domingo, 27 de julio de 2014

Salamín, salamín con pan, a la escuelita industrial.

       Salamín con pan, se suponía, eso creíamos todos, que traía una dilatada experiencia en el manejo de la macro política por el hecho de haber cargado sobre sus hombros con la enorme responsabilidad de una gestión presidencial.
       Se han hecho estudios que demuestran que luego de un mandato Presidencial el individuo ya no es el mismo, la ve diferente, la ve de arriba y por lo general, esa nueva perspectiva suele envejecer a la persona, porque ser Presidente de la República en cualquier lugar del mundo, impone una sobre carga de trabajo, que genera un enorme desgaste interior.
       No es un simple trabajador full time, sino un full time que a tiempo completo, gobierna todo un país.
       Haber sido Presidente de la República a su vez, implica que cuando se vuelve a postular, ante la ciudadanía ya no representa a una mera figura partidista, sino alguien que sabe dirigirse al conjunto de la población.
       Ningún ex Presidente la emprende contra determinados sectores sociales, porque sabe por experiencia propia que el Estado juega un rol bonapartista y que el mandato presidencial funciona cuando todas las partes de la sociedad logran consensuar acuerdos amplios, que posibilitan la eficacia de una gestión de gobierno.
       En el supuesto caso de que tenga pensado cobrarse alguna cuenta contra algún actor económico, social o político, suele ocultarlo, porque sabe que en determinado tramo de la gestión, no podrá gobernar sin esos actores institucionales.
       En el pasado, hubo gente que le dijo con todas las letras, en el momento que asumía su primer mandato, que ser mayoría social y minoría institucional, impone una prudencia máxima en lo que se hace, porque no se gobierna con la pueblada, sino con los sectores que intervienen directamente en el Estado.
       Neutralizarlo a ese sector era crucial para poder ir ampliando gradualmente sus ideas, hasta el límite de lo razonablemente plausible.
       Decir, en plena campaña electoral, que los productores rurales son egoístas, es no tener la más mínima noción de cómo funciona el agro. Mientras los demás pagan impuestos después que venden o cuando cobran el sueldo, el productor, produzca lo que sea, paga renta del suelo sin decir agua va, agua viene.
       Así el campo esté sin producir nada, igual paga renta del suelo.
     Este hecho hace que el productor tenga que endeudarse para poder obtener capital de giro y todos sabemos que con el dólar planchado, la tasa de ganancia que obtiene es mínima.
       Mientras a los otros sectores de la producción se les permite fijar los precios que quieran, al productor se lo topea y peor que eso, si produce mucho le bajan los precios, si produce poco se lo suben. A nadie le aplican la ley de la oferta y la demanda, al productor rural sí.
       Pero por si fuera poco, el productor rural tiene que enfrentar la inclemencia del tiempo, la sequía, las inundaciones, las plagas y eso hace que el trabajo agropecuario no sea atractivo para casi nadie y la gente de campo termine emigrando a las ciudades.
       En el Uruguay, hay apenas 80 mil productores rurales, y todos los que conocemos un poquito de nada de las cosas, sabemos que desde principios de siglo pasado, nuestro país es el más des ruralizado del mundo.
       Lo correcto, para poblar la campaña, sería hacer lo que se hace en Brasil, una gran amnistía tributaria, hasta que el individuo pueda capitalizarse y recién entonces, exclusivamente a los grandes, aplicarles gradualmente impuestos, con una tasa basada en la cantidad de gente que emplean. Paga más, el que menos trabajo genera.
       La economía uruguaya sigue siendo desde los viejos tiempos de Hernandarias, una economía basada en la producción centrada en el campo.
       Emprenderla contra esta gente, para recibir el aplauso fácil del montevideano ignorante y resentido “de los estancieros”, es tan infantil, como impropio de un ex Presidente de la República.
        El campo creció gracias a que Néstor Kirchner cometió ese mismo error y por esa causa, se vinieron a trabajar aquí.
       El doctor ¿Quiere expulsarlos como hizo Néstor?
       Echarle la culpa de todo a los estancieros era algo que no se aguantaba, ni siquiera en el 900’ y el Partido Nacional en eso supo siempre estar a la altura de las necesidades reales que tiene el Uruguay en la división internacional del trabajo. No fue de “bemba, tomando jarabe de pico”, hubo que ir a las cuchillas para defender a estos hombres que hicieron y sostienen, la matriz social de nuestra tierra.
      Todos los que hemos vivido el proceso político uruguayo de los últimos 50 años, sabemos perfectamente que la dictadura en el Uruguay, comenzó a tambalearse, cuando la Federación Rural se puso firme y dijo “hasta aquí llegaron”.
       Si vamos a comparar las cosas en dinero cantante y sonante, por ejemplo, para que un ganadero iguale lo que percibe el doctor Tabaré Ramón Vázquez Rosas, como receptor privilegiado del BPS, como ex Presidente y en función de su fortuna personal, que es una de las más importantes en el Uruguay, el estanciero tendría que tener 4.500 hectáreas de tierra.
       Conviene que el doctor vaya a la escuelita industrial, porque entonces podrá darse cuenta, que el tan manido Impuesto a Primaria ya lo están pagando.
       ¡Salamín, salamín con pan, a la escuelita industrial!

