esto alegremente?
        Es evidente que aquí el legalismo colapsa y la mirada típicamente uruguaya, suele quedarse en la cuestión institucional de la ausencia de un estado de derecho y la existencia de un simple derecho de estado.
        No es que esté mal esa forma de observar, sino que omite otros aspectos igualmente graves, que hay que incorporar al juicio político, porque lo de Cuba en puridad es irreproducible, pero en su esencia es lo que ha ocurrido en Venezuela y no ocurre en el Uruguay, porque no les da la capacidad para ir más lejos.
        Uruguay durante el siglo XX escapó a este tipo de experiencias mesiánicas y eso condujo a muchos a una mirada romántica de que es posible “tomar el cielo por asalto” y con voluntarismo “crear un mundo nuevo”. Miraban y siguen mirando lo de Cuba, como si fuera una Revolución Francesa en chiquito. Igual cosa quieren hacernos creer con Venezuela, solamente que ésta tiene una tradición libertaria que viene desde el fondo de su historia y como los mismos venezolanos dicen: “Venezuela no es Cuba, porque no es pendeja”.
        Para ir hacia lo de Cuba –de eso Sendic sabe mucho, porque vivió y estudió allí-, hay que destruir la industria, el comercio, -la burguesía nacional-, y hacerlo con el visto bueno de Estados Unidos si ganan los demócratas que viven pueblerinamente fuera del mundo o si los republicanos se descuidan porque desconfían del socio local. Cuando se suman esas dos cosas, entonces hay que salir disparando con lo puesto.
        Lo que estamos viendo hoy hasta el dramatismo y sufriéndolo también, aunque más atemperado por la inoperancia y la incapacidad de esta gente, es que el proceso que conduce al socialismo se enmarca en varios factores. Es como una enfermedad que se nutre de un complejo sintomatológico y tiene varias causas, no una sola.
        Exige en primer lugar, una mayoría anestesiada, aquiescente y complaciente, capaz de vender principios por lentejas, dispuesta a sobrevivir negando las razones del vivir hasta terminar, sobremuriendo.
        Por el otro lado, demanda no ya tener la psicología del oprimido, sino mentalidad lumpen, porque los trabajadores manuales, siempre con el aumento salarial en la punta de la lengua, rechazan vivir en una economía racionada y cobrando en especies dado que el dinero, si bien tiene valor de uso, carece de valor de cambio para importar insumos básicos.
        El proceso es bien simple: Se ataca el valor del dinero, hasta convertirlo en un papel pintado y destruida la ley del valor, se termina con el valor de la ley. La propiedad es el precio de la libertad y la sociedad entra al principio en el trueque y la prostitución y, cuando campea la escases y la carestía, el nivel de pauperización es tal que se termina en la rapiña. Pauperizar quiere decir hambrear por salario.
        Allí es cuando el régimen endurece la persecución contra los opositores y la clase media instruida dispara en bloque. Ciertos intereses ligados al tráfico de armas, el narcotráfico y la trata de blancas comienzan a beneficiarse. En el caso de Cuba intervienen también los laboratorios que necesitan cobayos para experimentar y cuando ese régimen de degradación humana se consolida con el paria, el lumpen y el delincuente la comunidad internacional hace la vista gorda como diciendo: “Tú lo quisiste Fraile Mostén, tú te lo ten”.
        Se abre la noche que suele durar no poco, porque se sabe cómo se entra, pero se ignora cómo se sale.
        Con décadas de gobierno totalitario, un día lo que no explota, implota y allí vemos sociedades de gente empobrecida que disparan por el mundo tratando de vender su fuerza de trabajo y alterando otros mercados laborales, que aunque quieran, no pueden recibirlos.
        ¡Qué en el Uruguay, con su tradición de libertad política y manejo cuidadoso de la macro economía, exista gente que se derrite por una cosa así, y ve en esto una posibilidad para realizar su aventura de vivir, está indicando que las fuerzas de la disolución social existen y no se las puede subestimar!
        Se lo observa hoy en día con el manejo que hace Maduro en Venezuela, como si estuviera en la época de Dorticós con un factor subjetivo que ilumina al pueblo desde radio bemba.
        Se lo ve con nitidez en el rol que eligió jugar el cristinismo en la Argentina: Llevar la contra en todo y alentar la violencia callejera, clara indicación de que van a terminar igual que un grupo minoritario de izquierda protestando con voz de martillo como una bocanada proletaria de insultos propios de un mercachifle de la libertad.
        Se lo ve con Dilma en Brasil que parece no darse cuenta que su sola presencia es un factor de inestabilidad económica ponga de Ministro de Economía al que quiera.
        Si Venezuela, Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay son miembros del Mercosur, alguien puede pensar ahora con Botinelli que el marco regional que hoy nos rige no acelera los tiempos políticos.
        No se puede caer ahora en la ingenuidad de que un cambio regional conducirá automáticamente a un cambio político entre nosotros, pero evidentemente, principios quieren las cosas.