No se dice gil, se dice güil

         Conocí hace muchos años atrás a un mozo de bar, un veterano, un tal Ramos, con el que aprendí muchas cosas de la vida y el lenguaje para expresarse correctamente. Era del interior profundo, había trabajado en Buenos Aires en los años de plomo y estaba en ese momento en Montevideo.
      Empecé a entender que en política hay que aondearse, ponerse en onda, para poder intervenir. Que con los argentinos cuando se discute de fútbol, hay que gritar como un energúmeno, porque si no, no te respetan. Que el gran error de Perón fue meterse con la Iglesia, decía Ramos: “Contra eso no se puede, te das vuelta y el menos pintado es católico”. Parece que era buenísimo Juan Domingo, “porque a los mozos de propina les daba un sueldo a cada uno”. Era un preclaro porque decía que: “Hay más placer en servir, que en ser servido y por eso, era una fangotada lo que daba de propina”.
       Era tan constante Ramos, que nunca se había perdido un solo partido de Peñarol.
       Cuando pedía un whisky, le decía al bartman: "Echelé, maestro. ¡Arriba los que le echan! 
       Dominaba muy bien la profesión de mozo, me explicó minuciosamente la razón por la cual la bandeja se toma por la izquierda y se sirve por la derecha. “Hay que ponerse a la izquierda del cliente y al costado de él, para poder usar la derecha y servir”, decía, “Si hacés al revés, te pechás o se te cae lo que llevás”.
         Ramos me enseño que no se dice “gil”, se dice güil. No se dice salamín, se dice min salá.
       Aprendí que ser un sentolla no es dormir como Alfredo Silva, sino quedar sentado en el tete de un procesamiento judicial.
       Empecé, por ejemplo, a darme cuenta que aunque uno no fume, igual tiene que llevar un encendedor encima: “Porque si una mina te pide fuego, si no le das, le da otro”. Que a las mujeres cuando te dicen: “...Sí, Papa…”, hay que contestarles, “No se dice Papa, se dice papito, pito”.
       Me fui dando cuenta que no se dice frazada, se dice cuchipanda, porque en la vida se va del chucu chucu, al cuchi cuchi.
       Decía, “Me pasé la vida, tirando de la cuchipanda, para poder meterme”.
       Me explicaba que rastacuero no es el que rasca el cuero, sino el que tira manteca al techo, después de hambrear a todo el mundo. Que en la vida no se puede ser bueno, hay que ser peor que bueno, porque una cosa es ser bueno y otra ser güeno. Estamos en medio de gente me decía, que no le agarrás una, las tiene todas. Es lacra”. Le digo sí, es lacra y me contesta: “¡Viste como te sentís mejor después de usar la palabra lacra”.
         Evidentemente, empecé a entender que en realidad, no hay 7 pecados capitales, lo que si existe es un solo pecado capital: La ingenuidad, eso sí, es lo imperdonable, lo demás, son debilidades humanas muy comprensibles.
       La lujuria, “¡Dejaló que disfrute de la vida!”, la Pereza, “es entendible, a quién le gusta yugar pa’ otro”, la Gula, “es muy humana, porque el hombre desde que nace llora siempre por lo mismo, quiere teta”, la Ira, “es hasta natural cuando te sacan de las casillas”, la Envidia, “es la base del afán de superación en la vida”, la Avaricia, “es lo que te permite ahorrar y tener un mango”, la Soberbia, “es una forma de auto respeto cuando te viven orinando”.
       Lo único que no se perdona y es a la larga por lo cual somos castigados, es por ser un ingenuo, un chorlito, un sopita boba.
       De la cantidad de cosas que empecé a conocer una fue la que más me quedó: Lo único que pronunciamos correctamente, es cuando decimos: sopita boba. Eso sí está bien dicho.




 "El Frente Amplio es transparente"

       Ser medio opa, o como decía Ramos sopita viene de opita, tal vez sea el castigo que a la sociedad uruguaya, le esté aguardando de aquí en más.


Dejemos la guerra en paz

       Algo me dice que esto se va a complicar a medida que avance la campaña electoral y esta gente vea que se le termina.
    Cada día va cayendo más el engaño, en que han subsumido a la sociedad uruguaya, desde hace muchísimo tiempo.
       Si metieron a Soros y Rockefeller en todo este estofado es porque no piensan largar así no más.
     La sociedad uruguaya se juega mucho en esta contienda.
       Va a existir un antes y un después.
       Si se burlan y se ríen de la oposición es por algo, no es porque sí.
       Salir de esto no va a ser cosa fácil para cualquiera.
       Si parten de la base que la mayoría de la población no lee la prensa, es porque les importa un pito las fuerzas que sostienen un país.
       No solamente, van a embarrar la cancha, sino que van a patear de alguna manera el tablero.
       Hay poderosos intereses argentinos metidos en todo esto, que en el pasado demostraron una crueldad increíble en el accionar que tuvieron.
       Están amparados por toda la estructura de un contexto regional que les es favorable.
       No es nada improbable que empiecen una nueva guerrita, con elementos trasnochados de la vieja guerra.
       No saben hacer otra cosa a medida que se van quedando sin argumentos y salta a la vista el nivel de degradación social y corrupción a que nos llevaron.
       El Narcosur se nos viene como un desafío.
       En el pasado no quise irme del Uruguay.
       Tampoco quisiera hacerlo ahora.

       Creo que esta canción es necesaria hoy




Vestido de partisano, cuando François Mitterrand gana las elecciones, 
le canta esta canción.