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domingo, 20 de diciembre de 2015

ANCAP y el efecto derrame.


        Si esto que hoy se está sabiendo en el Uruguay sobre ANCAP y el manejo fiduciario de los entes recaudadores, hubiera sucedido bajo gobiernos blancos o colorados, hoy el país estaría en pie de guerra y los pasquines de izquierda vendiendo prensa como nunca.
        Como son ellos y ser del Frente da impunidad para robar descaradamente a cuatro manos, no pasa nada, miran para el costado. Topolanski dice que vota la Comisión Investigadora de ANCAP “para que la oposición no joda más”. $endic da una versión, Astori otra y al parecer el erario público tendrá que condonarle la deuda de 750 millones de dólares. Según $endic la culpa la tenía el retraso cambiario, pero ahora parece que la tienen los sueldos de los empleados de las estaciones de servicio.
        El endeudamiento financiero de crudos y sus derivados es de US$ 1.455 millones, donde 832 millones son en dólares y 623 millones en unidades indexadas, esto último es con el Ministerio de Economía y Finanzas, producto de las cancelaciones anticipadas del año anterior, y del que está terminando con Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). De esos US$ 1.455 millones, 702 millones son con bancos, 623 millones con el Ministerio de Economía y Finanzas y 130 millones con proveedores.
        Como si éste déficit que hoy es estructural, fuera poco al final de este año, el total del pasivo financiero de Ancap será de US$ 2.300 millones y su patrimonio se situará en un nivel inferior a los US$ 200 millones.
        Para este año, se calcula que las pérdidas de Ancap superarán los US$ 200 millones. El presidente del ente, José Coya, dijo que por responsabilidad no iba a manejar cifras, pero sí adelantó que las pérdidas superarán los US$ 50 millones que el directorio había previsto para este año. Cuando se le preguntó al respecto, dijo que en el primer semestre perdió US$ 165 millones.
        Dejando de lado la pésima gestión, la subfacturación por un lado y la sobrefacturación por el otro, inflando los precios y poniéndose en el bolsillo la diferencia, es evidente que gran parte de esos 750 millones de dólares, fue para financiar la campaña electoral del hijo de Sendic.
        Cuando uno observa la “benignidad” con que los canales de televisión le hacían a cada rato un “reportaje” a La Raulito, sospechaba algo turbio, porque todos sabemos que el minuto de televisión en el Uruguay, no baja de los mil quinientos dólares.
        La Raulito por Twitter se dio el lujo de decirle boludo a Tabaré Vázquez y nadie, ni el mismo Vázquez se ofendió, lo que indica es que si $endic pisa tan fuerte allí adentro, es porque hay mucho dinero de por medio.
        Hoy se sabe la magnitud de los gastos mal hechos de ANCAP, pero sería bueno también averiguar quiénes financiaron la campaña electoral de Raúl $endic, que al parecer le salió redonda, porque se ve que contaba con recursos superiores a los demás.
        Aquí está el fondo de la cuestión que conduce a la piñata interna en el Frente Amplio: No todos pueden morder así, ni siquiera el Partido Comunista en la Intendencia de Montevideo, dejando un déficit de 400 millones de dólares y actuando con la impunidad que le da un sector desubicado de la embajada norteamericana.