Cambio tecnológico y cambio político

       Desde que iba al liceo me atomizaron aquellos profesores que tuve, explicando minuciosamente que cuando cambian las condiciones materiales, cambia también, todo el edificio cultural, jurídico y político.
       Yo pensaba que el espíritu sopla donde quiere, pero ellos enseñaban hasta la minucia, la relación causativa que existe entre la economía, el modo de producir tecnológico y la vida espiritual de la gente.
       Pude por ejemplo enterarme de algo que me resultó novedoso: como era el hecho de que los antropólogos cuando estudian una tribu de indígenas, lo primero que analizan es el tipo de alimentación, porque la ingesta, tiene una relación directa con sus creencias religiosas. Tomando a Desmond Morris como eje que vertebra una forma de observar, al parecer el hombre es un animal que a duras penas logra caminar en dos patas y todavía no conquistó la posición erecta.
       Para un cambio genético en la especie se necesita una alimentación mucho más variada. Eso, decían, es algo científicamente demostrado.
       La época fue así: lo inferior explicaba lo superior. El sótano da el fundamento de la azotea, la perversión sexual es el hormigón armado del amor,  la economía el soporte de la literatura, el tipo de alimentación la trama básica de la fe religiosa, la promiscuidad familiar, una consecuencia del desalojo, la moral condena lo que la historia condena y todo así, siempre lo bajo era para ellos, el sostén de lo alto.
       Todos sabemos que como es arriba es abajo y viceversa, de modo que no se ve la razón por la cual tiene que ser el subsuelo lo que permita comprender la terraza, pero más allá de eso, es indudable, que todo tiene algo que ver con todo.
       No estoy diciendo que el cambio tecnológico determine eo ipso un cambio político inmediato, pero es indudable que a medida que la tecnología avanza, hasta la forma de votar en el Parlamento termina cambiando.
       Cuando uno observa en el Uruguay actual, que cierta fuerza política, todo lo que analiza lo mira desde una supuesta moral del pobre, y no se dio cuenta que los que tienen que acceder a los bienes de cultura son precisamente ellos y no los jubilados, es dable pensar varias cosas: o Juan XXIII metió la pata hasta el cuadril, cuando pidió la opción preferencial por los pobres o nació allí un caballito de batalla para el más bajo filisteísmo moral, jamás visto en la historia de la humanidad, que consiste en medrar con la desgracia ajena, para ocupar cargos políticos y enriquecerse.
       Aquí no corren las “autocríticas”  al estilo Olesker. No alcanza con que la justicia proceda contra los corruptos, deben serle congeladas sus cuentas corrientes y ese dinero reintegrado a la sociedad.
       Más allá de eso, el cambio tecnológico está llamado a cambiar la legislación vigente. Cualquiera que se tome la molestia en leer algo de Derecho Informático comprende inmediatamente, que existe un área inmensa de desafíos nuevos, que eran impensables en otro tiempo.
       Un partido moderno hoy en día, es en principio una fuerza política de hombres competentes para intervenir en la realidad institucional de nuestro tiempo, acompañar el cambio tecnológico, gradualizarlo donde es necesario, evitar sus excesos y darle tiempo a la gente que está inmersa en él, para poder acompasar las cosas sin quedar desfasado.
       El cambio tecnológico, tiene que ser sentido como un bien común, y no como un favor muy grande, que un señor magnánimo y buenísimo, le hace a los demás.
       Como decía José Pedro Varela, la educación del pueblo es querible, cuando veo que otro con ella, sale a flote en la vida.
       La educación no es un adorno que llevamos en la cabeza, es por el contrario eso, con lo que nos ganamos la vida.
       Varela fue Ministro de Educación de Latorre, porque ese era el momento de enseñar: En el preciso instante que Inglaterra vertebraba al Uruguay con los ferrocarriles, había que formar gente calificada para trabajar y reparar máquinas allí y el Estado uruguayo daba educación gratuita, como manera de seguir captando inversiones británicas.
       Varela a diferencia de Sarmiento, con quien se terminó peleando, no quería civilizar a los garrotazos; Quería que los bienes de cultura fueran queribles por la gente y por eso crea los amigos de la educación popular, porque sabía que la idea cuando es correcta, da al final con las formas materiales para su realización.
       No se puso a vender la piel del oso antes de cazarlo, antes bien, busco entrenar a los entrenadores de cazador.
       Con las nuevas tecnologías ocurre algo similar; el estado carga con el costo de dar cursos gratis, porque también le sirve a los fabricantes que gracias a eso, venden más las nuevas tecnologías.
       No es un gasto, es una inversión, que el Estado hace hacia adentro de sus funcionarios y no tirando manteca al techo, para un sindicalismo totalmente, desquiciado y desubicado.
       Hoy las nuevas tecnologías permiten que una persona que está desocupada o que a la edad en que fue despedida le cuesta conseguir trabajo, pueda tele trabajar, hacer páginas Web, diseño gráfico, llevar la contabilidad o lo que sea, que por otra parte es amplísima la cantidad de cosas que se pueden hacer.
       El único lugar en donde no se dieron cuenta de eso, no hace falta decirlo, porque está muy claro dónde es.
       Hoy el socialismo es obsoleto por muchas causas, que en otros post voy a analizar, pero aquí se lo ve con perfecta nitidez.
       Se puede hoy ser veterano y ganarse la vida con tanta solvencia como puede tener alguien más joven. Es además falso, que las nuevas tecnologías estén pensadas exclusivamente para este o aquel. Lo que sí resulta claro y eso lo veo con mis padres, que a los 80 años a la persona le es muy difícil agarrarle la onda a cosas que para uno son elementales y no es porque no sean inteligentes, sino porque vienen de un esquema fordista, con enseñanza taylorista y un concepto de la división del trabajo, que ya no existe más.
       Si con esa mentalidad cierta gente quiere gobernar, evidentemente, el Uruguay es un país condenado de antemano y perderemos el siglo XXI.

sábado, 26 de julio de 2014

Ningún Presidente uruguayo gobernó sólo con su gente

       Cuando uno estudia la historia política del Uruguay, constata que jamás existió el gobierno unipersonal basado en el unicato político.
       Hasta Latorre se fue furioso y dijo: “Los orientales son ingobernables”. Era Gabriel Terra quien decía: “Gobernar sin Herrera es imposible, gobernar con Herrera es muy difícil”.
       En Argentina las cosas, desde el advenimiento del peronismo a la fecha, son diferentes a la realidad uruguaya. No solo porque hay un presidencialismo exacerbado, en donde el Presidente decide todas las cosas, sino porque además de eso, el justicialismo procede con mayorías parlamentarias aplastantes que le dan al Poder Ejecutivo, un poder discrecional tan grande, que si bien existe legitimidad de origen para ocupar esos cargos, queda en barbecho la legitimidad de ejercicio.
       Tan en barbecho fue quedando Argentina, que se convirtió en el país de lo que no se hace, ni ejerce durante muchos ciclos; hoy por ejemplo, después de tanto tiempo barbecheada, es tierra lista para que se la compren los rusos.
       El Uruguay ha sobrevivido hasta hoy, porque ha sido otra cosa muy distinta y por eso, cuando uno ve que un presidenciable le dice a su gente, que si no tiene mayoría parlamentaria, entonces votarlo a él es como votar a los otros, es dable sacar un par de conclusiones de fondo.
       Hasta el año de gracia de 2005, ningún partido le impuso al país su programa. Antes bien, se trabajó consensuando en el Parlamento una orientación general de gobierno. Después de 2005, las cosas cambian y la fuerza política de gobierno tiene mayoría parlamentaria y por lo tanto, puede gobernar sin acordar absolutamente nada, ni siquiera el mandato constitucional para ocupar un lugar en los Directorios de los entes autónomos que quedaron vacantes.
       Se podría hacerle un juicio por incompetencia a todo lo hecho por Tabaré Ramón Vázquez Rosas durante el período 2005-2010. Ni la dictadura dejó vacantes esos cargos.
       Perdieron de vista que la democracia no es el gobierno de la mayoría; la democracia es gobierno de la mayoría que respeta a la minoría. Porque no es lo mismo tener legitimidad de origen, que legitimidad de ejercicio y la democracia exige ambas cosas.
       El Uruguay empieza a ser gobernado a partir de entonces con tres elementos básicos: Sectarismo cerril y prepotente, incompetencia en la gestión de los recursos públicos y clientelismo amiguista de la peor especie. Parecía un retorno al Virreinato. Hasta el Sol de la patria lo cortaron a la mitad.
       Estamos hablando de gente que cuando era oposición, operaba con una estrategia basada en tres cosas que los definían:
      Movilización, negociación y concertación. Movilizaban a la gente con la sola finalidad de negociar, querían concertar para acumular fuerzas negociando y negociaban escupiendo del plato donde comen, para seguir movilizando y concertando. Era una acción política permanente de gimnasia aérobica y callejera constante. Como en el tango de Gardel: “El músculo duerme, la ambición descansa”.
       Debe ser por eso que la sola palabrita concertación, ahora que está en marcha en Montevideo el Partido de la Concertación, les molesta tanto a “los latas”.
       Si algo no existió desde 2005 a la fecha, es precisamente concertación alguna y como en política nada es gratuito, ahora teme por la gobernabilidad si le falta mayoría parlamentaria. Estamos hablando de una persona con la escala ética alterada, que cuando se dirige a la oposición grita: “¡Vieron, blanqui colorados corruptos!” y cuando sabe, porque se sabía desde hace tiempo, del nivel de corrupción que hay en ASSE, dice: “Son casos muy raros entre nosotros”.
       El Frente siempre se caracterizó por una cosa que es infrecuente en política, porque exceptuando casos muy aislados que después tuvieron que irse para la casa y no supieron donde meterse, un dirigente blanco no se hace colorado y viceversa. Si no hay acuerdo y queda fuera, tiene que volver con la frente marchita al llano.
       El Frente encontró un agujero que le permitió meter la puntada y dar un salto de canguro en política.
       Despotricando contra la Ley de Lemas –que suman votos, pero no suman voluntades, decían-, y sirviéndose de ella, todo junto a la vez, dio con ese doble discurso que lo caracteriza como su única identidad política.
       De esta suerte, venimos a enterarnos que todo lo que hicieron los partidos fundacionales desde el nacimiento de la República, está mal, lo que hacen ellos tiene otro carácter, no se lo puede ver así, son limitaciones que conlleva siempre el pluriclasismo en los períodos de transición. Un Frente pluriclasista es natural que tenga limitaciones teóricas. A la larga eso se termina, porque la moral condena lo que la historia condena y el advenimiento del socialismo es inevitable.
       La identidad frentista es eso; un cinismo ideologizado para ingenuos.
       Una cosa muy positiva que se palpa en estas elecciones es el hecho de que en el Partido Nacional al menos, está claro hasta para el más desavisado que ser blanco y frentista es incompatible con la rectitud moral que una persona bien hecha debe tener en política.
       A esta altura de las cosas y después de 25 años de destrucción sistemática de Montevideo y 10 de desgobierno nacional, ya no hay dos opiniones.
       No existe entre los blancos más beneficio de la duda para elementos así.
       Por lo que uno está viendo, es realmente una lástima que exista gente –muy minoritaria por cierto y con una religiosidad muy especial-, en el adversario fundacional que no se den cuenta que los cargos pueden ser ocupados, sin renunciar a la identidad política y tener que pedir pase libre.
       No estamos en el Club Atlético Progreso.
       La política no es el fútbol, en donde se compran y se venden jugadores.
       Es una pena que cierta gente no se dé cuenta que ningún presidente de la República gobierna de motu propio y que sólo un demente, tenga ese concepto de una gestión para 5 años.