        PLUNA, ANCAP y los entes recaudadores, los contratos de obra, arrendamiento y licitaciones, son un claro ejemplo de lo que el Frente Amplio –esos hombres impolutos, gente diferente, distinta, güena‑ entiende por efecto derrame, que significa en buen romance, derrame al bolsillo de cuatro vivos, disfrazados de pobres y poniendo cara de tontos.
        Vinieron como todos estos gobiernos que América Latina padece desde hace 12 años, para no irse nunca más y según el iluminado de los cambios irreversibles, quienes los venimos combatiendo desde la primera hora “estamos condenados a la impotencia” de juntar rabia y patear contra el clavo. Por eso no le dan recursos a la Suprema Corte de Justicia, porque son criaturas que entienden tanto de separación de poderes, como usted y yo de los conflictos en el mundo árabe.
        No van a lo de Venezuela y Cuba, por varias razones. Porque Uruguay está entre Argentina y Brasil, con Estados Unidos haciendo de Sheriff en el medio y fundamentalmente, porque no les da la capacidad política para hacer más daño del que ya hacen.
        Una sociedad idiotizada, con gente que como el burro a la zanahoria se endeuda para “limpiar” deudas viejas y vive sobregirada por encima de sus posibilidades, los votará hasta el día que le toquen el bolsillo y el dólar se ajuste a la realidad regional.
        Hoy, al calor de la refinanciación de los bonos de deuda, están en una guerrita –fuego amigo se le dice ahora‑, al mejor estilo peronista, que recuerda la época en donde “El Pocho” al llegar al aeropuerto de Ezeiza, no pudo bajar porque en los alrededores estaban a los tiros la izquierda y la derecha de ese partido y movimiento, todo junto a la vez.
        ANCAP, por lo visto los divide, como PETROBRAS en Brasil y como dentro de pronto YPF en la Argentina. Esa relación Kicillof con Sendic merece ser estudiada.
        Más allá de todo esto que indudablemente remueve el estómago de cualquiera, pregunto yo: Con 50 mil empleados públicos ensoberbecidos que quieren llevarse por delante “a los viejos” ¡Qué está sucediendo allí en donde son islas que se fijan los sueldos con autonomía y reciben premios a cualquier cosa, para seguir mamando de la teta del Estado!
        Porque seamos realistas: Si esto de ANCAP se hace con el leño seco ¡Qué no se hará con el otro!
        Al Frente Amplio le gusta escupir para atrás, barrer debajo de la alfombra, poner cara de yo no fui cuando hay que asumir responsabilidades, agarrársela con la década del 90’ cuando habían ganado la Intendencia de Montevideo y ahora vestir un santo desvistiendo otro como hicieron con PLUNA, condonándole la deuda a una empresa que destruyeron como ANCAP, a expensas de los bolsillos del contribuyente.
        Yo ya sé que decirle esto a una sociedad idiotizada y con un balde ideológico en la cabeza, es como hablarle a la pared.
        Por ahora la ideología puede más, pero los que sabemos lo que significa la economía en las actitudes políticas colectivas, sospechamos que la ideología puede más, al menos, sólo por ahora.
       

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¡No se dan cuenta que hay un enroque entre 
YPF, ANCAP, PETROBRAS, PDVSA, 
donde también está metido Ecuador! 
¡O siguen creyendo en los
fenómenos de generación espontánea!





jueves, 17 de diciembre de 2015

El fin del ciclo en las tasas de interés norteamericanas.

      
        Las tasas de interés norteamericanas estaban a mediados de los 70’ en un 5 por ciento y con altibajos llegan a su pico más alto de un 20 por ciento en los 80’, en los tiempos de Paul Volcker. Luego bajan y se ubican nuevamente, en un 5 por ciento en 1987, en los tiempos de Alan Greenspan. En 1992 llegan a su pico más bajo de un 3 por ciento.
        Greenspan cuando el estallido de las burbujas de las punto com o burbuja de Internet, las pone en un 1 por ciento. En 2006 Bernanke las va subiendo hasta llegar a un 5,25 por ciento y a fines de 2008 las baja al 0 por ciento para enfrentar la crisis global que golpeaba a la economía norteamericana, efecto de los coletazos de la crisis europea.
        En otro tiempo, cuando las tasas de interés norteamericanas estaban en un 20 por ciento, se decía que Estados Unidos es el único país en el mundo que sufre una rara contradicción macroeconómica: es el primer deudor y acreedor del mundo. Es el primer acreedor porque todos le deben dólares y es el primer deudor porque tiene que seguir prestando para poder cobrar. Las tasas bajas en cambio favorecen la inversión interna y alejan el ahorro interno del sistema financiero.
        Esto ha hecho que la ley de la rotación del dinero sea más importante que las divisas que se tienen para entender la inflación. Las altas tasas de interés desestimulan la producción, el empleo y la inversión, porque vuelve más atractivo para los sectores que tienen poder de ahorro, poner el dinero en los bancos que trabajar en emprendimientos productivos.
        Desde 2009 a la fecha van ya 6 años con tasas de interés en cero.
        La suba actual que se ubica en un rango que va de 0,25 a 0,50 en términos económicos no significa tanto como parece, comparativamente considerado con lo que han sido las tasas de interés en Estados Unidos, pero es una señal de que llegó a su fin el ciclo de las tasas cero.
        De ahora en más el crédito será cada vez más oneroso, el endeudamiento externo más caro de pagar y los capitales van retornando de los diferentes lugares a los que habían huido nuevamente a los Estados Unidos.
        Tradicionalmente para entender la realidad latinoamericana había que observar el funcionamiento de lo que eran tres potencias importantes: México, Brasil y Argentina. Hoy, con un México vandalizado por el narcotráfico y una Argentina destruida y robada, entender la realidad económica de América, implica observar lo que ocurre en los dos mayores captadores de inversión internacional directa, Brasil y Chile.
        En un post anterior analizamos la realidad económica brasilera, ahora veremos el correlato que todo esto tiene sobre la economía chilena, cuando los capitales se van de Brasil y afectan a su socio más importante por varias determinantes no solamente externas, sino internas del país trasandino.
        Hoy Chile vive una caída de más de 10 por ciento en términos reales y 20 por ciento en dólares en el índice accionario más representativo, el IPSA de la Bolsa de Santiago. Desde comienzos de 2013, cuando el indicador alcanzó su valor máximo; el derrumbe ha sido impresionante; más de un 30 por ciento en el convertidor UF a moneda chilena y un 50 por ciento en dólares.
        Para utilizar conceptos de Joseph Alois Schumpeter es una clara expresión del pesimismo reinante tanto en empresarios, como consumidores.
        En lo internacional, la regularización de las tasas de interés en Estados Unidos ahuyenta la inversión bursátil. Si a esto se le agrega el fin del auge del cobre y otras materias primas, junto al pánico que vino en la industria minera, cualquiera entiende que la situación no es nada promisoria.
        En lo regional, el derrumbe de las bolsas en Brasil, Perú, Colombia y México, van generando una parálisis del mercado bursátil y todos sabemos que si bien hoy la economía mundial no pasa como antes de la crisis del 29’ por las Bolsas de Valores, éstas siguen siendo el termómetro de la economía.
        Junto a esto, la pesadumbre que se vive hoy en Brasil en los operadores bursátiles está muy influida por las reformas que promueve el actual gobierno de Bachelet. De esta forma, vemos que la reforma tributaria ha elevado fuertemente la tributación a las rentas empresariales y por tanto castigado los dividendos netos; la reforma laboral amenaza a las empresas con huelgas salvajes, rigidez del mercado laboral y costos salariales más altos, el deseo de reformar la Constitución es también otro factor de inseguridad, porque podría afectar la seguridad jurídica en los derechos de propiedad.
        La depresión de los valores accionarios destruye riqueza y limita la capacidad de los hogares y las empresas para financiar gastos e inversiones.
        La ausencia de un mercado bursátil pujante y dinámico le quita fondos frescos a los emprendimientos innovadores que son los que están llamados a activar el crecimiento de la economía.
        Hoy, se sabe por estudios que se han hecho al respecto, que son las empresas innovadoras las verdaderas generadoras de puestos de trabajo.
        Si algo lo caracterizó a Chile es la capacidad de innovación para conquistar mercados en el Pacífico y tener un crecimiento imparable de la economía en una América Latina que no ha hecho otra cosa que fomentar la fuga de cerebros.
        Vemos con pena como tantos chilenos calificados, hoy dejan su país en busca de mejores horizontes, ante un gobierno que lo único que le importa, es meterle la mano en el bolsillo al contribuyente.

 

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Dejar atrás el populismo uruguayo.