Qué solo estoy

Clase media ¿Porque no venís?
Pobres ¿Porque no ensobran listas?

La cuestión sindical en el Uruguay del siglo XXI

       Los primeros sindicatos en el Uruguay aparecen en 1875. En aquella época y hasta los años 45’, no existía propiamente dicho, una clase trabajadora industrial, sino que eran agremiaciones de pequeños artesanos que formaban cooperativas de ayuda mutua.
       El grito anarquista en aquel entonces entre nosotros era “Tenemos que ayudarnos”. Eran organizaciones de auto sobrevivencia en donde los artesanos de los pequeños talleres se agremiaban para entablar lazos de solidaridad entre ellos.
       A partir de 1875 y durante mucho tiempo a comienzos del siglo XX, existió lo que se llamó “La cuestión social”, en donde a la agenda política uruguaya se le agregaron los problemas de carácter comunitario, en una sociedad que según estudios, es la primera en América Latina en recibir inmigrantes.
       La cuestión social tuvo aspectos positivos, puesto que posibilitó un Derecho Laboral avanzado, pero si se lo piensa bien era demasiado avanzado, para la realidad de un país de pequeños comercios chicos.
      No se le puede dar el mismo tratamiento a una pequeña empresa que tiene 4 empleados, que a una planta industrial formada con 400 obreros.
       Un Derecho Laboral calcado de los países industriales, genera el efecto opuesto al deseado, allí en donde no se contempla, la verdadera matriz social de la sociedad.
       Como siempre, el Uruguay es el país “avanzado”, pero de un avance que solamente está en la cabeza, de los que viven en una burbuja ideologizada.
       En esa época la gente se moría de hambre en Europa y era muy fácil conseguir ingenieros, médicos y arquitectos que trabajaran por muy poco. Un Derecho Laboral tan avanzado, al único que iría a perjudicar es a la mano de obra nativa.
       Pese a eso, la así llamada en aquel entonces “cuestión social” terminó regularizando ciertas lacras sociales generadas por el tipo de economía de pastoreo que existía, que los Frigoríficos y la lechería venían a ponerle fin, generando una nueva matriz social que comenzaba a integrarlo a un pequeño país como el nuestro.
       Donde campo y ciudad se dan la mano la “cuestión social” era un tema conflictivo, que el tiempo, los años, la crisis del 29’ que aquí llegó en el 31’, fueron dejando atrás en el pasamano de la historia.
       Hoy, 140 años después, tenemos nuevamente una “cuestión social”, pero no la que los anacrónicos de ayer y de ahora quieren hacernos creer que existe, sino otra cuestión muy diferente a lo que piensan.
       Aquella economía fue insertada por Inglaterra en la división internacional del trabajo de la misma forma que se hizo con Australia, Canadá y Nueva Zelandia. El Uruguay pudo ser un país que hoy estaría a la altura de estos tres. Perdió el siglo XX discutiendo con anarquistas bakuninistas y después de la Guerra Civil Española con mentes a lo Príncipe  Kropotkin, tratando de calmar a los Enrico Malatesta u opinando de todo a lo Rafael Barret.
       Faltó eso que solo el blanco puede ofrecer: sensatez y sentido común nacionalista.
       Hoy “la cuestión social” está dada en la delincuencia que el gobierno fomenta, para perpetuarse a la vieja usanza y a esto se le agrega un asunto que merece análisis peculiarizado: “La cuestión sindical”, porque se intentó por todos los medios de peronizar a la sociedad uruguaya, hasta los límites más inconcebibles de la corrupción corporativista.
       Nadie toma en este punto el toro por las guampas y todos creen que es una especie de debilidad moral del Frente Amplio, como aquel que tiene un hijo bobo, lo esconde y cada tanto queda pagando, cuando la criatura sale del cuarto.