         
        Hoy es un hecho que los populismos están colapsando en toda América Latina, bajo el hartazgo de la gente que al ver la magnitud de la corrupción, la ineficiencia y la inoperancia con que han gobernado, hoy empieza a confiar más en aquellos que en otro tiempo desconfiaba.
        Ya no ven al operador económico como “el burgués”, “el gorila”, “el oligarca”, “el capitalista”, sino como lo que en verdad es, un generador de riqueza genuina. Malo no es ser rico, malo es hacerse rico robando.
        América Latina conoció todas las variantes del populismo, desde el populismo de derecha, como definía Alfredo Palacios al peronismo, al de centro izquierda, como el de Arbenz, pasando por uno de carácter fascista y antinorteamericano, como el de Villarroel, hasta llegar al de izquierda, con Salvador Allende.
        Todos arengaron desde un balcón al estilo Perón y Velazco Ibarra, confundiendo masa –su gente-, con pueblo –el hombre común-, y a éste con la ciudadanía –todo el mundo-. Decía Velazco Ibarra que ganó las elecciones cuatro veces y en ninguna instancia los militares en Ecuador le dieron el poder: ”Denmen un balcón y cambiaré la convicción popular”.
        Existieron casos raros, como el de Getulio Vargas, populista de derecha en el 30’, republicano en los 50’.
        Conocí exilados brasileros que combatieron a Getulio Vargas en el 30’ y lo apoyaron en el 50’, porque el Vargas del Estado Novo era otro, era un republicano.
        Los populismos latinoamericanos funcionaron como consecuencia del enriquecimiento y capitalización que se generó en la post guerra.
        Hay casos en donde la caída de los populismos deja un saldo de violencia endémica en la sociedad, como fue en Colombia el derrocamiento de Gaitán y otros que dejan a la sociedad fragmentada por décadas, como el derrocamiento de Perón. En cambio existen otros populismos de los cuales luego nadie quiso decir más nada, como el de Velazco Alvarado en Perú y el de Allende en Chile.
        El Uruguay en todo este proceso que vivió el siglo XX latinoamericano, logró con sabiduría zafar de estas experiencias y porque no las hizo, fue a partir de 2004 presa fácil de la ambición mediocre, la retórica de barricada y el odio de clases que está en la base del populismo.
        La izquierda tradicional no era populista. Estuvo contra Velazco Alvarado en Perú y contra Perón en la Argentina. No apoyó a Getulio Vargas y lo veía al populismo como una caricatura para gente con enormes limitaciones teóricas. “Revoluciones hasta la mitad, son revoluciones masacradas”, decía el Che Guevara, afirmando que ese nacionalismo de los argentinos es la verdadera máscara de su sumisión al imperialismo.
         Desde posiciones no tan radicales Alfredo Palacios y Pedro P. Justo en la Argentina o Emilio Frugoni entre nosotros eran acérrimos enemigos del populismo, por considerarlo anti democrático.
        Se podrían distinguir dos tipos de populismo. Aquel que cuenta con el apoyo del Ejército, Velazco Alvarado y Perón y los otros, Gaitán, Arbenz, Villarroel, Velazco Ibarra o el inefable Haya de la Torre que tuvo que vivir exilado en la embajada colombiana en Perú porque el Ejército no lo quería ni regalado.
        Después de Cuba el populismo se izquierdiza y surge un ala guerrilleril por todos lados. En la Iglesia Católica con don Luis Segundo, Héctor Borras, Hugo Assman y su Teología de la Liberación para una liberación de la teología, en el partido socialista con Vivían Trías y Eduardo Galeano, en el partido comunista con Rodney Arismendi y su FIDEL, incluso dividieron la Masonería con Allende, que ya es decir.
        Se desató entonces una lucha entre castristas y castrenses con su secuela de dolor y muerte provocada por la irracionalidad populista que no entiende las reglas del estado de derecho.
        “Hay que fascistizar al enemigo para combatirlo mejor!”, decían los Montoneros en la Argentina, por aquel entonces.
        Cuando el asesinato de Jaime Roldós en Ecuador, en 1980 uno sintió que ni siquiera el más tibio populismo iría a ser aceptado por las élites de poder en América Latina. No obstante los sandinistas tomaban el poder en Nicaragua en el 79’. Luego Siles Suazo en Bolivia vaciando el Banco Central.