       No es así, ni mucho menos.
       El Frente Amplio es una emanación del sindicalismo. Es parte del proceso que va del Congreso del Pueblo a la CNT. Es tratar de reproducir en el plano político la misma forma de funcionamiento que tiene un sindicato. El común de la gente no puede entender qué sentido político tienen grupúsculos que son simples siglas (PVP, PST, POR, por nombrar algunos de esa cantidad enorme que después se agrupan en el Grupo de los 8, para desagruparse cuando cambie la correlación de fuerzas existente). Nadie entiende como eso puede tener más peso político para dicha fuerza, que aquellos que fueron electos por el voto popular y se sabe a ciencia cierta, qué peso específico tienen en el mapa político nacional.
       No se repara que estamos en presencia de la misma mecánica que un sindicato. Allí no importa lo que diga Doña Juana, Doña María, Don José, la cajera de un supermercado, un mozo de bar o una empleada de tienda. En el sindicato interesa la opinión de los afiliados que discuten sus problemas y se supone que cuando se reúnen, es para tratar temas específicos de interés común que los afecta en lo laboral.
       Un sindicato no se improvisa; o los funcionarios o empleados se agrupan y sindicalizan o simplemente en ese lugar no existe sindicato. Nadie está obligado a sindicalizarse y en muchos ámbitos laborales del sector privado, el gran problema que tiene el sindicalismo es que los empleados no quieren organizarse así, porque logran más, negociando por la personal.
       El Uruguay sigue siendo el país de la pequeña empresa, la tienda, el taller chico, el emprendimiento familiar. La empleada de una tienda que entró a trabajar allí, porque es amiga de algún familiar de los dueños, qué interés puede tener en ir a la huelga cada vez que la Central da la orden.
       Esa es la causa por la cual el sindicalismo opera donde existe la mediana y gran empresa.
       Estudios que se han hecho al respecto sostienen que pequeña empresa en el Uruguay son 4 personas, mediana, 10 empleados y grande, 100.
       En Brasil, para no ir más lejos, pequeña empresa, son 20 personas, mediana, 1.000 y grande 10.000 empleados.
    Esto muestra la razón por la cual se pusieron a sindicalizar por rama de actividad, aunque eso carezca de total valor práctico para afiliados que les hicieron creer que estar en el PIT-CNT era fundamental para garantizar su fuente de trabajo.
       Un sindicato se organiza por ámbito de trabajo, las corporaciones de tipo fascistas –el fascio, el haz que defendía Mussolini-, por rama de actividad.
       El Frente Amplio desde sus orígenes siempre se organizó con mentalidad sindical, calcando el funcionamiento de las Seccionales del Partido Comunista. Eso lo conduce a un disociamiento entre la bancada parlamentaria y la fuerza política, propiamente dicha. Es un anfibio en donde en el agua allá abajo está el sindicalismo y arriba bien lejos, el parlamentario. Por eso será siempre un Frente en disputa y esa es la razón por la cual los sindicalistas, además de dedicarse exclusivamente a la política, se derriten por un cargo parlamentario.
       La corrupción sindical que hoy salta y es noticia lo afecta al Frente porque ese es el campo de reclutamiento que tiene, “el voto cautivo”, el hombre que “vota heladera” y no entra nunca en razones.
      Me resisto a pensar que esto es una maldición inevitable, contra la cual no se puede hacer nada. Porque sí así fuera, el Uruguay perdería definitivamente el siglo XXI.