        Más allá de eso el populismo reflota en lo que va de estos últimos doce años. Si algo enseñaron es que la sociedad se divide en dos tipos de personas: los buenos, ellos y los malos, los que piensan diferente, que para bajar la pobreza hay que expulsar a patadas a quien la mide y que ser progresista es votar unitariamente con brazo de yeso lo que centralmente se le ordena.
        Aprendimos que el dinero no se cuenta, sino que se pesa y que para llevárselo en carretilla solamente hay que tener licitaciones, contratos de obra y arrendamiento con algún funcionario importante del Estado. La revolución se hace con dinero y si es de otro mejor. Como dijo el compañero Napoléon Bonaparte: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas, pero se suelen perder”.
        Nos enseñaron que este es un mundo equivocado, por eso en Washington D.C, Londres, París o Madrid se vive muy mal y en el Barrio Borro, el Cuarenta Semanas y Casabó, se organiza la vida como es debido. Y si todavía no vivimos tan bien como nos merecemos es porque en Washington, desde que se despiertan hasta que se van a dormir, no hacen otra cosa más que ocuparse por arruinarnos la vida. No tienen otro tema en Estados Unidos que la desdicha uruguaya.
        Aprendimos que no se precisa ir al Casino municipal para jugar, porque el uruguayo viva donde viva tiene el derecho democrático de hacerlo en cualquier esquina.
        El saldo que dejan es un daño muy grande al tejido social uruguayo. Hoy hay dos países: Uno el Frente Amplio y el otro los que vivimos bajo el gobierno del Frente Amplio. Si algo entendimos gracias a ellos y a pesar de ellos es que el que piensa diferente y lo expresa es un favor que nos está haciendo. Malo no es quien discrepa, sino el cínico que apoya de la boca para afuera, mientras de la boca para adentro se prepara para la más baja puñalada trapera.       
     De esta forma el silencio se impuso a la discrepancia y cuando eso no ocurrió, se perdieron amistades, se dividieron familias, se alzaron muros entre los sentimientos de la gente.
        Aprendimos que desde 2004 a la fecha esos intelectuales del frente que echaban humo desde el rincón de las arañas hablando con voz de martillo y diagnosticando la caída inevitable del capitalismo, no fueron capaces de producir una plataforma política, ni un mero ensayo sobre la posición uruguaya en política internacional, frente al terrorismo, al tráfico de drogas, a la educación, al desarrollo, a la pobreza, al desempleo o al cuidado del medio ambiente. Nunca nadie supo muy bien qué pensaban en los temas fundamentales.
        Aprendimos que en ANCAP, PLUNA y los entes recaudadores, quien se adueña del Estado puede hacer lo que quiere. Intentaron poner entre cuerdas al Poder Judicial y como no pudieron lo asfician presupuestalmente.
     Aprendimos que después de 25 años en la Intendencia Municipal, que en 1990 la tomaron con 16 millones de dólares de superávit y que ahora tiene un agujero de 400 millones, para la ciudad más cara y más sucia de todo el país, la culpa de todo la tienen los blanquicolorados, que cuando se inicia la década del 90’ le dieron el Municipio.          
      Quisieron refundar la democracia y cambiar el futuro manipulando el pasado. Se beneficiaron con enormes recursos y desperdiciaron una oportunidad histórica, por desconocer reglas básicas de la gestión de los asuntos comerciales, monetarios y financieros. No se dieron cuenta que para gobernar no se necesita saberse al dedillo la vida del Che Guevara, lo que sí se precisa es entender un poco de Derecho Constitucional y Derecho Administrativo.
     Aprendimos como se degrada el lenguaje, la convivencia, la tolerancia entre las personas y las mismas instituciones republicanas.
        Los hechos sin embargo son tozudos. En Economía se puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias”, decía John M. Keynes.
        Recibieron un país que venía creciendo desde agosto de 2003 y luego de agobiar como nunca antes en nuestra historia impositivamente a quien más trabaja dejan un déficit fiscal de 3,5 por ciento y un déficit en ANCAP de 800 millones de dólares y en PLUNA de 300 millones de dólares.
        Solamente falta ahora en el Uruguay, aprender desde el pluralismo democrático a coordinar esfuerzos, para una superación de esta amarga situación histórica en la que nos encontramos.

 

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