Uruguay, entre la prensa y el socialismo de los señores feudales

       El Presidente de la República, José Mujica, al ver que “la prensa le da como en bolsa” sostiene una cosa que merece análisis: Nadie lee los diarios en el Uruguay, dice, en un país en donde en una interna no obligatoria, una baja votación representa un 37% y según los entendidos en las parlamentarias que se avecinan, si no fueran obligatorias, votaría el 70%. En Chile, por ejemplo, donde el nivel cultural es muchísimo más alto que aquí, en la última elección, participó solamente el 50% de los habilitados para votar.
       Es pues, una gran falsedad sostener que nadie lee la prensa porque, en ese supuesto caso, escucha los informativos radiales, que suelen ser un calco de la prensa escrita.
       Pero usando lo que en lógica se llama demostración por el absurdo hagamos de cuenta que tiene razón Mujica y que efectivamente, como él dice, nadie lee la prensa.
       No estoy diciendo que nadie lee la prensa, sino que hagamos Como Si esa falsedad fuera una verdad.
       Si es así, si nadie lee la prensa, si y entonces sí –en ese caso hipotético-, se podría perfectamente, dar un golpe de estado y seguir teniendo prensa libre.
       Si es así, si nadie lee la prensa y vamos camino a lo de Venezuela, no se entiende entonces porqué, el gobierno de Maduro, ataca frontalmente la prensa escrita venezolana.
       Si es así, si nadie lee la prensa, tampoco se entiende lo de Correa en Ecuador.
       Me limito estrictamente a cosas actuales, para no hablar de la barbada dictadura caribeña.
       Como cualquiera puede entender se demuestra por el absurdo que es totalmente falso que la prensa sea una cuestión baladí en el desenvolvimiento de la sociedad humana.
       Resulta, pues evidente, ‑cuando el Primer Mandatario dice eso riéndose y su gente también lo disfruta‑, que los únicos que no leen la prensa, son ellos y su hinchada.
       Pero además, queda claro también, que gobernar Como Sí nadie leyera la prensa es porque se sienten monarcas de un tiempo que ya no existe, en donde el hombre común era como los indigentes de nuestros días.
       Si nadie lee la prensa, tampoco se entiende cual pudo haber sido la razón por la cual, la tercera parte de la población recientemente, fue a Buenos Aires a comprar, no bien la diferencia cambiaria hizo que los productos argentinos fueran mucho más baratos que lo que aquí se vende.
       No se entiende tampoco porqué el productor rural trabaja con una radio en la oreja, el taxi metrista sabe tanto de lo que ocurre y uno aprende más de política conversando con un mozo de bar, que con un profesional universitario.
       Si nadie lee la prensa, difícil se vuelve comprender de dónde saca el hombre común tanta información futbolística y opina como si fuera un director técnico.
       Si nadie lee la prensa, es una incógnita dar con la causa por el cual el 60% de la población tiene computadora y está conectado a una Internet en donde tiene no solo la prensa uruguaya, sino la de cualquier país del mundo y lo que uno ve es que cuando una familia accede a Internet, las primeras páginas Web que visitan son la de la prensa Uruguaya.
       Pero más allá de todo esto, en un país de 3 millones 300 mil uruguayos, tampoco se puede explicar la cantidad de publicaciones que salen, a saber: El diario El País, El Observador, La República, los semanarios Búsqueda, Brecha, los quincenarios Caras y Caretas y además de todo eso, una cantidad enorme de revistas argentinas de todo tipo, más la prensa de dicho país en algunos quioscos. Si a eso se le agrega los suplementos y la información no política y sumamos todo pesando al kilo o dividimos la cantidad de hojas por la población existente en el Uruguay, daría una cifra significativa per cápita; supongo tirando un dato meramente hipotético y tentativo, que es algo así como medio kilo de papel por día, para cada habitante de la República.
       Ellos gobiernan ensoberbecidos y sienten que tienen luz verde para hacer cualquier cosa, porque supuestamente, el Uruguay es un país muy ignorante de pobres mentales, que ni siquiera fueron alfabetizados.
        Me alegro muchísimo que piensen así, porque como ya sabían los antiguos griegos: Júpiter ciega a los que quiere perder.


Para los que no leen la prensa y quieren el socialismo de los Mayorales y los caporales nativos